Dazai

A petición de: SheyFdz

Advertencia: mención de la muerte de Odasaku. Mención del suicidio.

— ❦ —

Vas a estar allí cuando mis hijos crezcan.

Atsushi no desaprovechó la oportunidad esa noche, lo siguió desde la Agencia hasta donde el castaño lo llevara, sin hacer el menor ruido y deseando internamente que su superior no se diese cuenta. Para suerte suya no fue así. El menor se quedó alejado un rato, usando su vista de tigre de apoyo y ver como su superior daba la vuelta en una calle, subía unas escaleras y abría una puerta.

Fue recibido automáticamente por dos niñas. De siete años, con el cabello castaño claro y unos preciosos ojos azules. Ambos chiquillas se le tiraron encima a abrazarle. Las dos niñas se dedicaron a jalarlo de la gabardina con la intención de que este bajara. El castaño agarro a ambas y se puso una en los hombros mientras que a la otra la cargo como de avión.

A Atsushi la imagen le pareció sumamente tierna y al mismo tiempo cayo de bruces al suelo cuando se dio cuenta de que estaba pasando frente a él. Sin darse cuenta empezó a avanzar, y apenas supo que estaba allí cuando choco con un escalón y cayó al suelo. Las tres personas volvieron la cabeza al verlo. El chico se puso rojo de vergüenza y se levantó a tropezones, hizo una reverencia de disculpa y trato de irse a su casa. Tenía que asimilar toda la situación. Sintió un jaloneo en su camisa que lo hizo para atrás, observo con miedo a Dazai.

—Atsushi-kun... ¡Que gusto verte! —ambos niñas se le acercaron, por una parte la niña del cabello corto jalo de sus tirantes y la otra se le puso enfrente.

—¡Tigre-kun! —grito empujándolo con una fuerza increíble. Se tambaleo y sonrió con nervios.

—Yo... eh... lo siento Dazai-san —el mencionado solo le sonrió sin preocuparse, quito a la niña del cabello largo.

—Está bien Atsushi-kun, ya lo sabía —comento retirando a la otra niña.

—¿Y por qué no me detuvo?

—¿No sería más sospechoso de esa manera? —Atsushi asintió, comprendiendo la situación—. No importa, te presento a Aiko y Hoshiko —señalo a la niña de cabello largo y a la de corto. Ambas levantaron la mano a modo de saludo, Atsushi hizo lo mismo con una sonrisa.

—¿Son tus hijas? —pregunto aunque parecía improbable. Siendo que ambas chiquillas no poseían ni un rasgo de él, aparte de ¡Por favor es Dazai Osamu! Ni hablar de niños.

Dazai sonrió.

—Algo parecido. ¿Quieres pasar? —señalo sobre su hombro a la puerta que se movía ligeramente por el viento. Atsushi negó con la cabeza. A pesar de que varias dudas inundaban su mente, sabía de antemano que no obtendría respuestas.

—Eh, no. Gracias y... hasta mañana Dazai-san —se despidió de él y bajo la mirada a las niñas, que lo miraban con desgano—. Adiós pequeñas.

Estas le abrazaron con ganas y como si le tuvieran cariño. Recibió el abrazo lo mejor que pudo, las dos estaban abrazadas a sus piernas. Dazai las separo con un simple movimiento y las aprisiono contra sus brazos.

—Nos vemos —volvió a decir, se dio la vuelta y desapareció entre la oscuridad.

— ❦ —

Atsushi llego a la Agencia un poco antes que Dazai, sin embargo, no era para nada raro que este fuese el último en llegar junto al mejor detective del mundo. Solo que el retraso de Dazai se debía a unas gemelas latosas que no se quedaban quietas por nada del mundo.

El pobre hombre llego a rastras, ambas chiquillas estaban sumamente emocionadas por ir a la Agencia, querían conocer a todas las personas de las que Dazai tanto les hablaba. Ambas cargaban una mochila rosa con estrellas negras, llevaban una falda blanca y una playera azul marino con dibujos animados. Ninguna iba peinada como tal, pues ya de por si a Dazai se le dificultaba desenredarle el cabello a Aiko, como única decoración llevaban un pasador con moño.

—No quiero que lleguen haciendo un alboroto —les susurro inclinado a su altura. Ellas asintieron con una sonrisa, una sonrisa muy parecida a la de _____. Dazai se giro y abrió la puerta, encontrándose con un furioso Kunikida a punto de salirle canas verdes. Pobre hombre. Aiko y Hoshiko estaban pegadas a las piernas de Dazai, un poco tímidas.

—¡Dazai bastardo suicida! ¿¡Que son estas horas de llegar!? —Las dos infantes se encogieron en su lugar—. ¡Responde imbécil!

—Kunikida-kun creas una mala imagen —soltó moviendo las manos. Kunikida frunció el ceño y bajo la mirada a las piernas del chico, observando como dos niñas rubias trataban de encogerse todo lo posible. El idealista subió sus lentes y aparto la vista.

—¿De quién son estas niñas?

—El demonio de lentes —murmuro Hoshiko. Kunikida hizo una mueca de molestia.

—¿¡Que les contaste de mí!? —agarro a Dazai de la gabardina y lo alejo de las niñas, sin la oportunidad de responderle. Las niñas pegaron un pequeño grito antes de correr hacia donde su padrino.

—¡Papa! —gritaron ambas yendo a socorrerlo. Kunikida se quedó de piedra. Dazai se levantó del suelo, sobándose la cabeza y acomodando su cabello. Recibió a sus sobrinas en brazos, alegando que estaba bien. Hoshiko se dedicó a levantarlo mientras la Aiko se puso en frente de ambos con la intención de defenderlo.

—¡Oye tú! ¡No puedes andar golpeando a la gente por llegar tarde! —grito señalándolo acusadoramente con el dedo. Kunikida solo atino a sobarse las sienes, todavía no siquiera acababa de procesar. Tanto grito llamo la atención del resto que miro con asombro a las dos niñas y a Dazai.

El ex mafioso se dedicó a dar una breve explicación y una presentación de las niñas. Aiko poseía la habilidad de tener una fuerza descomunalmente humana como la de Kenji y Hoshiko poseía la habilidad de la telequinesis. Explico que ambas eran hijas de dos viejos amigos que por cosas del destino no estaban ya con ellos.

—¡Waaa! ¿Entonces eres su tutor legar Dazai? Estoy sorprendida —comento Yosano con un deje de burla, pues no creía que su compañero holgazán llegase a cargar con la vida de otras dos niñas. Solo Yosano y Atsushi podían formular una frase coherente, pues el resto se encontraba en estado de shock y a Rampo no le interesaba en lo más mínimo aquella situación.

Atsushi se preguntaba si aquel amigo o amiga del que hablaba era la persona que se hallaba en la tumba que Dazai visitaba antes de los acontecimientos con Shibuzawa. Le preguntaría una vez que las cosas estuvieran en calma.

Para suerte de la Agencia no muchos casos se presentaron ese día por lo que la mayoría dedico su tiempo a pasarla con las niñas. Ambas ya conocían el nombre de las personas con las que hablaban, Dazai les hablaba de ellas todo el tiempo.

—Son tan lindas —Naomi era la más entretenida de todas, se dedicaba a peinarlas con todo el gusto del mundo—. Termine.

Aiko llevaba el cabello agarrado en dos medias coletas con un moño hecho de cabello amarrándolas y Hoshiko una trenza muy pequeña colgando del lado derecho de su cabeza. Al acabar le agradecieron con una reverencia y un pequeño brillo en sus ojos azules. Las niñas se retiraron con su padre, quien deseaba que se quedaran un rato extra con la Agencia, necesitaba descansar.

Dazai estaba recostado en el sillón, Aiko llego y le jalo de los cabellos, Hoshiko se le subió encima y empezó a aplastarlo a la par que le quitaba de encima el libro del suicidio con su habilidad. Atsushi junto a Kyouka observaban enternecidos la escena, Kunikida le daba ligeros vistazos a los tres, si bien no terminaba de creer aquello sabía que su compañero ocultaba muchas cosas debajo de aquellos ojos cafés sin vida.

—Oh, vamos. Aiko, Hoshiko paren —pidió Dazai, quitándose de encima a Hoshiko. Se levanto de golpe dejando a Aiko con las manos en el aire.

—¡Papi, papi! —gritaron con las mochilas en mano y el rostro encendido típico de la hiperactividad de los niños. Dazai soltó un suspiro risueño, apoyo las manos en el regazo.

Aiko y Hoshiko sacaron dos topers y los depositaron en el centro de la mesa, destaparon sus respectivos trates y se pusieron a comer. Al principio Atsushi no se dio cuenta pero al cabo de unos segundos noto a su superior recibir comida en la boca por parte de las dos pequeñas, turnándose una a una. Atsushi nunca había visto a Dazai comer en el trabajo, ni siquiera cuando el resto lo hacía. Reciba desde verdura y fruta hasta pequeños pedazos de carne y arroz, las niñas también comían. Dazai no había parado de sonreír.

Una vez que el almuerzo se dio por terminado, Dazai volvió a su posición de siempre, con el libro en la cara. Hoshiko se puso al otro lado de la sala y trato de hacer levitar el libro de su papa y traerlo hacia ella mientras Aiko lanzaba una pelota contra la puerta. Todos en la Agencia admitían que las niñas eran muy hiperactivas y se preguntaban como Dazai podía lidiar con ambas si se notaba que apenas y cargaba con su alma solo porque no podía suicidarse y hablando de suicidio ¿Qué pasaría con ambas infantes si el deseo de Dazai se cumplía? De solo pensarlo a Atsushi se le revolvió el estómago.

El final del día llego, la única acción de aquel día fue mimar y hacerle un sinfín de preguntas a las niñas. La Agencia se enteró por parte de ellas que su madre se llamaba Saiko _____ y su padre Oda Sakunosuke, Atsushi hizo memoria fotográfica del día que vio a Dazai en aquella tumba, esa lapida llevaba unas iniciales similares a las del tal Oda.

Dazai llevaba de la mano a Hoshiko y Atsushi a Aiko, ambas iban con una sonrisa en el rostro, a pesar de que se encontraban cansadas como nunca. Disfrutaron muchísimo estar en la Agencia, ya en casa le pedirían a Dazai que las llevara nuevamente. Los métodos para conseguir lo que querían eran infalibles sin lugar a dudas, propio de las hijas de Dazai.

Atsushi recordó de manera inmediata la pregunta que se tenía preparada para Dazai cuando sintió un ligero apretón de la mano de Aiko. Aunque, por supuesto, con ambas niñas no era una buena idea preguntarle por lo que lo dejo pasar. Recorrieron el mismo camino que Atsushi desconocía, había visitado la casa del suicida con anterioridad y por obviedad sabía que las niñas no vivían con él. Subieron aquellas escaleras y Dazai se dedicó a abrir la puerta.

Hoshiko entro a paso tranquilo mientras Aiko se soltaba de Atsushi y entraba cual rayo.

—Gracias Atsushi-kun —dijo Dazai con una ligera sonrisa en el rostro. Atsushi asintió sintiéndose feliz.

—No hay de que Dazai-san —por el hombro de su superior observo el pasillo vacío y de una vez por todas quiso saber aquello—. Dazai-san quiero preguntarle algo...

—Adelante —incito.

—El amigo... o amiga del que hablaba ¿Es la persona que estuvo visitando ese día? —sin que Atsushi se diera cuenta Dazai sonrió con melancolía recordando sus días con Oda y su amada ____ que por cosas del destino termino casada con su amigo y Dazai, fiel a Oda la dejo ir sin que ella supiera de los sentimientos que el suicida guardaba hacia ella.

—¿Tu qué crees Atsushi? —el muchacho no duro mucho en contestar.

—Que sí, es su amigo —la sonrisa de Dazai se ensancho dándole la razón a su subordinado. Otra duda atesto en la mente del chico—. Pero entonces... ¿Y su madre?

—Está con él —respondió sereno. Por eso mismo Dazai se encontraba cuidando de las niñas. La depresión podía acabar con vidas, Dazai ya era testigo de ello. Atsushi se congelo en su lugar y decidió dejar de hacer preguntas.

—Entiendo, lamento haber preguntado. Buenas noches —y desapareció entre la oscuridad. La sonrisa de Dazai desapareció gradualmente. Cerró los ojos y entro en la casa. Recorrió el pasillo y entro en la cocina.

La casa no era suya, sino de _____. Las niñas vivían allí solo porque la casa de Dazai no era muy espaciosa y su presupuesto no alcanzaba para más. Para suerte suya ambas se las arreglaban bastante bien, lo único que Dazai debía hacer era preparar la comida del día siguiente para luego dejarlas y visitarlas únicamente en sus tiempos libres. No se sorprendió al no escuchar ruido, suponía que las niñas se habían ido a bañar y luego a dormir directamente. Se dedicó únicamente a cocinar, dejo la comida en la mesa junto a una nota con las mismas instrucciones de calentado y subió hasta el cuarto que las gemelas compartían.

Observo a Aiko acurrucada en la cama con Hoshiko, ambas abrazadas. Dazai solo pudo sonreír. Separo a Aiko y la transporto cargando a la otra cama individual. Dejo un pequeño beso en la frente de Aiko y siguió con Hoshiko. Las observo por última vez antes de cerrar la puerta e irse a su hogar.

— ❦ —

A la mañana siguiente llamo al teléfono fijo de la casa de las niñas. Atendieron dos tonos después.

—¿Qué pasa papá...? —murmuro una somnolienta Hoshiko. Dazai sonrió. La voz de las niñas siempre alegraba su oscuro ser, eran como el rayito de luz entre su perturbada oscuridad.

—Hoshiko-chan anda. Levanta a Aiko, pasare por ustedes —al otro lado de la línea los ojitos azules de Hoshiko se iluminaron de alegría. Colgó el teléfono de golpe y corrió a la habitación de su hermana.

La movió con desespero.

—¡Aiko, Aiko! —su hermana se dio la vuelta y cayo de bruces sobre el suelo alejando todo rastro de sueño—. ¿Aiko...?

—¡Oye! —le grito reincorporándose de golpe. Hoshiko sonrió.

—Papá nos llevara a la Agencia —dijo ignorando la mirada asesina de su hermana. Aiko se levantó en su totalidad y se puso en marcha. Le emocionaba volver con esa gente.

Ambas se pusieron a ver la ropa con la que contaban, que en su mayoría constaba de vestidos, faldas, cosas rosas y de tonos pasteles y zapatillas o tenis. Tomaron sus respectivas vestimentas que casi por capricho de Dazai resultaban ser iguales. Después de vestirse se pusieron a arreglar su mochila con los juguetes y cosas que ocuparían. Al finalizar solo tuvieron que sentarse a ver la televisión y esperar a su papá. Dazai arribo en la casa dos horas más tarde.

Las chiquillas se levantaron de golpe y fueron por su papá.

—¡Vámonos! —gritaron al toque. Dazai negó con la cabeza.

—Les voy a preparan el almuerzo —las niñas impidieron que pasara a la cocina al tirársele en la piernas y jalarlo. Una risa escapo de la boca de Dazai—. Que desesperadas son.

—¡Papa compramos algo en el camino! —grito Hoshiko son soltarle la pierna derecha. Aiko asintió con euforia dándole la razón a su hermana.

—Tienen suerte de que me hayan pagado hoy —aclaro tomando a Aiko por la cintura y quitándola de su pierna, hizo lo mismo con Hoshiko. Ambas lo miraban con los ojos de perro mojado—. Voy a limpiar sus cuartos y nos vamos —añadió con una sonrisa. Aiko soltó un grito de indignación y se cruzó de brazos.

—¡Papá! —volvieron a gritar con indignación. Dazai las ignoro y procedió a hacer las camas de las niñas, juntar los juguetes del suelo y de paso agarrar varias de las libretas con tarea de las niñas. Desde el jueves no habían tenido clases. Entraron juntas a la habitación y vieron con horror las libretas siendo hojeadas por Dazai.

—Muy bien, ahora podemos irnos —cerro las libretas y las metió en una bolsa, la cual se cargó en el hombro. Aiko le dio una mirada de recelo a su padrastro.

Los tres se encaminaron a la salida y Dazai se las lleve hasta la Agencia, una en cada mano.

— ❦ —

Las cosas marcharon bien en la Agencia, con el ligero toque de las niñas. El fin de semana estaba a punto de terminar y Dazai se encontraba en casa de las niñas arreglando todo para el lunes. En lo que las gemelas se bañaban Dazai plancho los uniformes y preparo el lonche del día siguiente junto a otras dos recetas para el martes y miércoles. Mejoro mucho su cocina con la responsabilidad de las niñas.

—Uf tremendo día —murmuro a la par que soltaba un bostezo. Alzo ambos brazos y comenzó a hacer estiramientos de los brazos. Se acercó a la mesa de la cocina donde estaban depositadas las libretas y libros de Aiko y Hoshiko. Dazai se sentó de bruces sobre el sillón, tomo sus lentes para vista cansada y se puso a revisar la tarea de las niñas.

Ese día se habían levantado temprano pues Aiko propuso el día anterior salir a un parque de diversiones que llego una semana antes. La euforia las invadió y se pusieron a hacer lo posible por ayudar a Dazai sin que este se los pidiera. Aiko batallo mucho para convencer a Dazai de que le hiciera una trenza que al final no quedo tan bien pero pues algo es algo. Ya vería el lunes si pedirle a Naomi ayuda para los peinados. Después del parque regresaron a casa y "prepararon" la comida, que al final de cuentas ni comida fue porque los tres terminaron haciendo un batidillo por la cocina. Pidieron una pizza. Volvieron a salir solo para surtir despensa y ver en qué otras cosas se distraían, pues las niñas a los únicos lugares que salían era a la escuela y ya, ahora con esto de la Agencia se veían más activas.

Una vez termino de registrar la tarea y checar que todas estuvieran realizadas se quitó los lentes y alboroto su castaño cabello. Cuando tenía intenciones de levantarse una figura de cabello largo azoto en su espalda y se le puso de caballito.

—¡Cárgame! —grito Aiko. A Dazai se le escapo una sonrisa y se levantó del sillón. Llevo a Aiko hasta la cama y noto a Hoshiko jugando con sus muñecas.

Dejo a Aiko en su respectiva cama y se acercó a Hoshiko. Le quito las muñecas y las dejo en la mesita de noche. Hoshiko miro como queriendo renegar a Dazai. Al final solo se recostó en la cama y se cobijó. De nueva cuenta deposito un beso en las frentes de las niñas y les susurro un "Buenas noches" en el oído.

Dazai se quedó a dormir del domingo para amanecer el lunes, total ya contaba con bastantes cosas suyas en la casa. Solo le faltaba mover algunas y vender su apartamento para poder quedarse vivir permanentemente con las niñas.

— ❦ —

El lunes quema el espíritu de todos los estudiantes incluyendo a Aiko y Hoshiko, a duras penas se levantaron y vistieron. Dazai se encargó de alistar su mochila, de cepillarles los dientes, limpiar sus orejas y acomodar faldas y camisas, así como también duro media hora tratando de hacer una coleta al cabello de Aiko. Ya varias veces la habían regañado por no llevar el cabello agarrado de acuerdo al reglamento de la institución. Tras unos cuantos jalones de cabello logro quedar un peinado decente. Dazai miro su obra de arte con orgullo, Aiko sostenía su cabeza entre los brazos. Le dolía tanto jalón.

A las ocho con quince minutos ya se hallaban cruzando la calle para dirigirse a la escuela.

Llegaron a diez minutos de que la campana sonara. Con un leve empujoncito y una sonrisa de aliento por parte de Dazai ambas niñas se formaron junto con sus compañeros a la espera de que pasaran lista.

—Ya saben niños, cuando escuchen su nombre pasan directamente al salón —dijo la maestra con una ligera sonrisa propia de su profesión. Los nombres empezaron a ser recitados hasta que toco la D—. Dazai Hoshiko y Dazai Aiko.

Ambas niñas levantaron la mano y la maestra les dio el pase señalando el interior de edificio con su bolígrafo. Ambas giraron regalándole una de las mejores vistas a su padrastro.

—¡Te queremos! —gritaron con una sonrisa radiante y un brillo en esos ojos azules iguales a los de Oda lo cual solo lograba destacar el doble la pureza que las niñas llevaban consigo, pureza que le había pertenecido a su difunta amada ____. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top