Fyodor
A petición de: KazarinaLars
TW: smut (contenido +18), BSDM, bondage, sobre estimulación, fetichismo, carencia de palabra clave, mamada, masturbación. Y les recuerdo mis niñxs, la carencia de palabra clave fue usada solo por la trama pero en el BSDM es indispensable tener una y nunca se atrevan o acepten tener sexo y estas practicas sin una palabra de seguridad.
También les recuerdo que si no tienen una playlist para ambientar, en spotify hay muchas<3
En contra.
El eco de sus pasos contra las baldosas del lugar sagrado llamó un mínimo la atención de las personas esparcidas en las bancas quienes simplemente encontraban su paz rezando ante una estatua y un hombre predicando las palabras de un libro. Sin embargo, nadie detuvo su rezo y a ella no le importó mucho, se sentó donde encontró asiento. A su frente estaba el altar con el sacerdote. La chica levantó ligeramente las cejas al verlo bien.
Nunca lo había visto, ni en la ciudad y a comparación de otros sacerdotes este era mucho más joven y guapo, claro. Irradiaba una belleza entraña, no del tipo que tenía el resto de chicos, sino, exótica, divina, intocable. Como si se tratara de una estatua grabada en mismismo oro y resguardada detrás de un cristal, con solo la capacidad de admirarla, extrañamente, ________ frunció el ceño y desvió sus pensamientos del hombre para centrarse en el rezo.
Los cantos del órgano finales de la iglesia siempre le producían sueño, no de mala manera, solo eran relajantes para sus oídos. Se estiró en silencio aunque pronto se percató de que nadie más seguía sentado, se habían ido y el resto estaba con el sacerdote, suponía, presentándose o algo así y las chicas... intentando llamar su atención. Sacudió la cabeza antes de salir. No es que a ella no le hubiera llamado la atención pero era lo suficientemente sensata —discreta, como fuera— para no ir directamente por él; además, estaba más que claro que los sacerdotes no tenían permitido casarse ni nada de eso.
A medio camino a casa se deshizo de su sombrero ya que el sol desaparecía, se desenredo el cabello con los dedos sin percatarse de a donde iba a topar, o con quien. Levantó la cabeza de golpe en cuanto el golpecito le dio en la mejilla, interpuso sus manos y miró al joven, más alto que ella. Hizo una reverencia disculpándose en voz baja puesto que jamás tenía que alzar la voz por mucho que quisiera. Escucho una risita encima de ella. Alzo la cabeza.
Se trataba del sacerdote nuevo, llevaba ya sus pantalones y camisa junto con un rosario en el cuello. De cerca, su belleza era más extraña, como si la llamara a tocarlo, a tocar lo prohibido o lo divino. Levantó la vista del rosario que brillaba ante las luces que iluminaban las calles empedradas, el sacerdote le sonrió levemente, sus comisuras eran afiladas al igual que todos sus rasgos y su piel incluso más blanca de lo que había imaginado.
Era extraño que se lo encontrara en la calle a esas horas.
—Una disculpa, no me fije por donde iba.
—Oh no te preocupes —Fyodor era más alto por lo que tuvo que inclinarse un poco para ver el rostro de la otra—. Estabas en la iglesia.
Ante esto, _______ levantó la cabeza ligeramente sorprendida ¿Cómo es que entre el mundo de gente la había notado? De nuevo, el chico se rio ante su reacción lo que hizo que la otra sintiera vergüenza.
—Sí, voy a misa... al menos tres veces a la semana —juntó sus manos por detrás—. Es usted nuevo ¿No? Vi que las chicas se le acercaban.
—Así es —Fyodor desvió la mirada—, me alegra que me dieran una bienvenida tan linda, fueron muy amables. Espero encajar pronto en su ciudad y no perderme.
El sacerdote miró de reojo a la otra en espera de una respuesta pero esta parecía tan perdida en sus pensamientos. Era ya tarde, no se suponía que una señorita estuviera en la calle a esas horas, si la acompañaba a su hogar crearía una buena impresión.
—¿Puedo saber su nombre?
—¡Ah! Olvide presentarme, soy Miyo ______ ¿Y usted?
—Fyodor, un gusto conocerla, tiene usted un bonito nombre —La chica se sonrojó un tanto, por lo visto no tenía ese tipo de contacto con los hombres—. ¿Me permite acompañarla a su hogar? Es tarde, me preocuparía que le pasara algo.
La chica no tenía nada que perder así que aceptó, servía para conocerlo más y estar un poco más con él, aunque no entendía el porqué de esa necesidad. Hacía poco que su madre no estaba, yéndose por motivos de trabajo y dejándola sola con el cuidado de la casa. No estaba mal, ya era costumbre. Suspiró con pesadez, le dolían los pies por llevar esos tacones, era mala idea. Fyodor lo notó, como hacía siempre pero su vista se contrajo de inmediato al ver unas luces acercarse, sus sentidos actuaron rápido.
Cogió a la chica por la cintura apretándola fuerte para alejarla de la carretera pues el auto apenas alcanzo a bajar la velocidad para tomar la curva, tras aquel pequeño alboroto no se dio cuenta de cómo sostenía a la chica y no fue hasta que ella le puso las manos sobre el pecho que la soltó. Anonadada solo atino a dejarse caer contra la pared.
—Mil disculpas, no quería tomarla tan fuerte —esta vez, fue Fyodor quien hizo la reverencia. Ella negó pidiéndole que no se inclinara ante ella.
—Mi culpa, me duelen los pies y estoy algo distraída.
Dostoyevski asintió, miró los pies de la muchacha y luego sus piernas que se perdían bajo el vestido floreado. Preguntó que si podía llevarla para que no hiciera mayor esfuerzo y por mucho que se negó terminó cediendo, dejando así, que Fyodor la tomara por el torso y las piernas para cargarla pidiéndole que le rodeara el cuello para mejor soporte. Era la primera vez que alguien además de su mamá le ponía un dedo encima. Se sentía bien aunque era raro.
Finalmente, luego de su maravilloso encuentro, él se despidió y ella entro a la oscuridad habitual de su hogar. Se dejo caer sobre la cama deshaciendo de los tacones.
La sensación de los brazos del sacerdote seguía vibrando en su piel y el olor extraño a perfume y el olor de la iglesia se había quedado impregnado en sus ropas, así como el tono silbante de su voz que le hablaba con delicadeza y al mismo tiempo mantenía ciertas notas gruesas. La hacían querer tenerlo cerca más tiempo.
El calor subió por su cuerpo incluso si hacía frío y se preguntó si era normal, antes de notarlo su estómago comenzó a punzar ligeramente y no era malo, sino como toquecitos que reclamaban atención, batió los ojos, era raro y le comenzaba a molestar. Bajó los dedos hasta la falda del vestido para levantarla y tocar allí, en cuanto la placentera descarga llegó se asustó. ¿Por qué se había sentido tan bien?
Hubiera preferido ya no pensar en ello e irse a dormir de no ser porque luego de su estómago vino su vientre y pecho. Se alteró de inmediato, desesperada por parar aquello. Y sin embargo, las sensaciones que le estaban brindando sus propias manos al tocar eran mucho más llamativas que irse a dormir.
Pronto la habitación se llenó de sus suspiros y respiraciones, estaba bien pero no era suficiente. Su cabeza fue la que actuó por si sola, llevando a su mente y cuerpo la imagen del sacerdote y su toque, su voz e incluso su olor. Ansiaba tenerlo sobre ella, con sus manos tomándola bruscamente igual que ese día y su boca haciendo de las suyas lo que quisiera. Intentó detenerse, _______ no era ese tipo de chica y sabía que eso estaba mal. No consiguió nada, en cambio, sus propias caricias se transformaron en las manos de Fyodor y cuando ella bajó la mano fue más que suficiente para imaginarse al sacerdote moviendo sus dedos sobre sus paredes haciéndola gemir en voz alta, justo como ahora.
El auto placer no estaba mucho en su mente, sus sentidos fueron quienes la guiaron a mover sus dedos a la zona donde encontraba mayor placer y luego, penetrar y moverse en círculos mientras su espalda se arqueaba un poco y con la otra mano recorría su cuerpo. Sus gemidos sonando por la habitación sin ningún descaro, los suspiros y quejidos que atraían más a su mente para crear escenarios con aquel hombre.
Era jueves, se sentía tan avergonzada por lo de la noche anterior que casi no ponía un pie en la iglesia. Allí estaba, ella misma oyéndolo hablar del señor, moverse con la gracia de una pluma por los pasillos entre las bancas hablando con una fluidez hipnotizante. Se removió incomoda cuando su mente revivió los escenarios de ese día. Solo iba a ignorarlo. No por mucho, pues apenas tocó la cama otra vez sucedió lo mismo, cada día que iba a la iglesia y regresaba a su hogar sucedía lo mismo.
Mientras nadie se entera viviría con ese pequeño pecado.
Era tarde, y de no ser porque había tenido tanto trabajo habría ido a la misa de la tarde y no a la de la noche donde ya prácticamente nadie iba pero allí estaba ______, sentada oyéndolo hablar con la misma energía que tenía por las mañanas, como si no se cansara, dios santo ¿Por qué era tan guapo? ¿Por qué le gustaba de esa manera?
—Señorita Miyo —Fyodor se acercó a su banca inclinándose un poco para que la oyera, el rosario colgó sobre su cuello y rozó los cabellos de la joven—. La ceremonia ha terminado.
_______ se sobresaltó ante la cercanía, al levantarse del banco se dio cuenta de que había pasado toda la misa con las manos entre las piernas. Que molesto. Sacudió la cabeza.
—Lo siento otra vez, me retiro. Linda noche.
La fémina dio la vuelta cubriéndose los hombros para no pasar frío, no escuchó los pasos por lo que no vio venir al chico y su agarre de muñeca. Esta vez no era duro, solo suave, lo miró sobre su hombre y él la jaló para tenerla de frente. Se había quitado hábito hacía rato y permanecía con el resto de traje negro con dorado y su rosario en el cuello. Sus larguchos dedos la soltaron solo para posarse sobre su rostro. Su pulgar acarició la mejilla de ______, viajándola por sus pómulos hasta el comienzo de su parpado y luego su índice arrastró el labio inferior un poco.
En ningún momento ella se movió pues disfrutaba tanto del toque que no había manera de reaccionar. Solo quería irse a casa para poder tocarse en paz.
—Déjame cerrar y te acompaño a casa —fue lo único que dijo alejando su mano, le brindo una sonrisita antes de empezar a moverse por el lugar para dejar todo listo. Miyo asintió tomando asiento al final de las bancas viendo su andar, con cada pequeño acto él la tenía más a sus pies sin ninguna razón.
Fyodor largó una risita al estar lejos, se desvistió y observó su abdomen marcado por bueno, la marca de su dueño y antiguo cuerpo, mantener esa forma era costoso aunque interesante. Colocó sus ropas de calle, se preparó para salir y seguir con su plan, un alma tan exquisita como la de esa muchacha no iba a pasar desapercibida por él y menos cuando esta estaba tan entregada a él sin siquiera ponerle un límite por que claro, no tenía ni idea.
De todos modos, a eso de dedicaban los monstruos como él. Tenía que ser paciente así _______ le daría pase libre sin siquiera notarlo.
Se acercó tanto como pudo para despedirse con la intención de dejarla con mayores ganas luego se fue como si no supiera nada.
Una semana más.
El próximo jueves llegó, arrastrando consigo la calentura de la joven. Fyodor tan solo había necesitado una semana de roces, palabras bonitas, acciones interesantes y provocadoras pero no demasiado reveladoras. Solo eso necesitaba.
La salida había sido planeada, todo era planeado, prácticamente.
—Fyodor-san —______ le sonrió ligeramente, él le devolvió el gesto. Era de noche, igual que la semana pasada e igual que la semana pasada, él iba a acompañarla.
Se deshizo del hábito sencillamente y fue a cerrar las puertas principales así como bajar los largos lazos que sostenían las cortinas de las ventanas, apenas tres vitrales coloridos dejaban pasar la luz de la luna y las farolas. Esa vez, Dostoyevski no se quitó el traje, solo se acercó por la espalda de _______ para cogerla de la cintura duramente como a ella le gustaba. La chica pegó brinco, Fyodor se rio en su oreja, soltando su aliento pesado sobre ella lo que provocó un escalofrío.
—No puedo evitarlo más, eres muy bonita —aquellos dedos que tanto anhelaba se deslizaron por la tela de su vestido, de su cintura a su cadera y luego la abandonaron súbitamente.
En su lugar, recorrió el brazo de la muchacha pegando sus labios al cuello de esta, dejando besos sonoros y húmedos, la punta de su lengua acarició su garganta y pudo sentir como _______ tragaba en seco, sus manos temblaban ansiosas por poner sus manos en algo. Fyodor la aprisiono contra su pecho atajando su mentón y besándola deseosamente introduciendo su lengua; sin permitirle hablar ambos fueron moviéndose de poco en poco hasta que la espalda de ______ pegó contra la pared, Fyodor enterró su rodilla entre sus piernas logrando que ella las cerrara bruscamente.
Sus manos tocaron la nuca de Fyodor con desesperación tratando de profundizar el beso incluso si no se podía más. El chico la miró en la oscuridad, esperando una acción. Después de tanto ________ no lo dudó, introdujo sus manos bajo el uniforme toqueteando el cuerpo de otro yéndose por la espalda lo que provocó en el otro un gruñido. Su rodilla fue más adentro entre sus piernas, ________ arqueó los dedos rasguñando su espalda, dejo caer su cabeza contra la pared.
Fyodor jaló las manos de ella y las ató hábilmente manteniéndolas sobre la cabeza. Con la mano libre tanteó los mulsos subiendo poco a poco hasta que su mano rozó la ropa interior la cual movió pero no quitó. Pasó dos de dos dedos sobre la zona sensible de _______.
—Gime, di que me necesitas —reclamó Fyodor con una sonrisa juguetona. Ella lo hizo—. Buena niña.
La soltó de las manos y fue tras sus muslos para levantarla, ________ enredó sus piernas en el torso del otro y paso sus manos por sobre la nuca. Fyodor la mantenía contra la pared besando su cuello mientras simulaba embestidas y provocaba los gemidos de la otra que se retorcía de placer y desesperación por más. No duro mucho pues con habilidosos dedos bajo las bragas observando por encima cuan empapada estaba, se rio en silencio. Soltándola un poco él solo se quitó los pantalones y boxers, liberando por fin la erección que lo iba a matar si seguía encerrada. ________ jadeó al verlo pero fue tan corta su sorpresa, Fyodor cogió su pene para introducirlo de una.
________ enterró las uñas en la espalda del sacerdote afirmando su agarre por el dolor. Dejó caer su cabeza contra el hombro del otro gimiendo y llorando al mismo tiempo. Era doloroso, dolorosamente placentero. Fyodor no se movió hasta que ella lo hizo, moviendo sus caderas y apretando para profundizar. Entonces el otro arremetió duro contra ella, todas las veces y realmente rápido lo que no permitía a la otra ni respirar de la excitación que sufría.
Los sonidos de piel contra piel hicieron eco contra las paredes largas, Fyodor moviendo su pelvis a su ritmo impresionando como si no se cansara.
—Me estoy cansando... —susurró ________.
Sin sacar nada, él mismo se transportó hasta una banca, se sentó y dejo que ella respirara un poco luego, la cogió por el cabello.
—Móntalo —demandó. _________ separó las piernas subiéndose sobre el otro y calculando. Poco a poco bajo hasta sentir la profundidad que debía.
Fyodor cerró sus manos alrededor de las caderas, _______ se movió arriba y abajo con calma, luego, peligrosamente acelero arrancándole gruñidos al otro. Gimió su nombre varias veces y eso excito más a Fyodor, la cogió por el cuello apretando y llevando su cabeza contra su hombro dejando que ella gimiera en su odio y soltara todas las maldiciones que quisiera.
El chico ni siquiera salió cuando se corrió, aunque a ninguno le importaba mucho. Finalmente se dejo caer de llenó contra el pecho del otro, aun dentro de él.
—¿Estas cansada? —Ella asintió. Fyodor la cargó para ponerla cómodamente en su regazo, _______ juraba que allí había terminado.
Fyodor desató sus manos y las puso detrás de su espalda amarrándolas con su propia mano. Dos de sus dedos masajearon los labios mayores sacándole gemidos sorpresivos a ______, uno de sus dedos acarició el clítoris y jugueteó con él disfrutando plenamente de los gemidos y temblores así como de la sensación mojada en su interior. Era caliente. Introdujo dos dedos, las paredes de la chica se contrajeron, él jugaba a las tijeras y tira y afloja. Una vez más dio tan duro en su clítoris que pronto sintió el líquido.
—Vente para mí, bonita.
El líquido caliente le recorrió los dedos y cayó sobre el suelo limpio de la iglesia. Sonrió antes de chuparse los dedos y luego besar su cuello.
—Eso es pequeña, que dulce —acarició los cabellos revueltos de ________, desenredándolos poco a poco. Realmente no sentía mucho al venirse, lo cual era normal siendo un demonio dentro de un cuerpo humano.
—Fy-fyodor, quiero dormir —exclamó la otra, completamente débil de tanto placer y trabajo.
—¿Umh? Eso sería aburrido.
Fyodor se levantó llevándola hasta el confesionario.
—Ponte de rodillas.
Pese a que quería negarse, hubo algo que la impulso a hacerlo.
—Chúpala.
Dostoyevski tironeó de su cabello atrayéndola a su pene, _______ lamió el glande y luego el resto, hasta que se lo metió a la boca, chupando, sorbiendo y dando movimientos que causaban sensaciones interesantes en el demonio. Echo su cabeza atrás disfrutando del placer y moviendo la cabeza de _______ levemente dejando que ella hiciera su ritmo.
Las lagrimas se acumularon en los ojos de _________, pues oír a Fyodor gemir su nombre estaba haciendo que se mojara de nuevo, la sobre estimulación la iba a matar. Fyodor demarró su líquido dentro de ella, la chica dejó caer su cabeza contra la pierna del sacerdote, él levantó su rostro con un dedo en el mentón, se rio cuando la vio medio llorar por el placer.
—No es suficiente —dijo.
_________ no sabía que más quería que hiciera. Estaba tan loca por el placer, sus sentidos estaban todos borrosos, ella solo seguía sus órdenes.
—Tócate para mí como lo haces en casa.
este- woof woof¿ nose, me duelen los dedos pero x, la vida sigue
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