𝑐. chapter six.
Capítulo seis.
❛ La verdad cortó las alas ❜
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—A ver, repite lo que dijiste porque creo que escuché mal. ¿Es hijo de... Superman?
—Es justamente lo que dije, Natalie —aseguró Rachel, asintiendo con la cabeza por décima vez. —Además, es guapísimo.
Lo que menos le importaba a Natalie era el físico del muchacho. Se encontraba en un estado de impresión luego de descubrir que el chico internado en la enfermería de la Torre tenía ADN de Superman. Lo que podría conllevar a que también tuviera parte de sus poderes. Era alucinante.
—Bueno, te deseo suerte —se despidió la peliazul. Natalie la tomó del brazo, confundida.
—Espera, ¿no íbamos a verlo juntas? No me dejes sola con el hijo de Superman, Rach —suplicó.
—Ya lo vi... demasiado le vi, de hecho. Estaré en mi habitación. ¿Vemos una película luego? —Natalie asintió ante la propuesta de la chica y le regaló una sonrisa. —Por cierto, hace un rato vi a Jason saliendo de tu habitación, supongo que te buscaba.
—Luego iré a verlo —anunció con una sonrisa, antes de ver a la chica irse.
Se encontraba en la entrada de la enfermería, con los nervios de punta. Esa mañana se había despertado con Jason a su lado, y una gran sensación de alivio se desató en su pecho al ver al chico descansando. Y es que durante la noche se había despertado dos veces a causa de las pesadillas, con la respiración agitada y la frente cubierta por una capa fina de sudor. Cuando se levantó para ir a buscar un poco de agua, se percató de que Dick no había llegado a la Torre, probablemente se encontraba todavía buscando a Deathstroke, como era de esperarse. Se preocupaba por él, pero sabía que estaría bien solo.
Era la diferencia que había entre Dick y Jason.
Soltó un suspiró y con nerviosismo se adentró a la enfermería. En la camilla yacía Conner durmiendo, y sobre él un perro blanco alzó las orejas al verla entrar, por inercia, Natalie se acercó al animal y comenzó a dejarle caricias sobre la cabeza, sonriendo inmediatamente.
Su mirada se dirigió al chico que descansaba plácidamente, su pecho subía y bajaba lentamente, acorde a sus respiraciones.
—Conner Kent —susurró ella, soltando una risa nasal, todavía sin poder creerlo. Y como si aquel susurro hubiera sido un llamado directo, Conner abrió los ojos. La pelinegra se alejó de la camilla y tragó saliva. —Oh, despertaste.
—¿Quién eres? —Preguntó el chico con una sonrisa.
—Natalie Grayson —se presentó. —Y tú eres hijo de Superman —recalcó, reteniendo el entusiasmo. —Mi padre es Alfred Pennyworth, bueno, en realidad quién me adoptó fue Bruce Wayne, pero supongo que eso no es relevante porque seguro no tienes idea de quién diablos es él —bufó, haciendo un gesto con su mano para restarle importancia. —¿Puedo...? —indicó la camilla, y Conner asintió para permitirle sentarse allí.
El perro que se mantenía con el chico se acercó a Natalie para lamer su rostro, causando qué la chica riera.
—Quería darte las gracias. Salvaste a mi novio el otro día. —Conner frunció el ceño, entonces ella recordó que el chico acababa de salir de Cadmus, mucho del mundo seguro no sabía. —Jason —aclaró. Solo así el chico pareció entender y simplemente sonrió.
Conner apartó la mirada y frunció el ceño mientras parecía debatir algo en su cabeza. Como si tratara de encontrar la forma correcta de decir algo, hasta que finalmente volvió a mirarla, y tomó su mano, sorprendiendo a la chica.
—Natalie, ¿tienes algo que pueda ayudarme a encontrar a mi padre? —Su pregunta parecía más una súplica, a ella le apenó no poder darle una respuesta positiva.
—Lo lamento, no tengo información sobre los asuntos de la Liga de la justicia, pero tengo una fotografía de él. Puedo dártela si quieres.
Conner volvió a sonreír y asintió con entusiasmo. Natalie se bajó de la camilla y le avisó que ya regresaba para salir de la enfermería y caminar por los pasillos de la Torre con una sonrisa en el rostro. Jamás tuvo la oportunidad de conocer personalmente a Clark, a pesar de mostrarse siempre con una admiración inmensa hacia Superman, Bruce sabía que no era bueno mezclar sus asuntos personales con su grupo de superhéroes, por lo que una introducción personal no estaba a su alcance.
Natalie no podía hacer más que protestar y continuar leyendo los periódicos para ver las nuevas hazañas de la Liga de la Justicia.
Negando con la cabeza ante su fanatismo, abrió la puerta de su habitación, y su sonrisa se borró lentamente, su estómago se revolvió y los latidos de su corazón se elevaron. Se preguntaba quién podría ser tan cruel como para escribir en sus paredes con pintura roja aquellas palabras, cuestionaba la moral de quién se atrevió a jugar con sus miedos así. El color carmesí de la pintura le causó escalofríos, luego observó las imágenes del Joker repartidas por el suelo, sobre su cama y otras pegadas en la pared.
"Tú sigues, Robin girl" se leía en sus paredes. Se sintió vulnerable, confundida. Porque los únicos que sabían de ello eran Bruce, Alfred, Dick... y Jason.
Natalie recordó las palabras de Rachel en la enfermería.
"Hace un rato vi a Jason saliendo de tu habitación, supongo que te buscaba."
—¡No huyas de mí!
La voz de Rachel la hizo reaccionar y salió de aquella pesadilla para encontrarse con la chica caminar enfurecida hacia la sala, siguiendo a Jason.
—¿Qué ocurre? —Inquirió la pelinegra, corriendo para alcanzarlos. Allí se encontraban Hank, Dawn y Kory, quiénes dejaron de hacer sus cosas para prestar atención a la discusión que comenzaba entre los más jóvenes.
—Jason dibujó crucifijos en mi espejo —delató la chica, mirando con rabia al pelinegro que se detenía en medio del salón, negando con la cabeza.
—¡Mentira!
—Está bien si estás enojado... —habló Dawn, intentando tranquilizar la situación antes de que se tornara más densa.
Natalie se limpió las lágrimas de los ojos.
—¡No hice nada! ¡No me culpes por tus problemas de brujas! —espetó el pelinegro en dirección a Rachel. Esta frunció el ceño, sin creer como el chico intentaba tapar sus crueldades.
—¿De qué se trata esto? —Inquirió Donna, llegando a la escena, confundida por el escándalo.
—Hay cruces en el espejo de Rachel, y ella piensa que Jason lo hizo —explicó Dawn.
—¡Sé que fue él! —aseguró la menor.
—Linda idea la de la botella de bourbon. No es mi estilo. Me gusta más el mosto agrio—ironizó Hank. —Si haces eso en mi habitación otra vez, olvidaré de qué lado estás —lo amenazó, notablemente furioso.
—¿Por qué lo hiciste, Jason? —Quiso saber Donna, su mirada estaba cargada entre una mezcla de enojo y dolor.
Jason negó con la cabeza, sin saber qué decir. Se encontraba igual de desconcertado que los presentes. Entonces su mirada se desvió a Natalie. La chica humedeció sus labios y con seguridad avanzó hasta él para ponerse a su lado.
—¿Y la foto de Ellis? —Inquirió Dawn.
—¿El refresco? —Acusó Donna.
Natalie frunció el ceño ante las acusaciones de los demás.
—Alguien... alguien entró a mi habitación y dibujó mierda sobre el Joker en las paredes —murmuró, con la mirada baja. Rachel rió sin gracia y apuntó a Jason con su dedo índice.
—¡Te dije que lo vi saliendo de tu habitación!
Al ver la duda en Natalie, Jason no hizo más que apartarse de su lado, con intenciones de salir de allí. Pero Hank lo detuvo. Sin poder evitarlo una lágrima bajó por su mejilla, porque se sentía traicionado. Lo estaban culpando sin tener pruebas. Todos dudaban de él, pero le rompió el corazón el hecho de que incluso Natalie desconfiaba.
—Ustedes están locos. Preferiría estar con Deathstroke qué aquí —se sincero, mirándolos a todos con tristeza. —Creen que todo es mi culpa.
Natalie negó con la cabeza.
—No, Jay...
—No me toques —se alejó bruscamente, provocando que la pelinegra soltara las lágrimas que había querido retener.
De pronto, las puertas de elevador se abrieron y Dick apareció con un arma en sus manos y la respiración agitada, se veía nervioso. Los presentes lo miraron con confusión.
—Está aquí —susurró, Natalie se dio una mirada con Donna.
—¿Qué?
—Deathstroke, está aquí en la torre. Tomó fotos de todos —avisó.
Gar apareció con un aspecto adormecido.
—¿No se puede dormir?
—Dick, háblame —dijo Hank con cautela. —¿Qué hay con el arma?
Natalie se percató de que Jason ya no estaba con ellos, y luego Dick salió corriendo. Aquello puso más nerviosa a su hermana, pero esta no hizo más que soltar un suspiro y dirigirse a su habitación para limpiar el desastre qué la atormentaba. Con la cabeza dando vuelta por todos lados.
En medio del caos recordó el motivo por el cual había ido a su habitación, por lo que comenzó a buscar alguna fotografía de Superman, y en cuanto la encontró, se forzó a esbozar una sonrisa para regresar a la enfermería y dársela a Conner.
Al menos, alguien en aquella Torre tendría un buen día.
—Mentí —fue lo primero que salió de la boca de Dick.
Se encontraban todos reunidos en la sala, con la atención puesta en quien ellos habían considerado un líder. Más las palabras que saldrían a continuación harían que la grieta qué había entre los Titanes acabara por destruir la imagen que tenían de él.
Natalie observó a Jason ubicado en la mesa lejos de ellos, completamente vulnerable, perdido en su mundo. Jamás lo había visto de esa manera, y le preocupaba saber qué había ocurrida en aquella azotea como para que Dick se parece frente a ellos dispuesto a revelar algún tipo de secreto. Uno de tantos.
Dawn a su lado le apretó la mano, reconfortándola.
—Les mentí porque temía qué se fueran... y me dejaran. Si eso pasaba, no habría más Titanes. —Suspiró antes de voltear su mirada a Dawn. —Te mentí a tí también. Dije que Jericho había muerto antes en la iglesia. Pero no fue así. Estaba vivo. Murió intentando salvarme de su padre —confesó, bajando la cabeza. —Lo lamento, merecen algo mejor.
Un silencio cargado de tensión los abrazó.
Natalie bajó la mirada, decepcionada. En parte, pensaba que haber aceptado ser parte de los Titanes y querer acercarse más a su hermano, conocerlo, había sido un completo error. De esos que no puedes remediar, porque la desilusión abastecería por siempre. Y Dick parecía no hacer nada para cambiar aquello.
Entre la tensión y el enojo del momento, Hank se levantó para caminar lentamente hasta Dick, con la mirada de todos encima, algunos, quizás, esperando a que reaccionara como lo hizo.
—Mentiroso de mierda —escupió, dándole un fuerte puñetazo en el rostro. Dick se tambaleó y cubrió su nariz que pronto comenzó a sangrar.
—¿Qué otras putas verdades a medias nos dijiste? —Inquirió Donna enojada.
—Yo no tuve ni eso... —murmuró Rachel.
Natalie se levantó y ahora fue su turno de acercarse a Dick. Aquello llamó la atención de Jason.
—No me pediste que viniera aquí para mejorar nuestra relación. No estabas interesado en conocerme. Lo que hiciste fue atraparme aquí para no cargar con la culpa si Deathstroke me encontraba para pagar tu deuda... —su voz se cortó, y las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. —¡Sabías que reunir a los Titanes causaría esto! ¡Lo sabias y lo hiciste de todas formas!
—Natalie... —murmuró Dick, intentando acercarse a ella.
Detrás de ella, Donna, Hank y Dawn se alejaban para, seguramente, hacer sus maletas y largarse de allí.
—Te fuiste de Gotham, huiste de lo que eras estando con Bruce. Pero eres igual a él... —escupió con disgusto, su tono de voz frío. Sus palabras fueron directo al corazón de Dick como mil estacas clavándose dolorosa y lentamente en el.
—Mi hermano murió por tu culpa —espetó Rose, mirando a Dick con enojo. —Me largo.
—Yo también —dijo Natalie, pero Dick la tomó del brazo, deteniéndola.
Entonces Jason apareció detrás de ella y le dio un fuerte empujón a Dick antes de darle un golpe en el rostro. La pelinegra lo apartó para que no pasara a mayores.
—No le pongas una mano encima. Tú ya no decides en la vida de nadie. No acato más tus órdenes. Me voy con ella —declaró, tomando la mano de Natalie con firmeza. —Buena suerte revolcándote en tu mierda.
La pelinegra le dio una última mirada a Gar antes de encaminarse por los pasillos, siendo seguida por Jason. El cual la miraba de reojo mientras abría la puerta de su habitación. Ella fue la primera en entrar, encontrándose todavía con el desastre a medio limpiar que había dejado antes. Las imágenes del Joker continuaban pegadas en las paredes, y la pintura no había salido por más que intentó sacarla.
Al ver todo eso, Jason frunció el ceño.
—¿De verdad creíste que yo te haría una mierda como esta? —Inquirió dolido, arrancando las fotografías de las paredes con violencia.
—Jay... —murmuró, sentándose sobre la cama, casi sin fuerzas. —No dudé de tí. Las cosas simplemente coincidieron demasiado bien, ¿de acuerdo? Yo... —se detuvo y suspiró, Jason se sentó a su lado. —Cuando entré a la habitación y vi todo esto, me asusté. Por un segundo me sentí atrapada de nuevo. Atrapada con él.
—Rachel tenía razón cuando dijo que vine a tu habitación, pero era para darte esto. —Buscó en su bolsillo y de él sacó una cadena de plata con un dije de una flecha. Los ojos de Natalie destellaron un brillo al ver el regalo, y una sonrisa se dibujó en el rostro de Jason.
—Es precioso —susurró ella. El pelinegro le apartó un mechón de cabello del rostro y lo dejó detrás de su oreja, luego se acercó y besó la mejilla suave de la chica.
—Y tú hermosa —susurró también. —Sé de un lugar a las afueras de Gotham que nos vendría bien. Podríamos traer de vuelta lo de Robin y... —ella lo detuvo, con una sonrisa.
—Creo que debo encontrar un mejor nombre que "Robin girl" —rió. Jason la ayudó a colocarse la cadena.
—Encontremos uno mejor, entonces. Juntos.
Natalie asintió. Entonces Jason se acercó más a ella para dejar un corto beso en sus labios.
—¿Sí? —Inquirió en voz baja.
—Sí —secundó Natalie.
—Empacaré mis cosas y nos iremos de esta pocilga de mierda, muñeca.
Dejando un último beso sobre los labios de su chica, se levantó para salir de la habitación.
Regresarían a Gotham, de donde nunca debieron de haber salido.
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