Escenario II
A petición de: ichisan_13
Advertencia: ruptura de feelings
— ❦ —
Tachihara
—Hoy no puedo bebé, de verdad me encantaría ir... — tu comentario se cortó abruptamente por las palabras de tu novio.
—No te preocupes hermosa, acabo de recibir trabajo — le agradeciste mentalmente a tu jefe, era la tercera vez que no podías aceptar una invitación de tu novio.
—Oh, entonces ¿Nos vemos después?
—Por supuesto — colgó.
Dejaste tu teléfono en la mesa y tu jefe te miro con curiosidad.
— ¿Y bien? ¿No me darás las gracias? — le miraste de reojo, hablaba en serio. Suspiraste, cansada y le diste las gracias más a fuerzas que de ganas.
Tu semana no había sido específicamente la mejor, claro que no y el asunto de tener a tu novio engañado todo ese tiempo ya no era tan emocionante, menos cuando estaban a punto de cumplir un año de relación. Comprendías a la perfección que trabajando en la mafia lo mejor era mantener la distancia pero ¿De verdad era necesario si los dos trabajaban en la mafia? Te sentías mal contigo misma porque sentías que era un engaño, mientras tu sabias de él, él no sabía de ti.
Miraste tus manos, lo pensaste. Suficiente, se lo dirías. No más secretos. Si, hoy en la ma... tus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de la radio de Ougai.
—Ah Hirotsu-san... ¿En serio?... que sorpresa... claro, enseguida — la apago y dejo en su escritorio. Le miraste con curiosidad.
— Tu novio tiene problemas ¿Por qué no vas a ayudarlo? — tu reacción fue inmediata, corriste por tu abrigo y sin pedir autorización para salir o despedirte tomaste vuelo a tu motocicleta, también tenías un auto pero la moto era más rápida y menos espaciosa.
Te sabias la dirección de memoria al igual que las calles de Yokohama así que no te era ningún tipo de problema en no mirar hacia donde ibas, llegaste en menos de lo esperado. Dejaste la moto donde no se viera y activaste tu habilidad, con la que podías hacerte invisible y a las cosas que tocaras. El tiroteo se desarrollaba al aire libre entre muchos edificios que cubrían la masacre. Preparaste dos de tus armas preferidas y disparaste a mano suelta, demasiado fácil.
— ¡Yagami-san quítese de allí! — te grito Tachihara, giraste tu cabeza arriba logrando ver a un tipo con más kilos de los que la estructura donde estaba podría soportar, lanzaste una pistola a la cara del tipo y aprovechaste con la mano libre a sacar una granada, le quitaste el seguro y la lanzaste.
— ¡Eh gordo, atrápala! — dirigiste tu mirada a tus compañeros —. ¡Lagarto negro para atrás!
Y junto a tus gritos te hiciste a un lado, llegando al lado de los susodichos, sin embargo antes de que la granada explotara viste de reojo puntos rojos apuntándoles al corazón. Bufaste, a ti no te apuntaban pero a ellos sí. Meh, muy tarde, idiota.
BOOM perra.
—Retirada — ordenaste y todos obedecieron. Por último y con un recordatorio de que con la mafia nadie se metía ni mucho menos con un ejecutivo te robaste el encendedor de Hirotsu y prendiste fuego a ciertos barriles inflamables. Je.
Solo que las cosas no terminaban allí, sentiste un dolor agudo en la pierna logrando que perdieras compostura y cayeras al suelo en medio de la explosión, incluyendo que se desactivara tu habilidad. Lagarto negro regreso por ti sin molestarse en mirar a quien tenían en manos, puesto que nunca te dejabas ver trabajando con gente de rango inferior. Pudieron escapar por un pelo y cuando finalmente estuvieron en el auto a todos se les cayó la mandíbula al suelo, sobre todo a Tachihara, oh dios, no querías decírselo de esa manera.
—Oh... yo... tengo una explicación lógica par-
— ¿Eres la novia de Tachihara? — preguntaron Gin y Hirotsu al mismo tiempo ¿Ah? ¿Y ellos como te conocían?
— ¿Eres mi novia? — dijo el genuinamente —. Un momento ¿Por qué nunca me lo dijiste? Quiero decir, esto, lo de la mafia.
Su rostro expresaba decepción y un deje de traición.
—El jefe me lo prohibió, yo planeaba decírtelo hoy pero...
—Está bien, no es el mejor momento para hablar — no dijo nada mas aunque su rostro por si solo expresaba suficiente. No te atreviste a mirarlo a la cara.
— ❦ —
Una vez recuperada volviste a tu casa en carro, donde por obvias razones se hallaba Tachihara esperando una explicación.
—Antes de que me digas cualquier otra cosa, lo siento ¿Si? Realmente me arrepiento de no habértelo dicho antes cuando yo ya sabía y si fue mi error pero...
— No digas más, creo que ha sido suficiente.
— ¿Qué? ¿A qué te refieres? — viste su rostro, no te miraba, sus ojos expresaban dolor y estaban cristalizados. ¿Qué pasaba por su cabeza? Dios no.
—Tú lo sabes — tú lo sabes, tú lo sabes. No, no era eso. No podías creerlo, no querías.
—Michizou por favor no...
—Basta ¿Si? Siempre es lo mismo, me mientes, me engañas, estoy cansado.
—Era por tu bien, todos esos negocios son muy peligrosos, no podía dejar que te metieras en ellos.
—No quiero tus motivos, rompemos — lo dijo, tan frio, tan seco.
Entonces tu mundo se derrumbó, viste a Tachihara salir sin decir una palabra, te dejaste caer sobre la alfombra abrazando tus piernas, mordiendo tú labio hasta hacerlo sangrar, apretando tus ojos. Con un corazón roto.
Akutagawa
—Sempai quieren verlo — dijo la rubia perdidamente enamorada del pelinegro sin tener la remota idea de que este contaba con novia, pobrecilla.
—Lo escuche Higuchi, voy enseguida — la chica suspiro al verlo alejarse, desde hacía tiempo ya no la trataba tan mal lo cual para ella significaba señal de algo y claro que era de algo, sucedía que desde inicios su noviazgo con aquella chica que lo traía cortito; ella misma le había pedido de favor no tratar así a quien lo respeta. ¿Y cómo obedecer a su novia?
Una vez frente a la oficina de su superiora pidió permiso para entrar, unos segundos más tarde obtuvo el pase. Cuando entro no se sorprendió al ver a su jefa con una máscara, juraba que no sabía de donde sacaba esas cosas y le aterraba preguntarle de donde las sacaba. Eran una especie de combinación de la máscara de Kagetane Hiruko solo que con cuernos de animal reales y por si fuera poco el final de la máscara parecía un pico de pájaro, aun así no sabía cómo lograba hacer lucir esa mascara tan bella. Era la cosa más rara que había visto.
—Akutagawa-kun me alegra que hayas venido — salio detrás de su escritorio y se acercó su cara peligrosamente a la suya. No temía que hiciera alguna locura, temía que esa cosa se abriera y se lo tragara pero no era así.
— ¿Me necesitaba? — trato de ir directo al grano y que lo dejara ir pues siempre hacia ese tipo de cosas, el asegura que estaba loca. Vestía ropa —que a su consideración— era muy provocativa. Shorts, mini faldas, tops, escotes, vestido que podían dejar ver mucho sin embargo todos allí sabían que ella nunca por ningún motivo se había dejado tocar, era de las más respetadas tanto por su rango como por su fuerte personalidad.
—Claro que sí, te tengo una misión. Pero antes quiero preguntarte una serie de cosas.
—Sin ofender ¿No cree que la misión es más importante? — insistió, deseando salir a como diera lugar de allí, al momento de hacer preguntas su jefa no era precisamente muy linda. De hecho él podía describirla sin problemas: sádica, enferma mental, de personalidad fuerte, pervertida, engañosa. Un diablo disfrazo de ángel.
— ¿Esto? — sacudió los papeles en el aire —. No, puede esperar.
Akutagawa se resignó a oírla.
— ¿Tienes novia?
—Sí.
—Oh que lastima, bueno es todo. Toma — le dio los papeles y se volteo sobre su silla a analizar la situación.
—Con su permiso — su jefa se lo concedió con un ademan.
Una vez afuera tuvo tiempo de respirar y preguntarse ¿A qué se debía eso? ¿Qué quiso decir con «que lastima»? Mejor ni pensar en ello.
Estaba teniendo problemas con su misión, no se esperaba alrededor de veinte usuarios de habilidad capaces de combatir con Rashomon, había de todo. Teletransportación, tipos capaces de dejarte ciego, manipuladores de la realidad, agentes venenosos, etc. Y de alguna manera su jefe se enteró por lo que fue a su rescate.
—Akutagawa-kun ¿Cómo te va? — su jefa llego echando saltitos con su máscara puesta, Akutagawa solo le dio una rápida mirada mientras saltaba para atrás esquivando los múltiples ataques de ramas sacadas de quien sabe dónde mierda. Al instante comprendiste que su situación no era la mejor y dejaste atrás tus juegos.
Arrancaste los cuernos de tu mascara y estos de la nada incrementaron a dimensiones gigantescas, tanto así que parecería que tus manos o pueden sostenerlos. ¿Qué para qué? Pues tu habilidad, ni más ni menos, con ellos tenías la misma capacidad de corte que Rashomon. Corriste con ambos frente a frente cubriéndote de cualquier ataque, Akutagawa te envió un lazo de tela en el cual te montaste y gracias a él pudiste impulsarte hacia arriba logrando tener una vista perfecta de la situación y, además aprovechando la oportunidad de cortarle la cabeza a uno de esos imbéciles.
Poco a poco fueron terminando con todos ellos, pero habían olvidado al único con capacidad de transportarse. De la nada había llegado frente a ustedes con un cuchillo en mano, fue directo a ti, la más cercana a él, te defendiste pero él se movía por todos lados y ya no tenías apoyo pues Akutagawa recién se estaba recuperando, te descuidaste de la derecha y por allí llego aunque lo único que consiguió fue partir tu mascara en pedazos, dejando tu rostro al descubierto. Sin importante ese detalle te enfocaste en matarlo y lo conseguiste.
—Uff mierda, me tocara comprar otra — dijiste mirando los restos de tu mascara. Mientras que Akutagawa te miraba atónito, sin poder procesar lo que estaba viendo ¿Su jefa?
— ____... ¿Qué es todo esto? — pronuncio con voz ronca. Una voz que a ti te encantaba.
Sonreíste, te diste la vuelta con el rostro cargado de inocencia.
— ¿Sucede algo amor? — el chico aparto la mirada tratando de evitar que vieras su sonrojo, de verdad odiaba que lo llamaras con apodos cursis pero nunca se quejaba.
—No me llames así y dime porque yo no estaba enterado de esto — te dijo completamente serio.
— La mención de relaciones entre mafiosos esta prohíba, lo sabes bien y la razón por la que no te lo dije. Mph, no lo sé. Aunque ya lo sabes así que ya no importa ¿Verdad? — te miro mal —. Bien, lamento no habértelo dicho ¿Contento?
—No — de un momento a otro los roles cambiaron, ahora era el quien estaba peligrosamente cerca de tu cara — Necesitaras darme una buena compensación.
Y sin vacilar te beso furiosamente mordiendo tu labio para profundizar el beso.
Regresaste a la mafia adolorida y con chupetones que ocultar.
Chuuya
—Aja... ah maldita sea Ougai ... si, si perdón jefe... claro, la llevare... estoy jugando con mi hermano... no, no quiero que se entere... nada bueno... si... debo colgar... — y lo hizo.
— ¿Reunión?
—Eso mismo — agarraste tu bolso y sacaste una especie de bozal que te ponías alrededor de la boca solo para que Chuuya no te viera. ¿Qué porque? Pues por cierto incidente en el que habías visto involucrada, tuviste un problema con cierta organización y gracias a ello Chuuya casi pierde la vida. De cobardes no haber dado la cara, lo sabias.
—Pues adelante ¡Señorita ejecutiva toda poderosa de la mafia! — grito Kaiji, tu hermano mayor.
—Que exagerado — dijiste y tu voz sonó amortiguada por el bozal de metal, la ventaja de eso es que no hablabas, literalmente todos en la mafia salvo Kaiji, Mori y Kouyou te habían escuchado hablar en todo ese tiempo que llevabas como trabajadora de la mafia. Por los pasillos corría el rumor de que eras muda, bueno, que sigan creyendo.
Tocaste la puerta y obtuviste el pase, al entrar encontraste a los cuatro ejecutivos, saludaste con la mano y fuiste a sentarte al lado de Kouyou, Chuuya te miro de reojo. Ni siquiera sabias como pues procurabas nunca encontrar miradas con él.
—Debido a las fuertes circunstancias que tenemos con la Agencia y las Ratas hemos decidido ciertas estrategias de emboscada que nos permitirán con todo esto, la manera en que trabajaran los dúos de ejecutivos serán las siguientes — entonces Ougai hizo aparecer una proyección que nos mostró las parejas.
Ace y Kouyou.
Chuuya y yo.
Lo que te faltaba, no podías poner ningún tipo de objeción porque entonces tendrías problemas. Todos los ejecutivos aceptaron, incluyéndote. Pues ni modo, a trabajar.
— ❦ —
Horas más tarde ambos estaban listos para partir en helicóptero, tú ya cargabas con tu katana, la única que necesitabas. Una vez dentro del helicóptero Chuuya estuvo observándote sin descaro todo el camino, tú querías comunicarle algo así que lo escribiste en tu celular:
« ¿Por qué me miras tanto?»
—Tienes una cicatriz idéntica a la de mi novia allí, en el hombro — señalo, en seguida te cubriste el hombre.
«Pues bien, que observador»
—También los mismos ojos, ah y estoy seguro de que el tatuaje de alas en tu espalda no es casualidad — dijo.
Ay no, no, no, no, no, no.
« ¿A dónde quieres llegar?»
—A que admitas que eres mi novia.
«Te equivocas»
Chuuya abrió la boca para hablar pero enseguida el helicóptero se tambaleo y ambos cayeron al suelo del mismo.
— ¿¡Qué está pasando!? — grito Chuuya al piloto mientras se ponía de pie, tu tardaste mucho menos en hacerlo y asomaste la cabeza por la ventanilla, un ataque aéreo, además estaba saliendo humo de una de las hélices; se iban a derrumbar.
— ¡Déjalo, está muerto! — gritaste completamente extasiada, tenían que salir de allí a toda costa.
— Muy muda ¿No?
—Cierra la boca, activa tu habilidad, yo me encargo de lo demás — activaste la tuya, moviste tu mano en dirección a sus atacantes y una columna de fuego se alzó sobre ellos hasta convertirse en un domo que los cubrió —. Hazlos cenizas — con eso dicho lanzaste tu katana encendida en fuego al domo, la cual cayo en medio y con ello el fuego se extinguió de la nada, alrededor de tu katana solo había un circulo de cenizas.
—Uf mira nada más — admiro Chuuya viendo el espectáculo. Te sujeto de la cintura y ambos se lanzaron al vacío. Todo iba bien pero entonces.
— ¡Chuuya! — hubo un grito de desesperación de tu parte, un misil venia justo en su dirección. Chuuya estaba en la mira y en lo que no tocaban tierra él no podía hacer nada por lo que actuaste tú —. ¡Vuelve! — le gritaste a la katana la cual obedeció como por arte de magia, con la katana ardiente de fuego dirigiste tu otro mano al misil, hiciste tu típico movimiento y esa cosa se prendió. Ahora se dirigía a ti. Eso es.
—Estás haciendo que se dirija a ti — te dijo Chuuya.
—Ese es el punto, ahora suéltame.
— ¿Qué? No — le miraste con reproche y a él no le quedo de otra que hacerlo. Quedaste sola, apuntaste tu katana a él y dijiste —: Hazlo cenizas, la lanzaste y pum, exploto, en lo que tu caías.
Chuuya te atrapo.
—Loca.
—Así me amas — te quitaste el bozal y le sonreíste.
— ¿Por qué no me lo contaste?
— ¿Recuerdas cuando...? — murmuraste sonrojada.
—No puedo creerlo, ni siquiera me moleste por eso.
—Pues yo creí que sí.
—Vamos a terminar esto — dijo riendo, reíste con él.
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