Kunikida II


Ataque al corazón.
Ella solía estar muy ocupada, su tiempo resultaba ser oro. Pero siempre había alguien, cualquier chico, intentando conseguir su atención. Tratar con ella era tan complicado. Era como una estrella, una modelo, pero sin serlo realmente.

Pongo mis defensas en alto
Porque no quiero enamorarme
Si alguna vez lo hiciera,
Creo que tendría un ataque al corazón

Había tenido tantos novios, tanta experiencia. Y le habían durado tan poco como la dieta en diciembre. "Eres demasiado fría" "Siempre estas a la defensiva". Por supuesto, su amor estaba tan reservado, tenía tanto miedo de ser lastimada. No esperaba ser una buena novia, siempre estaba ocupada y jamás podría ser cariñosa. Abrirle tu corazón a alguien es exponerte a la ruleta rusa.

Nunca puse mi amor al límite
Nunca le dije "sí" al chico correcto

Y aunque sus padres poseían dinero, y ella tenía la vida resuelta, eso no le quitaba el derecho de trabajar. Recién cumplidos los dieciocho decidió en entrar a trabajar a ADA para generar sus propios ingresos. Cuando llegó no pudo evitar atraer atención, no quería ni mucho menos la necesitaba, pero la tenía. "La rica" "La modelo" "Es perfecta". Ah, sí tan solo supieran. Ella viajo su mirada por las oficinas, atrayendo miradas, chicos, chicas. Sus ojos se toparon con unos amarillos, ____ tuvo que levantar la cabeza para verlo bien. Llevaba el cabello rubio, y era tan perfecto.

Nunca tuve problemas para conseguir lo que quiero
Pero cuando se trata de ti,
Nunca soy lo suficientemente buena

En realidad, a ella jamás había tenido que sufrir por amor, lo que quería lo tenía. Y tampoco le importaba demasiado jugar con ciertos chicos, que habían tenido la desgracia de toparse con ella. No era del todo mala, solo le gustaba divertirse. Pero Kunikida había golpeado tan fuerte su vida que difícilmente se iría. Y poco después se había convertido en algo sumamente molesto, ella se arreglaba solo para verlo y siempre trataba de dar su mejor versión de si para él. Ella no hacía esas cosas.

Me haces querer actuar como una chica
Pintar mis uñas y usar tacones altos
Me pones tan nerviosa que no puedo ni tomar tu mano

Cada día era una nueva aventura, aunque él no la mirara o siquiera le hablara, el solo hecho de tenerlo en la misma oficina la emocionaba, poder admirarlo desde lejos, era de las mejores sensaciones. Ella se emocionaba ante el mínimo contacto que hicieran y lo miraba, siempre lo hacía, solo hasta que él se daba cuente y _____ apartaba la mirada. Ella no había decidido enamorarse, ella no había querido, por supuesto, jamás se había enamorado. Ningún chico la había movido físicamente. Kunikida no podía enterarse, o todo terminaría.

Tú me haces brillar
Pero lo escondo, no dejo que se vea
Así que voy a poner mis defensas en alto
Porque no quiero enamorarme

Así que allí estaba de nuevo, completamente estúpida por él, a tal grado que todos habían notado su inminente atracción. Eran demasiado obvios, solo que ninguno se daba cuenta, y ella, después de haber leído los cincuenta y ocho requerimientos de la mujer prefecta, había llegado a la cruel conclusión de que no cumplía bastantes de ellos. No intentaría nada, ni cambiar, eso lo tenía muy en claro. Nunca debes cambiar para gustarle a una persona, además ¿¡Quién demonios escribía cincuenta y ocho requerimientos para una mujer!? La mujer que el buscaba no existía.

-Kunikida, te traje esto.... -____ dejó una pila de libros al lado del escritorio del rubio. Estaba nerviosa, sobre todo, porque era una pésima persona yendo en tacones. La chica se pasó un mechón por detrás de la oreja.

-Gracias ____ -respondió el rubio sin siquiera voltear a verla. Estaba siendo muy tajante y ella estaba sudando, literalmente todos los días sudaba y era muy complicado hablar con él sin trabarse.

Nunca sude por otros chicos
Cuando estas cerca, me quedo paralizada
Y cada vez que trato de ser yo misma
Me sale mal, un grito de ayuda

Cada día se volvía más y más molesto el solo quererlo. A ____ le dolía hasta el alma no poder tocarlo, su relación no era ni siquiera de amigos. Mero trabajo. Estaba disfrutando de la experiencia, pero, había una sensación punzante en su pecho. ¿Por qué no era suyo? ¿Por qué con él se estaba volviendo tan complicado? Él ni siquiera se daba cuenta de cuanto ella lo amaba. Nada de eso estaba bien, ella tenía que deshacerse de su amor.

Simplemente no es justo
El dolor es más problema que el amor
Intento tomar aire
Se siente tan bien, pero sabes que duele

Era catorce de febrero, el día de los enamorados. El día perfecto para ser rechazada, a _____ le gustaba arriesgarse. Y si le iban a romper el corazón que fuera un día conmemorativo. Ella ya llevaba listas las palabras que diría, los nervios la consumían por dentro y le quemaban la garganta. Tendría que esperar un mes para obtener respuesta del chico, como era tradición. _____ se encamino a la oficina de Kunikida.

-¿Qué tal ____? Creí que hoy tenías el día libre -el hombre no apartó la mirada de los papeles.

-Eh sí... tengo algo que hacer. ¿Podría prestarme algo de atención? -el rubio levantó la cabeza. A ____ le entró un escalofrió. Kunikida ladeó la cabeza.

-Bien, te escucho -el hombre se puso los lentes en la cabeza y adoptó una posición más relajada.

-Bueno, eh... usted... me atrae sentimentalmente desde hace tiempo, y solo quería decirle eso. Que me gusta.

Y sin más, la chica salió huyendo despavorida, pero disimuladamente. Para no perder la actitud. Una vez fuera del establecimiento, se deshizo en chillidos y brincos, producto de los nervios.

La sensibilidad se perdió en mis pulmones
Están ardiendo, prefiero estar adormecida
Y no hay nadie más a quien culpar
Tan asustada, me iré corriendo
Estoy volando demasiado cerca del sol y voy a estallar en llamas

Había pasado un mes, exactamente, el Día Blanco. Estaba en su oficina, fingiendo normalidad, cuando Kunikida le dejo un paquete de dulces en su escritorio, y se iba sin decir nada. La chica sonrió, e intento controlar sus ganas de gritar de felicidad.

-¡Oiga! -pero Kunikida ya se había ido.

En Japón, los dulces, significan que también les gustas.

Basado en hechos reales, solo que a mí me mandaron mil kilómetros a la verga:)

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