Escenario XI.III

Advertencia: temas sensibles. Crisis. Dolor emocional. Cicatrices, autolesión. Si no estas preparadx para esto, te pido amablemente que te retires. Esta es la ultima parte, así que agarren su playlist triste.

Inseguridades pt. III

Yosano

En pocas palabras, estaba hundida en un mar asqueroso de piel y vello. Y sinceramente si tuviera que volver a nacer lo haría como un chico porque a los chicos nunca les dicen nada por tener vellos y quizás así nunca le hubieran generado inseguridades. De esa manera, nunca habría que, tenido la sensación de sentirse sucia, nunca habría llorado al pensar que no era la suficientemente femenina, nunca habría tenido miedo de salir a la calle con los brazos descubiertos, o la espalda, o incluso su rostro y nuca. Demasiado cabello ¿No? Por supuesto.

Quería salir con hermosas ropas descubiertas a la calle, en primavera o verano, sí, quería. Quería lucir un traje de baño, pero ¿Sabes que? Es demasiado trabajo depilarse todo el cuerpo, hay cortes y un mundo de movimiento de por medio, creo que es obvio que no puedes hacer todos los días. Además, ¿Dónde quedo ese tonto mito de que el vello crece más grueso cada vez que lo cortas? Se iba a convertir en un mono. Entonces cera, no, es demasiado dolor, ni siquiera tenía para pagar todo eso. ¿Cómo pretendía el mundo que encajara en sus estereotipos si aquello no era de primera necesidad?

No siempre iba a estar sin vello, por favor, es imposible. En algún momento y lugar crecería, y la gente se daría cuenta de que no era tan lampiña como creían, tal vez su ligue la dejara por eso, y por supuesto, alguien que piensa de esa manera no vale ni un poco la pena y, sin embargo, no es algo que le puedes meter a la gente con tanta facilidad en la cabeza. Sabía que no era el fin del mundo, pero se sentía así para ella, porque quería arrancarse cada cabello y odiar su genética aun más por mandarle eso. No es fácil, no, no lo es.

Las revistas de modelos siempre le mostraron brazos pulcros, piernas demasiado hermosas y espaldas perfectas, todxs sabemos que es photoshop y aun así no dejamos de compararnos con el resto, pensando que podríamos tener su cuerpo, su piel, algo. Para alguien tan pequeña como ella, llena de prejuicios y comentarios innecesarios la situación le comía la cabeza como tremendo parasito. Escuchar cosas como "tu niña esta muy peluda", ¿No pueden callarse? Se los quería gritar, todos los días cuando se volvía consciente de que los comentarios le hacían daño, incluso sus propias comparaciones le hacían muchísimo daño y no es algo que puedas parar con tanta facilidad.

Había humo negro a su alrededor que le tapaba los sentidos de la peor manera, una y otra vez golpeando su pecho sin cansancio, convirtiendo todo sentimientos en pensamientos obsesivos que la arrinconaban dentro de una esquina de su habitación. A veces lloraba aun más porque pensaba que estaba exagerando y que solo buscaba atención, que había gente con problemas peores que los suyos y no se estaban quejando. Entonces se sentía la persona más egoísta del mundo. Se callaba, no decía nada y prefería comerse a si misma dentro que sacar todo ese dolor.

En medio de un suspiro, paso el rastrilló por su piel con lentitud mientras el agua chorreaba caliente sobre su piel. Quería verse femenina dentro de sus estúpidos estándares, quería lucir bella y como una señorita. Incluso si el vello no era señal de mala higiene, lograba hacerle sentir asquerosa y tallaba aun más su piel para borrar todo rastro de vello que alguna vez pudo haber estado presente.

Finalmente, se pudo crema, espero a que se secara y reposó acostada en su cama mirando al vacío. ¿Cuánto tiempo tendría que estar ocultando esa parte? ¿Cuándo podría salir a la calle luciendo ropa linda con vellos en el cuerpo? Y si lo hacía, ¿Se vería mal? Eso le provocaba mucha más inseguridad.

Antes de darse cuenta, la piel le estaba ardiendo. Notó un corte en la espalda a través del espejo y de inmediato bajo al baño para buscar algo con que curarse, quizá no era una herida grave pero donde Yosano se enterara, la iba a matar. Abrió la puerta de golpe.

—¡________ estoy cagando! —rugió la doctora. La chica tomo lo que quería y salió como alma que lleva el diablo.

Para desgracia de la otra, apenas Yosano terminó de hacer sus necesidades, subió a ver como estaba su amiga —y persona que le gustaba—. Estaba tirada en la cama viendo el celular y riéndose de memes, pero Yosano notó algo de inmediato como siempre lo hacía cuando ella se terminaba de bañar, nunca quiso meterse en sus cosas y no lo haría de no ser porque notó las quemaduras en los ojos por las lágrimas.

Tomó asiento a su lado y le revolvió el cabello.

—¿Por qué estabas llorando? —________ quiso ignorarla y, sin embargo, con lo penetrante que era la mirada de la doctora y lo demandante que se volvía, no pudo evitar soltar la sopa.

Yosano sonrió tiernamente.

—Tú ya sabes que el vello es natural y no es nada que debamos esconder, pero entiendo que te sientas insegura por ello. No sé como solucionar todos tus problemas, pero estaré siempre de apoyo. Lo sabes ¿No? Una de mis recomendaciones es que te los aclares, así no se notan tanto, el resto se puede quedar allí ya que pronto te vas a acostumbrar y si a la gente no le parece les metemos tremenda tunda ¿Sí?

» No eres más ni menos mujer por llevarlos y si no te gustan, esta bien, pero no hay que excederse porque le hace daño a tu piel. Prométeme que lo harás al menos una vez al mes.

Cuando ella asintió, la mujer se acercó a darle un beso en la cabeza.

—Te quiero.

Kyouka

Darle razones del porque se crean era hablarle a un mueble, no entendía razones, solo se miraba al espejo con tanto odio que podía quebrar el cristal solo para no verse de nuevo. Sabía que era una infección bacteriana pero no podía deshacerse de ella, es como si fuera una parte de su piel que siempre vino pegada. La celulitis se definía como los hoyuelos que salen en la piel alrededor de las zonas grasas y por supuesto, también se definían como la tortura total de cualquier persona.

No debería estar preocupada porque nadie los veía y se supone que la apariencia es lo que más importa ¿No? Pero, en algún momento alguien la vería desnuda, alguien querría tocar su cuerpo, incluso ella misma y se daría cuenta del horror que ocultaba, que no todo era perfecto y que, en realidad, nada era perfecto. Porque es así, estaba llena de defectos, si no tenía una cintura linda o un rostro fino, al menos tendría que compensarlo con algo más. Así trabajaba su mente, pero por desgracia, no podía ser perfecta ni se acercaba a la definición.

Intentó de todo, naranja y todos los remedios posibles que vio en internet, lo hizo todo y se rindió porque creía que no iba a funcionar, ni siquiera tenía una motivación porque creía que estaba destinada a ser así, que nadie la querría y que esos defectos crecerían y crecerían. Que nunca estaría a las expectativas del resto. Se proclamaba a si misma un monstruo, lleno de cuencas en la piel.

La ultima vez había soñado que su celulitis se extendía desde sus piernas y glúteos hasta su estómago, y luego a los brazos, a la cara, a la espalda hasta que la tragaba por completo y quedaba como uno de esos horrendos monstruos lovecraftnianos sacados desde la mente más turbia. Eso no era lo que quería. Despertó temblando en medio de un ataque y se revisó por completo solo para darse cuenta de que las celulitis seguían allí, pero al menos no estaban en todo su cuerpo. De todos modos, no pudo evitar rascarse todo el cuerpo y que le dieran escalofríos al recordar la imagen. Se metió al baño a llorar.

No quería despertar a Kyouka —su compañera de clases y amiga—, estaban en una pijamada y lo que menos deseaba era despertarla y que se molestara con ella.

Pero, para los oídos expertos de la ex mafiosa, no tardó en reconocer el llanto y se levantó de prisa solo para ver un hilo de luz asomarse por debajo de la puerta del baño. Se acercó y pegó la oreja para comprobar el llanto. Tocó ligeramente.

—¿Puedo pasar?

Al aceptar, recorrió la puerta poco a poco, la chica estaba en la taza del baño llorando con las rodillas al pecho. A Kyouka se le retorció el corazón, odiaba ver a la gente llorar. Cogió de las manos a la chica y la hizo levantarse, la acercó a sí, con cuidado paso sus finas manos por su espalda y a la atrajo, la otra tardo un poco en corresponder, y lo hizo, solo para soltarse a llorar más fuerte. Que le abrazaran cuando se sentía más le ponía muy sentimental.

—No te gusta tu cuerpo ¿Verdad? —susurró dándole cariñitos en la espalda—. A mi tampoco me gusta mucho mi cuerpo.

—¿Por qué? Si tú eres hermosa.

Kyouka sonrió.

—Tengo estrías y creo que soy demasiado delgada, ¿Sabes? No estoy preocupada por agradarle a los chicos, pero quiero verme bonita para mí, no quiero parecer una tabla. Antes, no me importaba eso, pero creo que, conforme creces vas notando todos los detalles ¿No?

Ambas se sentaron frente a la otra en el futon, se tomaron de las manos y la de cabello negro le sonrió a la otra.

—Así como tú me ves hermosa, yo te veo a ti como el ser más perfecto que hay en la tierra. No dejes que cosas tan pequeñas te acomplejen, estoy segura de que eso es natural y por tanto te hace hermosa ¿No lo entiendes? Cada marca que tienes el cuerpo es un símbolo de ti, de poder recordarte, de que todos los cuerpos son diferentes y, por lo tanto, todos son perfectos, porque la belleza es subjetiva y aunque el idiota que te gusta no se de cuenta de lo hermosa que eres, la otra mitad del mundo sí.

» ¿Quieres hacer una actividad linda? —inquirió para poner a prueba la idea que se le acababa de ocurrir.

________ asintió.

—¿Puedo dibujarte caritas en tus hoyitos?

Con lagrimas en los ojos, _________ accedió para mover sus piernas y dejar que Kyouka sacara un plumón y pintara muchas caritas en toda su celulitis.

—¿Ves? —le paso el plumón—. Ahora hazlo tú. Puedes hacer esto cada vez que quieras, al tiempo que lo necesites. No es algo que puedas superar de la noche a la mañana y lo entiendo, pero al menos te ayudara a sobrellevarlo. ¿Sí? Te ayudare con lo que pueda, y si no estoy yo, debes platicarlo con otras personas que te inspiren confianza. Todxs tenemos inseguridades, menos o más, no hay una sola persona que se crea perfecta.

» Te adoro y por favor, no dejes de sonreír nunca.


Lucy

Realmente no estaba segura de querer hacer nada al respecto de sus cicatrices. Era confuso, muy confuso. No quería verlas allí pero tampoco quería que desaparecieran, si lo hacían, se sentía vacía y con la necesidad de provocarse más heridas y pese a eso, había días en que las miraba y le daba asco o vergüenza, incluso llegó a arrepentirse. No lo entendía y no esperaba que nadie más lo hiciera. Por eso mismo se ocultaba en las sombras.

Usaba sudaderas largas, pantalones, incluso si hacía calor. En la playa misma ni se desvestía ¿Qué pensarían sus padres o sus hermanas? Ni siquiera tenía un gato como para darles la excusa y los cortes eran demasiado profundos, prefería no arriesgarse. Las personas normalmente no tienen porque esconder partes de su cuerpo, solo las intimas, por pudor, pero ¿Qué pasa con el resto? ¿En que momento las cicatrices, los moretones, manchas y demás se volvieron algo que esconder? A la mayoría de la gente le da igual, en realidad, ni siquiera deberían preguntar a menos que la persona se encuentre en peligro.

_________ no quería que ningún desconocido se preocupara por ella. No necesitaba su compasión, solo quería que sus padres le quisieran como era, sin temor a expresarse, a decir su sexualidad, su género. Y sin embargo, no decía nada y nadie se daba cuenta, porque probablemente le mirarían diciéndole que esa no era la forma. ¿Lo notas? Hay una historia y un mundo de sentimientos y pensamientos detrás de cada cicatriz. No se puede ir diciendo a todo el mundo lo mismo.

La chica era una de esas personas.

Por eso, seguía escondiendo cada cicatriz como si fuera lo más horrible del mundo —de su mundo—.

No es lo mismo decir que esas cicatrices son por tu mascota y que sea verdad a que sea mentira. La gente pensara que eres raro, un suicida y que necesitas atención y bueno, claramente la necesitaba pero no hay forma de pedirlo porque nunca la enseñaron. El auto odio es normal, las criticas son normales. Y te destruyen, totalmente.

Si miraba más allá y se comparaba con el resto de personas que habían tenido una infancia feliz, sin maltratos, sin opresión, con un mundo de amigos para que nunca se sintieran solos. ¿Cuál era el problema con ella? Ella si tenía cicatrices y el resto no, el resto tenía amigos y ella no, el resto era normal y ella no. Vamos, vamos. ¿Y si quería tener relaciones? No con cualquiera, no cualquiera le vería y diría: wow que lindas cicatrices. ¿Y alguien que no es de confianza? Mucho menos.

Por eso, estaba allí sentada, manteniendo las manos dentro de las largas mangas en medio de una fiesta a la que ni siquiera quería asistir. Necesitaba salir a toda costa, pero si lo hacía sus "amigos" irían a buscarle y le dirían mil cosas.

Sin embargo, lo mejor que le ocurrió fue ir al baño. Donde se encontró a su amiga de la cafetería retocándose el maquillaje, Lucy le sonrió cual ángel antes de notar que la chica no encajaba con el ambiente del resto y que obviamente estaba incomoda. Por eso, no tardo ni dos segundos en guardar todo, cogerla de la mano y encerrarse en un cubículo.

Explicándole rápidamente que le obligaron a ir y que sus amigos estaban jode y jode con que se pusiera un vestido descubierto de mangas y pierna. Claramente no planeaba aceptar pero sospechaba que como no hiciera caso sus amigos iban a terminar por dejarle ya que no los complacía.

—¿Qué pasa? ¿No te sientes segura con el vestido? —Ella negó—. Entonces no te lo pongas.

» Disculpa mi atrevimiento pero, ¿Por qué no quieres ponértelo?

—No quiero que vean mis cicatrices.

Lucy abrió la boca y no dijo nada, en su lugar, levantó ligeramente su playera para revelar las marcas en sus costados que adornaban su limpia piel. ________ se llevó una mano a la boca, con sorpresa y para corresponder igual, ella levantó sus mangas.

Lucy no lo pensó dos veces para abrazarla, quizá hubiera besado sus cicatrices si no fuera porque no tenían la suficiente confianza. Y fue suficiente para ambas, el saber que las dos tenían marcas del pasado que preferían olvidar y que no estaban listas para dejar ir.

—Sinceramente, no me gusta que vean mis cicatrices y pregunten, lo único que hago es mirar mal a la gente que tiene el atrevimiento de hacerlo. Es más fácil, todas las personas tenemos marcas, unas más visibles que otras, nuestro propio comportamiento es un reflejo del pasado y su crianza. No tienes por qué avergonzarte de ellas, pero si no las quieres mostrar, también esta bien.

» ¿Quién fue el pedazo de mierda que te quiso poner el vestido? —preguntó con una sonrisa mal intencionada—. ¿Es tuyo? —_______ negó—. Muy bien.

Y dicho y hecho, agarró el vestido y lo hizo trizas con las manos, luego jaló a _______ del brazo, le indicó que le señalara al grupo de personas que se hacían pasar por sus amigos y cuando las encontró, agarró sus bebidas, las vació en sus cabezas y les lanzó el vestido hecho mierda. Luego, les sacó el dedo de en medio y corriendo junto a su amiga, salieron de la fiesta, riéndose.

—Si mañana te dicen algo, no dudes en enfrentarlos. Y no te preocupes, tus cicatrices son lindas, y siempre habrá alguien que te dé una mariposa o pregunte por cada una de ellas.

» Si no soy yo, será alguien más.


Kouyou

Estaba corriendo, corriendo bajo el abrazador sol de verano, pero no estaba segura de a donde iba. Incluso con la boca llena de sangre, no se detuvo, no hasta que piso los edificios de la mafia. Allí, arribó a su habitación sin dar menor explicación, se metió al baño y se lavó la boca mientras saladas lagrimas de dolor se mezclaban en su boca con la sangre. Se metió los dedos a la boca y jaló de sus dientes, si eso tan solo funcionara, sus dientes habrían tenido una forma normal o por lo menos, hubieran sido más pequeños.

Si tan solo no le hicieran sentir como una barracuda o un conejo, de esa manera no tendría que cubrir su sonrisa cada vez que lo hiciera, ni tendría que evitar reírse a carcajadas. Era vivir con ese miedo constante, y _________ era de esas personas que nunca hacían oídos sordos, siempre oía todo, sí, mantenía una mirada seria y desinteresada pero por dentro todos los malditos comentarios despectivos le molestaban en lo profundo del alma. Por eso mismo, odiaba su ser y sensibilidad y si a eso le sumamos sus dientes, ah, las cosas acababan mal.

Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos. Comentarios despectivos y pensamientos obsesivos.

Si en medio de toda su desesperación no colapsaba, no sabía cuando lo haría. Su día empezaba bien, porque la gente ni iba por allí abriéndote la boca para ver tus dientes, era parecido a las enfermedades mentales, sin embargo, en una depresión se nota, en una ansiedad se nota, y unos dientes no. A menos que seas una persona muy observadora. Tan solo un comentario o una mirada mala hacían que sus días se apagaran y quisiera recluirse en su cuarto a llorar.

Crisis. Crisis. Crisis. La gente y sus compañeros no entendían que tan difícil era para ella lidiar con esa inseguridad. Por eso no les había importado arrastrarla atrás de la escuela y golpearle la boca con los puños, no les molesto meterle un destornillador en la boca con la intención de "acomodarle" los dientes, ni se sintieron culpables con los golpes que le proporcionaron para hacer pequeños sus dientes.

Sí, le dolía la boca, pero más el corazón y la cabeza.

Entendió que sus sollozos eran demasiado fuertes cuando alguien toco la puerta, dejó correr el agua y se enjuagó la boca para eliminar los últimos rastros de sangre. Se mojó la cara y abrió la puerta, sin embargo, cuando creyó que su actuación iba a funcionar se encontró con uno de los ejecutivos de la mafia.

—Eh... veo que tienes problemas —exclamó el pelirrojo rascándose la nuca—. Espera aquí.

Dicho esto, se fue y trajo consigo a la otra ejecutiva, Ozaki Kouyou. Una mujer sin duda imponente y hermosa. Chuuya se fue y las dejo solas. A ________ le daba muchísima vergüenza estar llorando frente a una mujer así de poderosa, pues temía que en algún momento le gritara que era débil y dejara de llorar. Cerró los ojos con fuerza ante el regaño que le seguía y para cuando sintió que le iban a gritar en la cara, solo hubo el contacto de su húmedo y lastimado rostro contra las dos manos tibias de la mujer.

—Estaba esperando a que me lo dijeras —susurró la mujer acercándose a la boca de la chica—. Pero tienes esa costumbre de callarte todo.

Con cuidado tocó sus rotos labios, abrió su boca y revisó.

—Necesitamos llevarte al dentista —ordenó.

_________ se volvió a soltar a llorar allí, el simple hecho de que la abrazaran de nuevo la ponía muy sentimental y vamos, siempre es bueno llorar todo lo que nos hemos callado durante años. No somos un contenedor de problemas.

—Escúchame un poco antes de que decidas que es suficiente. Te informo que no lo es, no es el fin. Y no esta bien que te sientas culpable por llorar o ser débil, o por acomplejarte por una cosita así. Esta bien, claro que esta bien. Somos un montón de problemas e inseguridades y tarde o temprano alguien se tiene que enterar así que es más fácil decirles que se vayan a la mierda y si no aceptan, acude a terceros. Nunca estarás sola, solo te sientes así porque nuestra vista se reduce conforme los problemas nos aplastan.

» Me gustan tus dientes, y estoy segura de que a alguien más le gustaran y sino, no necesitas que a alguien le gusten, necesitas que te gusten a ti. No te arreglas para nadie, sino para ti, es así como debes pensar. No eres el disfrute personal de nadie y si no les gusta lo que ven que se volteen o se vayan, no vas a dejar de ser lo que eres por sus calzones.

Levantó su cabeza por el mentón y le revolvió el cabello en un gesto cariñoso.

—De todos modos, si no te gustan, iremos al dentista ¿Bien?

Ella asintió.

—Muy bien. Ya no te tapes la boca cuando rías, a mí me gusta así.

Gin

No, no lograba entenderlo, no lo haría nunca. ¿Por qué la piel de sus brazos era tan flácida? Sus mulsos rompían los pantalones, ningún cinturón le quedaba, tenía ronchas de grasa por todo el cuerpo, si se sentaba ocupaba demasiado espacio, no hacía demasiados gestos porque tenía papada, si se sentaba había demasiados rollos. Demasiado pecho, sus glúteos eran de grasa pura, la ropa floja no le entraba, demasiado calor por la noche, mucho espacio, muchos problemas. Diabetes, colapsos, ansiedad, miedo, tristeza, constantes críticas, ni siquiera podía comer un poco más porque se veía mal.

¿En algún momento las criticas iban a parar? ¿Habría algún día donde pudiera salir sin temor a ser juzgada?

Incluso si hacía ejercicio, si comía bien, si hacía esto o el otro. No importaba, se desmotivaba a los cinco segundos, necesitaba dietas rápidas que la hicieran sentir bonita y no tener que estar esforzándose años para ser una más de los estereotipos, no importaba si las dietas eran sanas. Quería tomarse fotos y lucir bien, quería poder salir a la playa con bikini. Sí, dijesen lo que dijesen, prefería ser del montón de "básicas" a ser del otro montón. Nadie la quería por ser como era, porque ¿Quién se iba a juntar con la vaca? Exacto, nadie.

Simplemente no podía bajar de peso mágicamente como en los animes. Quería lucir bien para si misma y para su pareja. Si no, se sentiría mal por el resto de su vida, si de por sí, tener que enfrentarse día a día en la universidad a los comentarios asquerosos de sus compañeros. Eran idiotas y definitivamente no tenían vida propia, de otra manera, no estarían hablando mal de otras personas. ________ no estaba lista para entender eso.

Nunca iba a aceptar tener que ser la gorda de la familia, o la burla, a la que escogían al ultimo en los equipos de deportes porque creían que iban a perder, la que corría lento y tenía mala coordinación. No lo aceptaba porque deseaba ser delgada como el resto, sí, sabía que las delgadas también tenían inseguridades pero, prefería lidiar con esas inseguridades que con las otras. Después de todo, todo el mundo tiene inseguridades.

Las personas no entendían el peso de cargar con todo eso, con todo el miedo, el enojo, la tristeza, el hecho de sentirse insuficiente, de sentir que no podía ser amada por su cuerpo. Porque, ¿Qué es lo que incita a la gente a hablarle a alguien? Si, su atractivo físico, y digan lo que digan, alguien siempre la iba a dejar por la de buen cuerpo sin importar que tan buenos o fuertes eran sus sentimientos. Todo eso y más, que ni su propia mente lograba aceptar, la hacían sentir como una cerda que no merecía derechos como los otros solo por ocupar mayor espacio en el mundo.

No estaba llorando, le costaba mucho y simplemente estaba tendida en su cama, mirando al techo y recordándose cada cosa que había hecho mal, cada parte de su cuerpo que no le gustaba, cada comentario, cada mirada.

Por supuesto que se sentía mal, siempre, casi diario y era muy molesto, pero como fuese, no podía ir por allí llorando siempre.

—_______ —llamó la Akutagawa desde la puerta—. Ya llegué.

Asomando la cabeza se dio cuenta del aura deprimente que su pareja se cargaba, Gin, tan amable y tímida como era, dejo sus cosas en la percha y fue a hacerle mimitos. Se acostó junto a ella, y la abrazó con todo el cariño del mundo, luego dejo un beso en su frente.

—Nos soy buena con las palabras, pero por ti puedo hacer mi mayor esfuerzo —murmuró apretando su agarre—. Eh... yo no tengo tu cuerpo pero no quiero imaginarme lo que debe ser para ti, por eso quiero que sepas que a mí siempre me va a dar igual si tienes el cuerpo de una sirena o no, no nunca te escogería solo por tu cuerpo, me gustas así. Quiero ser tu apoyo en esta lucha, y estaré contigo hasta que logres amarte porque todos los cuerpos son bonitos, simplemente la gente tiene preferencias pero las preferencias son lo menos importante. Tú no necesitas a alguien con preferencias ni con sus criticas baratas, te necesitas a ti, diciéndote lo diosa que te ves en ese top o como lucen tus muslos en faldas.

Las manos delgadas y frías de Gin se dirigieron a los muslos desnudos de la chica, acariciándolos con cuidado y apretando ligeramente en cierto punto.

—Joder, me encantan tus muslos —le dejo un besito tierno en la nariz.

—Gin...

—No soy psicólogo ni puedo ser tu soporte toda la vida, por eso, vamos a buscar asistencia en línea. Siempre que te puedan ayudar más, estará mejor, si te incomoda, esta bien, probemos otra cosa ¿Bien?

Asintiendo, ________ subió una de sus piernas al delgado cuerpo de la otra y la abrazó con cuidado pues sentía que la rompía. Gin sonrió alegre de que sus palabras funcionara, no era de hablar mucho y claro que intentaba demostrar todo de si misma para que supiera cuanto la quería y la apreciaba. Que supiera que jamás le dejaría por alguien más y que su cuerpo nunca le produciría otro sentimiento que no fuera amor —y excitación—.

—Mañana vamos a comprar algo de ropa —siseó medio dormida la mafiosa—. Quiero que modeles tu cuerpo ¿Sí?

El sonrojo que subió a la chica no tenía precio.

Higuchi

—¡Oye palillo! —gritó uno de sus compañeros mientras él se dirigía plácidamente en su hogar, sí, sus tardes se resumían en oír las constantes burlas de sus compañeros.

No tenía la complexión de un chico, hombros pequeños, costillas a la vista, sin ningún cuadro a la vista. No como el resto de sus compañeros, que jugaban y tenían la fuerza de un toro. Le preguntaban si comía, si estaba bien de salud, si en su casa le daban de comer, si no vomitaba. ¡Demonios no! ¡No era un anoréxico! Pero a la gente le encantaba joder con eso, como si la anorexia fuera un juego, como si fuera algo que estuviera de moda.

Incluso chicas se le habían acercado diciendo que el hecho de estar delgado le daba un toque mucho más aesthetic, sí, pero, no era un anoréxico ¿Cuántas veces tenía que repetirlo? Él no sentía feliz con su cuerpo, y el hecho de que las chicas lo consideraran el morrito que estaba a un cigarro de morirse, le parecía malo, no era divertido, no era atractivo.

Lo único bueno es que cabía en lugares pequeños.

Se apresuró a caminar para buscar el auto de su jefa, el cual se notaba bastante por estar polarizado y además brillar muchísimo. Si supieran que trabajaba para una mafiosa, se orinarían en los pantalones pero ________ no quería aprovecharse de eso, solo quería que lo aceptaran como era no que le tuvieran miedo.

No encontraba ninguna gracia o atractivo en verse más pequeño que el resto de sus compañeros ni que le dijeran huesudo, o que creyeran que carecía de fuerza. La mayoría de la ropa no resaltaba en su cuerpo, parecía un maldito perchero con ropa encima. Sí, decir que estaba acomplejado con su contextura, parecía un grano de arena al lado de la playa completa. Le daba muchísimo miedo que en algún momento todos sus compañeros se aprovecharan de él y su cuerpo para molerlo a golpes, se preocupaba por la cantidad de chicas que lo miraban como si fuera la octava maravilla del mundo.

Y no solo eso, como chico, le molestaba muchísimo parecer una chica, si alguien viera su cuerpo un poco lo confundirían con una chica poco desarrollada. Por supuesto que hería un ego, quería que lo vieran como un chico, no como el amigo afeminado que servía de soporte emocional a todo el mundo y sumándole a eso, si eres delgado y bajo no tienes la medida que las chicas quieren —si saben a lo que me refiero—.

—Ahg —murmuró al subirse al carro de su jefa. Higuchi lo miró con expresión curiosa. _________ era naturalmente delgado. Comía mucho, hacía ejercicio, lo único que pasaba es que se inflamaba y a las horas estaba igual de flaco, claro que, a Higuchi no le importaba, mientras pudiera cuidarle, estaría bien.

—¿Estas bien _______-kun?

Él asintió tomándose de los hombros y masajeando sus hombros con cuidado, sintiendo los huesos sobresalir y las clavículas marcarse. Se sobó la espalda solo para sentir la columna y los omoplatos. No, no tenía una espalda musculosa como el resto de chicos.

—Sí, sí —respondió con calma—. Yo eh... estoy cansado.

—¿Qué? —refutó la rubia—. Tenemos una misión...

Soltado un pff, accedió a la misión, llegando a la mafia dejo sus cosas, se bañó y vistió con su ropa de caza y la máscara. Se miró al espejo y suspiró, golpeando su cabeza contra la pared, quería ser fuerte como sus superiores o amigos, quería hacer algo más que controlar la sangre. Estaba seguro de que, sin esa habilidad, no serviría de nada en la mafia.

Higuchi entró a la habitación y lo vio golpeando su cabeza contra la pared.

—_________-kun... —Higuchi, como era de observadora había notado desde el principio los complejos del chico pues al igual que su Sempai, se sentía acomplejado por su cuerpo.

La chica se acercó y lo tomó por los hombros.

—A veces se me olvida que las personas delgadas también tienen inseguridades —La rubia sobó la cabeza del chico—. Los comentarios nunca faltaran, te van a criticar por todo así que no deberías preocuparte por si encajas o no con los estereotipos, deberías preocuparte si te gustas así. Una cosa muy distinta es querer gustarles y gustarte. ¿Me entiendes?

Lo hacía, pues si se ponía a analizar, ser delgado no tenía nada que le causara malas ideas, solo quería dejar de serlo por encajar, pero si estuviera rodeado de personas delgadas, jamás le habría importado serlo.

—En realidad, nunca estamos buscando nuestro amor; siempre estamos acostumbrados a buscar la aprobación del resto para llenar nuestro vacío, y jamás nos enfocamos en nosotros. Si a ti te gusta, esta bien, si al resto no, esta bien. No estas para complacer a nadie, quiero que les demuestres que eres más que cuerpo y si no hacen caso.

Ella sonrió.

—Me das sus nombres y los desaparecemos.

Yumeno (Q)

Esa persona que constantemente tiene miedo o esta en alerta. Era como una masa de nervios y peligro al mismo tiempo, siempre miraba sobre su hombro como si alguien lo siguiera desde atrás con un puñal en la mano. Sentía que lo seguían, que lo iban a asaltar, que brincaría del susto cuando alguien le hablara. No podía simplemente entrar a una habitación y esperar, tenía que darle veinte repasadas, ubicar a las posibles personas que podrían ser un problema, a las que podía hablarle, los movimientos que harían o a que olían. Es como si fuera un criminal muy buscado, tenía miedo y daba miedo.

Al llegar a casa no podía sentirse seguro, cerraba puetas y ventanas con seguro, tenía que sentirse en control para estar tranquilo. Estar rodeado de cosas que conocía para entender su mundo, si algo estaba fuera de lugar le producía miedo. A veces, se levantaba de madrugada y se asustaba de ver la silla llena de ropa, pues parecía un monstruo o cuando estaba en el transporte público, si alguien le dirigía la voz, temblaba del susto pues sentía esa necesidad de huir o ponerse a la defensiva. Ese tipo de gente, creció con miedo.

Creció con una mano encima, a golpes, con intimidación, en constante alerta pues en cualquier momento que bajara la guardia, algo saldría mal. ¿No es así?

Requería mucha energía mental, por eso siempre acababa agotado. Y ni así podía estar tranquilo, acabaría muerto un día de esos. Realmente le tenía envidia a esas personas que podían tomarse las cosas con tanta tranquilidad, a las que no les importa convivir con veinte personas diferentes porque encajaba en todos lados, quien no sentía miedo de ser intimidado o visto de mala manera. Quien simplemente vivía la vida como se tenía que vivir, disfrutar de las cosas, llorar cuando lo necesitara y sonreír cuando pudiera.

Él no podía sonreír mucho porque parecería amigable y esas personas que no quería que se le acercaran, lo harían, no podía llorar porque sería débil y podían aprovecharse de él. Daba miedo tener que fingir casi todo.

Daba miedo ser tan asustadizo.

¿No es eso? Sí, es miedo.

Al sentarse, destensó los hombros, se pegó a la pared y recargó la cabeza allí. Al otro lado de la celda, Yumeno reposaba con su muñeca y los grilletes haciendo presión contra sus muñecas.

—Ne, ne, __________-kun ¿Cómo estás? Te veo mal —declaró el chico acercándose lo más que podía a su único amigo.

Estiró la mano lo más que pudo y cogió los dedos del chico, acariciando levemente sus nudillos. Q levantó sus ojos de circo para mirar al chico.

—Estas temblando —dijo—. Yo también tiemblo.

Yumeno levantó su mano.

—Es difícil cuando creces encerrado y a golpes. Dazai siempre me gritaba, así que los ruidos me dan miedo y el dolor también. Tú también tienes miedo ¿Cierto? Es normal, somos humanos, no podemos actuar como robots, solo que algunas personas somos más sensibles que otras, no debes preocuparte por eso. Esta bien tener miedo, vamos, vamos —él volvió a tomar su mano.

» Siempre puedes ser tú mismo conmigo. No te preocupes, no le hago daño a mis amigos.

Sonriendo, el otro chico apretó la mano del niñe.

—Yo también te quiero ________-kun.


HI HI BISTECS

ehhh, estan abiertos los pedidos eh.

Y AHORA /ruido de tambores. 

LES VENGO A PRESENTAR A DOS PERSONAS QUE AMO Y ESCRIBEN MUY WONITO

ejem, ejem. La primera persona es: s0ft_cl0ud 

Él escribe sobre bsd y hanako-kun, sus historias son lindas y tiene un estilo de narrar que no se expande tanto como el mio. 

La otra es: sanguchito_de_miga_ 

Elle escribe de bsd, haikyuu y hanako-kun. Su estilo de escritura es conciso, y sabe expresar bien lo que piensa. Les amo a lxs dos, besitos. 

Si no se leen los libros y comentan lxs pateo. Eso, bai, bai.

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