Port Mafia
¡Especial de Navidad!
↬αкυтαgαωα
— Pe-pero... — muy tarde, la cagaste desde que entraste a esa sala, ya ni siquiera hincarte y rogar era bueno. Akutagawa era tu presente para el intercambio —. Jefe por favor, no hay manera de que algo le guste a el.
Akutagawa era tu compañero en misiones, lo conocías apenas pero por lo que sabías y como veías su temperamento sería imposible que algún regalo le gustará, y de hecho dudabas de que festejará Navidad. De solo pensar que debías regalarle algo que le gustará, que no lo ofendiera y que no provocara que te asesinara resultaba como misión imposible. Sin embargo así con todo y todo te gustaba.
— Aún tienes una horas _______, ahora ve y consigue su regalo — sentenció tu jefe. Solo te quedó acatar su orden.
Pasaste toda la mañana cuestionando a su hermana, a Chuuya, a Higuchi, esta última se puso muy mal cuando le dijiste que Akutagawa era tu intercambió; al final no conseguiste nada muy bueno así que como última opción tenías tú imaginación. Después pasaste la tarde viendo que regalarle, mientras estabas observando abrigos y botas de caballero viste a Akutagawa entrar a una tienda de marroquinería ¿Qué demonios hacia allí? ¿Quien le había tocado? Miraste un rato la puerta, debatiéndote mentalmente si seguirlo o no, pero para cuándo decidiste el ya había salido de la tienda, con una bolsita negra y letras blancas bastante estéticas. También notaste que trataba de no temblar de frío y sacar bastante vapor por la boca, seguro estaba heladisimo.
¿Y si le comprabas un conjunto calientito? Una idea bastante básica pero que a alguien como a el le servirían. Corriste con Gin a preguntarle si su hermano tenía algo parecido, ella te dijo que no. Volviste a correr y compraste lo siguiente: unos guantes, botas de hombre, una bufanda, un abrigo y pantalón térmicos. Te excediste, quizás pero te sobraba dinero y que mejor que desfalcarlo en tu crush. Llegaba la hora de la cena, apenas acabaste de envolver todo en una caja enrome con forro negro y listones blancos saliste corriendo como alma que lleva el diablo, se te hacia tarde. Entraste al gran comedor de la mafia justo cuando Mori anunciaba a Akutagawa.
— ¡Soy yo! — gritaste agarrando aire.
Akutagawa no tuvo reacción. Le tendiste el presente, el lo recibió y dejo de lado pues no tenían permitido abrir nada hasta que terminaran.
— La última es ______ — esperaste a ver quién salía, después de unos segundos viste a Rashōmon dejarte una bolsa de regalo bastante grande frente a ti, cuando la tomaste también te diste cuenta de que pesaba. Le diste las gracias y así todos comenzaron a abrir sus regalos.
Tu regalo resultó ser un pack de armas que tú habías venido deseando desde hace meses, también incluía varias fundas de piel y cuero para las mismas. De la emoción casi te pones a saltar, hasta que te diste cuenta de que Akutagawa abrió su regalo, miro la caja por unos segundos y después se puso los guantes y la bufanda negra con blanca a juego.
— Gracias — te susurró mientras pasaba al lado tuyo.
↬¢нūуα
— ¡Niños no corran! — le gritaste a tus hijos, estabas sobre unas escaleras poniendo los adornos y la estrella pero tus hijos corrían y corrían alrededor de la sala y sentías que alguno de ellos tropezaría con la escalera y haría que te cayeras. Ellos no te pusieron atención y siguieron corriendo alrededor del árbol, en un determinado momento tu pequeña hija tropezó e hizo tambalear la escalera.
Justo en ese momento Chuuya iba entrando, arrojo la cena a la mesa y corrió por ti apenas logro atraparte en sus brazos mientras que con su habilidad evitaba que su hija, las esferas y la escalera cayeran. Bajaste de sus brazos, recogiste las esferas y estabilizaste la escalera ahora solo te quedaba regañar a tus hijos. Tú y Chuuya los esperaban en la sala ambos de brazos cruzados.
— Mei, Rei. No quiero que esto se vuelva a repetir— ellos asientieron aunque con algunas lágrimas amenazando con salir.
— Su madre casi sufre un accidente — continuó Chūya, aquello solo logotipo que los niños se soltaran a llorar pidiendo perdón. Tú y Chuuya no tardaron ni cinco minutos en perdonarlos.
— Bien, ya no lloren. Mejor ayúdenme a decorar el árbol.
— ¡Yo quiero! — grito Rei. Mei por otro lado se había ido a acompañar a Chuuya por los regalos. La familia se la paso mejor que nunca aquel día, pues amaban cuando todos estaban juntos y podían convivir, no por algo era tu fecha favorita.
↬∂αzαι ∂αяк єяα
Era Navidad y de nueva cuenta tu novio no estaba, y es que en la mafia no dejaban de trabajar. Eran alrededor de las tres de la mañana, tu novio no llegaba, cansada de siempre lo mismo —siendo que aquello había sucedido tres veces seguidas— te fuiste a dormir. Sin importarte en lo más mínimo como llegará Dazai. A la mañana siguiente te encontraste con la cama vacía como cada día, otra Navidad sola, no era para que te sorprenderás. O al menos eso creías hasta que viste un plato de comida y un vaso de agua en la mesa, con una rosa blanca y una nota que decía "Feliz Navidad princesa", sonreiste incoscientemente. Al salir te encontraste con un Dazai bebiendo una taza de ponche y en su regazo una caja de regalo.
— Buenos días bella durmiente — te saludo sonriendo. Tú te sentaste a su lado, aún en pijama y toda ojerosa pero feliz.
— Hola Dazai, es raro verte libre — te acurucaste a su lado. El dejo su taza sobre la mesa y se tiró al sillón contigo y una cobija encima.
— Ougai dijo que no descuidara a mi novia.
— Oh claro — bostezaste —, hay que dormir después podemos comer.
Tú novio accedió pues ambos se hallaban exhaustos, aquella nevada mañana de Navidad la tuvieron tiempo para ustedes.
↬σ∂αѕαкυ
— Buen día Oda, lamento llegar más tarde de lo normal pero el trabajo me tiene atareada. Sobre todo en estas fechas, espero no te moleste — no obtuviste respuesta, jamás la tendrías pues el no te oía pero siempre podías fingir que lo hacía.
— He venido hoy como todos los años, te dejo tus flores y como siempre espero que allá dondequiera que estés, estés bien — sonreiste, mientras las lágrimas caían de tus ojos. Llevabas cuatro años sin verlo, estas fechas para ti, eran las más nostálgicas. Todos allí reuniéndose con su familia y tú que deseabas con toda tu alma alguna vez volver a sentir el calor corporal de Oda y que nunca conseguirás —. Feliz Navidad Oda.
↬тα¢нιнαяα
— ¡Michizou, mueve tu culo! — gritaste furiosa. Hace horas le habías que quitará la nieve de la entrada, en cambio lo único bueno que hizo en toda la mañana fue calentar asientos.
— No puedes darme órdenes, no estamos en la mafia — bufaste.
— Soy tu novia, eso me da todo el derecho de mandarte — tu novio noto como lo mirabas así que inmediatamente se levantó, agarro una pala y comenzó a quitar toda la nieve.
Pronto viste como la nieve de hace unas horas era el doble de gruesa, te sentiste mal por tu novio así que fuiste a ayudarlo. Con una pala en mano empezaste a quitar la nieve del lado paralelo a tu novio.
— ¿Qué estas haciendo _______? Hace frío no puedo permitir que te enfermes, entra a la casa — lo ignorante. Después de unos segundos sentiste algo frío impactar contra tu pecho, era una bola de nieve. Sonreiste divertida.
Ambos se divertían lanzándose bolas de nieve el uno al otro, creando un desastre en el patio. Corridas hacía el cuando de pronto tropezarse y caíste sobre el.
— Que torpe — dijo.
— Oh cállate, fue divertido — reiste.
— No voy a negarlo.
↬мσяι
Un día pacífico en la mafia, o al menos para los demás.
— No, no y no. No porque sea una fecha especial me lo voy a poner — diste unos pasos atrás. Era inevitable que te pusieras ese vestido pero tu jefe estaba loco.
— Vamos, solo por hoy. Porque es Navidad — volviste a negar con la cabeza, entonces tú jefe se abalanzó sobre ti y comenzó a dejar un montón de besos alrededor de tu cuerpo para posteriormente hacerte cosquillas.
— ¡Bas-basta! ¡Y-ya! Me lo pondré — cediste, tu jefe te dio el vestido y te fuiste a cambiar. A salir quedó maravillado. Al final terminabas cumpliendo sus caprichos.
Era Navidad, un día al año no era para quejarse.
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