Fyodor | Dazai pt. II
Al otro lado de Yokohama un extranjero estaba pegado a la computadora, tenía regados papeles por doquier, alrededor de veinte documentos se hallaban regados en la computadora. Tenía a un grupo completo listo para atacar la Agencia. Mordía tanto su pulgar que lo hacía sangrar, _____ siempre evitaba que hiciera eso, ningún plan terminaba de convencerlo, tenía que ser perfecto, si no lo era las posibilidades de perder a la chica aumentaban.
Tras uno segundos de mirar a ningún punto en especial empezó a teclear en su computadora, pese al desastre que su entorno emanaba él permanecía sereno, mostrando la misma confianza de siempre. Iba a rescatarla, a como diera lugar.
— ❦ —
Ambos entraron a la Agencia arrastrando los pies. Kunikida ya estaba esperándolos en la puerta.
—Bastardo ¿Te dijo algo? —Kunikida hablaba como si no estuvieras allí, llevabas puesta otra ropa —ropa de Dazai—. Dazai negó.
—No quiso hablar —te dedico una mirada sutil, Kunikida hizo lo mismo.
—A mí me parece bastante sana ¿Le hiciste algo? —pregunto más a modo de duda que de reclamo. Pues el punto de que Dazai se la haya llevado era que él había prometido sacarle la sopa con sus métodos y eso mismo hubiera hecho de no ser porque le gusto.
—Kunikida-kun yo ya no uso esos métodos —se excusó dando un paso adelante en la Agencia. Lo seguiste.
Ni corto ni perezoso Kunikida te tomo de las esposas y te llevo a rastras a la sala de operaciones de Yosano, Dazai se dio cuenta muy tarde, cuando te vio y fue por ti el idealista estaba cerrando la puerta con seguro. El chico trato de no tocar con fuerza y desespero a pesar de que se moría por entrar, dio leves toqueteos a la puerta. No hubo respuesta, solo escucho voces dentro así que pego la oreja a la puerta.
—¿No le hizo nada? Qué raro —era la voz de Yosano.
—Es un idiota, es obvio que no haría nada.
—Sé que es un idiota pero siempre hace lo correcto en situaciones desesperadas.
—Seguramente esta no es una situación desesperada —la voz de _____ resonó en los oídos de Dazai. Sus ojos brillaron genuinamente y algo cálido le golpeo el frio y duro corazón.
—Dejen de decir idioteces, solo Dazai sabe lo que hace. Él piensa igual que su enemigo, él ya sabrá porque no me hizo daño. No lo llamen idiota —decías medio enojada. De cierta manera te molestaba que lo trataran de tal forma cuando la noche anterior se había comportado tan diferente contigo ¿O era una de sus estrategias? Fuese como fuese ya todo estaba perdido.
El silencio embargo la habitación, Dazai se despegó de la puerta, se fue al sillón, agarro su libro de suicida y se lo puso en la cara. Trataba de calmar su corazón, se estaba desbocando. Era de las pocas y casi inexistentes veces que una mujer no lo tachaba de loco o de idiota y la primera que una mujer lo defendía. Tardo lo justo en recuperarse. El rubio salio de la habitación con enojo, Dazai se levantó de golpe y en seguida se calmó, no debía mostrar interés por el bienestar de la chica aunque no podía despegar la mirada de la puerta.
—¿Qué le van a hacer? —inquirió, Kunikida volvió un rostro cansado al muchacho.
—Ya lo sabes, Yosano aplicara su tratamiento las veces que sean necesarias —sin poder evitarlo Dazai palideció. Kunikida dio la vuelta y se fue.
Escucho gritos de dolor dentro de aquella habitación, Dazai se encogía en su lugar con cada grito. Al cabo de una hora y media la puerta se abrió y de ella emergió Yosano, traía un trapo con el que se limpiaba la sangre del rostro.
Lo único que Dazai pudo articular fue:
—¿Cuántas veces? —Yosano giro la cabeza.
—Estoy cansada, solo fueron siete veces. Además no dijo ni una sola palabra.
—¿Puedo pasar a verla? —Yosano hizo un ademan con la mano, el castaño se levantó y se encaramo contra la puerta. Se llevó la grata sorpresa de que la chica seguía consciente, se puso a su lado. Su ropa estaba bañada de sangre y rota por todas partes. A pesar de que su rostro se veía igual de manchado para Dazai lucia hermosa—. _____, _____ por favor respóndeme.
—Te lo dije, nos ahorramos problemas —susurro ella antes de perder la conciencia. Dazai se quedó a su lado. Solo tienes que confesar.
— ❦ —
—Suelten al mocoso —al otro lado de la línea Fyodor se estaba terminando de vestir para tener otro encuentro cara a cara con Dazai. Quería a su amada de vuelta.
—Recibido —el pelinegro colgó. Se guardó el celular en el pantalón y se puso su gorro ovejero. Salio de la bodega y con paso calmoso fue a una cafetería. Necesitaba beber un café antes de que los problemas reales empezaran y necesitaba tiempo en lo que el mocoso volvía a la Agencia.
Pasaron unas tres horas en las que bebió dos tazas de café, escucho música clásica y termino la lectura que tenía pendiente. La señal llego a él a manera de algoritmo en la música. Se levantó y dejo el dinero del café, guardo los audífonos y fue al callejón que le correspondía, esa vez no necesitaba dejar ningún tipo de señal pues Dazai ya estaba allí.
—Buenas tardes —le saludo, el detective se dio la vuelta. Ambos se saludaron con la cabeza pero sin sonreír. A ninguno de los dos le agradaba la idea de que uno pudiese llegar a tener a la chica.
—Si solo vienes por _____ puedes darte la vuelta, ella no va a volver contigo.
—Esa decisión es suya, no tuya. No tienes derecho a poner palabras en su boca —ambos estaban a un escaso metro del otro, Dazai advirtió en el mirar de Fyodor el mismo sentimiento que el suyo. Amor. Y se sintió tan asqueado que quiso bajarle el gorro para no verle la cara.
¿Cómo era posible que una aberración como esta pudiera tener sentimientos tan delicados por una mujer tan hermosa? Acepta que quizá él no fuese precisamente un santo pero también distaba mucho de ser como él.
—Eres horrible —se le salio. Fyodor dejó caer la cabeza, en señal de desconcierto. ¿Se iban a matar a insultos? La mujer que los volvía locos observaba todo desde la punta de un edificio distante al de ellos. Apenas alcanzaba a escuchar lo que decían. Ellos dos no lo sabían.
—¿A qué viene eso? —Dazai no mostro atisbo de querer continuar la conversación.
—Bien lo sabes, ¿Cómo eres capaz de sentir algo así por ella? —Fyodor sonrió.
—Tu sientes lo mismo, puedo hacerte la misma pregunta.
Mientras Dazai sostenía la culata de la pistola Fyodor empuñaba su daga. En un movimiento audaz ambos estaban apuntándose a muerte, al final sabían que ninguno moriría. Fyodor mantenía el filo de la daga pegada al cuello del castaño y este el cañón de la pistola presionada contra la sien del ruso. Decidiste intervenir. Lanzaste los binoculares a un lado y saltaste del edificio, impulsada por una lámina de metal, misma lamina que usaste para golpear las manos de ambos y que soltasen sus armas, dio resultado.
Te pusiste en medio de ambos cuerpos y estiraste las manos.
—¿_____? —preguntaron al mismo tiempo y se miraron mal por ello.
—Sí, soy yo y no quiero que se mantén —aclaraste con enojo. Ambos se miraron por sobre tu hombro, ese acto te molesto—. Estoy cansada de que se estén peleando por una estupidez.
Dazai rio. Estaba a punto de hacer una locura. Valdría la pena incluso si eso significaba ponerse al descubierto a él mismo.
—No estamos peleando por ninguna estupidez, estamos pelando por ti.
Abriste la boca, en completa indignación. ¿De verdad se estaban peleando por quien iba a matarte? Entonces estupidez se quedaba corta. Chasqueaste la lengua a la par que bajabas los brazos. Ya habías tenido suficiente.
—Basta ya. Nos vamos y acabamos rápido con esto —te pusiste al lado de Fyodor. Sabías que Dazai no te detendría y que a él no le reclamarían nada porque aunque tú siguieras allí por nada del mundo dirías algo. Dazai se las ingeniaría para librarse.
La llama de los ojos de Dazai se apagó. Se metió las manos en los bolsillos, te irías, ya lo había deducido, él te dejaría. Y eso no significaba que se rindiera, no sería la última vez que se verían, solo él sabía eso.
—Él no te matara cómo crees ______ —lo ignoraste, pensabas que lo decía para que te quedaras. Tomaste a Fyodor de la manga, como una niña chiquita—. Vete entonces, eres libre.
Eso hiciste, ambos le dieron la espalda a Dazai. Desaparecieron entre las sombras de esa noche, al igual que Dazai.
— ❦ —
Dos meses después.
Estabas tirada sobre el colchón donde dormían ambos. Esperabas a Fyodor, que se bañaba en la habitación de al lado. Hacía ya dos meses te había dado a conocer que no te mataría, no te dijo porque y así que seguiste pensando que te dejaba vivir porque eras muy necesaria para sus planes aunque tampoco es que fueses ciega. Desde hace semanas empezabas a notar una actitud diferente de Fyodor, no te trataba como antes ni te miraba como antes. Sus ojos decían algo que no lograbas descifrar. Te tapaste con la cobija, en serio que te estabas volviendo loca.
Primero Dazai con ese trato tan tierno hacia ti, después Fyodor con su ahora particular mirar. ¿A que estaban jugando? ¿Estaban jugando contigo, ambos se divertían contigo? El pensamiento no abandono tu cabeza hasta que sentiste el otro lado del colchón hundirse, descubriste tu cabeza y le pasaste la cobija sin mirarle. La recibió y te diste la vuelta, dándole la espalda. Intentaste dormir y no pudiste, otra vez ¿Cuántas noches llevabas en vela? De todos modos fingiste estar dormida.
Una media hora después sentiste y escuchaste a Fyodor moverse por el colchón, su mano fría y escuálida rozo tu mejilla, casi te estremeciste al sentir eso y recordaste que se suponía debías estar dormida. Dejaste que siguiera recorriendo con su mano cada parte de tu rostro. Se acomodó a tu lado y pasó una mano sobre tu cintura a modo de abrazo. Ahora si estabas segura de que eso no lo hacía con todos sus peones. Y es que tú no eras un simple peón. Entonces si te dormiste.
A las seis de la mañana la alarma de Fyodor sonó, no te moviste de tu lugar. Él siempre te dejaba levantarte tarde los días libres de misiones, estabas despierta. Fyodor apago la alarma y se levantó, rodeo el colchón y se puso frente a ti. Solo cuando sentiste su aliento golpearte el rostro supiste que estaba muy cerca de ti, su mano revolvió tus largos cabellos al mismo tiempo que sus suaves y carnosos labios se pegaban a los tuyos, en un beso rápido. O de plano eras muy buena fingiendo dormir o Fyodor no lo había notado por la modorra o algo.
No pudiste resistir el impulso de abrir los ojos, tus ojos se toparon de golpe con los de Fyodor. Él se separó al toque. No supiste interpretar la mirada que te dio antes de salir como un rayo del cuarto.
Te quedaste enredada entre las sabanas con la mirada fija en la puerta ¿Qué mierda había sido eso? Apretaste los ojos, no estabas soñando. Te pasaste una hora metida en la cama, dando vueltas y dándole vueltas al asunto, no llegabas a ninguna conclusión que tú pudieras creer. A parte la cama olía a Fyodor y eso te distraía. Una clara combinación de plantas exóticas de las que desconocías el nombre. Te bañaste, te pusiste ropa informal y saliste a dar una vuelta por allí, necesitabas pensar a solas y fuera.
Te diriges a un parque de por allí, sin ganas te dejas caer en una banca y miras todos los árboles que hay alrededor. No puedes ir más lejos porque te pierdes, no eres de Yokohama, eres una orgullosa británica. Sin embargo el lugar es muy abierto, por lo que si llueve no podrás cubrirte a menos que corras unas diez cuadras. El cielo es gris pero no parece querer llover.
Contra todo pronóstico la lluvia cae a manera de granizo. No reparas en el resto y corres, en efecto, te toca correr unas diez cuadras para encontrar donde refugiarte, es el techo de una farmacia lo primero que encuentras. Ya estas mojada hasta los calcetines. Resoplas. Hace un viento tan horrible que uno de tus palillos se desprende y sale volando, giras la cabeza. Tus ojos de abren de sorpresa al ver como una ágil mano detiene el palillo antes de que la punta de este se incruste en el ojo de esa persona, la cual va saliendo de la farmacia con una bolsa a reventar de vendas.
—Es muy temprano para matarme _____-chan —te das la vuelta, dispuesta a regresar por donde habías venido sin importar si un huracán te arrastraba. No ibas a hacerte más bolas con Dazai también en tu cabeza. ¿También te besaría mientras dormías? Un par de manos te detienen—. El cielo se está cayendo, no puedes ir a pie.
Oh sí que puedo piensas bajando los dos escalones que restan para pisar el suelo. Sueltas una maldición al sentir como tu zapato se llenaba de agua. Subes de nuevo. Dazai sonríe.
—Vayamos a mi casa, te presto ropa y te vas con él —ríes.
—¿Y saber que me vas a seguir apenas salga? No gracias, prefiero morir —Dazai rueda los ojos, otra vez con ese deseo de morir, lo peor de todo es que no quieres aceptar hacer suicidio doble.
Sin rogarte más te agarra por la cintura y te carga cual saco de papas. Tú pataleas y golpeas su espalda. Gritas y no eres escuchada. Te rindes y dejas que te lleve a quien sabe dónde, tu cuerpo no se moja más pues Dazai lleva un paraguas. Vas camino a su casa observando su trasero, está más plano que una tabla, igualito que el de Fyodor. Igual te vale y lo nalgueas. En seguida te agarras la mano y haces el drama de tu vida.
—¡Esta vacío! ¡Creo que me quebré la mano! —gritaste, ya habían llegado al apartamento de Dazai. Te bajo de sopetón en el sillón, apenas hizo eso pegaste carrera a la puerta, y te detuviste en seco cuando Dazai se puso enfrente. Chocaron y se fueron al suelo. Él amortiguo tu caída.
En un giro inesperado del destino, terminaste bajo el cuerpo de Dazai, tendida en su alfombra. Interpusiste tus manos y lo empujaste, no se movió. Su mirada se encontraba fija en ti, expresaba lo mismo que la de tu jefe. Te molestaba no comprenderla.
—¿¡Que les pasa a ustedes dos!? ¿¡A que están jugando!? —esta vez reuniste todas tus fuerzas y lo apartaste. La alfombra se movió bajo tus pies y te levantaste.
Dazai no parecía muy afectado por tu reacción siendo que por dentro se moría de la envidia, y no aguantaba las ganas de sacarte de una vez por todas del infierno en el que estabas metida. Por suerte suya la lluvia no pararía en un buen rato, igual y podía seguir con su plan. Con toda la serenidad que logro reunir te contesto:
—No estamos jugando —de cierta forma le desesperaba que fueras tan ingenua como para no darte cuenta que ambos te deseaban.
—¿Entonces? Porque hoy en la mañana Fyodor me beso y ahora tú con esto. Si no están jugando no sé qué les pasa.
Dazai se dio la vuelta y te dejo, otra vez. Regreso con otro cambio de ropa para ti. Te metiste al baño y te cambiaste. Regresaste y Dazai te invito a sentarte junto a él. Accediste pese a tus dudas y procuraste alejarte lo más que pudieras, Empezaban a darte miedo, ya de por sí. Sin importar la distancia se te monto encima y quedaste debajo de él. Estabas a punto de activar tu habilidad y sacarle un ojo sin embargo te tomo por el cabello y te beso.
El beso se profundizo cuando abriste la boca para protestar y sin permiso Dazai introdujo su lengua. Quisiste quejarte, te removiste en tu lugar. El problema era que Dazai te tenía aprisionada y como seguía el beso tampoco podías abrir la boca, de todos modos no ibas a negarlo. Besaba de maravilla.
Se separaron con un hilillo de saliva, estabas consternada. Espantada, aterrorizada.
Te obligo a mirarlo.
—Yo no estoy jugando, me gustas mucho _____.
La sorpresa te llego de golpe, demasiado sorprendida. Los colores te subieron al rostro.
¿Qué. Mierda. Pasa?
Dazai se separó de ti, te incorporaste. Lo miraste, te miro y saliste corriendo. Esta vez poco te importo que afuera el cielo se cayera, corriste y no paraste hasta topar con otro cuerpo. Maldijiste por lo bajo ¿Quién andaba por la calle con ese clima? Aparte de ti no conocías otro loco. Alzaste la cabeza. Te encontraste cara a cara con los ojos violáceos de tu jefe. Soltaste otra maldición. Este te agarro del brazo y te llevo a donde ambos vivían.
— ❦ —
Te obligo a cambiarte y una vez en santa paz y con un café se sentaron en el sofá para charlar lo más civilizadamente que podían. Primero le relataste lo que había pasado en casa de Dazai, no esperabas que se molestara. Después tú le preguntaste el porque te había besado y desde cuando llevaba haciéndolo. A Fyodor le gustan las personas bonitas, eso lo sabias solo que no creíste que llegara a un extremo.
—Estoy enamorado de ti.
Hubo un silencio muy tenso en la habitación. Fyodor se levantó y recogió las tazas, antes de irse te dijo:
—Piénsalo y escoge bien.
Se fue y te dejo con la duda. ¿Qué escogieras bien? ¿Y cómo sabias escoger tú? Suspiraste y jalaste tu cabello. Al poco rato estornudaste y tu jefe llego con una manta, sopa y películas. Ese día no tenían nada que hacer, se lo tomaron libre. Vieron una película y aunque la mayoría del tiempo no le prestabas atención, pues estabas muy ocupada pensando en los dos cabrones que te querían, te pareció divertida.
— ❦ —
Las cosas marchaban relativamente bien por el momento, hasta que todo se fue directo a la mierda cuando ambos chicos te citaron en el mismo lugar y a la misma hora. Por supuesto que aquello estaba planeado. Fyodor desapareció desde temprano, antes de que despertaras Ahora sabias donde estaba.
Te cambiaste y accediste a la invitación.
No llevabas tus mejores pintas, ni las peores. Resultaría igual. Ibas normal, según tú. Ellos estaban igual, llevaban prendas informales. Mientras Dazai vestía un saco negro, un suéter lila de tejido y pantalones negros, Fyodor llevaba una sudadera negra fajada con pantalones grises. Varias mujeres que pasaban se les quedaban viendo, parecían hipnotizadas, menos tú. Llegaste y te sentaste. Saludaste con un movimiento de cabeza, por primera los veías tranquilos y sin intenciones de matarse el uno al otro.
En tu cabeza no cruzo jamás la pregunta que te hicieron.
—¿A quién eliges? —preguntaron al mismo tiempo, con el mismo tono de voz. Te pusiste colorada. Trataste de mantener tu mejor forma.
Agarraste aire, esa decisión ya la había tomado hace mucho. Ya no titubearías al hablar.
—No puedo escoger a ninguno.
Sencillamente no podías romperle el corazón a uno, tampoco te quedarías con los dos. Ninguno.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top