Escenario XIII.I
TW: me rompieron el corazón hace poco... háganse una idea. fem!, male! no binarie! reader.
A petición de: _My_Lady_Reki_
Haz roto con ellos.
Akutagawa.
Meció su cabeza de un lado a otro sintiendo pasar dentro de si la melodía, estaba lloviendo o al menos eso parecía. Akutagawa había dicho: llegó en diez minutos. Ella parecía tan tranquila meciendo sus pies sobre la banca que nadie le creería si dijera que estaba a punto de romper con su pareja, oh ¿es qué acaso no lo quería? Porque parecía que así fuese, la chica apartó todo pensamiento intrusivo, debía conservar la calma para soportar la tormenta. Quisiera poder llorar, se repetía a sí misma de vez en cuando, tal vez quisiera poder expresarme abiertamente pero estaba tan acostumbrada a la calumnia de frialdad que la rodeaba que simplemente había levantado bandera blanca.
—Lo siento —dijo una voz seca a su frente, _______ se bajó los audífonos, miró al chico—, ¿Qué necesitas? —murmuró frío, detrás de la fachada seca de la chica se dibujó una triste sonrisa, desde que las cosas no estaban funcionando bien en su relación la soledad tocaba su puerta a diario en espera de una respuesta que tarde o temprano tenía que dar.
—Quiero terminar —exclamó moviendo sus manos por su ropa, evitando ponerse ansiosa, Akutagawa ladeó la cabeza, sus mechones se movieron con él. Un trueno quebró la llovizna convirtiéndola en una tormenta.
Se sentía un poco extraño respecto a esas palabras, le dejaban un amargo sabor en la boca, sus ojos le picaban y de repente, todo control sobre su cuerpo lo había abandonado, respecto al amor aun le costaba entender por completo sus reacciones. Supuso entonces, que así se sentía una ruptura. Tragó aire, respetaba su decisión pero no podía evitar sentirse dolido y abandonado; entendía por qué las cosas ya no estaban funcionando, las discusiones entre pareja iban y venían pero cuando se salían de su rango empezaba un problema. No importaba como Akutagawa quisiera arreglar eso, las palabras nunca eran las adecuadas ni los movimientos se daban en el mejor momento.
El chico se sentía como flotando sin marcha, había perdido la base de toda estabilidad y ________ no cooperaba de ningún modo, aunque parecía que él tampoco. Ninguno decía lo suficiente para expresar todo ¿cómo debían actuar respecto a eso? Eran tan tercos y se movían del lado contrario, mientras uno se rendía el otro lo intentaba y viceversa. ¿Debía preguntar por qué?
—Está bien —respondió en su lugar, _______ levantó la cabeza y la meneó. Si él no preguntaba no debía estar interesado, ¿Ella debía explicarle? Tal vez, aunque parecía innecesario.
—Sigues sorprendiéndome —murmuró levantándose, ajustó su abrigo a su cuerpo y extendió su sombrilla—. Tú falta de interés aun duele.
Akutagawa se limitó a mirarla irse, podía haberle dicho que lo intentaran otra vez, que no sabía cómo actuar, podía haber hecho muchas cosas, pero si no las haces es por algo ¿Verdad?
Entonces ¿Por qué estaba llorando? Y ¿Por qué _______ se limpiaba el rostro con tanto esmero?
Chuuya.
No se trataba de algo que juntos pudiesen ocultar, la grieta ya había aparecido desde el inicio pero ambos habían decidido ignorarla y darle la vuelta a la estatua. Con el tiempo, las grietas se extendieron, enzarzadas unas con otras, imposibles de ignorar. La cinta o el pegamento podrían haber sido una buena opción para ambos, sin embargo, no mantendría la estatua de pie por más de dos meses. No tenía sentido retardar lo que en un principio había dejado de tener reparo.
Estaba soleado, no parecía un día triste como pretendía que fuera, el sol quemando su nuca y calentando sus manos luego de haberlas mojado en el agua podía recordarle fácilmente a su amado, que con su calidez llevada de la mano lo atraía inconmensurablemente a su pecho, proporcionándole un hogar que hasta hace poco creía imposible. Apretó los dientes mientras cerraba sus pequeños ojos, no sabía si sería capaz de mirarlo a los ojos cuando le rompiera el corazón. _______ lo sobre pensaba todo, creía estar preparado para todos los escenarios posibles, pero realmente, nunca, nadie, esta de verdad preparado para la aplastante presión que los sentimientos lograban poner con tanto esmero. Una combinación terrible.
Él estaba allí, sereno como siempre lo estaba, y sonriente como siempre lo estaba con él.
—Aquí estas —le dijo bailando con peligrosa gracia para alcanzarlo, incluso si lo tocó y plantó un beso en su frente, el tacto no quemaba como lo hacía siempre, era tan frío y desprovisto del cariño que alguna vez experimento por Chuuya. Se sentía tan culpable de recibir su amor, no era digno de ninguna manera.
—Chuuya —prorrumpió con voz trémula, la afabilidad que estaba en su rostro desapareció ese día, alertando al susodicho.
—¿Qué pasa? —murmuró atrapándolo en sus brazos, ______ se separó en el acto porque le estaban picando los ojos y no quería ponerse a llorar en frente de él. Los brazos de Chuuya cayeron a sus lados y su rostro llenó de rechazo.
—Ya no puedo seguir, terminemos.
Nakahara Chuuya se quedó pasmado sobre su lugar, las plantas de sus pies empezaban a arder, igual que su pecho, no era una broma. Tragó duro llevándose como corriente de río el nudo en la garganta que le impedía hablar, entreabrió la boca aunque incapaz de pronunciar palabra coherente. Un sollozo escapó en su lugar, cubrió su boca con la mano enguantada y apretó los ojos, batiendo con fuerza sus pestañas negras en una espera interminable de que las lágrimas lo abandonaran.
—Esta... está bien —no, no lo estaba en absoluto. Anhelaba derrumbarse allí mismo, caer de rodillas al piso, gritar tanto que la garganta le quemara más que los sentimientos arremolinados en su interior, deseaba que, sin temor alguno, alguien lo abrazara mientras su llanto le barría el corrector que tapaba sus pecas, pero ese alguien era la causa de su llanto.
Así que Chuuya volvería a casa solo, tendría que abrazarse a sí mismo y decirse que todo estaría bien porque la persona que lo hacía estaba frente a él, con la mirada rota pero el semblante seco.
—Lo siento —murmuró _______ con la poca fuerza de voluntad que le quedaba. Nakahara movió la mano restándole importancia, le pareció patético. Parecía como si hubiera apartado una hoja entre un millón, un ademán no ocultaba el turbador dolor que estaba a punto de quebrarlo.
Logró moverse un poco, apenas lo hizo, corrió dirección a su auto. _______ no apartó la mirada del lugar, ni cuando este dejo de verse dejando un débil rumor con el que tendría que convivir cada que pisara ese lugar.
La lúgubre estatua se cayó en pedazos, al final, casi parecía haber soltado un suspiro de alivio al no tener que mantenerse de pie nunca más.
Dazai dark era.
Las razones por las cuales terminaron eran tan obvias que él simplemente había movido la cabeza con desinterés cuando hacía semanas leía la indiferencia en el semblante de su persona, cuando los movimientos de su cuerpo se volvieron erráticos ante él, aquella sensación de resignación se instaló duramente en su pecho sin la intención de marcharse hasta que elle lo terminara rompiendo, al final, como siempre pasaba. Murmullos trémulos rodeaban su mentecita despierta con palabras inteligibles y gritos suplicantes que derramaban dolor, Dazai detestaba tener ese tipo de imaginaciones tan bizarras con cada cosa que le causaba inseguridad. Se decidió a golpetear su brazo con sus dedos y acallar lo que lo atormentaba por las noches y ahora se mudaba a su día entero.
Se encaminó tras dejar a su chofer detrás, las miradas del complejo de apartamentos no eran sutiles en absoluto, y es que él había llegado en un auto negro con los vidrios polarizados y estaba vendado hasta las narices. Se colgó su gabardina en su brazo antes de tocar el timbre en la espera de que, al abrirse la puerta los pensamientos intrusivos se marcharan, la idea de ser abandonado de nuevo se borroneara tras una brisa sobre la arena y solo quedasen estragos tristes a los que él les sonreiría de manera peligrosa por no poder arruinar su relación. Sin embargo, a veces sus pensamientos intrusivos podían tener razón. La puerta se abrió y la atmosfera golpeó su cuerpo hasta casi hacerlo retroceder. Con su único ojo oscuro contempló los labios fruncidos y rotos por la ansiedad que carcomía a su pareja, aquellos ojos aunque oscuros y a simple vista aburridos, brillaban cristalinos y oh, la mancha negra en su rostro.
El campo de vista de Dazai se cerró a esa mancha en cuestión, activando los instintos más primitivos y que se había permitido privar desde que elle estaba en su vida. ¿Quién le había golpeado? Acunó su rostro golpeado entre sus manos frías y se introdujo al departamento con la expresión menos jodida que tenía. ________ se soltó a llorar sobre él apenas la privacidad que la puerta les daba se hizo presente, entre sollozos logró explicar lo que Dazai ya se temía.
El mal nacido de su padre le había golpeado de nuevo con la maldita excusa de que siempre iba a ser una mujer y que esa ridiculez de los pronombres se los podía meter por el culo y luego, sin previo aviso le sacó a flote el tema de Dazai, luego de una dolorosa patada le exigió que terminara con él o iba a destazarlo y entregarle sus partes en la navidad. Olvidaba que su pequeña persona no tenía ni una jodida idea de quien era él.
Dazai acarició su cabello.
—Por favor, terminemos. No quiero que te haga daño ¿Sí? Solo... aléjate de mí todo lo que puedas —lagrimeó, el castaño se había convertido en la canción animosa que rodeaba su ambiente de cariño, de placer, de tranquilad. Su simple tacto colaba su ansiedad hasta que se volvía nada.
Pero si tenía que escoger entre eso y la seguridad de su amado, siempre escogería la segunda.
Dazai sonrió débilmente.
—Está bien mi pequeñín —soltó por fin—, pero, dime una cosa ¿Cómo te sentirías si tu papá estuviera muerto?
—Supongo que... alivio —tardó en responder y lo hizo con culpa, aferrando sus manos a su ropa holgada, Dazai no necesitaba más—. ¿Por qué...?
—Corderito, hay algo que debe explicarte.
Y así, tras vacilaciones en su voz, tras haberse desecho de la ropa y las vendas de su torso reveló lo que, sin estar al tanto, todo el mundo quería ver. La historia de cada marca y el trabajo que manchaba las mismas manos con las que acariciaba su rostro tan gentilmente.
—Terminamos pequeñín —dijo él, afirmando lo dicho. ________ asintió—, pero será solo hasta que arregle algo.
Odasaku.
El escalofrió tan poco natural en él lo sobrecogió, se atrapó a si mismo contemplando a su pareja, pasmado por las palabras que simplemente no entraban por su conducto auditivo y si lo hacían, se quedaban estancadas como agua sucia en un charco sin atreverse a mover más que con ligeras ondas incapaces de sobrepasar la superficie y por lo tanto, incapaces de hacerlo entender lo que estaba pasando, pero sus piernas habían perdido fuerza y el dolor que se había asentado en su estómago no estaban de acuerdo con la no-asimilación.
Estaba comenzando a temblar, la respiración pesada golpeó su propio pecho y el solo recuerdo de las armas colgadas de su sobaquera haciendo su ruido sordo cuando él caminaba le causaba frustración porque ya no estaban allí y entonces, su pecho se sentía tan apretujado en si misma que ni la reconfortante sensación de las armas sobre él podría hacerlo recuperar la paz. Desahuciado. Era la palabra que podría utilizar si alguien le preguntaba cómo estaba.
—Saku, no quiero seguir contigo.
Tal conjunto de palabras permanecía allí, como una constante estática que conforme pasara el tiempo comenzaría a molestarlo hasta hacerlo estallar en un arrebato de llanto o ira, o las dos. Miró el suelo, a sus zapatos, luego a los de su amada y se preguntó en qué momento ella se sentía tan lejana, incluso si estaba sobre él, su presencia se sentiría como la del polvo en los muebles. Esta allí, pero lo ignoras. ¿Cómo? ¿cómo?
Un estrangulado sonido emergió de las profundidades repletas de sentimientos en su interior, carecía de la fuerza suficiente como para articular alguna palabra coherente. La imagen del hombre sereno que todo el mundo conocía —hasta él mismo— se desmoronaba entre los cimientos cruelmente afilados de un amor que ahora parecía puntiagudo frente a él.
—Supongo que- ehr, mierda, sí. No, no quiero, pero está bien si tú quieres —exclamó finalmente, alzó la vista hasta los ojos de la chica que alguna vez le perteneció, los expresivos orbes que miraban con curiosidad al mundo entero estaban, de manera patética, apagados y fijos en él.
Mientras sus propios ojos se humedecían, apenas sus pestañas lograron retener el líquido salado que resbalaría sobre sus pómulos, trazaría un camino triste en sus mejillas y descansarían en algún vello de su barbilla para morir al tocar el suelo. Inhaló.
—Perdón, Saku —murmuró de manera apagada—, no estoy en condiciones mentales para mantener una relación estable. Volveré a terapia y mejorare, si puedes esperar por mí, mi corazón estaría muy agradecido.
Las lágrimas se desbordaron al momento que su cuerpo actuaba por sí solo y abrazaba a la chica con todo el fulgor que alguna vez retuvo en sí mismo queriendo no parecer un pegajoso de mierda. Apretujó tanto aquel cuerpecito regordete que creyó casi tronarlo.
—Lo hare, incluso si muero, anhelare tu regreso con el alma.
Tachihara.
Un zumbido. Así se sentía estar cerca de él y hasta cierto punto era doloroso, como repetir la misma canción triste que sabes te dañará y solo hará que tus lágrimas empeoren, pero aun la consideras un mal necesario para existir, sin embargo ¿Por qué estaba doliendo tanto? El zumbido había empezado hace poco, bailando sobre su hombro sin muchas intenciones de subir a su oído hasta hacerse más intenso y terminar con su cordura, pero lo hizo, subió. Un centímetro con cada pelea, más fuerte con cada lágrima que soltaba. Estaba cansado de oírlo día con día al estar cerca de él, a sabiendas, de que, eso no pasaría si no se aferrara tanto al chico. Por que se estaban haciendo tanto maldito daños estando juntos.
Doloroso y molesto, zum, zum, zum. Si su corazón volviera a hacer el mismo tum-tum que cuando lo conoció, aquel que frecuentaba su pecho ante el cálido picor que subía por su mano cuando era tomada por la del otro, entonces estaría feliz. Pero no lo estaba, deseaba aferrarse tanto a los abrazos del moreno, así como soltarlos con la misma intensidad, necesitaba estar a su lado y necesitaba alejarse antes de que su pecho sucumbiera por tanto estrés. Por sentir que esto no esta bien.
Estar atrapado entre las brazas de un fuego infinito es distinto a sentirte acogido en un dulce abrazo en medio de una noche lluviosa, para empezar, no estas atrapado, no sientes que te quemas ni sientes que vas a morir asfixiado si no logras salir corriendo. Porque existe esa dolorosa ansiedad que no estaba allí hasta hace unos meses al verlo, al tomar su mano sintiendo que todo es tan monótono. Sabes que algo esta mal pero no estas dispuesto a afrontarlo ¿Verdad, Tachihara?
Zum.
—Tachihara.
Zum. Zum. Zum.
—Tachihara.
Zum. Zum. Zum. Zum. Zum. Zum. Zum. Zum. Zum.
—¡Tachihara!
________ atrapó su muñeca con fuerza y lo arrastró fuera del alcance de la carretera. Solo entonces se dio cuenta de lo cerca que estuvo de ser atropellado. Mierda, solo mierda.
—¿Estás bien? —exclamó su chico, entre soniditos de preocupación acercándose a su rostro de expresión perturbada, acarició su rostro y parecía querer seguir haciéndolo hasta que reacciono y alejó su mano tal que si hubiera tocado fuego. Las brazas de un fuego que no termina, pero debe terminar.
El chico tragó.
—Tachihara, debemos terminar —crudo como siempre, sin pelos en la lengua. Ese rasgo que apreciaba tanto de él y que siempre dolía de la misma manera.
La sonrisa triste que esbozo en su siempre serio rostro rompió la fibra tensa que mantenía a raya el dolor, ______ desbordó las lágrimas que no logró en mucho tiempo. El pelirrojo que sonreía con una tristeza que podía ser cantada con una melodía tranquila y apaciguadora, la tristeza tranquila y cansada de alguien, de alguien que lo esperaba. ¿Por qué tenía que ser él quien terminara todo?
—Lo sé —exclamó y eso fue todo.
—Carajo, mierda Tachihara ¡Lo siento! ¡Lamento el daño que te hice! —el chico posó su palma en su cabello, acariciándolo y por primera vez, en un tiempo, el contacto no se sintió como mil brazas arañando su piel.
—Lo siento también ángel, no quisiera que hicieras esto, pero soy cobarde y te mantuve conmigo incluso si no debía. Perdón... y gracias.
Zum. Zu...
por la mierda, alguien debería pagarme por hacerles sufrir y llorar tanto. en fin, hace poco al coqueto y rompecorazones de ethan le destruyeron el corazón porque bajo la guardia, eso me pasa por idiota. estoy muy cansado, sean buenxs lectores y páguenme con comentarios agradables, regresare más tarde para que sufran. buenas noches<3
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