Poe


Advertencia: como se salten la nota de al último me las cago a palos:)


Después del Gremio, Poe seguía ganando como escritor y, además, le sobraba dinero del Gremio. Pero, se aburría notablemente, por lo que, empezó a trabajar escribiendo cartas a personas que no tenían la capacidad de hacerlo, y también como editor de un diario japonés.

Llevaba una vida tranquila, encerrado en el confín de su habitación, en el ático de una casa, con una vela a su lado, mirando la negrura de la noche a través de la ventana, algo bastante fuera de lo común para escribir cartas, si hablaba sinceramente, pero, aquello le inspiraba, incluso para ponerse romántico. La mayoría de las cartas eran de ese tipo, viejas personas con la mano temblorosa o amantes sin alguna extremidad que aun conservaban la vieja tradición de enviarse cartas declarando sus más profundos sentimientos.

Todo bien, aunque, claro está que conmigo como escritora nada es así.

Llegó una carta, una entre tantas. Poe la amontono con todas las demás. Se había corrido el rumor de un extranjero que escribía cartas, lo cual, atraía a más de una jovencita. A Poe le llegaban constantemente cartas de amor y declaraciones poéticas, o en un claro y fallido intento de tener la prosa de un poeta o un escritor.

Siempre las leía, y todas decían lo mismo de distinta forma, Poe, como escritor y poeta no sentía la emoción de las palabras, todo lo que notaba era un esfuerzo para que saliera un poema más o menos decente.

Salió un rato con Karl, se paseó por las tiendas para comprar velas aromáticas y entregar su borrador del articulo para esa semana. Finalmente, en la noche, en pijama y con una vela en la mano, desdoblo la perfecta hoja y leyó.

"¡Hola!"

Era la primera vez que leía una carta que no empezaba con algún verso o escritos improvisados. Intrigado, siguió leyendo.

"Ojalá leas esto, y en caso de que no. Bueno, no tiene caso. En fin, no espero impresionarte con mi prosa o un texto demasiado largo de lo increíble que me parece tu escritura. Prácticamente porque no soy una escritora ni una poeta, soy arquitecta y chef, quizá si respondes a esta carta te de la dirección pata que vayas a comer, no te vas a arrepentir.

Bueno, a lo que iba. Me gustas, me gusta tu manera de escribir, sí, y eso quiere decir que me gustas tú. A mi parecer (espero no equivocarme) eres tan sensible y dramático como solo tú podrías serlo. Y luego, hace unos días te vi, tengo que admitir que me intimidaste por completo, quiero decir, no esperaba que un norteamericano fuese tan alto. Digo, me sacas como cuarenta centímetros o más, además sonabas tan frío, incluso tengo miedo de que botes la carta sin haberla leído o peor, que la botes después de haberla leído.

Pero luego te descubriste la cara un poco y wow, mi primera reacción fue esa. Tus ojos eran tan bonitos, de verdad, nunca creí ver un color de ojos tan peculiar, increíble, creo que te dio vergüenza o igual y pensaste "¿Esta qué?", no sé, el punto es que te tapaste y te diste la vuelta. Y también, espero no estar viendo cosas, pero creo haberte visto dos pircing cerca del ojo, y déjame decirte que se te veían increíbles..."

La carta continuaba, y al terminó de leerla, Poe no supo que pensar al respecto. Primero la apartó, la doblo, y guardo en el sobre donde venía la dirección de ella. Se dispuso a dormir, y a la mañana siguiente se acordó del texto al ver el papel doblado.

La postergó por días, pero al final, se decidió por contestar, en primera, porque le había gustado la forma de hablar de la chica, en segundo, porque sabía ya de sus pircings y eso era nuevo, tan solo Ranpo sabía y en tercera, porque quería ir a comer al lugar donde ella trabajaba.

Así que, pluma y papel en mano se dispuso a redactar la carta.

A la semana siguiente, le llegó una nueva.

"¡Hola!

Ni siquiera creí que me habías respondido cuando la carta me llegó. Llore, no te lo niego, pero ey, estoy feliz. Bueno, como has respondido con tus encantadoras palabras, voy a darte la dirección del lugar donde trabajo.

Cuando pidas, dices que vienes de parte de _____, sí, así me llamo. Cuando les digas obtendrás atención especial y sabré que estas aquí."

Abajo venía la dirección. Tan pronto como termino de leer la carta, tomo su gabardina y fue hasta aquel restaurante.

El lugar era tal y como se lo esperaba. Sencillo y distintivo, como aquella mujer. Se sentó y ojeo la carta, todos los platos eran maravillosos, y se veían ricos. Vendían desde mariscos hasta crepas. Cuando el mesero se le acercó fue que recordó lo que decía la carta.

—Ah... vengo de parte de _____ —el mesero sonrió inmediatamente y se inclinó, invadiendo el espacio personar de Poe.

—Eres real... así que si existes —Poe parpadeó, todavía sin captar—. No está loca después de todo.

El mesero se alejó, Poe quedó con cara de idiota. ¿Qué? Proceso lo que el mesero dijo, hasta que entendió que la chica posiblemente le había hablado de él a ese mesero y muy probablemente a todo el personal con el que se relacionaba. Ya se imaginaba la cara de la chica cuando le dijeran que su enamorado estaba allí.

Estaba tan concentrado mirando los detalles del restaurante, quizá para escribir un relato más tarde o un poema, que dio un brinco en grande cuando desde detrás de la barra se escuchó un grito femenino y luego un:

—¿¡En serio!? ¡Te lo dije, no estoy loca! —interrumpiendo la paz del lugar, suerte que, era de mañana y no había tanta gente como se esperaba.

Poe volteó asustado, el mesero soltó una risa al verlo.

Minutos, sí, minutos más tarde, un gran plato con un exquisito desayuno salio de la barra.

—¡Mesa tres! —era la voz de ella. No era enfadosa ni chillona.

Sus gritos eran claros y profundos y su tono de voz serio. El mesero atacó el plato, y balanceando el plato lo dejo en frente de Poe.

—Que lo disfrute, viene desde lo más profundo del corazón de _____.

El mesero se fue, no sin antes de dedicarle una sonrisa juguetona al hombre. Poe se dispuso a comer, degustando la comida. En efecto, no se arrepentía de haber ido, la comida estaba exquisita, cosida a la temperatura perfecta, con el sabor adecuado y textura indicada.

A mitad de su desayuno, una figura se le acercó y no era el mesero. Incluso sentado, ni siquiera tuvo que alzar la cabeza para ver a aquella persona. Era una mujer, con la clara estatura de una niña. Llevaba el cabello morado amarrado en una coleta alta y los ojos almendra miraban directamente al Poe. Edgar no tardó mucho en identificarlo como la chica que le mandaba las cartas, porque bueno, no es como si se encontrase muchas mujeres que midiesen un metro cuarenta, y él recordaba perfectamente que la chica había mencionado su altura, además, no podía ignorar el cabello morado de ella. Sí, la había visto días antes.

—¡Hola! Soy _____, me alegra tanto volver a verte, y lamento interrumpir tu desayuno, solo que me dieron mi tiempo para desayunar y no me pude resistir... —_____ tenía veintinueve años, y era por mucho la mujer más enérgica y extrovertida que Poe había leído y ahora, conocido.

_____ se sentó en frente del hombre, balanceando sus piernas en el aire, la suela rozaba el piso. Trataba de no soltarse a hablar como merolico, porque sabía que aquel hombre o era muy frío o era muy tímido.

—Hola... e-es un gusto verte de verdad —____ notó enseguida el sonrojo que adornaba sus pálidas mejillas y que apenas se notaba por el cabello. Ella sonrió.

—No te preocupes si no quieres hablar tanto, puedo entenderlo. Sigue comiendo.

—¿Tú no-no tienes hambre? —ella negó, mientras se deleitaba con lo grueso de su voz.

—Bueno, quiero saber si estás de acuerdo con que te siga enviando cartas o que nos veamos. No quiero obligarte a nada, de todos modos, podemos ser amigos ¿No? —Poe asintió sin decir nada. Realmente le estaba costando no ponerse demasiado nervioso.

—Estoy bien con las cartas —la chica esbozó una pequeña sonrisa. Realmente le gustaba aquel hombre y estaba tan contenta de por fin tenerlo al frente, no cualquiera podría.

Se quedaron callados, la chica lo admiraba y él solo comía, la comida estaba muy buena. Después de mucho tiempo, alguien más le cocinaba, además de Louisa no había nadie en el Gremio y cuando todo cayó, tuvo que cocinar él.

Las ojeras que adornaban el rostro de Poe eran magnificas a ojos de la pelimorada, y ni hablar de sus ojos, seguían siendo tan brillantes como la primera y única vez que los había visto, y ni hablar de los pircings de sus ojos y la oreja, tenía más de los que ella podía imaginar. Las palabras fluyeron solas.

—¿Cuándo te hiciste esos? —la mujer apunto a los pircings.

Poe se encogió en su lugar, hundiendo su cabeza entre sus hombros.

—¡E-está bien si no-!

—Cuando tenía dieciséis perdí una apuesta, y me hice uno... y luego, me gustaron y me hice más.

_____ asintió, no tenía nada que decir al respecto. Podría preguntarle si tenía tatuajes, pero solo llevaban conociéndose unos minutos y dos cartas. Poe terminó de comer, y de dispuso a pagar la cuenta.

—La casa invita.

Poe se los agradeció antes de irse y despedirse de la chica.

Diez cartas más tarde.

Habían pasado dos meses, y después de incontables veces ensayando lo que le diría a la chica frente al espejo, estaba listo. En su vida había tenido muy pocas citas a pesar de su atractivo, era muy tímido y siempre terminaba rechazando infinidad de invitaciones.

Se quedaron de ver a la salida del restaurante donde ella trabajaba. Así que cuando ella salió, guardando el característico gorro de chef en su bolsa, Poe no pudo evitar temblar y olvidar todas las líneas.

—¡Hola Poe-kun! —saludó la chica dándole un abrazo. Su cabeza le llegaba justo por debajo del pecho. Edgar dudó en corresponder, y con mano temblorosa abrazó a la chica—. ¿Qué querías decirme? Yo también quiero decirte algo.

—Dímelo tú primera —a Poe le entró la inseguridad como un torrente de agua fría.

—¿Quieres salir en una cita conmigo? —todas las dudas de Poe se dispersaron, mientras que un sonrojo se hacía presente en su rostro. Por Dios, ella le había robado el escenario.

Al ver el silencio que hacía, _____ empezó a arrepentirse.

—Claro —respondió con una diminuta sonrisa. _____ no pudo evitarlo y saltó a sus brazos.

Acordaron el día en el que se verían, a qué hora y finalmente, una semana después, Poe fue a recoger a la chica.

Fueron a una feria del libro, y tan pronto como la chica puso un pie dentro, fue corriendo a donde sus pies la llevaran, primero, fueron a todas las firmas de libros que alcanzó. Poe solo podía admirar como sus ojos brillaban cuando el autor firmaba y una sonrisa enorme aparecía cuando uno de ellos le preguntaba su nombre. Parecía una niña pequeña.

Luego, la chica lo arrastró por todos los pasillos de libros. Poe también tenía intenciones de comprar, por lo que le pidió a la chica algunas recomendaciones, y él, nada más leer las descripciones supo que los iba a comprar. Tal vez la frase que había leído por allí de: "Una persona recomendante un libro, es un libro recomendándote una persona".

Terminó llevándose todos los libros que ella le recomendó. Al ir a pagar, Poe apenas había notado la multitud bochornosa del lugar, por instinto se puso nervioso. _____ lo notó de inmediato. Edgar sintió un apretón en la mano, pegó un ligero brinco y bajo la mirada. La pelimorada lo sujetaba de la mano con una sonrisa.

Saliendo, _____ decidió que soltar al chico era lo mejor porque, no quería ponerlo incomodo, sin embargo, cuando ella se dispuso a soltarlo, él apretó el agarre.

—¿Cómo te la pasaste? —hubo un silencio.

—Estuvo... bien —tardó algunos segundos en formular la palabra correctamente—. Gracias.

—Gracias a ti por aceptar —terminaron sentándose en una banca bajo una farola.

Poe sacó uno de los libros, y entro ellos cayó la primera carta que recibió de ella, la llevaba siempre entre sus cosas. _____ la recogió, mirándola con una sonrisa.

—Léeme un poco.

Y así fue. 



Wey, wEEEEEEEY. Gracias por lo 50k, weiiii, lasamo ¿Ok? ;-;
Me tienen muy feliz.
Por otra parteeeeee, me voy a hacer otra cuenta para publicar mis propias historias, porque, quiero ser escritora y pues, voy a empezar por aquí.
Nomás eso quería. En la próxima entrada les doy la cuenta.
Bueno, bai.
Lasamox2

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