ranpo
tw: fem reader! quiebre mental. no me hago responsable de daños emocionales.
a petición de: LamOffic
"por favor, no me dejes"
Se sintió como si un martillo hubiera golpeado su nuca con la fuerza destructiva de una bola demoledora. Ranpo se tambaleó sobre sus piernas, que de repente eran muy débiles y habían olvidado como sostener su peso. Sintió el sudor recorrerle la mandíbula y bajarle por el cuello como una leve caricia que aparentaba más una burla misera sobre el golpe.
Los sonidos se volvieron nada a su alrededor, y su vista se cerró alrededor del rostro anímico del hombre ruso amordazado como un animal salvaje.
—No... —escapó de sus labios—. No...
Una mano fue a su hombro y le pesó como un diablo podría hacerlo. Sus facciones se contrajeron y le dieron cabida al dolor. Sus rodillas por fin cedieron y sus tobillos se doblaron por el peso de su corazón roto. ¿Cómo...? Ranpo cayó, cayó al suelo hecho pedazos y vio a su alma esparcirse sobre su cuerpo como si no valiera nada.
De repente el piso le parecía demasiado flojo para seguir sosteniendo el mundo, para sostenerlo a él mismo. Exhaló un aliento vacío mientras su vista se emborronaba por las lágrimas acumuladas en sus pestañas y el mundo se volvía a tornar gris. Gris como cuando los humanos eran monstruos crueles y se cernían sobre él.
Su pecho tembló y alguien se arrodilló a su lado, alguien lo tomó e intentó levantarlo pero él era demasiado pesado para ser cargado. De repente se había convertido en un tablón cargado de asfixia.
No estaba allí, Ranpo no podía estar allí, él no podía. Porque eso no estaba pasando, nada de eso estaba pasando. Nada. Nada. Alguien dijo su nombre, lo dijeron varias veces. Ranpo solo podía sentir su corazón latir desbocado como caballo y sus extremidades tan rígidas que podría haberse hecho pasar por un muerto.
Una gota cayó al concreto gris, estaba lloviendo. Y otra cayó, cayeron tantas. Ranpo se inclinó contra el piso y su garganta se rompió por fin, los sollozos fueron escupidos como grifo desbocado. Se le cerró la garganta pero la lluvia no dejo de fluir por sus luceros verdes que ardían como si estuvieran en ácido.
Atravesó una conmoción de ira, desesperación, tristeza, todo como una ola que lo arrastró hasta ahogarlo. La lluvia cesó cuando sus pulmones se llenaron de agua y abrió la boca para encontrar aire, solo encontró veneno filtrándose por su nariz, tosió y tosió con fuerza. La lluvia se había detenido fuera, no dentro de él.
Nubes cubrían su visión como piedras colmaban cada rincón racional de su mente, llenándolo de gritos. Podría haberlo intento, haber deducido las cosas, aunque muy en el fondo no lo hiciera porque era demasiado débil para afrontar la verdad. Pudo haberlo intentado, tal vez pudo haber hecho algo distinto. Pero tal vez no. Por eso ni siquiera lo intentó, no movió un dedo aunque lo deseó con todas sus fuerzas. Estaba paralizado.
Tenía vida de nuevo, acaparado por lagunas del tamaño de un mar arrastrándose por su espalda y haciéndolo sucumbir contra el concreto que se sumía por su peso. Ranpo odió el sentimiento, lo odió con toda la fuerza del dolor que tenía, porque pronto volvería a sentirse vacío. Cual recipiente.
Atrapado entre sus pensamientos y sentimientos, que sería incapaz de sentir nada.
Tenía dieciséis. Apareció como una brisa fría en días de verano y se metió en el pecho de Ranpo. Él no la dejó escapar, le arrebató esa sonrisa de dientes torcidos y la condujo por su propio mundo interno mientras ella le enseñaba el externo como un tesoro que apreciaba.
Él guardó todo lo que ella le pudiera otorgar, y ella metió lo más valioso que él le entregó en una pequeña cajita que atesoró hasta el día de su muerte. Su amor, su confianza. Su mundo.
Creció a su alrededor, como una enredadera que le subió por el brazo, le cogió los dedos y se plantó allí de manera permanente. Ranpo la llevó como si su alma fuese, no podía admitir la separación. Sonreía como un idiota y Fukuzawa una vez le dijo, que parecía renacido con ella. Ella que lo respetaba, que jamás lo orilló a ser lo que el resto quería ser y lo jaló de la mano para llevarlo a la cima que él merecía.
"Es como si hubiera estado esperándote toda la vida" le dijo un día, cuando sus manos estaban entrelazadas y la luz de la luna se comía las facciones de un Ranpo joven. Ella apretó su mano y le sonrió, admiró sus ojitos verdes que reflejaban las estrellas y las luces. Y decidió que pasaría su vida al lado de él.
Hasta que la muerte los separara.
Pasaron años, parecían cientos, pero eran solo unos pocos. Ranpo no había entendido la frase de que el tiempo pasaba demasiado rápido cuando disfrutaba de las cosas, hasta que ella estuvo con él. Hubo peleas, discutieron en algunas ocasiones, pero cuando ella lloraba, Ranpo se inclinaba y cedía, le extendía un brazo y besaba sus manos. Subía a sus mejillas y secaba sus lágrimas con besos.
Ella buscaba un trabajo, Ranpo le negó el acceso a la agencia, pero ella, terca como era, consiguió pasar el examen y pronto sus miradas y sonrisas cómplices también conectaron en el trabajo.
Jamás la dejo salir a ningún trabajo de alto riesgo, y cuando él perdió a su amigo, ella tomó su corazón herido, le dejó un beso y una sonrisa y lo acompañó. Y como un idiota, un verdadero idiota, no vio más allá.
No vio lo que pasaría.
Así que ella se fue, sin habilidad, pero con un gran coraje y una estrategia digna de reconocimiento. Ella se fue y acorraló al ruso, lo tomó. Tuvo el éxito que la Agencia tanto necesitaba, obtuvo lo que el resto no había podido.
Sin embargo, Fyodor abrió los túneles detrás de ella. Enterró sus dedos mordisqueados en su nuca, apenas fue un ligero roce. Ella giró el rostro y abrió los labios, dejó caer una palabra que solo Fyodor escuchó.
"Ranpo".
La sangre se esparció sobre las paredes, mancharon la ropa de Fyodor y el hombre se mantuvo sereno cuando el cuerpo cayó y la expresión de terror quedó plasmada imperturbable sobre el rostro que se pondría rígido con las horas.
Escapó con una sonrisa, o lo intentó. Fue tomado, fue tomado por los demás. Y acabo confesándolo. Lo escupió sobre la cara de Ranpo como si no fuese más que palabras carentes del poder, de la fuerza, del peso que aplastaron a Ranpo.
Fyodor no movió un musculo de su rostro al ver al detective caer y romperse en mil pedazos.
No se inmuto, como tampoco lo hizo cuando le arrebató la vida a y/n.
—Ranpo —llamó alguien a la lejanía.
Él giró el rostro mecánicamente, apartando la vista de la pared por fin después de tres horas. Respondía solo a los llamados de Fukuzawa. Detrás del hombre erguido estaban los dos padres del amor de su vida, llorando a caudales mientras el cuerpo de su pequeña era cremado. Él los miró, o lo intentó. Su mirada ausente iba a parar lejos de sus rostros, encima de sus hombros y más allá de la funeraria.
—¿Qué? —sus labios secos se separaron en un rasposo sonido que parecía una tos.
—Queremos... queremos hablar contigo —respondió el padre de la chica. Moqueaba y sus ojos rojos como los de una pintura antigua brillaban de dolor.
Ranpo no se movió cuando los brazos de la mujer lo rodearon y las lágrimas de ella cayeron en su chaqueta negra. Arrastró sus brazos pálidos y delgados hasta la espalda sollozante de la mujer y los mantuvo allí. Sus ojos verdes cayeron en el cabello oscuro de la mujer, que se parecía al de la mujer que amaba.
Apartó la vista entonces, cuando ella se separó y recibió el abrazo del hombre y sus palmadas en el hombro, él hizo lo mismo. Y ni siquiera lo sintió. No hubo nada que él pudiera sentir más allá del frío en la punta de sus dedos inertes a los lados de su cuerpo vacío y demasiado pesado. Parpadeó.
Sus pestañas se sintieron pesadas y los ojos le quemaban.
—Sabemos que es una gran pérdida —dijeron, pero ellos no lo sabían.
No lo entendían. Nadie podía, solo ella. Y ella no estaba. No estaba por ningún lado.
El pecho se le enfrió y sus orbes apagados volvieron a mirar sobre los hombres ajenos, los sollozos que él ya no experimentaba le pitaron en los oídos. Alzó el brazo y salió al jardín, se inclinó contra la pared, la vista se le emborró y sus dedos se aferraron al aire.
—Oye —una voz suave acarició el lóbulo de su oreja mientras el rostro taciturno se le congelaba con el aire de la madrugada.
Giró el rostro, y apenas una fracción de su vista alcanzo a verla. Vestida como siempre hacía, sonriendo y estirándole la mano. Sus ojos vacíos se iluminaron y su corazón se llenó de todo y nada a la vez, como una tormenta de arena en su garganta de repente sintió que necesitaba escupir pero solo salieron quejidos y luego llantos desbocados.
Volvió a ceder sobre sus rodillas rígidas y cansadas de la tristeza. Gritó y el mundo se partió a su alrededor. Gritaron su nombre de nuevo, se arrodillaron a su lado y pusieron manos en su espalda, pero él se había ido de nuevo.
No estaba allí.
Él ya no estaba allí. Lo que quedada de ese hombre era un cascaron.
Porque Ranpo jamás iba a regresar.
uncanny | wuserpoe
im back bc fuck escuela. ya casi estoy de vacaciones, me está cargando la chingada emocionalmente así que prepárense para leer el trauma de sus vidas en diversas ocasiones.
¡espero te gussste!.<3
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