Kunikida IV
Kunikida Swap!
A Kunikida se le había hecho tarde. Por treinta minutos.
—¡_______! ¿¡Donde mierda pusiste mi uniforme!? —grito un aflojerado Kunikida.
El hombre iba apenas en bóxer y el cabello desalineado. ______ lo miró con una ceja alzada.
—Estoy sorprendida de que se te haya echo tarde ¿Fue apropósito?
—Por supuesto que fue apropósito mujer ¿Te parece que media hora tarde es mucho? Además, a la Agencia no le importa si duermo media hora más o no —rechistó él, yéndose al cuarto de baño.
Para deleite de ______, Kunikida llevaba ropa que no acostumbraba a usar.
—¿Y eso?
—¿Se ve bien? El otro uniforme me aburrió —el hombre extendió su ideal y observó la página en blanco, luego cerró de golpe el cuaderno y se lo guardo—. ¿Crees que planear mi día sirva de algo? Quiero decir, ya sabes, es más interesante la vida espontanea.
______ se encogió de hombros, se llevó el maletín al hombro.
Una hora más tarde, ellos estaban en el trabajo.
Dazai escupió su jugo cuando vio a Kunikida. Primero porque no espero verlo llegar, en su lugar, había creído que estaba fuera cuando él llego, pero Kunikida se veía recién bañado y totalmente despreocupado. Llevaba el cabello suelto, la camisa negra dos botones desabrochados, mangas arremangadas y pantalón negro. Aquel horrible chaleco que Dazai tanto detestaba había desaparecido junto con el lazo rojo del cuello.
—¿¡Kunikida-kun!? —el rubio le lanzó una mirada desinteresada. Varios mechones de cabello le cayeron en el rostro. Él no los apartó.
—¿Si Dazai? —el moreno se abrazó a si mismo al ver las cejas del rubio caídas y la mirada perezosa.
—Llegas tarde... —susurró, no muy seguro de sus palabras.
—Ajá —soltó él, acompañado de un bostezo. Se dejo caer en la silla y encendió la computadora—. ¿Qué hay para trabajar hoy?
—¿No lo sabes? —chistó el Tanizaki. Kunikida le dio una mirada de ¿Te parece que lo sé o eres imbécil? —. Eh... bueno, ¿Qué dice tu agenda?
—Mi agenda no dice nada. ¿Por qué no hacemos lo que el presidente quiera y ya? ¿Cuál es el problema?
Tanizaki tragó, _______ se rio.
—Entonces Kunikida, si no te dijeran que hacer ¿No trabajarías? —Kunikida chasqueó la lengua y se cruzó de brazos.
—Obvio no, pero necesito dinero y para el dinero necesito trabajar. ¿Hay algo que hacer o no Tanizaki?
El pelirrojo tembló. Kunikida daba mucho miedo con esa actitud perezosa y esa postura de: me importa una mierda todo, hagan su trabajo y no me jodan las pelotas.
—Bueno sí. Presentaron quejas por la desaparición de personas en la construcción del nuevo centro comercial —Kunikida alzó una ceja—. Y en cada desaparición dejan una rosa roja... teñida de sangre. Quieren que vayamos a investigar.
Kunikida suspiró. Se metió las manos a los bolsillos y se levantó, con postura cansina fue hacia la puerta.
—Dazai —soltó en medio de un bostezo—. Levántate, por favor.
El presidente que iba saliendo para tomar otra taza de té, observó a Kunikida. El rubio le lanzó una mirada y su habitual saludo fue sustituido por un levantamiento de cejas perezoso y una media sonrisa mordaz. Fukuzawa hizo una mueca.
—No voy a preguntar que tontería hiciste esta vez Dazai, solo no se metan en problemas y regrésame a Kunikida.
—Soy Kunikida señor —sonrió a medias, mostrando más un colmillo que otro, dándole un aspecto de depredador—. Si no le parece, puede despedirme.
El castaño paso un brazo por los hombros de Kunikida con rostro ofendido y también, tratando de desviar la atención de la evidente falta de respeto que acabada de salir de la boca de Kunikida.
—¿Por qué asumen que todos los problemas de la Agencia son mi culpa? —todos le lanzaron una mirada obvia.
—Shibuzawa —empezó Atsushi.
—El Atsushi coqueto —siguió Tanizaki.
—El...
—¡Ya! ¡Ya! Que crueles son conmigo —siseó. Jaló a Kunikida consigo y salió.
—_______, acompáñalos —ordenó Fukuzawa. Le fémina asintió, no muy contenta. Siguió a Dazai a través de las calles, hasta que se detuvo frente a la construcción.
—¡Esa viga se ve perfecta para colgarme! —alegó con una sonrisa—. Vuelvo en un momento Kunikida-kun.
—Por favor, no tardes mucho —el castaño paro su corrida al oírlo. Sus sentidos estaban preparados para huir de las manos de Kunikida y sus gritos.
El chico lo miró con miedo, acercó un dedo a la mejilla de Kunikida y la picó. Un escalofrió recorrió el cuerpo de Osamu cuando Kunikida le dio una sonrisa burlona.
—¿Qué haces eh? ¿Asustado pequeño suicida idiota? —Kunikida desencorvó su postura y su sombra y cuerpo aplastaron el delgado cuerpo de Dazai, quien tembló de puro miedo.
—Esto ya no es divertido.
—Lo es —señaló, todavía sonriendo.
—Kunikida-kun, yo soy el que se comporta de esa manera contigo.
—Oh por favor. Solo vete a suicidar y no tardes mucho —exclamó alejándose para hablar con algunos hombres de la construcción.
Dazai se abrazó a sí mismo, observando a Kunikida con miedo. Y, sin embargo, no se detuvo y fue corriendo a buscar una soga. ______ suspiró y se froto las sienes, ese día iba a ser muy largo.
Resultaba que así era, ______ tuvo que subir quince pisos a pie para bajar a Dazai que se había atorado con la punta de la viga. Ya que Kunikida no era capaz de soltarle un golpe a Dazai porque según él era demasiado cansado, ella lo hizo por él.
Para colmarla, Kunikida era quien ocupaba el lugar de Dazai en el sofá.
—Kunikidaaaaa —chistó ______ con fastidio. Estaba esperando a que el rubio se levantara de la isla de la cocina para que el bajara la crepera desde arriba—. ¡Kunikida culiao! ¡Levántate!
El rubio se quejó, revolviendo su cabello.
—Déjame dormir mujer, no tengo hambre.
—Pero yo sí.
—Cómeme.
—No. Bájame la crepera.
Kunikida se quejó, estirándose. La chica se hizo a un lado y el hombre le bajo el artefacto. Lo dejo en la mesa y se recargó en ________, pasando los brazos por sus hombros al tiempo que descansaba el mentón en la cabeza de ella. ______ se retorció.
—Basta, quiero cocinar.
—Esto es tan cansado —bostezó—. Vámonos a la cama, no quiero ser productivo hoy. No quiero trabajar.
________ logró quitarse su peso se encima, pero no de Kunikida. Él la volvió a abrazar.
—Huele bien —siseó en su cuello, dejando lengüetazos. _______ volvió a retorcerse.
—Hoy estas especialmente maleducado.
—¿De qué manera te hago entrar a la cama conmigo? Solo quiero dormir... vamos a dormir... ________.... _______... ______... por favoooor...
—Ya joder, ya. Mañana me las vas a pagar.
Y así, Kunikida y _______ terminaron su día.
—¡Maldito desperdicio de vendas! ¡Ven a que te patee el culo! —gritó Kunikida, esperando a que Dazai bajara del quinto piso de edificio, mientras los hombres de la construcción se preguntaban si esa era la tan aclamada agencia.
De momento, solo una de ustedes supo de que es el siguiente fanfic👁️👄👁️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top