Epílogo.
Por los pasillos de la escuela corría un rumor sobre un chico de buen corazón, pero que sus amistades le obligaban a ser frío, duro y con sentimientos de piedra. Ni siquiera tenía tiempo para investigar sobre aquellos rumores por más interesantes que me pareciesen pero si, era verdad; ahí estaba aquel chico, de ojos de cervatillo y sonrisa de conejo extendiendome mi cuaderno de artes.
Mierda.
—Hey, ¿Esto es tuyo, no?—Movió el cuaderno frente a mis ojos y allí fue cuando reaccioné.
—Eh...si, muchas gracias.—Intenté tomar el cuaderno pero el lo movió hacia el.
—Te lo daré, solo si aceptas una salida conmigo.—La manera de pronunciar las palabras lo delataba: estaba nervioso.
¿Que carajo?
—No te conozco.—Desconfié de el plenamente, entrecerre los ojos.
—Jungkook, mi nombre es Jungkook.—Sonrió y me extendió el cuaderno.—¿Vamos?
Moví mi cabeza a un lado, pensando muy bien la propuesta antes de asentir.
—¿Así que eras tú, eh? No te recordaba.—Hablé con una sonrisa.
Jungkook y yo habíamos decidido dar un paseo, dejando a nuestros hijos a cargo de su hermana mayor Kaya.
Bueno, larga historia pero intentaré resumirla. Luego de que Jack intentase reclamar la paternidad de Kaya, las cosas entre el y yo se rompieron más de lo que ya estaban rotas, quizás el pensaba que aún podía recuperar aquella vida que dejó atrás por un capricho pero el debía aún entender muchas cosas. Está claro que jamás se debe dejar a una persona y más sabiendo que necesita de ti.
Jamás le perdonaré que estando embarazada no se haya dignado así sea quedarse, no estuvo en el nacimiento de mi hija, no le da derecho a reclamar absolutamente nada.
Los años pasaron, Jungkook y yo por fin decidimos casarnos, formar una familia juntos. El miedo cesó, ya no éramos los mismos adolescentes ingenuos que no podían entender que se hacían daño incluso estando lejos del otro. El mundo, cambia, las personas cambian, todo cambia; así lo pensamos nosotros.
En la actualidad tenemos dos hijos además de Kaya, siendo ella la mayor con quince años. Ella se veía inocente, tierna, muy al contrario de lo que yo era a esa edad. Si, me duele a veces verla, porque en ciertas ocasiones se asemeja mucho a su papá biológico.
En ningún momento se puede corregir la naturaleza, quizás.
Jeon Do-hee es la primogénita que le sigue a Kaya, tiene diez años y la tuvimos justamente cinco años después de aquel trauma que me generó la aparición de Jack. No vivía tranquila, no dormía tranquila, tampoco podía trabajar tranquila y eso fue algo que me mató por dentro.
He escuchado que los bailarines tienen dos muertes.
Una, cuando dejan de bailar y esa es la muerte más dolorosa. Sus corazones se estancan, los días se vuelven grises y sin sentido; yo podía relacionar esto con la simple idea de que todo se me fue cuando Jungkook me abandonó años atrás porque yo misma pensaba en abstenerme de bailar, cantar o simplemente dibujar, porque todo me recordaba a él y eso dolía. Morí por dentro, me marchite al igual que una flor, sentía que nada tenía sentido.
Pero quizás recuperé el sentido cuando deje todo fluir como era, le estaba poniendo trabas a mi propia vida como si yo no fuese su dueña y pudiera cambiar el destino de esta misma.
Hablar de un trauma es enfrentarlo, pero a veces no se tiene el valor suficiente como para enfrentar aquellos miedos que no te dejan dormir. ¿Quien iba a pensar que mi propio mejor amigo años después iba a convertirse en un trauma?
En un fantasma que acecha al alma.
Jeon Ha-ri fue un milagro, aquella niña de siete años me ayudó a sanar, porque con su inocencia me enseñó que el mundo no siempre es soez, que las personas por muy malas que sean también aman, también tienen su punto débil.
Entendí que el punto débil de Jack siempre sería yo, también Kaya lo era. Su comportamiento era ese porque se sentía amenazado, sentía que había perdido algo que el sabía que nunca tuvo, porque nunca nos tuvo a Kaya y a mi.
Kaya entendió muchas cosas sobre su papá biológico, no lo odia, pero tampoco lo ama. Cuando tuvo la edad suficiente me arme de valor para contarle lo que había sucedido entre ambos y porque me dolía tanto verlo, porque me daba tanto miedo que por el tiempo ella quizás lo prefiriera a él antes que a mi.
Aquel día también aprendí muchas cosas sobre mi propia hija, no siempre terminamos de conocer a las personas y eso es lo que nos mata, pero cuando viste nacer y crecer a esa personita, es distinto.
Kaya entendió que no siempre terminamos juntas las personas que tenemos hijos, no quise decirle que fue un error, porque no lo fue. A pesar de que las condiciones no fueron las mejores, ella siempre se sintió amada, siempre quise hacerla sentir amada.
No quería que mi hija sintiese lo mismo que yo alguna vez llegué a sentir, porque es lo peor que se le puede hacer al corazón. Le enseñé que está bien sacrificarse algunas veces por una persona, pero que dejarte a un lado por su bienestar solo haría que murieras por dentro.
Dejando aquel tema a un lado, Jungkook y yo estábamos recordando viejos tiempos, recordando como en la graduación de primaria no queríamos separarnos, pero el destino se encargó de juntarnos años más adelante.
Si, el era el chico que me extendió mi cuaderno de artes, el cuaderno que tenía muchísimos dibujos de mi vida diaria, de cualquier cosa. También era el chico que me ayudaba en matemáticas cuando sentía que iba a perder la cabeza de ver tantos números.
Al final de todo, terminé perdiendo la cabeza, si, pero por el. Nunca te esperas cuando algo llega, simplemente llega.
Aprendí que las cosas que son para uno mismo, serán para nosotros ni aunque nos quitemos del camino. Pero al contrario, si no son para nosotros, ni porque nos pongamos en el.
Éramos las personas correctas en distintos tiempos.
No supimos valorar en su momento la presencia del otro y eso terminó por deteriorar la relación. Aprendí que no solo era amar incondicionalmente, era aceptar a la persona con sus errores y defectos que lo hacían un humano. Las personas que no tenían alma, no sabían amar, porque la vida les había arrebatado esa inocencia que no pensaban que necesitaban.
Un amor así no eran capaces de solventar, terminaban dañandose a sí mismos y al otro.
Con Jungkook aprendí tantas cosas que jamás en la vida podría olvidar, el me dio cosas que nunca pensé necesitar y al final, terminé también necesitandole a el.
Siempre estaré agradecida con ese chico de ojos de cervatillo, que me rompió en mil pedazos para luego volverlos a unir uno por uno, porque a veces la persona que te rompió también puede volver a unirte una vez más.
Ahora observo su rostro arrugarse por la risa tan contagiosa que tiene, dándome cuenta que lo veré así más seguido, quizás hasta que la muerte nos separe porque así juramos al momento de casarnos. No volver a abandonar al otro nunca más, amar al otro incluso en sus peores momentos, estar cuando nadie está. Esta historia de amor no es como las demás, las demás quizás sean perfectas, donde nunca hay problemas pero a veces la perfección conlleva a una imperfección que trae conflictos que jamás se podrán resolver.
Entendí que no puedes amar a una persona sin amarte a ti mismo, pues puedes cometer errores que te llevarán a perder a esa persona especial o a ti mismo.
Cada que observo como su sonrisa invade el ambiente por cualquier cosa por más insignificante que sea me doy cuenta que logré superar ese miedo que tenía, que logré ver todo lo hermoso que había dentro de Jeon Jungkook, porque él era un ser humano que valía la pena esperar, que valía la pena amar. La vida me enseñó a esperar pacientemente e incluso, a esperar cuando seguramente no hay oportunidad. El mundo se encargó de dejarme claro que existen personas que en su momento pudieron haberte ayudado, pero que cuando estás débil e indefensa, se aprovechan de ti de la manera más vil que existe. No siempre estarás rodeada de personas buenas, habrá una que otra que querrá hacerte daño.
Pero nunca, nunca, pagarás con la misma moneda, pues a veces la suerte puede ser una locura total y a cualquiera le puede tocar.
Aprendí a ser incondicional, porque si, sabía que ser incondicional no era solamente soportar a la otra persona incluso cuando sientes que no puedes soportarla más, era amar con errores o sin errores, dar la vida si eso era necesario.
Hace años quizás no hubiera pensado lo mismo, pero ahora me doy cuenta que solamente tenia que aprender a perdonar, me arrepiento de todos aquellos errores que cometí con personas que me querían, pero que no supe valorar como se merecían.
—¡Belly! ¿Me escuchas?—Salí de mi ensoñación y lo miré, estaba moviendo su mano frente a mi rostro.
—Si amor, te escucho.—Respondí con una sonrisa.
—Kaya dice que Hari hizo un desastre en casa y no puede resolverlo, ¿Vamos?—Extendió su mano.
Reí, tomando su mano.
—Vamos.
Author's note <3
#voyallorar
Gracias por acompañarme en el camino que fue unconditionally, amé el proceso de cada capítulo, amé lo que este libro hizo en mi. Aprendí muchas cosas con el y de verdad que lo amo como a mis otros libros.
Nos leemos muy pronto, quizás con The forever purge o Perfect.
Quien sabe.
Muchas gracias mis amores.
-With love, Danna Kim 💗
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