Dazai | Chuuya pt. II

Chasqueo la lengua y salio de la habitación. Regreso con un paño mojado, alcohol y agua.

—Si te quejas te corto la pierna —tragaste duro y te mordiste el interior de la mejilla para evitar emitir sonido. Chuuya pasó el paño bañado en agua para limpiarla, prosiguió con desinfectarla y finalmente vendártela de una u otra manera con un pañuelo que traía—. Te la coserán después, cuando eso pase tendrás que comprarme un pañuelo nuevo.

—¿Eh? Yo no te pedí que me lo pusieras.

—Te lo estoy poniendo porque quiero y puedo, agradece que tengo algo de consideración —te dijo con molestia, quizá tenía razón. Suspiraste y asentiste. Escuchaste como carraspeaba la garganta—. Ahora ¿Qué hacías con el bastardo de Dazai?

Te quedaste callada, no esperabas una pregunta así, esperabas algo como ¿Por mataste a nuestra gente?

—No... ¿Qué? ¿Y tú como sabes de Dazai? —Recordaste que te habían dejado quedar en la Agencia con la condición de que no los metieras con la mafia—. ¡No vayas a lastimarlos! Hago lo que quieras, no te le acerques a Dazai ni a nadie de la Agencia.

Chuuya te observaba con una mueca de asco por lo que acababas de decir, de verdad que no conocías al suicida.

—De mis ganas lo mataría —abriste los ojos en grande y en seguida, con el dolor y todo hiciste lo posible para hincarte y rogarle—. ¿Qué estás haciendo? Oí... levántate, era broma.

No lo escuchaste, seguías reverenciándolo.

—... lo juro, lo juro. Ellos no tienen nada que ver —Chuuya se acomodó los cabellos, exasperado.

—Que te levantes —te jalo del brazo y te hizo pararte de un tirón, por la fuerza de mantenerte en pie la herida se abrió y estuviste a nada de caer, Chuuya te sujeto del otro brazo y te atrajo hacia el—. Idiota.

—Gracias —susurraste. Terminaste apoyándote en la pared para no molestar más a quien sería tu futuro verdugo.

—Ahora si ¿Me dirás que hacías con el maldito de Dazai?

—Bueno... todo sucedió por tu culpa —titubeaste al hablar y al final terminaste contándole todo. Tu facilidad para abrir la bocota con quien menos debías era grandiosa.

Al finalizar del relato Chuuya se hallaba perplejo por la idiotez que habías cometido con tal de escaparte de él. Tanto, que no supo si ir por Dazai y medio matarlo por aprovecharse de ti o reírse en tu cara hasta el cansancio. Chuuya apago su cigarro y dejo caer el residuo al suelo, se te acerco y se puso de cuclillas para llegar a tu altura. Te agarro del mentón y te hizo la cabeza para un lado y el otro, buscando algo en tu cuello.

—No te ha marcado, significa que va en serio contigo —dijo levantándose—. Es una estupidez... Muy bien, me dirás porque asesinaste a tres de nuestros hombres y veré si te dejo ir.

Asentiste eufórica.

—Sí, sí. Yo tenía problemas con varios de ellos y los arregle, revise todos sus expedientes y en ninguno apareció la afiliación a la mafia. Yo no pensé eso y jamás me metería con ustedes.

—¿Trabajas sola? —asentiste—. Bien, vendrá alguien a coserte la herida y podrás irte con la condición de que regreses a tu hogar.

—Mis cosas están con Dazai.

—Pues tendrás que salirte de allí, no quiero que estés con él, es un mal nacido y no te me... no merece vivir con alguien —dejándote con la palabra en la boca salio del lugar. No era tan mala persona como creías.

En efecto, más tarde alguien llego a coserte y vendarte así como también guiarte a la salida del edificio. Una vez liberada hiciste lo que te pidió y sacaste todo de la casa de Dazai, volviste a la tuya pero continuaste trabajando en la Agencia. Se suponía seguías siendo novia de Dazai, se suponía pues este seguía sin prestarte mucha atención y te sentías abandonada. El suicida no paraba de darle vueltas al asunto del porque le gustabas tanto, es decir, le gustaban todas las mujeres pero tu cargabas algo que no paraba de hacerlo sentir el ser más vulnerable al lado tuyo, entonces no podía ponerte atención a ti y a sus sentimientos al mismo tiempo, primero debía aclarar sus dudas acerca de su amor a primera vista y luego quedaba bien contigo.

Sin embargo, el petizo de la mafia no perdía el tiempo, a él le resultaba mucho menos frustrante aclarar sus sentimientos hacia tu persona. Simplemente eras muy diferente de las mujeres que él había conocido, y si bien no eras la única así, si eras la primera que él había conocido por lo que no deseaba perderse esa oportunidad contigo y que el maldito de Dazai llegase y te robase de sus brazos.

Las semanas pasaban, seguían en el mismo plan. Apenas y se abrazaban o se besaban y si lo hacían era sin ningún sentimiento aparente por parte del castaño. No podía consigo mismo y su manía de ocultar sus emociones debajo de una máscara.

— ❦ —

Aquel día estabas libre, te quedaste en casa viendo pelis con una mascarilla de pepino esparcida por la cara y palomitas con mucho picante, junto con algo de chocolate y agua. Estabas en el clímax de la película y de repente se escuchó el timbre, miraste mal a la puerta como esta tuviese la culpa de existir. Pusiste la película en pausa y fuiste a abrir.

Abriste la boca en grande al ver un pelirrojo sin su ropa de ejecutivo y ese semblante sombrío. Tanta fue tu impresión que no pudiste evitar estirar tu mano y picarle la mejilla para ver si era real. El chico atrapo tu dedo y lo dejo caer.

—¿Qué estás haciendo? Ah, no sé ni porque te pregunto, eres rara —frunciste el ceño.

—¿Viniste a mi casa solo para insultarme? —te arrepentiste de haberle hablado así—. Perdón.

Chuuya no respondido. ¿Qué por qué estaba allí, en tu hogar? No te diría que porque solo quería venir a verte ni tampoco porque estaba preocupado por ti de alguna u otra manera.

—Nada que te importe —desvió la mirada.

—Estas en mi casa, obvio que me importa.

—Solo vi-vine a ver que aún no te hayas suicidado con aquel loco, ya veo que no. Me voy —iba dispuesto a marcharte, lo sujetaste del cuello de la camisa y sin previo aviso lo metiste a tu casa, él sería un buen acompañante en tu soledad—. ¡Ey!

—No quiero estar sola —con un suspiro el mafioso se dejó arrastrar por el pasillo hasta la sala, en el transcurso se quitó su saco y sus zapatos—. Disculpa el tiradero.

Ambos se sentaron en el sillón, tú te cobijaste y te pusiste a comer palomitas. Le ofreciste a Chuuya y este acepto, lo cobijaste a él también y le pusiste play a la película.

—¿Te gustan las de suspenso? —Él solo atino a asentir mientras degustaba las palomitas—. La pondré desde el principio.

Chuuya negó con la cabeza.

—Ya la había visto antes, déjala así —sin decir nada dejaste el control de lado. Se concentraron en ver únicamente la película, tú te inclinabas emocionada en las escenas de acción. A Chuuya no le aburría, estaba entre su top diez de películas favoritas. Al término de la película te dejaste caer sobre el sillón con toda la pereza del mundo.

Notaste lo bien vestido que venía Chuuya a comparación de ti, que andabas en pijama, con una mascarilla, el cabello desarreglado y ni hablar de tu sala. Peluches, cobijas, envolturas de fritura, aparatos electrónicos y papeles regados por todos lados. Te medio tapaste la cara de vergüenza, hasta ahora te dabas cuenta. Por dios.

—Lamento que tengas que ver esto —le dijiste, señalando con la barbilla tú desastre. El petizo ni atención de había puesto, ya venía suponiendo algo similar en tu casa desde el camino.

—Umh, no me molesta —casi no prefería hablar, pues los nervios de estar contigo le consumían por dentro. Ya estaba haciendo muchísimo esfuerzo por no mostrar su lado más tsundere. Le miraste de reojo.

Sin importante demasiado su presencia te pusiste a recoger. Terminaste y te volviste a montar en el sillón. Te diste cuenta de una segunda cosa, si Chuuya venía tan bien arreglado significaba que pretendía salir contigo no meterse a tu casa a ver películas y engordar. Te diste un golpe mental.

—Este... ¿Querías salir verdad? —lo miraste de soslayo dándole a entender tu pregunta. Chuuya sonrió.

—Pensé que nunca te darías cuenta —Chuuya se levantó del sillón y tu hiciste lo mismo. Hiciste un ademán para que te esperara y saliste corriendo a tu habitación.

Retiraste la mascarilla, escogiste algo lindo para ponerte e hiciste lo posible para arreglar tu cabello sin lavar. Saliste veinte minutos después medianamente maquillada y vestida con un outfit básico, Chuuya quedo como idiota al verte de esa manera tan diferente a su primer y segundo encuentro, los cuales fueron un desastre. Sonreíste nerviosa y acomodaste un mechón de tu cabello detrás de la oreja ante su atenta mirada. Con Dazai te pasaba lo mismo pero este te miraba de una manera más frívola, como si te estuviera estudiando.

—Vámonos —Chuuya apago la televisión, y te dio el pase a la puerta. Cerraste con llave y empezaron a caminar—. ¿A dónde quieres ir?

Lo pensaste, no querías parecer la típica que decía: "A donde quieras", si por algo te lo preguntaba.

—Quiero comprar algunas cosas y de paso se devuelvo tu pañuelo —empezaste a caminar ignorando la respuesta del pelirrojo, diciéndote que no era necesario eso del pañuelo. Tomaron el metro y Chuuya no te dejo pagar tu boleto. Llegaron a la otra estación y subieron hasta el abrazador sol de verano y las tiendas comerciales. Te preguntabas mentalmente si estaba bien salir con un desconocido a la vez que tenías novio, aunque solo eran conocidos ¿No?

Su recorrido comenzó en las tiendas de ropa y accesorios más típicas, llevabas como mínimo una prenda de cada tienda, remarcando tu pobreza de esos días, también pasaron por helado y finalmente a comprar comida que te hacía falta para poder cocinar. En uno de esos pasillos mientras escogías especias y Chuuya andaba con la canasta en mano te topaste cara a cara con Dazai. Te congelaste sobre tu lugar. Recibiste una mirada curiosa de Dazai, al contrario de con Chuuya a quien inmediatamente le dirigió una mirada gélida que no habías visto nunca, él siempre estaba por allí sonriendo y haciendo el tonto. Chuuya no se quedó atrás, sentiste el ambiente de tensión que se había creado.

—Bastardo sin vergüenza, ¿Cómo puedes aparecerte tu solo aquí? ¿Se te olvido que tienes novia? —Chuuya decidió empezar a remarcarle sus errores, por dos razones: quería ver su reacción y porque se sentía impotente, es que no podía comprender como teniendo a tan increíble muchacha con él la dejaba abandonada.

En un principio Dazai casi se dejaba vencer por sus instintos más salvajes y responderle al pelirrojo con enojo pidiéndole que se alejara de ella, no fue así. Al contrario, mostro una de sus sonrisas burlonas.

—Are Chuuya que sorpresa encontrarte, dime ¿Qué haces con _____?

—Lo que haga yo con ella no te importa —refuto, molesto. Estabas a un paso de interrumpir.

—Es mi novia, es que, ¿Intentabas darme celos? —se inclinó hacia adelante, jalándote hacia él. Chuuya chasqueo la lengua—. Porque no funciona, es obvio que me quiere a mí.

—Cállate ya, ella vera —y aun cuando la voz de Chuuya sonaba segura sus ojos temblaban. No pudiste quedarte callada, te separaste de golpe y miraste a Dazai con lágrimas en los ojos.

—¿Qué te pasa? ¿Es necesario que salga con otro hombre para para que me pongas atención? Desde que salimos, si es que salimos, no me has puesto atención, cuando me besas y abrazas parece que no quisieses estar conmigo ¿Por qué aceptaste entonces? No te entiendo Dazai, explícate —viste como el brillo de burla en sus ojos desaparecía y se ponía serio. Le iba a costar de los mil demonios abrirse, no lo haría frente a Chuuya. Dazai te tomo de la muñeca e intento arrastrarte lejos—. No.

Te zafaste y te pusiste al lado de Chuuya.

—Dime lo que me tengas que decir aquí —Chuuya limpio tus mejillas mojadas, a Dazai le hirvió la sangre. Se armó de valor y te lo dijo cara a cara.

—Eres la primera mujer que acepta hacer suicidio doble conmigo, es por eso que te amo.

—¿Y entonces porque no me lo demuestras? Si esa es tu naturaleza, no eres mi tipo —su silencio te confirmo tu peor temor, agarraste a Chuuya y te lo llevaste a la caja, evitaste llorar en todo el camino.

Fue hasta tu casa que te derrumbaste sobre el sillón, y lloraste todo lo que no habías llorado. No lo sentías tanto como ruptura amorosa, sino como una especie de engaño. Te gustaba Dazai, te había gustado desde que lo viste, te gustaba su carisma, su sonrisa, su personalidad, su todo y mira a donde venias a terminar. Chuuya no fue capaz de dejarte, se sentó contigo en el sillón y fue el encargado de darte helado y golosinas en la boca; se sentía mal por ti y al mismo tiempo iba ganando puntos a su favor.

Pasaron los días y seguías igual, quizá un poco menos dolida. Chuuya te visitaba todos los días y te motivaba a salir de la cama o por lo menos ir al sofá y ver otra de esas películas que tanto les encantaban, cada vez te volvías más cercana a él. Lo único que te causaba cierto conflicto era que inconscientemente lo estuvieras usando para despecho porque desde hacía uno o dos días sentimientos comenzaron a florecer por el pelirrojo. Su imagen siempre sustituía a la de Dazai. Un día te arriesgaste, con ello confirmarías tu teoría de si te gustaba en serio o solo era despecho.

—Oye Chuuya —el nombrado giro la cabeza en tu dirección y puso pausa a la película.

—Dime —agarraste aire y soltaste.

—¿A ti... te gusta alguien? ¿O tienes novia? —preguntaste tímida, bajando la mirada. El pelirrojo parpadeo procesando la pregunta, un fuerte sonrojo invadió sus mejillas ¿Había sido muy obvio? Aun no era tiempo.

—Pues... si, me gusta alguien —contesto cubriendo su rostro con el sombrero. Sentiste un piquete en el pecho similar al que habías sentido con Dazai.

—Entiendo —susurraste con desilusión. Chuuya, en un ataque de valor puro, se puso el sombrero y te beso.

Sus manos recorrieron tu espalda y te abrazaron, profundizando el beso. En un principio fue tosco y algo acelerado, pronto se convirtió en pasivo, llevando un moderado control de tu boca y un ritmo constante. Tuvieron que separarse por aire. Estabas sonrojada a tope y no te fue posible mirarlo a los ojos, Chuuya se levantó del sofá y se sobo la nuca, nervioso.

—No quería...

—Está bien —tu también te levantaste del sillón, suponías que deseaba irse. Te acercaste a la puerta y la abriste, Chuuya se despidió tímidamente de ti.

—Piénsalo, estaré esperando.

Desde tu puerta lo observaste irse. La imagen de Dazai apareció en tu cabeza y te diste de golpes. Seguían en una relación, solo se habían peleado. Aquello estaba mal.

— ❦ —

Seguías trabajando en la Agencia, tu problema mayor resultaba tener manos y pies. Te era súper incomodo estar con él sin mediar palabra, apenas y sentías como te dirigía miradas muy discretas. Tu yo no hallabas si hablar con él, dejar las cosas así, terminar con él, irte con Chuuya o de plano recurrir a la última y peor de tus opciones. Kunikida y Atsushi. Pues eran los que mejor conocían al suicida y de hecho, tú considerabas que ni siquiera deberías estarle rogando.

Cierto suicida pensaba en una manera de contentarte y de paso hacer que dejaras de pensar en el enano. No deseaba perderte y sabía que en esos días de llorar tuyo, Chuuya había tomado mucha ventaja. Le pasaron mil cosas por la cabeza y al último solo se le ocurrió hacer lo que a ti te faltaba y el causante de su pelea. Ponerte atención. Que si, que era verdad, se había estado comportando como un idiota.

Se levantó de su sofá y te busco por las oficinas. Se le informo que estabas en tu propia oficina, un cuarto dividido por puertas deslizables. Dazai toco tu puerta, la cual estaba medio abierta; solo atinaste a verle de reojo y hacerlo pasar.

—¿Puedo...? —asentiste, él hizo acto de presencia y cerró la puerta detrás suyo.

—¿Qué necesitas?

—Eh... mira. Sé que llevamos poco tiempo saliendo y en ese tiempo no te he tratado como debería, he sido un pésimo y tal vez no pueda justificarlo porque no soy específicamente bueno abriéndome a los demás. Para mi es demasiado fácil proponerle suicidio doble a cualquier chica porque inconscientemente sé que seré rechazado y cuando tu aceptaste... —se quedó callado, no le funcionaba eso del espectro del sentimiento y las palabras.

El corazón se te desboco, te levantaste de tu silla y te paraste frente a él. No esperaba que te abrazara de la nada, escondió su rostro entre el espacio de tu cuello y hombro y empezó a repartir besitos por todo tu cuello.

—Perdón —te susurró aferrándose más a tu espalda.

Recibiste el abrazo, le acariciaste la espalda de manera cariñosa.

—Está bien... solo que soy yo la que ahora tiene ciertos problemas. Si me permites aclararlos- —te viste interrumpida por su abrupto cambio de humor.

—Es por el perchero ¿Verdad? —comentó de mala gana. Frunció el ceño, se tensó de los hombros y torció la boca, entre molesto y asqueado. Apartaste la mirada y jugaste con tus manos en un gesto nervioso, Dazai suspiro—. No importa. Siempre estaré aquí, flor de loto.

No emitiste palabra, pues no tenías. Tus sentimientos se hallaban encontrados con aquellos dos muchachos. Necesitabas tiempo para decidir.

Dazai se despidió con un simple ademán de mano y salió de la habitación, dejándote a solas con tu problema.

— ❦ —

Llevabas dos días pensando lo mismo. De cierta forma te gustaban los dos pero sabias que solo debías elegir uno y no querías romper el corazón del otro. Por supuesto, que si el otro te quería bien te dejaría ser feliz y el dilema era ¿Quién?

— ❦ —

Había llegado tu día, les darías una respuesta pues bien sabias lo mucho que llegaba a doler que te tuviesen con la esperanza. Los citaste en un parque, un lugar cerca de tu casa.

Cuando llegaste ambos ya estaban sentados en una banca, uno en cada esquina matándose con la mirada el uno al otro, hasta que te vieron y los dos se levantaron al mismo tiempo lo cual solo provoco más mirada feas y algunos insultos.

—Si... ¿Podrían tranquilizarse?

—Lo quiera mi flor de loto —dijo Dazai, te lo imaginaste como un Golden Retriever.

—Bien —murmuro Chuuya a regañadientes. Se cruzó de brazos y tomo asiento en la banca. Una vez así te dedicaste a admirarles, no habías notado el mucho parecido en cuanto a su forma medio formal y medio informal de vestir.

Tomaste aire así como también fuerzas.

—Chuuya —soltaste, evitaste mirarlo—. Has sido una de las mejores personas que conocí y me siento muy agradecida por ser mi soporte emocional en estos días pero... ciento que no soy para ti ni tú para mí. Creo que eres una persona increíble, sí, puede que seas un mafioso y hasta hace unas semanas intentabas matarme; eso no llega a quitarte la buena persona que eres y espero entiendas porque tome esta decisión.

El brillo de Chuuya se apagó de repente. Se quedó pasmado en el asiento tan solo uno segundos antes de mostrarte una sonrisa dolida, levantarse y mover su cabello hacia atrás. Se acercó a paso lento hacia ti y te abrazo, sentiste todo su pesar encima de ti. Sus dedos recorrieron tus costados como si quisiera no quisiera soltarte y de todos modos tuvo que hacerlo y dejarte ir.

—Gracias por darme la oportunidad de estar contigo en este tiempo —no miro atrás donde Dazai. Te pasó de largo y pudiste notar como acomodaba su sombrero para cubrirle el rostro, suspiraste. Te sentías muy mal por él. Solo pudiste susurrar: "Lo siento".

Miraste a Dazai, lo sorprendiste mirándote. Al toque se levantó disimulando su medio nerviosismo. Se te acerco y tomo tus manos entre las suyas.

—Te amo y gracias. 

Que yo no sé cómo hago para que me salgan mejor los momentos con Dazai, o seaaa.

Dos cosas:

1. No encontré el user que me pidió esto, idk.

2. Con esta actualización se viene una actualización masiva de mis libros porque mañana entro a la preparatoria y :'), tonses no sé si voy a tener mucho tiempo jaja.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top