Dazai
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A petición de: Aniii1235
Advertencia: ninguna.
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Mientras yo pienso en ti, tú estas follando con otro.
Hubo un tiempo en el que estuviste tan bien contigo misma que te costaba verte de otra manera, pero ahora ya ni siquiera lo recordabas, ni tú, ni Daria.
Había pasado tanto tiempo, tanto, y la amnesia se agravaba, mientras que tu trastorno de personalidad múltiple se marcaba mucho más con el paso del tiempo. Eras la mano derecha del kumicho (jefe) por lo mismo, tus compañeros no podían lidiar con Daria. Aparecía de la nada y no se iba hasta que obtenía un calmante, calmante que solo poseía tu jefe, Shinobu Tsukasa. Por eso, no te separabas de él, nunca, o bueno, casi nunca.
Estabas pérdida, muy perdida. Recién llegabas a Yokohama, para cumplir con una misión en contra de la Port Mafia, de la que sabias hasta los colores de los bóxeres que los hombres usaban. Y sin embargo, de las rutas de Yokohama no sabían ni pio. Te habías caído y perdido la conciencia, despertaste y no sabías las rutas pues Daria había tomado el control y tú eras la que sabía. Tus personalidades tenían memoria propia, desgraciadamente o afortunadamente.
Suspiraste, ojala pudieras controlarla.
-A la mierda -murmuraste, agarraste tu naginata y empezaste a caminar por el callejón.
De la nada alguien se puso frente a ti, fue como una ráfaga de viento que no notaste hasta que viste un único ojo destellar en medio de la oscuridad. No te provoco otra cosa que no fuera deseo, deseo de matar. Pero tú no, tú estabas flotando en una nube de bruma observando las ordenes que tu cuerpo acataba sin tu pedírselas. En realidad, tú no estabas allí.
Te moviste, rápida y dejaste sin aliento a los dos hombres que acompañaban al demonio prodigio de la mafia, pero no a él, él apenas se inmuto. Tus ojos destellaban una feroz sed de sangre nada comparada con la mirada de Dazai.
Moviste tu naginata rápida pero fue esquivada sin esfuerzo.
-¡_____! -gritaron detrás de ti. Era la voz de tu novio y jefe.
En ti surgió un abrupto cambio de margen, el mundo se te volteo y caíste de la nada en ti misma. Parpadeaste confusa, te agarraste la cabeza y miraste a tu alrededor. Lo último que escuchaste fue otro grito, disparos y el aliento escapándose de tu cuerpo.
( . . . )
Recibiste una bofetada que te despertó de tu ensoñación, no supiste donde te hallabas hasta que un ojo café apareció en tu campo de visión. Sentiste como si una cuchilla te hubiera cortado al sentir su mirada, te quisiste hacer pequeña y desaparecer.
-No lo entiendo ¿Cómo una joven como tu termino aquí? -lo miraste con terror, su voz congelada te hacía temblar todavía más. No te estaba gustando nada-. Si no quieres hablar está bien, con las mujeres tengo un poco más de respeto pero no piedad.
Y se fue, miraste la oscuridad a tu alrededor. Hubo horas de espera antes que él volviera, seguía igual y su mirada no se suavizo cuando te vio como todos. ¿Por qué él no?
-Déjame ir, yo no tengo nada que ver -rogaste, y eso era en parte verdad. Esa no era la tú de la mafia, esa no era Daria. Esa eras tú.
Dazai se agacho a tu altura y tomo tu mentón entre su mano. Quisiste zafarte pero no pudiste, tu espalda estaba pegada a la pared y tus piernas y brazos atados por detrás, no tenías manera de defenderte.
-Qué extraño -dijo fijando su oscuro café en tus dorados orbes. Los miro cinco segundos más antes de separarse e incorporarse. Seguiste mirándolo con miedo, y te dio asco sentir su mano fría en tu rostro.
Cuando recién lo intentabas matar ese brillo dorado había sido muy diferente, extrañamente ese brillo actual lo cautivaba mientras que el otro lo intrigaba. Había mucha inocencia oculta detrás de la maldad y sed de sangre.
-No sé nada -dijiste con la voz temblorosa. Alzaste la cabeza mientras mechones rosas empapados en sudor te caían por la frente. Dazai se quedó callado, solo te miraba, distante, su cuerpo estaba allí pero su cabeza estaba vagando entre el lago negro de su retorcida y asquerosa mente. Algo tenías y él no sabía qué. Necesitaba sacarte la información de Yakuza y aparte saber qué era eso que tanta intriga le causaba.
Chasqueó los dedos y dos hombres vestidos de negro con expresiones severas entraron a la sala, Dazai les dio unas indicaciones que no alcanzaste a escuchar y salió de aquel lugar. Los dos hombres se acercaron con las claras intenciones de torturarte, palideciste y en un intento desesperado de zafarte de tu cruel destino algo dentro de ti se liberó y como una recién despertada miraste a tu alrededor sin saber dónde te hallabas.
Lo último que recordabas era estar a punto de matar a un hombre, Daria.
-Oigan, quítenme esto y déjenme ir -ordenaste a los dos tipos que se acercaban. Ellos no detuvieron su andar, chasqueaste la lengua.
Tu cuerpo se movió involuntariamente y de un tirón rompiste los lazos que te ataban de pies. Te levantaste sin esfuerzo alguno y miraste a los tipos, ellos te devolvieron la mirada detrás de esos lentes negros. Sabías perfectamente la razón por la que estabas allí, querían sacarte información, la Mafia Portuaria se caracterizaba por ser salvaje con sus torturas y a ti te había tocado el Demonio Prodigio, el peor de todos. "Lo peor que le puede pasar a los enemigos de Dazai, es precisamente ser su enemigos"
Golpeaste al primer hombre en la cara, se tambaleo pero no cayo, el otro se metió y lo tuviste que esquivar. Tiraste al primer hombre tomándolo de la pierna y después noqueaste al segundo, quien cayó encima del otro. Te sacudiste la ropa y te acomodaste. "Demonio y asesina" te había puesto tu novio, y era muy raro, porque de verdad podías ser un demonio con esa personalidad y un ángel con la otra. Tu propia habilidad se dividía entre tus dos personalidades.
Recogiste las armas de los hombres y moviste tus candentes caderas fuera de la mazmorra, aspiraste el aire e hiciste como si nada. Caminabas con la seguridad de un miembro de la Port Mafia. Diste la vuelta y te retractaste enseguida, pegaste tu espalda a la pared y escuchaste una conversación ajena.
-Oye Chuuya ¿Cómo conquisto a una mujer a la que acabo de abofetear y que mis hombres están torturando en este precioso momento? -esa era la voz de Dazai. Frunciste el ceño.
-¿Hablas en serio? Eres un idiota Dazai -y esa era la voz de un desconocido.
-¡Chuuya! Que cruel eres.
-Pendejo -hubo pasos hacia tu dirección y lo más racional que se te ocurrió fue correr en sentido contrario. Llegaste a otro pasillo y te recargaste en la pared, la cual, tras sentir tu peso se movió. Te deslizaste junto con ella hasta quedar del otro lado.
Estaba oscuro.
No te moviste, pero si te despegaste de la pared y en eso, la pared se volvió a mover. De ella emergió Dazai.
-Aquí estas tú -te pusiste en guardia y miraste voraz al chico.
Allí estaba de nuevo, esa sed de sangre inconfundible.
-¿Cuál es tu nombre? -esa era la pregunta clave para él, quien en cuestión de segundos había formulado y descartado cientos de teorías.
-Daria -contestaste a secas. Daria.
El informe que Dazai tenía sobre ti no mencionaba ninguna Daria, eras ____. Había de dos, estabas mintiendo o era lo que él sospechaba.
-¿Y el nombre de la otra? -te quedaste callada. ¿Qué?
De repente el mundo se te movió y perdiste la noción de las cosas.
-Disculpa ¿Qué? -inquiriste volteando a todos lados desorientada. Dazai solo se te quedo viendo, era como sospechaba. Debía tener cuidado con esa y tratar con delicadeza a la otra. Qué curioso.
-¿Cuál es tu nombre? -volvió a preguntarte. Rodaste los ojos.
-Sigo siendo Daria, idiota -Dazai se quedó callado, se perdió en tus ojos dorados.
-¿Quién eres tú? -la pregunta sonó como un: "¿Quién es la otra?". Te pasaste una mano por el pelo, entonces tu habilidad cobro vida, la pupila se te dilato y dos grandes colmillos asomaron en tu dentadura.
Con un parpadeo hiciste la sala resplandecer y los bombillos tronarse.
-Es muy difícil que ella regrese, no te preocupes, soy mucho más divertida que ella -tu interior se revolvió cruelmente, pero no podías hacer nada, estabas en un sueño.
-Prefiero a la otra -dio un paso hacia ti y con un ligero toque en la mano desactivo tu habilidad, al mismo tiempo hizo presión en tu hombro dejándote inconsciente.
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-Trastorno de personalidad múltiple, que interesante -murmuró el mafioso-. Y además está coordinado con su habilidad.
Dazai estaba balanceándose en el escritorio de Ango, leyendo el expediente que Ango había creado en base tuyo.
-¿Qué planeas Dazai?
-Aun no lo sé Ango, hay muchos factores en mi contra -pero vamos, a Dazai nadie se le niega.
-Sacarla de la Yakuza será muy difícil, el jefe de su grupo es su novio -Dazai se tensó. ¿Ese hijo de puta era su novio? Daba igual, la tendría, fuera como fuera.
-Voy a verla -Dazai salto del escritorio y dejo el expediente. Salió de la oficina y fue con la chica.
Estabas allí, bueno, Daria estaba allí. Jalabas frenética las cadenas que te ataban, todavía con los ojos ardientes y hechos una aguja negra pero Dazai sabía leerte. Eras un ser de pura perversión, pura maldad, un demonio, bien dicho. Igual que él y él no quería un doble femenino suyo, no, el necesitaba a la otra chica. A la que, despiadado y con el corazón hecho una piedra abofeteó y dejo que torturaran. ¿Cómo podía volver a ver a ____?
Sabía de antemano que tú nunca andabas sola pero tampoco con alguien, siempre estabas pegada a tu pareja, al jefe y para ello había una razón.
-Daria -te llamo, Dazai se acercó pero enseguida estiraste las piernas y por poco le das una patada.
-Púdrete, no te voy a decir nada. ¿Dónde está Shinobu? -Dazai ignoro tu pregunta.
-¿Cómo puedo recuperar a ____? -la buena tu escucho eso y se negó a dar respuesta, temía por su vida. En cambio, la respuesta que le diste fue sacarle el dedo corazón con una sonrisa de burla.
-Te lo dije, no va a regresar. Estoy yo, aquí.
-Tú no me sirves de nada.
-Claro que sí, yo sé lo que necesitas pero no te diré nada, en cambio, ella, no sabe nada y es una llorona. Soy tu mejor opción, quieras o no.
Dazai lo volvió ignorar. Estaba analizando sus posibilidades.
Un mes después.
-_____ cariño ¿Ya te tomaste tu medicamento? -era tu pareja, Shinobu. Dejaste tu libro para verle y asentir, él se te acerco y te abrazo, dejando caer el libro de tus manos.
Recibiste el abrazo con amor, amabas a tu chico aun cuando tu corazón estaba repartido en dos.
Por día estabas con Shinobu y por la noche con Dazai.
Dazai te había dejado ir con la condición de terminar a tu novio, cosa que no hiciste porque lo amabas. Dazai se había enterado a las horas pero no le importó, en lo más mínimo.
La noche que te dejo ir te proclamo como suya.
-Todas las noches ¿Okey? -a continuación paso una picara mano por debajo de tu pantalón y dio un apretón a tu trasero, un escozor recorrió todo tu cuerpo y por puro instinto te apegaste a su cuerpo.
Con la mano libre enredo sus dedos entre tu cabello y te "obligo" a besarlo, te mordió el labio ligeramente, abriste la boca y sin permiso introdujo su lengua en tu boca, comenzaron un vaivén de lenguas a tal punto que el beso se puso muy intenso. Sus respiraciones chocaban y ambos se querían comer el uno al otro, Dazai saco la mano y la paso por tu espalda hasta el resorte de tu sostén. Te retorciste y soltaste un ligero jadeo al sentir el tacto de sus dedos fríos sobre tu tibia y sensible piel llena de cicatrices. Ágilmente te separaste de él antes de que desabrochara tu sostén, le lanzaste un beso antes de perderte en la oscuridad.
Te habías quedado con las ganas.
-Amor ¿Nos podemos dar un lujito hoy? -Shinobu te lanzo una mirada picara, una sonrisa se pintó en tu rostro y asentiste. Shinobu se levantó en el acto y fue a pedir su comida favorita, las películas que más amaban y varias tandas de navajas para jugar.
Esa tarde te la pasaste increíble.
A las doce de la media noche te escapaste, recorriste Yokohama y al edificio de siempre. Dazai estaba allí, parado a unos escasos centímetros del filo, no llevaba su abrigo, la corbata estaba desacomodada y la camisa estaba desabrochada de dos botones mostrando algo de pecho.
-Buenas noches Dazai -dijiste, el chico se volteó y te sonrió pero su sonrisa se borró cuando vio el chupetón en tu cuello, la mirada se le ensombreció y un instinto de posesión se apodero de él.
-¿Cuántas veces te tengo que decir que no quiero ver en eso en ti? -comento con un gruñido -¿Ese idiota todavía no sabe que eres mía?
Dazai se acercó hacia ti, te atrapo entre sus brazos y te beso sin permiso. Tenía un hambre voraz y tú no te ibas a negar.
Empezaron a toquetearse y de un momento a otro ambos terminaron en el suelo, tu debajo. Con una sonrisa lujuriosa diste un apretón a su entre pierna, Dazai soltó un gruñido en medio del beso y lo intensifico. Sin embargo, algo en su cabeza se encendió, un estado de alerta y toda la calentura se le bajo.
-¿Qué pasa, Dazai? -era Daria.
-Mala elección cariño -hubo un disparo, viniendo de un chico.
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