Tachihara

TW: spoilers del manga de bsd, si no vas al día con el, haya tú si te quedas.

A petición de: Sweet_Lemon_Piee

Si te soy sincera, preferiría nunca haberte conocido.

El reconfortante silencio de sus dedos golpeteando contra el volante del auto era lo único que la tenía calmada en medio de ese tráfico demasiado molesto. Era extraño que Tachihara no fuera a recogerla los días que salía tarde aunque tampoco era como si le molestara pues sabía cuan inoportuno era su trabajo y su querido jefe, es decir, la Mafia no tenía un horario fijo. Un día estaba en casa todo el rato y al siguiente regresaba dos días después con la cara y el cuerpo tapizado de vendas y curaciones. Era peligroso.

Su trabajo, y su hombre.

Recargó su cabeza sobre la palma de su mano cerrando los ojos deliberadamente mientras avanzaba poco a poco junto al resto de carros que estaban igual o peor de desperados. Al final, no tenía caso alterarse por algo de lo que ella no tenía control. Aquel golpe encima de su cabeza le proporciono un sobresalto que la obligó a asomar la cabeza por la ventana junto a los conductores más curiosos. Un chico delgado de cabello blanco iba saltando sobre los autos como si fueran piedras ¿Eh?

Su campo de vista se amplió, visualizó otras personas con los mismos uniformes moviéndose con agiles maniobras sobre autos, farolas de luz, puentes, incluso cables. ¿Quiénes eran esos? La milicia de Yokohama no resultaba ser así por muy buena que fuera, claro, a menos que fueras esos dichosos usuarios de habilidad que conformaban la mafia para la que su chico trabajaba y bueno, de vez en cuando, ella. Mientras esas personas raras no causaran disturbios entre los civiles ________ podía quedarse con toda la calma.

—¿Mori-san? —murmuró ella en medio de la fase REM del sueño—. ¿Qué sucede?

—¿Esta Tachihara-kun contigo?

La chica frunció el ceño, giró la cabeza para observar si el peso y cuerpo del pelirrojo reposaba al lado suyo lo cual no era así, era raro que Mori la llamara para preguntar por el joven pues casi siempre el otro era muy puntual con sus misiones. Pese a la incertidumbre respondió con lo que le pareció correcto.

—Está dormido —repuso mirando el lado vacío.

—Con que así... dile que mañana no falte a la reunión —exclamó y luego cortó. Para despabilarse mojó su rostro, bajo el foco del baño se dispuso a saber el paradero del otro. ¿Qué le pasaba? ¿Estaba en problemas? La tensión en su pecho aumentaba y desaparecía con cada todo y silencio de la línea, pero el resultado fue el que tanto se temía. Estaba fuera de servicio.

Soltó unas maldiciones y se sentó en el sillón de la sala a esperar que regresara, como no lo hiciera, ella misma se haría cargo de traerlo en una pieza y vivo. El plan estaba cobrando forma en el momento en el que se abrió la puerta de la casa con el tintineo de las llaves. Con la mirada medio furiosa observó al otro, quien se paralizó de inmediato al verla sentada. Mierda, eso no estaba planeado. Distraídamente se ato la capa de los perros sobre su cintura con la intención de que no se viera el logo sin saber que la otra ya tenía conciencia de la existencia de un grupo así.

—Tu jefe me llamó, si no estabas con ellos ¿Dónde te metiste?

Tachihara había practicado la mentira muchas veces frente al espejo, estaba muy consciente de que existía la posibilidad de que _______ se diera cuenta de su doble vida y su intención era hacerla entender sus razones para que todo siguiera como si nada pues por muy bien planeado que tuviera cuando llegar, como, si encontraría a la chica dormida, si su jefe o Chuuya no se darían cuenta, todo estaba estrictamente prescrito en su cabeza pero no faltaba la posibilidad, Tachihara no era Dazai para tener la seguridad de que sus planes no iban a fallar.

—Me quedé dormido —recitó.

Como respuesta obtuvo un silencio preocupante, ________ le echo una hojeada rápida a su pareja en medio de la oscuridad y luego negó con la cabeza. Mentiroso.

—Hueles a cenizas —señaló al levantar una ceja—. ¿Y esa capa? No tienes nada de eso en tu closet, además... hueles a perfume de mujer.

Tachihara tragó duro, a veces olvida cuan perspicaz era la chica, sobre todo cuando se trataba de ver y oler, ser doctora no solo le llevaba la experiencia de su oficio, era mucho peor, al menos, lo era en ese momento. El más alto se pasó una mano por el húmedo cabello. No tenía otra opción. Michizou siempre había sido bueno mintiendo y era tan calculador que la confianza le valió aquella derrota, tenía todo planeado. Las horas a las que llegaba, cuando ella dormía, cuando iba a ir a la mafia, cuando no, la manera de que lo descubriera no era esa. En algún momento habría pensado decírselo pero conforme pasaba el tiempo la idea se fue borroneando hasta que desapareció y decirle en esos tiempos, luego de largos años de relación, estaba seguro de que sería peor para ambos.

—Puedo explicarlo.

La doctora cerró los ojos a la par que se cruzaba de brazos, reteniendo el nudo y las lágrimas. No podía irse al cuarto y encerrarse a llorar como una niña, era una mujer adulta que necesitaba afrontar sus problemas como lo que era.

—Adelante.

Sus ojos se mantuvieron cerrados en todo el relato del pelirrojo, escuchó tantas veces mafia, perros cazadores, encubierto, una tal Teruko de donde venía el perfume, pero la mente de la chica solo procesó una maldita cosa: traición.

Traidor.

Mentiroso.

La Mafia, la Mafia no era solo el trabajo de su chico y casi el de ella, la Mafia y sus miembros eran todo lo que _______ nunca pudo tener: una familia. Gente con la que reír y llorar, gente que te apoyaba y con la que encontrabas un lugar cálido al que pertenecer. No importaba si eran asesinos, si estaban siendo buscados por la policía pues solo entre ellos conocían el significado de cada cicatriz, de cada acción y de porque estaban allí y no muertos.

Sollozó silenciosamente.

La traición no se quedaba con ellos. Ella. Ella era su pareja por años, estaban juntos ¡Por que eran una maldita pareja! Si él nunca le tuvo la confianza para contarle aquello, para contarle todo, para relatar la triste historia de su hermano ¿Entonces quien era ella? ¿Una desconocida acaso? Si ni siquiera estaba entre su gente de confianza, no podía verse a si misma como una buena pareja.

—Hicimos una promesa —un hilo de voz logró salir de su garganta—. Dijimos que nos íbamos a contar todo, y si todo esto... te afectaba tanto ¿¡No pudiste decirme!? ¡Debiste decírmelo antes de que se volviera peor! Maldita sea Tachihara.

Si hubiese podido escoger habría cambiado eso por una cachetada o cualquier otra cosa. ________ nunca le había llamado por su apellido, en toda su vida, relación o lo que fuera, su apellido nunca salió de su boca ni cuando se conocieron. Tachihara tensó la mandíbula, era peor que haberle sacado el aire a patadas. Ella siempre estaba sobre él, sonriendo y diciéndole ese diminutivo ridículo que tanto amaba y nunca aceptaría.

¡Michi-kun llévame en tus hombros!

¡Michi-kun mira!

¡Michi-kun vamos!

Mierda. ¿Por qué tenía que ser tan cruel? La miró, sentada sobre el sofá en medio de la oscuridad con la mirada perdida en sus pies, no parecía dispuesta a seguir oyéndolo, tampoco a verlo. Los ojos se le estrellaron, tal como si el cristal se hubiera roto y antes de poder notarlo ya sentía las lagrimas arremolinarse en sus pestañas. Se negó. Se quitó la capa llevándola por el hombro y pasando por su frente se dirigió a la habitación. Sacó la mochila y la llenó de ropa y dinero, aventando todo con la fuerza que le daban los brazos.

Estaba enojado y el enojo era con él.

Se colgó aquella bolsa y volvió a la sala. ________ seguía allí, sentada con la mirada apagada. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando se inclinó y le dejó un beso en la cabeza.

No estaba preparado para abandonar a la única persona que le daba sentido a su vida, y en sí, a la persona que era su vida. Sin ella, Tachihara se quedaba sin su principal razón para vivir.

Tras él, la puerta se cerró silenciosamente.


—Siguiente —pidió la secretaria, la mujer que estaba sentada sobre la banca entregó su ficha para pasar al consultorio—. Adelante.

—Buenas tardes, ¿Cuál es su problema?

—Solo vengo por la revisión de las mamas, y hace rato que me siento un poco mal.

—Claro —respondió la otra, levantándose de la silla. Las ojeras le recorrían los ojos como delineado y por mucho que intentara mantener su actitud positiva y la sonrisa tan característica que todos sus pacientes amabas, conforme los días le llenaban la cabeza de pensamientos y las noches se tornaban frías de un lado de la cama, fingir era cada vez más difícil. Eso lo notó la paciente.

—Señorita Okura ¿Cierto?

—Okura Teruko, sí.

El mundo de la otra se paralizo. Es nombre. Con los ojos expectantes ________ giró a ver a la mujer solo para descubrir que no tenía manera de reconocer si era ella más allá del olor de su perfume, pero, el que no arriesga no gana.

—¿Es usted compañera de Tachihara Michizou?

Teruko alzó las cejas, ligeramente sorprendida. De ninguna manera ella podía saber que trabajaba para los Perros Cazadores ni menos que era compañera de Tachihara pues este aún se encontraba encubierto con la mafia ¿En qué momento? Estrechó los ojos, analizándola tan rápido como podía. No tenía nada raro o sospechoso.

—¿Quién es usted?

—E- pareja de Tachihara.

Teruko suspiró. Era ella. La mujer por la que su compañero había llegado llorando ese día a su casa.

—¿Él esta bien?

—Esta intentándolo.

Suspiró. Tenía que arreglar las cosas.

Continuó con la consulta, luego, cuando ella se iba a marchar la detuvo.

—¿Podría decirle que me gustaría verlo? Necesitamos arreglar las cosas.

Teruko asintió sin más.

—¿Querías que nos viéramos? —El cabello del chico ya no era pelirrojo, sino negro.

Como su hermano.

¿Qué había pasado en ese tiempo?






estoy aburrido. háganme preguntas nia

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top