Sigma

TW: fem! reader, ansiedad social (me costó un huevo retratarla). leer con fondo negro.

A petición de: Alma_karma97


With the exception of you I dislike everyone in the room

Mucha gente.

                               Mucho ruido.

                                                                                                                                        Los ojos sobre ti.

Entre los problemas que la confieren, esta ser muy tímida. Dios, es que ni siquiera es tímida sino terriblemente ansiosa. No sería una sorpresa para nadie si se enteran de su ansiedad social, sin embargo, parece tan patético carecer del carácter adecuado para hablar con la gente y más, con sus compañeros de trabajo. La chica soltó un suspiro y se sintió como si todo el aire hubiera abandonado sus pulmones y entonces, las piernas podrían haberle fallado del cansancio que abordaba su cuerpo como agua al barco.

Tarareó una canción mientras se despojaba de la atrapante corbata y se echaba a la cama, sobre sus sabanas que se sentían como una caricia al cuerpo luego de tanto trabajo, se hizo bolita sobre ellas aspirando su aroma a canela. En medio de esa ensoñación podría transportarse lejos de su insistente sentido humano por socializar, podía fingir un minuto que estaba bien solo consigo misma.

Su cuerpo se relajó, dejando atrás la inconmensurable lluvia que amenazaba con llevarse el hogar de la Decadencia, incluso se deshizo del chirrido de las ramas contra su ventana como garras intentando atrapar el contenido de un frasco, en este caso, ella misma. Convirtió todo ello en su melodía nocturna para dormitar, porque no había peor miedo que socializar con sus intimidantes compañeros.

La mitad de un vampiro.

Un señor espadachín con problemas.

Un payaso de dudosa cordura mental.

Un ruso anémico con la inteligencia de un dios.

Y, bueno, un gerente de casino con buen gusto en la ropa.

De los cinco, Sigma parecía normal a comparación del resto, tal vez podría hablar con él. Pero tan pronto el pensamiento llegó, la abandonó de la misma manera, presa del sueño.

Tocaron su puerta, ______ brincó de la cama, en otra ocasión habría decidido fingir seguir dormida pero esta vez, con algo en el corazón que no identificaba, se acercó a abrir la puerta arrastrando los pies. Se frotó los ojos y alisó su cabello al tiempo que abría, estaba demasiado adormilada para siquiera pensar en huir.

Ladeó la cabeza ante la vista de un pecho y un par de hombros, alzó la cabeza entrecerrando sus parpados cargados de lagañas. Por un instante captó la melena bicolor de su compañero, atada en una desprolija coleta, él seguía en pijama. ______ se planteó brevemente que hacía allí, pero el pensamiento volvió a desaparecer.

Efímero.

—Buenos días —clamó Sigma inclinando su rostro para que lo oyera, aquella voz se le antojaba silbante contra su oído, deslizándose por su mejilla, incluso enredándose en sus cabellos hasta desembocar donde debería—. El desayuno estará pronto ¿Vas a bajar?

La chica se encogió de hombros, inconsciente de sus movimientos. Bostezó y levantó el pulgar, en señal afirmativa. El bicolor ladeó la cabeza, desorientado por su valentía ante un desayuno con sus compañeros a quienes evitaba siempre, estaba seguro de que solo se trataba de un efecto de la modorra por lo que sonrió, tierno ante las acciones de la chica. Seguía dormida y se veía adorable con aquel suéter enorme que le cubría debajo de los muslos.

—¿Estás segura? Estaremos todos —recalcó para ver si lograba activar su mecanismo de defensa. Lo cual, logró.

_______ alzó la cabeza mirándolo a los ojos por fin, entonces negó repetidas veces tapándose el rostro rojo de la vergüenza que le producía estar en ese estado frente a su compañero, aunque estaban en las mismas él no parecía en absoluto preocupado. Detrás de Sigma, cruzando el pasillo apareció Nikolai estirando los brazos y dejando ver los vellos blancos de su cuerpo y su torso desnudo, porque el chico amaba dormir sin playera; la muchacha se llevó las manos a los ojos.

La mayoría de sus compañeros eran una bola de indiscretos que dormían sin camisa y andaban por la casa así, más razones para evitarlos. Sigma por lo menos tenía el descaro de vestirse porque bien se sabía lo cómodo que dormía en bóxer.

—No, no, no —exclamó finalmente—, bajo más tarde por el desayuno. Gracias por la invitación, eh... eh... si, eso.

Le sorprendió la fluidez con la que las palabras salieron debido a su nerviosismo, meneó los brazos en medio del monologo. Sigma intentaba tranquilizarla de algún modo peros se temía que al tocarla brincara del miedo y le cerrara la puerta en la cara.

—Está bien —susurró—, puedo traerte el desayuno.

Decirle eso fue peor que tocarla, lo supo unos segundos después cuando ella alzó la cabeza de nuevo con la expresión de terror más viva que alcanzó a ver en su corta vida. Sigma retrocedió un paso, los movimientos de manos aumentaron y parecía que no podía hablar.

—N-no hace falta —alcanzó a pronunciar—, gracias.

Y tras, la puerta se le cerró en la cara, como se temía.

Sigma suspiró dejando caer su frente contra la pared al lado de la puerta lacada, esa chica hacía que le picara tanto la curiosidad como le causaba dolor de cabeza. Descansó un poco en esa posición decidido a no decaerse, solo había iniciado con el pie izquierdo, bueno, con toda la pierna.

Una risilla lo distrajo, giró con mal rostro. Gogol estaba plantado contra la pared enfrente suyo disfrutando de la situación. Sigma chasqueó la lengua señalándole el pecho.

—Ponte algo, vamos a desayunar —reclamó moviéndose lejos de él.

—Pero hace caloooooor, necesito ventilarme —murmuró. Sigma no lo miró.

—Vivimos con una dama, lo menos que puedes hacer es cubrirte cuando sales, idiota.

—Ajajaja, ella no va a mirar mi cuerpo si tanto te preocupa —Gogol rio al ver a Sigma tensarse, este apretó los dientes y se adelantó, indispuesto a oírlo un segundo más.

Cuando el bullicio perteneciente a sus compañeros ceso en la planta baja, encontró el espacio para buscar su desayuno. Debería haberse preocupado por si este ya no existía pero lo cierto es que la cocina siempre estaba repleta de todo, como cinco o seis cosas de lo mismo y nunca se carecía de antojos. Ni las galletas de Sigma, los pokis de distintos sabores de Gogol, la cosa rara que consumía Fukuchi y las bebidas de Fyodor. Si alguna vez tuvo que preocuparse por que faltara algo fue en su niñez, no ahora.

Se baño y vistió de nueva cuenta, ausente en sus pensamientos y cuando abrió la puerta se sorprendió chocando con una bandeja. El plato humeante, la jarra con jugo y un snack; su rostro perdió color, aquello le asustaba. Más que asustarle le desconcertaba que alguien tuviera la amabilidad de subirle el desayuno a alguien tan invisible y ansiosa como ella. Incluso —y lo sabía— podía parecer terriblemente maleducada al evitarlos, pero ya todos sabían cuan raro se volvía su comportamiento y en realidad, no creía que a nadie le importara. Solo a sí misma.

La situación resultaba en exceso, exuberante. No podía entrarle en la cabeza que alguien se planteara subirle en desayuno, sin embargo, se negaba a dejarlo allí. Cogió la bandeja y mirando a ambos lados del pasillo la introdujo consigo en la habitación. Encontraba agradable el olor y calor que desprendía así que lo enjugó gustosa.

Plantó sus piernas sobre la salida, enfundada en un vestido negro largo y unos tacones de diez centímetros. Lucía fantástica, es decir, como la noche. Cuando esta se cierne sobre el sol y daba paso a la oscuridad que solo transmitía silencio y calma, pero también llamaba al mundo bajo a ponerse en acción. Era una combinación extraña y fabulosa. Al menos así pensaba Sigma. Iban de encubierto a una fiesta para secuestrar a la persona que necesitaban antes de detonar el lugar. La encargada del secuestro: _______.

Por obligación de Fyodor, iban como una pareja. Lo curioso pese a toda la evitación de los miembros es que la chica era muy, muy buena y responsable en su trabajo. Así que para el gerente del casino no fue raro verla secuestrar a ese hombre bajo seducciones, lo que sí, la seguridad de la chica en esos ámbitos lo dejaba con la boca abierta.

Tuvo que contenerse toda la fiesta de golpear al objetivo, pues sus manos no dejaban de querer tocar a la chica, y eso ponía visiblemente incomodo a Sigma, pero a él le tocaba engatusar a la esposa del hombre.

La noche siguiente de la fiesta, Sigma se dijo a si mismo que no habría nada de malo en tocar la puerta de la chica para ver cómo estaba, pues bien claro estaba que no salía el 90% de su oficina o habitación. Y estaba seguro de que tendría hambre, porque no había bajado a cenar y era algo —muy tarde—. La encontró abierta así que no dudó en darle un empujón para advertir su presencia.

Flotando en el aire, un ligerísimo olor a flores. Igual que al resto de las oficinas con sus fachadas y amueblado blanco, la chica reposaba sobre el escritorio tecleando como loca hasta ver por la periferia el movimiento de la puerta. Giró la silla en seco, mirando al más alto con evidente desconcierto plasmado en sus ojitos, llevaba una mueca terriblemente tierna en su boca y la nariz arrugada. Es que a ojos del gerente no habría otra cosa que desease mirar con tanto anhelo, o tal vez solo era él que sentía una inmensa curiosidad por la fémina.

—¿Qué-qué pasa? —murmuró ella, evitando su mirada. Sigma el extendió el café y las galletas. _______ por supuesto que lo encontró igual de raro que la vez pasada y no pudo evitar examinar al hombre, su cintura frente a su rostro y su semblante afable por sobre su cabeza, ese brillo curioso en sus orbes grises. La chica no entendía porque se empeñaba tanto en ella, si era una rarita.

Dejo el café y las galletas sobre la mesa.

—No bajaste —dijo este, llevando sus manos a su espalda, nervioso—, y es tarde. Creí que tendrías hambre.

La fémina no despegó la mirada de los alimentos ni un segundo antes de pronunciar un tímido "gracias", Sigma sonrió con ligereza y luego marcharse.

Aquel simple agradecimiento había sido el pase para que el más alto le llevase siempre de comer, sin falta, justo antes de que ellos iniciaran con sus alimentos, o en caso de no haber comida, la hora de subirle la comida era constante. Tanto que ella casi ni necesitaba salir de su cuarto.

—Que consentida —murmuró Gogol sobre la oreja de Sigma, el gerente se giró tras el susto con mala cara. El payaso estaba utilizando el molestar a Sigma con _______ como su nuevo pasatiempo—. Pídele que se casen, capaz te vuelve a cerrar la puerta en la cara.

Con el pasar de las semanas, no solo llegaba la comida sino a que a esta le acompañaban ligeras notitas del puño de Sigma, a la chica siempre se le prendían las mejillas al leerlas. Ni siquiera eran como para ponerse colorada pero el simple detalle de la nota con un:

╔════════════════════╗

𝓠𝓾𝓮 𝓽𝓮𝓷𝓰𝓪𝓼 𝓾𝓷 𝓫𝓾𝓮𝓷 𝓭𝓲𝓪<𝟑

╚════════════════════╝

Más que suficiente, volvía al chico todo un encanto. No solo sus notas, también sus sonrisas despreocupadas y amables, y sus ligeros detalles para que ella no estuviera ansiosa. Era amable y atento y guapo. Habían tenido ligero roces físicos que la ponían de nervios, y suponía que, a él casi igual, porque se alejaba. O tal vez era por cuidar que ella no brincase en su asiento como un gato, y recientemente él había tenido esa comparación con ella. Pues le dijo jugueteando que parecía un gato.

_________ se sentía mal por no tener los mismos detalles que él, quizá solo por amabilidad del chico, pero vamos, no iba a dejar la cosa allí cuando Sigma de pronto le provocaba cosquilleo en los dedos cuando estos se rozaban con los del contrario al recibir la comida, o cuando su voz silbante y queda le golpeaba por encima. O el chico agachándose para oírla, pues acostumbraba a usar tacos y medir casi lo mismo que Gogol cosa que para ella de menos de uno sesenta se volvía un problemita.

La respiración se le iba por otro lado cuando él se inclinaba para sonreírle, cuando le daba alguna fugaz caricia por el hombro al verla cansada.

Creyó que era prudente darle a saber sus sentimientos al otro, no esperaba ser correspondida, pero quería expresarse por puro gusto. ¿El problema? No tenía idea de cómo.

Y las búsquedas en internet eran una mierda.

Tampoco tenía amigas.

Su último recurso: sus compañeros.

La opción menos factible sin lugar a duda, pero bah, tampoco es que ella fuese a ayudar mucho sobrepensando y comiéndose las uñas. Esos sementales debían servirle de algo.

Suavidad acariciaba su mejilla, se removió, tan cómoda que dudo de estar sobre la silla de su escritorio dormitando con la cabeza sobre la mesa. Abrió los ojos, desconcertada.

La luz bañaba las claras sabanas de seda blancas que adornaban toda su cama y el dosel de esta. Una maraña de cabello se le vino encima, lo apartó llevándoselo detrás. No recordaba cuando se movió y por supuesto que no lo hizo pues apenas barrer la habitación notó el desayuno y la nota.

╔════════════════════╗

𝑷𝒆𝒓𝒅𝒐́𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒐𝒎𝒂𝒓𝒎𝒆 𝒆𝒍

𝒂𝒕𝒓𝒆𝒗𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒍𝒆𝒗𝒂𝒓𝒍𝒂

𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒔𝒖 𝒄𝒂𝒎𝒂, 𝒏𝒐 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒊́𝒂

𝒅𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒕𝒂𝒓𝒍𝒂. 𝒃𝒖𝒆𝒏 𝒅𝒊́𝒂<𝟑

╚════════════════════╝

Y en ese momento le importaba tan jodidamente poco que la hubiese visto dormida, cansada y hecha polvo, y así la llevase a su cama, que supo lo que tenía que hacer.

Se vistió y fue por su primera opción: Fyodor.

Y así hasta terminar con los cuatro, la lista iba así y la verdad, dejaba mucho que desear:

1. Fyodor: solo díselo, no importa cómo, no te rechazara.

2. Gogol: ¡yo le digo!

3. Fukuchi: no lo sé, escríbele una carta. Siempre funciona.

4. Bram: escríbele "te amo" con galletas.

Obviamente, todas malas opciones dadas a la mierda, incluso tuvo que aferrarse a Gogol para que el idiota no soltase todo y la cagase. Y bueno, la carta no estaba tan mal, pero...

Hablar con ellos le dio la idea de llevarle ella el desayuno a él antes de que despertara, con una nota declarando sus sentimientos. No estaba tan mal, además, no tendría que verlo a la cara cuando leyese la nota, ya que solo esperaría a que abriera la puerta y luego saldría huyendo, como la cobarde que era. Era perfecto.

Tal que, la mañana siguiente se presentó muy temprano en la cocina y les explicó a los del lugar que ella prepararía algo independiente. Las personas se quedaron extrañadas al verla, pues pocas veces aparecía, sin embargo, no dijeron nada y le dieron espacio.

Pues finalmente a las siete estaba su desayuno, arrimó unas galletas a la bandeja y abandonó la cocina para meterse a su cuarto y recoger la nota. La leyó una última vez antes de ponerla sobre la bandeja e irse al cuarto del ojigris.

Inhaló, sintiendo las manos escozarle y las piernas temblarle, junto con que se le iba la puta respiración ante la ansiedad que ya comenzaba a cobrarle factura de golpe. No se echó para atrás, no ahora que iba a cometer la —probablemente— mayor cagada de su vida.

Tocó la puerta con el puño temblándole, inhaló de nuevo, sentía a morirse.

Sigma abrió la puerta, recién iba levantándose. Creyó que sería Fyodor o Gogol, quizá algún sirviente para avisarle que el desayuno estaba listo, lo cual le sentó raro, pues todavía no debía ser la hora indicada. Encogiéndose de hombros jaló la manija y...

______ miró la puerta abierta, topándose de lleno con el torso desnudo del más alto, y prácticamente todo él en solo bóxer. Bueno, si ya estaba ansiosa, ahora podría morirse. Se le fueron los colores y la respiración. Apartó la vista de inmediato, tratando de olvidarse del abdomen ligeramente marcado del chico y la buena cintura que cargaba.

—¡Mierda, perdón! —exclamó Sigma girándose por su bata y poniéndosela a la velocidad de la luz—. No sabía que eras tú, perdóname.

La fémina tragó duro, sin apartar la vista del corredor. Extendió sus brazos con la bandeja. Sigma parpadeó, notando por fin lo que en las manos de ella había. Había estado tan sorprendido de su aparición en la puerta y el accidente con su desnudo que ni notó eso. Cogió la charola, totalmente extrañado, antes de hablar, ella se adelantó.

—Para ti —le dijo, volviendo por fin la vista al chico. Las manos le temblaban y Sigma lo notó—, gracias por todo... y, umh. Gracias Sigma.

Dicho eso, ni tiempo de abrir la boca le dio al otro antes de fugarse por el pasillo hasta su habitación. El chico parpadeó repetidas veces, bajó la mirada a su desayuno, la nota allí. La cogió, cerrando la puerta.

┏━━━━━━━━━━━━━┓

𝖠𝗋𝖼𝗍𝗂𝖼 𝖬𝗈𝗇𝗄𝖾𝗒𝗌 - 𝖲𝗍𝗈𝗉 𝗍𝗁𝖾 𝗐𝗈𝗋𝗅𝖽 𝖨

𝗐𝖺𝗇𝗇𝖺 𝗀𝖾𝗍 𝗈𝖿𝖿 𝗐𝗂𝗍𝗁 𝗒𝗈𝗎

𝗆𝗂𝗇. 𝟣:𝟥𝟥

┗━━━━━━━━━━━━━━┛

¿Qué era eso? ¿Una canción? Dejó la bandeja sobre la encimera para tomar su celular y buscar en youtube una traducción, pues de inglés daba muy poco. Recorrió el puntero hasta el minuto indicado. Una frase, una sola frase le hizo levantarse de un salto con el corazón disparado a mil.

No pensó en vestirse, solo se abrochó el cinto de la bata y pegó carrera al cuarto de la chica. Respiró, no podía verse todo brusco y alterado, la iba a asustar. Tocó la puerta con suavidad, como todos los días para entregarle la comida, aunque todo lo que quería era abrir esa puerta de golpe y entrar. Era incorrecto y lo sabía.

Vio entreabrirse un pedazo de la puerta, por debajo asomaron los ojitos brillantes de la muchacha, que, por cierto, estaba muerta de ansiedad y se estaba comiendo las uñas por ello. Mal habito del que nadie sabía, pues siempre llevaba uñas acrílicas para evitar morderse.

—_________ —susurró Sigma, intentando calmarse para no asustarla. A saber dios cuanta fuerza de voluntad le había costado.

Spoiler: no durmió y casi decide tirarse por la ventana.

—N-no tienes que respo-responder, solo quería expresarte mis sentimientos... —farfulló ella jugando con sus manos nerviosamente—, y la verdad me caes muy bien. Podemos ser amigos todavía.

Hizo un intento de sonrisa sin siquiera mirar a los ojos al otro, claro estaba que no tenía la fuerza. Era una pequeña bola de nervios mezclados. Sigma se lamió los labios, dudoso de lo que haría, pero poco le vino a importar ante la intensad de sus emociones.

Atajó las manos de la muchacha entre las suyas, evitando que siguiera con su jugueteo al mismo tiempo que ella alzaba por fin la cabeza para verlo. Tiró de sus manos con una de las suyas y con la otra buscó su cintura para pegarla en un abrazo. Estaba temblando.

Y entre temblores de manos correspondió el abrazo, pasando sus pequeñas manos por la espalda alta del chico. Este solo atinó a hundir su cara por el cuello de la muchacha, que soltó un chillido.

Anheló tanto ese contacto con ella se tuvo que abstener por su ansiedad y esa timidez suya. Aspiró su fragancia, siempre agradable, delicada y agradable a su nariz.

—Yo también quiero salir contigo —susurró en su oído, enviando un escalofrío a la otra.

Se separó, sonriente como la mierda, el rostro de ______ no tenía precio, y deseaba enmarcar cada una de sus expresiones. La soltó tan pronto como para volver a cogerla del rostro y dejarle un pico en los labios. Y volver a mirarla con toda la ilusión del mundo.

Detén el mundo porque quiero salir contigo. 









bc yea, con otro pedido tarde. pido perdón. ¡espero te guste!<3

btw, ya estoy de vacaciones, habrá actualizaciones seguidas. yy, tengo otro fanfic planeado de tokrev. de mientras pasense por los demás y por el de haikyuu. tenemos de inui y hanma, y de kuroo y suna.

buenas madrugadas, muah.

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