escenario XIII.II
TW: en el escenario pasado les comenté que me habían roto el corazón, bueno, no seguimos en las mismas, pero tampoco es como que las cosas esten bien je; aunado a eso, estoy de muy mal humor y tengo mucho calor, ¡dicho de otra manera!, no pretendo contenerme, voy a destruir su estabilidad en este escenario. fem!, male!, no binarie! reader; depresión, ansiedad, privación de la libertad, dependencia emocional, abuso físico y psicológico, suicidio, autolesiones, denigración, secuestro y asesinato.
A petición de: _My_Lady_Reki_
Haz roto con ellos pt. III
Poe
Estaba postrado sobre su habitación, el libro sobre el pecho, el cual parecía ser una carga demasiado pesada con todo el dolor que en sus tristes orbes viólaselas se reflejaba. Las piernas le dolían y se preguntaba cuanto tiempo le duraría la sensación de picor en los labios porque quería arrancárselos de un tirón. Las lágrimas calientes que le recorrían el rostro con graciosa belleza pretendían burlarse de él durante el resto del día, o hasta que se extinguiesen.
El excentricismo de Poe había sido siempre un motivo para cautivar, podías amarlo u odiarlo por reírse en los momentos menos indicados pero cuando aquella risa se perdiese, lo habrías notado de inmediato y te preguntarías por qué. En su momento, él mismo lo hizo e intentó hacerlo, arrancándose las fuerzas de la tráquea para generar un sonido sin éxito alguno. Había tocado fondo.
La noche anterior corrió por todo el aeropuerto, queriendo atrapar sus propias esperanzas en un frasco para que no se fueran nunca más, pero su pequeño Versalles estaba ya cruzando la aerolínea con el propósito de abandonarlo, ¡de huir como siempre hacía! Su cabello castaño oscuro permanecía quieto mientras volvía la cabeza al grito de su nombre.
—¡No te vayas! ¡Con un carajo, no puedes irte! —gritó Poe, las miradas recayeron sobre él. No le pudo haber importado menos pues los únicos ojos que esperaba ver eran los de _______.
Las rodillas del muchacho fallaron, en un instante quiso lanzar sus maletas lejos y abandonar su miedo a la suerte, que sus inseguridades volaran y se desaparecieran en otro país. Pero solo fue un instante, tapó su rostro y dio media vuelta e ignoro los murmullos, el llanto, el grito desesperado de su amado detrás y el de su cabeza, gritándole que por favor no abandonara su cariño. Y entonces, se movió por sí solo, guiado por lazos invisibles.
Poe no lo pensó, no lo sintió, estaba todo perdido.
La pequeña sombra que sobre él se posó, y que, tristemente tomó su mano entre las suyas lo hizo estallar en llanto de nuevo. _________ lo miró, sin sonreír, sin nada más que miedo y dolor en sus ojos y lo abandono. Al igual que su calor abandono su mano en cosa de segundos, él ya no estaba.
Pero el picor de su presencia perduraría hasta sanar.
Fue un error, se repitió. Aunque su cuerpo no lo comprendió. Los brazos de Ranpo apenas alcanzaron a rejuntar su cuerpo antes de tocar el suelo, inhaló la tristeza dejando que sus esperanzas huyeran con el chico, y aquello lo destruyó.
Noche tras noche, revisando sus historias en las redes sociales que se había creado específicamente para interactuar con él, observaba las dedicaciones hacía una persona que podía existir o no, aquellas mencionando a una hermosa mujer. Oh, Poe, pobre desgraciado que creyó en él.
Creyó escuchar una risa proveniente del cuarto en el que estaba, pensó —en su delirio— que el libro estaba burlándose de él al escarbar en todo el dolor acumulado en su pecho. Se estaba riendo de él, de su ingenuidad al creer que un gay de closet podría ser libre con él. ¡Que no fingiría la heterosexualidad que tanta inseguridad le había causado! Un hombre con miedo a ser juzgado es otra piedra en el zapato.
Poe se arañó la cara, queriendo arrancarse las lágrimas que ______ no merecía. Tomó el libro y lo lanzó lejos, lleno de ira. Se miró las manos encontrando piel y sangre entre sus uñas, una sonrisa torcida aflojó en su rostro, así, despertando una locura que no creyó experimentar nunca.
Con las piernas dolidas, fue a buscar una pluma. Esperaba causarse más daño con ella.
Fyodor
—¡Inútil de mierda! —La chica se llevó los brazos al rostro, no queriendo observar a su exnovio golpear a otro de sus sirvientes—. ¡Largo!
Mientras el otro hombre salía a tropezones de la estancia, el ruso se inclinó entre la delicadeza y la rabia hacía su novia. Sus paliduchas manos atraparon la muñeca de la muchacha, quien se tensó con el tacto comenzando a sollozar. Fyodor declaró una mirada llena de pena sobre ella, al bajar los brazos de la menor se encontró con la desagradable imagen que, justamente, no quería encontrar.
—¿Por qué lloras, mi ми́лая? Estoy dándote los mejores tratos que puedo, pero como sabes, soy un hombre ocupado, no puedo atenderte todo el día como quisiera. Debo mandar a esos inútiles a tratarte, pero no lo hacen bien, no lo hacen como quiero. ¡Mi amor!, te ves hermosa llorando, no me gusta ser el motivo por el que lloras —terriblemente dichas palabras aumentaron el llanto desmesurado que ________ tanto se esforzaba por evitar a sabiendas de cómo se pondría aquel hombre. Se mordió el labio, provocando la sangre—. Oh, cariño. Mira que desastre. No te hagas daño por favor, no puedo soportarlo.
Fyodor extendió su manga al labio de la muchacha, llevándose la mancha de sangre con él. Sus lacios cabellos, negros como su jodida alma, rozaron la mejilla moreteada que coloreaba su triste rostro, un escalofrío recorrió aquel frágil cuerpo cuando los descarados labios pálidos del ruso tocaron su frente, sintiendo algo más allá del asco, rotundo miedo. Le asaltaron las memorias de ese día, ¿hace una semana? ¿Dos días? ¿era de día o de noche? La luz era constante en ese lugar, no tenía ni un reloj.
Recordó —entre todo lo demás— cuando su exnovio le puso las cadenas que constituían el primero de sus encierros, de entre tantos, por supuesto. Había sido mala idea terminar con él.
¡Había sido una mala idea comenzar una relación con él! Desde el principio, nunca tuvo porque hacerlo.
—Perdón, no quería llorar —exclamó, temiendo que al no decir nada Fyodor pudiera desesperarse. El ruso levantó las cejas, con expresión incrédula.
—¿En serio no querías? —prorrumpió acercándose peligrosamente a su rostro. ________ ni siquiera sintió cuando el dolor azoto en su espalda, de manera grácil su cuerpo desnutrido y pequeño había quedado tumbado contra la pared tras un empujón que le propino Fyodor.
Y sabía que no debía moverse, ni quejarse, hacerse la inconsciente siempre resultaba ser la opción más factible. Atormentaba por los recuerdos frágiles, se temía ser arrastrada de vuelta a la miseria de donde Fyodor la había sacado y que, sin embargo, en ese punto sonaba hasta agradable volver a la basura y a pudrirse entre los pensamientos enredosos que arañaban los confines de su mente con la necesidad de escapar.
Así que se movió y se quejó, a sabiendas de que recibiría otro golpe que la dejaría con la memoria flotando vagamente entre las promesas que él alguna vez había hecho. Y Fyodor, guiado por una desorbitante rabia recogió la mandíbula de su amada, chocando su nariz contra la de ella en un agarre que podría perforar la burda capa que separaba su amor —obsesión— y su locura.
El ruso la lastimó, rompió su corazón en trillones de pedazos que el viento desperdigo en los surcos de sus heridas, se encargó de arrebatarle el fatídico pedazo de felicidad que alguna vez ella pudo considerar y se lo enterró profundo en el pecho con una tétrica sonrisa; que no era la de él. Que nunca pertenecería a su Fyodor. Porque su Fyodor nunca la lastimaría.
Rememorando visiones que no volverían a tener lugar, le regalo su último aliento sin haberle tomando importancia a la muerte que se aproximaba reptando por su cuello; había parado de ser un miedo y convertirse en la esperanza de un descanso junto a la falseada memoria que Fyodor le había dado de sí mismo.
Nikolai
Y se preguntaba si la opresión en su pecho era producto de su falta de aire o de su incapacidad para decir una sola palabra, aunado a la sensación de las lágrimas arremolinarse sobre la curva de sus pestañas blanquecinas. Nikolai no entendía que estaba mal. O, lo entendía pero su orgullo de hombre estaría negado a aceptarlo en su totalidad, Nikolai Gogol carecía de responsabilidad afectiva y sus inseguridades le comían la cabeza pedazo por pedazo hasta no permitirle mantener una relación estable de ningún modo y se estaba comiendo los labios de la ansiedad. Inhaló.
Debía ir a la escuela, y toparse con el rostro de la persona que lo había dejado botado en medio de un mar sin principio ni fin. El peso en su cuello por la cadena, la presión en la muñeca por la liga, ambos objetos y lo que evocaban le recordaban con sátira que debía devolverlos pronto o elle se aproximaría a él y se los arrancaría con enojo, lo miraría a los ojos sin un solo sentimiento, la sola idea lo aterraba. Necesitaba su atención, necesitaba ser mirado para sentirse bien, pero Nikolai.
Nikolai no estaba seguro de su sexualidad.
Nikolai intentaba encajar en espacio sin acceso.
Nikolai tenía tantas inseguridades como problemas.
Y Nikolai no estaba listo para una relación, lo entendió tarde y este había su tercer intento y el peor. Así que Nikolai se pudrió el esófago al tragarse las palabras que siempre quiso decirle, un perdón —tal vez—, un no te vayas —definitivamente—, un te quiero. No lo hizo, cuando elle dio un paso adelante supo que nunca lo diría. Se invento mil cosas para obtener su atención, novias y ligues, y pensó que lo obtendría.
Sin embargo, vio su cuerpo moverse entre los demás, con ese conjunto de amigos escándalos que tenía, vio como reía y se acercaba a su compañera de salón sin siquiera voltear a verlo. Él estaba deseando tomar la liga y romperla pero de hacerlo, lo que una vez había sido de elle estaría roto, igual que él.
Continuo su paso febril por la vida, hundiendo sus cejas y entornando los ojos, clavándole la vista en la nuca, estirando el cuello inconscientemente por su alguna vez su nombre salía de su boca. Nunca lo hizo. Se paso hielos por el pecho, para ver si lograba apagar la sensación abrazadora que elle evocaba en sí cuando le veía, se malgasto la vida en encontrar su atención y se preocupó genuinamente al verle con otras personas.
¿¡Por qué después de haberle contado lo que nunca le conto a nadie, elle estaba lejos de él!? Lo aprendió a leer con tanta jodida facilidad, que, pese a querer su atención desesperadamente, se temía encontrar su mirada vacía y analítica sobre él, haciéndolo sentir desprotegido. Porque elle sabía cómo mover las riendas. Y Nikolai podía sentirse como la mierda, aunque sabía que se lo merecía.
Se apretó la liga negra en la muñeca.
Se cortó la circulación en el corazón.
Y siguió clavando su mirada en su pequeña silueta andante y alegre.
Y le odio, tanto como le quiso.
Sigma
—¡Perdón! ¡Sé que no es tu culpa! —vociferó el bicolor, con los espasmos producidos por el llanto. ________ negó agachándose a la altura del chico quien, arrodillado sobre las baldosas grisáceas, empujaba sus manos contra las mismas en un intento inútil de parar el rumbo de la sangre.
Tiró del cuerpo de su amada, chocando con el suyo rudamente e intentando con burda manía que ella se quedara. En lo recóndito de su mente la posibilidad de que ella se quedara estaba totalmente enterrada para ser olvidada, por eso los frágiles ríos que escurrieron por sus mejillas limpiaron el camino de sangre que se había marcado entre la desesperación y la locura. Sigma, que tenía tres años, conocía la muerte mejor de lo que ella lo conocía a él.
Pero también conocía el amor como el sentimiento más puro e inexplicable que alguna vez alguien le pudo haber presentado. Y ese alguien, se le estaba escapando como agua entre los dedos. Deslizándose sobre su cuerpo, cuales hilos, los dedos frágiles y casi sin vida de _________ intentaron atrapar el rostro desencajado de Sigma. Logró que apenas él la mirara a los ojos.
—Rompí contigo, porque voy a morir —exhaló en un fragmento de vida. El rostro de Sigma desencajó más sobre sí y lo que eras ríos se convirtieron en tormentos sin dirección, descontrolados por una desesperación que rozaba la inconsciencia—. No llores pequeño, te di todo y me voy bien con eso.
Pero la mente del bicolor no podía, así que obligo a sus manos a tapar aquellos cortes que deformaban los brazos de _______, obligó a su cuerpo a ponerse de pie para correr todo lo que tuviera que correr hasta llegar con Fyodor. Él podría. Él siempre podía.
Y su vida se escapó del cuerpo que luchaba por mantenerla, silbando contra el viento y preguntándose si aquello habría valido la pena, si morir era lo que deseaba con tanto anhelo para terminar con la crueldad que en su corazón estaba instalándose. La pregunta pareció irrelevante pues la muerte tenía los brazos extendidos hacía ella, si tenía importancia o no.
Sigma se deshizo en mil pedazos.
Gritó. Maldijo al diablo, le rogó a dios, se tronó las cuerdas vocales en un sinfín de vocablos inteligibles para el resto, pero que dentro de su cabeza golpeaban con la fuerza de mil tambores. Un ángel cortó el cielo para recoger los pedazos desperdigados de Sigma, y los ríos y las tormentas inundaron la tierra en un mar rojizo mientras los ojos de su amada se apagan conjunto con la vela que su vida mantenía.
"Sí Sigma, estoy rompiendo contigo".
¿Si no hubiera escuchado esas palabras, las cosas habrían sido diferentes? Y si el diablo lo hubiera escuchado, tal vez le hubiera dado la respuesta, pero el mismo diablo estaba conmovido por la tristeza arrasadora que un solo hombre podía lograr.
i'm back to the death. me morí 25 veces y las 25 veces regresé. aprecien esto eh, porque capaz no regreso en dos meses más jaja. tengan en cuenta que escribí esto en distintos tiempos y bajo la influencia de distintas sustancias así que, maybe hay algún error, o dos. me lo marcan y con gusto lo corrijo. ya que estaba desaparecido, hagamos una ronda de preguntas sobre cualquier estupidez que se les ocurra.
me extrañaron, i know that
AH Y POR CIERTO. la de nikolai esta basada en una vivencia de la vida real, porque mi vida amorosa es un desastre. es tan desastrosa que debería escribir una novela al respecto JAJA.
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