Ranpo
TW: fem reader!
A petición de: bakugoulvsangi
En términos de estar bien, estoy enamorada.
En términos de estar bien, pues no lo estamos se dijo a sí misma al entrar a la Agencia. Había cogido tremendo resfriado la noche anterior y ese día estaba que se moría, temblaba como chihuahua y estornudaba a la mínima sin contar los mocos que tenía que estar sonándose constantemente. En conclusión, quería morirse. Kunikida estaba en la entrada de brazos cruzados y zapateando como si la vida se le fuera en ello, la miraba con el ceño fruncido y sabía que se le venía un regaño.
—Estas enfermas —obvió Kunikida tocando su frente y luego sus mejillas. Ella asintió, el rubio murmuró veinte mil cosas en kunikidanes antes de cogerla por los hombros y llevarla hasta el sillón y hacerla esperar un rato antes de regresar con un jarabe que sabía de la mierda. Y la dejo acostarse en la habitación vacía mientras se reponía, pero se durmió.
Y luego había un cuerpo encima de ella, aplastando sus pulmones y estómago y pechos y la estaba matando. Movió las manos en un intento débil de quitar esa cosa de encima suyo y seguir durmiendo, atrapó finalmente unos cabellos y los jalo hasta que oyó el grito de Ranpo. Entonces por fin se despertó.
—Edogawa quítate —ladró moviendo hasta que el cuerpo del chico cayó al suelo en un ruido seco, se reincorporó tallándose sus ojos lagañosos, ya no se sentía tan mal.
—Mis dulces —dijo este sobándose la espalda—. Siempre me traes dulces, ¿Dónde están?
Ella puso los ojos en blanco, estaba de muy mal humor y esa cosa estaba jodiendole la vida por unos putos dulces de mierda. Se volvió a acostar dándole la espalda al chico.
—Los olvide —murmuró.
—Ve por ellos —demandó de inmediato y por mucho que ________ estuviera acostumbrada a escuchar su tono quejoso y demandante, no estaba de humor y aquello le cayó mal.
—Vete a la mierda.
Y desde ese día no habían vuelto a hablar. Todos los días dejaba los dulces en su mesa y sin decir nada se iba a su escritorio a trabajar e intentar sobre llevar la vida adulta, generalmente nadie que ingresara en ese punto a la Agencia Armada podría deducir que la muchacha tenía un gusto peculiar por el detective con actitud de mocoso de primaria pues nunca respondía a sus preguntas ni comentarios satíricos, evitaba estar con él a solas y lo único que hacía era darle los dulces y claro, mirarlo cuando parecía que él no se daba cuenta. Dazai era el encargado de hacerle constante burla y lograr que se pusiera roja cual pollito pintado, luego se reía y se iba a molestar a otra persona.
_______ refunfuño por lo bajo atándose el cabello para no molestarse con el más tarde. Ese día estaba siendo de los peores de su vida y estaba sintiendo la penetrante mirada de alguien sobre su nuca, estaba a un paso de voltear y gritarle a quien sea que fuere que dejara de joder o lo iba a apuñalar hasta que todo su estrés se fuera. En su lugar, siguió con el trabajo para terminar lo antes posible y largarse a su casa a llorar como la piscis que era. Cerró la computadora de golpe y salió andando como alma que lleva el diablo, descansó toda la noche luego de llorar a nalga suelta. Al día siguiente llegó con los ojos rojos, dejó los dulces en la orilla de su escritorio y fue a hacer su trabajo y así toda la semana mientras las miradas fogosas se taladraban la espalda y nuca.
Su gusto por Ranpo seguía allí, desde hace medio año, sino es que más simplemente lo estaba ocultando lo mejor posible pues no quería tener problemas al mezclar relaciones sentimentales con trabajo ni menos tener que lidiar con un rechazo que probablemente la destruiría. Así que estaba bien, estaría bien hasta que él dejara de gustarle y así podría concentrarse plenamente en su vida adulta.
Eso, hasta que una noche, inmensamente repleta de trabajo tuvo que quedarse hasta tarde a terminar su trabajo, Ranpo estaba allí porque esperaba al presidente para poder irse, en teoría, estaban solos.
Estiró sus brazos y dedos tronándoselos en el proceso, guardó sus cosas en silencio colgándose el bolso en el brazo lista para salir e ir a dormir como merecidamente lo tenía.
—No te vayas a salir —le dijo cual niño pequeño—, el presidente no tarda en llegar. Buenas noches, Edogawa.
Se estaba moviéndose a la salida abrigándose lo más que podía con su saco pues el frío afuera quería matarla de poco en poco. A punto de abrir la puerta sintió un peso sobre su hombro derecho y el aliento caliente del chico mugroso con el que convivía diario sobre ella. Esperó lo que fuese que tuviese que decir para poder retirarse.
—¿Necesitas algo? —preguntó con la mirada al frente. Sabía que al girarse lo encararía con el rostro rojo, rojo vivo y no quería quedar en ridículo frente a un burlón como él. Hubo una risa de Ranpo que golpeó su oreja y mandíbula.
—¿Hasta cuándo me vas a decir que te gusto? —soltó. Cualquier rastro de procesamiento se borró de la mente de la muchacha y olvidó hasta como caminar, sin embargo, lo entendió rápido. Era Ranpo después de todo, incluso si no era nada obvio él se enteraría de todo como siempre lo hacía. Se llevó ambas manos a la cara muriéndose por dentro, estaba lista para el rechazo. Bueno, no. Quería fingir que si pero como nunca había tenido contemplado declararse, no tenía ni la más minina idea de cómo fingir que su rechazo no le dolería.
Antes de siquiera poder reaccionar el peso de su hombro desapareció sustituido por el sonido característico de ropa deslizándose, no entendía un poroto hasta que el peso del abrigo café que siempre llevaba Ranpo consigo se acopló a su pequeño cuerpo, las orillas de este rozaban sus tobillos, era grueso y pesado y olía a él.
—Hace frío, abrígate —le dijo y luego, sin previo aviso besó su oreja. Su presencia desapareció, no se movió y si lo hizo fue para salir del establecimiento. Lo ultimó que recordaba al llegar a casa era el beso, no recordaba haber salido, ni tomar el autobús, ni saludar al portero ni entrar a su hogar.
Seguía con el abrigo puesto, se sentía como si él estuviera allí y olía a él, tanto que casi no quiso quitárselo pero lo hizo. Lo colgó en un gancho, a la mañana siguiente lo devolvería y hablaría con él cara a cara para dejar las cosas claras.
AY ME QUIERO MORIR, NO SE MI CALIFICACION FINAL DE BASES BIOLOGICAS DEL COMPORTAMIRENTO Y NO SE SI ME VOY A EXAMEN FINAL O NO, QUE RABIA. en fin, ¿como andamos?
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