013- My Name Will Haunt You.
Habían pasado dos semanas desde que todo ocurrió. Mi corazón estaba hecho mierda y realmente quería sentirme bien dentro de todo el caos.
Mi cuerpo no estaba para nada bien, había estado vomitando las dos últimas semanas y estaba sospechando de lo peor. Su nombre me perseguía incluso si no lo quería.
Anny se había encargado de cuidarme y de mi agenda, pues además de ser mi mejor amiga también era mi asistente. Había cancelado todas mis citas, absolutamente todo.
Aquí nos encontrábamos.
—Belly, ¿Te sientes mejor?
—No...—Murmuré tallando mi rostro con mis manos.—Siento que voy a morir.
—Te traje algo...—Me extendió una prueba de embarazo.—Quiero salir de dudas, Bella.
—¿Piensas que estoy embarazada?—Encogi mis piernas hacía mi pecho, aterrada.
—Se que sonara raro viniendo de tu mejor amiga, pero es necesario.—Tomó mi mano.—¿Jack terminó dentro?
—Lo hizo...
—Ahí está...—Volvió a extenderme la prueba de embarazo y la tomé.
Con miedo, me dirigí hacia el baño y entré en el, abrí la maldita caja y tomé la prueba.
Estaba demasiado nerviosa, aún no quería tener hijos, me sentía muy joven para tanta responsabilidad.
Esperé los cinco minutos que tenía que esperar, Anny ingresó al baño y los nervios me consumieron.
—¿Quieres que lo vea yo primero?—Asentí nerviosa. Ella tomó la prueba en sus manos y su expresión nerviosa se relajó, pensé que había sido negativo hasta que ella habló.—Te amo, Belly.
—¿Q-que?—Murmuré mientras veía la prueba.
Positivo.
Estaba embarazada, estoy embarazada.
—Anny...
—Bella...
—¡Seré mamá, Anny! ¡Seré mamá!—Exclamé nerviosa.
Ella me abrazó fuertemente y las lágrimas me llenaron, seré mamá, iba a ser el ejemplo de un pequeño ser.
Un pequeñísimo ser.
Mi pequeña hija, porque si, quería que fuera niña.
—Felicidades, preciosa.—Sonrió con sinceridad.
Las horas pasaron y mi teléfono no dejaba de sonar. Jungkook estaba llamándome insistentemente.
—¿Que hiciste?—Escuché a través de la línea.
—¿Qué?—Murmuré. Jungkook ya sabía, ay no.
—¿De verdad fuiste capaz de ponerle el cuerno a Namjoon, Bella Park?—Su voz sonaba dura, fría.
—Jungkook, por favor, déjame hablar.
—No lo puedo creer, menos de ti, Park.
—¡Estaba ebria!—Exclamé con un nudo en mi garganta.—Sé que no lo justifica pero...
—No, de verdad no.
—¡Yo nunca lo haría adrede! ¡Quería a Namjoon con mi existencia, Jeon!—Grité a través de la línea.
—¡No lo demostraste!
—¡Claro que si! ¡Le fui leal!—Me desesperé por qué el me creyese.—Un error lo comete cualquiera, no estoy justificandome, pero tampoco quiero ser juzgada.
—¿Quién eres, Bella? No te reconozco.
—¡Ya basta, Jungkook!—Dije mientras hacia de mi cabello un nido de pájaros.—¡No voy a poner a mi hija en riesgo por discutir contigo!
—¿Hija? ¿Dijiste hija?—Preguntó el tatuado a través de la línea.
—E-eh...Yo...
—Belly, ¿Estás embarazada?—Murmuró con su voz rota.
—Lo estoy.—Solté cansada.
—¿Cuánto tiempo?
—Dos semanas.
—Dos semanas, Bella...—Escuché su suspiro a través del teléfono.—Iré a verte, claro que me importa Namjoon pero esto...
—Jungkook...
—Estoy allí en cinco minutos.
Mi corazón estaba destrozado. Aún no podía creer lo que la chica de mis sueños había hecho.
Llevaba dos semanas sin salir de mi habitación, la oscuridad se apoderaba de esta misma y no había absolutamente nadie que me sacase de aquí.
¿Cómo describir el dolor de la traición, de descubrir que la persona en quien confiabas ha sido infiel? Es como si el mundo se desmoronara a mi alrededor, dejándome en un abismo de angustia y desesperación.
Cada mentira, cada engaño, es como un cuchillo clavado en lo más profundo de mi corazón, haciéndome cuestionar todo lo que creía saber sobre el amor y la confianza.
El dolor es como un fuego que quema sin cesar en mi interior, consumiendo cada recuerdo feliz que compartimos jntos. Me pregunto una y otra vez qué hice mal, qué señales pasé por alto, pero las respuestas son esquivas y solo encuentro más preguntas.
La sensación de ser reemplazado, de no ser suficiente, es abrumadora. Me pregunto si alguna vez fui amado de verdad, o si todo fue una ilusión cuidadosamente construida sobre una mentira.
El dolor de la infidelidad se extiende más allá de la relación rota, infectando cada aspecto de mi vida. Me siento erdido, confundido, incapaz de confiar en nadie más, temiendo que el ciclo de traición se repita una y otra vez.
Le confíe mi vida, mi corazón, mis sentimientos, le confíe lo que más amaba, la música. ¿Cuál fue su pago? Serme infiel.
Teníamos planes, quería darle el mundo entero porque yo sé que quizás eso para ella no era suficiente, ¿Yo era acaso suficiente? La amé, la amé lo más que pude porque siempre estuve, siempre fui fiel.
Ese fue mi error, caer en lo monótono siempre va a ser mi error. Soporé cosas que no debía soportar, lloré por cosas que no debía llorar, hice cosas que no debía hacer y, ¿Todo para qué?
Me siento un mal hombre pero, ¿Yo mal hombre?
Yo que he estado con todas aquellas personas que no lo merecían, a pesar de saber que lo que hacían estaba mal, allí estuve. ¿Mal hombre yo? Que desafíe mis sentimientos, que rompí leyes y barreras solo por amor, por cariño, por comprensión. Yo que solo exigía lo mismo que daba, yo que otorgué todo de mi a una persona que jugó cuanto quiso conmigo y luego, como si de una bolsa desechable de tratase, me boto. Tenía derecho a sentirme atacado y sobretodo tenía derecho a sentir que jugaban con mis sentimientos, claramente esto nunca importó porque como siempre, yo fui el mal hombre y yo fui el iluso.
Porque por amor nunca se sufre, nunca se aleja y nunca se daña. Me estoy convirtiendo lentamente en lo que juré destruir
Pero, ¿Seré capaz de destruirme a mi mismo?
Su nombre me persigue hasta en sueños, el tiempo había pasado y aún así seguía pasando. No podía entenderlo. Cada nombre que conoces se arraiga en tu mente como una semilla que germina en tu memoria. Se convierte en parte de tu paisaje mental, en una figura que te acompaña incluso cuando esa persona no está presente. Puede ser el nombre de un amigo de la infancia que ya no ves, un antiguo amor que dejó una marca indeleble, o un héroe que admirabas en tu juventud. Ese nombre, en primera persona, se entrelaza con tus pensamientos, tus recuerdos, tus emociones. A veces te reconforta, recordándote momentos felices compartidos, y otras veces te atormenta, evocando nostalgias o arrepentimientos. Pero siempre está ahí, como una presencia silenciosa que te recuerda que las personas que han pasado por tu vida dejan una huella imborrable, incluso en la forma en que pronuncias sus nombres en primera persona.
Sentía la soledad llenarme el pecho y esa sensación de debilidad atacarme como una bala. Yo si la quise, pero yo no la adoro, porque si el oro se oxida es que nunca fue oro.
Al igual que lo nuestro, quizás no fue nunca después de todo.
-With love, Danna Kim 💗
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