Escenario VI.II

🥀Fyodor

—Recuérdame porque estoy aquí... —murmuró tu novio, tratando de mostrar su típico porte serio y confiado, siendo todo lo contrario.

Llevaba puesto un traje negro, con decoraciones en plateado, un moño rojo colgándole desde del cuello y lo más importante, la montera, o, el sombrero de torero. Dios, se estaba muriendo de vergüenza, todos allí lo estaban mirando, mientras tú lo llevabas al otro lado de la plaza de toros.

Él y tú habían apostado en un partido de futbol, y él, por confianzudo había perdido, lo cual te dejaba como ganadora y podías hacer lo que quisieras. No sabías que hacer, hasta que viste, un anunció de corridas de toros y una idea llegó a tu cabeza. Sabías que te castigaría después, pero ver que hacía, valía toda la pena. Además, nadie se metía con tus poderosísimas águilas del América.

—¿Y el toro? —preguntó, mirando a los lados, lo ignoraste y lo dejaste donde debía estar.

—Bueno ya sabes, anuncian tu nombre y sales. Esto, es para torearlo, ¡Que no te mate! —y te fuiste, dándole aquella tela roja.

Cuando volteaste, tu novio ya estaba dentro de la plaza, y el toro estaba al otro lado. Fyodor, parecía saber lo que hacía, pero no pudiste evitar reír, cuando él dio un paso atrás al ver como el toro iba en su dirección. La gente miraba expectante, los presentadores habían anunciado a tu novio como un extranjero de Rusia, y la gente solo quería ver si el pobre quedaba en ridículo o algo, y tú también.

Sin embargo, no fue así, sino que pareció estar dominando muy bien al toro. Suspiraste, derrotada, a ese hombre todo se le daba bien. ¿Por qué esas cosas te pasaban? ¿A dónde más necesitabas llevarlo? ¿Al box?

Al salir, y yendo de vuelta a su casa, no hizo más que recargarse en tu hombro y dormirse. Su cuerpo anémico no estaba para domar toros.

—Me las vas a pagar cuando lleguemos —te susurró con voz ronca en el oído.

🥀Poe

Probablemente te ibas a arrepentir seriamente de la estupidez que estabas a punto de cometer, pero, tenías que hacerlo. Tu habilidad consistía en cambiar almas a cuerpos diferentes. Por lo que, ese día, veintiocho de diciembre, día de los inocentes, ibas a hacer exactamente eso, con Karl y contigo. Tu actual novio, no sabía de tu habilidad, después de todo es algo que evitaba preguntarte, ya que, debido a esto, el Gremio te había encontrado y esclavizado.

Escuchaste los pasos de tu novio, transferiste tu alma al cuerpo de Karl, y aventaste tu cuerpo con el alma de Karl fuera de la habitación, por la puerta trasera, le tomaría mucho tiempo aprender a manejar ese cuerpo.

Poe entró, te sonrió y levantó. Rápidamente te pusiste en su hombro y le hablaste al oído.

—Ey Poe... —el hombre pegó un brinco, y te miró, temeroso. Querías sonreír, pero tus facciones de mapache no te lo permitían.

—¿K-karl? ¿H-ha-hablaste? —soltaste un chillido como respuesta, él dejo de tensar los hombros—. Oh, de vedad, creí haberte escuchado. ¿No has visto a _____? Soltaste otro chillido. Poe giró la cabeza al escuchar un ruido en la puerta, maldijiste por dentro, Karl había llamado la atención.

Poe caminó hacía la otra puerta, a lo que tu respondiste con un mordisco en su hombro.

—¡No! —susurraste a modo de grito. Poe volvió a pegar un brinco, bajaste de su cuerpo y te paseaste por el suelo.

—Karl... ¿De-de verdad hablas?

Lo ignoraste, subiste por su pantalón y te introdujiste debajo de su camisa, sentiste como un escalofrío recorría al hombre y este se sacudía, te apresuraste a salir y ponerte en su cabeza. Poe te quitó y te cargó por las axilas, te examinó, nervioso.

—Tranquilo cariño, ¡Soy yo!

—¿Tú...? Eh-eh, ¿_____? —asentiste—. ¡__-______!

Tomo una larga bocanada de aire, y te dejo en la cama.

—¿Por qué eres Karl?

—Luego te lo explicó.

—Y... ¿Para, para qué?

—Es día de los inocentes —tu novio ladeo la cabeza—. Solo préstame doscientos, mañana te los pagó.

Poe asintió, y tu sonreíste con malicia por dentro.

—Oh, y, por cierto. ¿Por qué te metiste debajo de mi camisa? —preguntó, con cierto miedo reflejado en su voz.

—Quería tocarte —respondiste, serena. Poe no dijo nada, pero se giró y huyó de la habitación, para ir por tu dinero.

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