dazai

tw: angst. trans fem! reader. transfobia. infidelidad. 


│││ 彡 ➥ ᵖʳᶦᵈᵉ ᵐᵒⁿᵗʰ ˢᵖᵉᶜᶦᵃˡ¡!  ─╮彡 ✿

en mis días silenciosos, aún extraño tus caricias.


Y allí estaba de nuevo, un sentimiento de vacío en el estómago, como estar viendo un evento del que ya sabía, pero que aun así deja atónito. Suspiró, un suspiro tembloroso y casi un sollozo.

Supuso que sería así, desde el principio. Una espina en el fondo de su mente, una constante incertidumbre y una espera interminable, bueno, cuando menos la espera había termino. Lo que venía ahora era algo que ya debía haber sabido. Y aun así, que crueldad, cuan horroroso se volvía una vez que la imagen dejaba de ser un borrón en su vista y se volvía tangible en su mano.

Dejo la camisa sobre la cama, donde la había encontrado. Seguro que no lo había hecho con la intención de que la encontrara simplemente había pasado y él probablemente no se había dado cuenta. No era despistado, pero el alcohol le bajaba un poco la guardia.

y/n se dejó caer en la cama, miró de nuevo aquel manchón de labial oscuro en el cuello. Sonrió con tristeza y rompió a llorar. Dazai no la escucharía bajo la ducha. Se rio bajo su llanto, en primera por haber tenido la esperanza de que no pasara y en segunda, por haber sido una estúpida.

Quizá no se tratará de una inseguridad, sino de una realidad. ¿Cuántos novios tenía ya, que la habían engañado con una mujer de verdad?

Más bien, ¿Cuándo dejaría de confiar tanto?

No debió suponer que pasaría, tenía que saber que pasaría. Enterró el rostro en las manos, sollozó tan alto que creyó que él la oiría, pero no fue así. El agua siguió corriendo, y/n se preguntó si acaso querría que la oyera, si Dazai sentiría el mínimo remordimiento al verla en ese estado, si siquiera se le ablandaría la mirada.

Cuanta más felicidad experimentaba, el dolor era peor. Como si la vida se empeñara en hacerle saber que toda su felicidad tenía un precio, y un límite.

Se puso de pie, y mientras se arrastraba a su propia habitación volvió a preguntarse que había de malo con ella. Si acaso era muy alta, o muy ancha, si sus hombros no eran lo suficientemente pequeños. ¿O es que acaso no importaba lo mucho que intentara encajar con los cánones de belleza? Nunca sería suficiente para ser una mujer.

Le ardían los ojos por el rímel, y pese a su lamentable estado, pensó que debía retocárselo para que sus pestañas no se vieran tan cortas. Eso la hizo llorar nuevo, no podía creer que ni siquiera pudiera sentirse triste sin pensar en verse femenina.

Lloró, lloró porque creyó que él sería distinto, porque le llevaba flores cada vez que podía, porque le preparaba la cena, porque la llevaba a la cama, porque había amado cada una de sus inseguridades, le había jurado amor eterno. Había sido para ella lo que nadie más, y creyó que, para él, ella también.

Pero no era el caso.

Lloró porque estaba cansada de lo mismo. Lloró lo que otras veces no había podido llorar. Había tenido suficiente. No era tan fuerte.

Se ocultó en sus sabanas, abrazó un peluche y deseó que hubiera alguien para consolarla como otras veces, pero aquel que lo hacía, era el que ahora provocaba su llanto.

Debió pasar mucho rato encerrada, porque Dazai tocó su puerta.

—Flor, ¿todo está bien? —una inflexión de preocupación que le dio asco, que le hizo hervir la sangre.

¿Cómo se atrevía?

Lanzó las sabanas fuera de sus piernas, abrió la puerta de un tirón.

—¿Qui-? —se paró en seco.

y/n lo miraba con el rostro empapado en lágrimas, el cuerpo le temblaba y, aun así, había una ira desmesurada en sus ojos, dirigida a él.

—¿¡Cómo carajos te atreves a preguntarme si estoy bien!? ¡Cabrón! —alzó el brazo y lo cacheteó.

Dazai vio venir el golpe, ella lo sabía, pero aun así la dejo. Se lo merecía.

—Flor ¿qué dices? —inquirió, sobándose el golpe. Le había dolido más de lo que esperaba.

—Eres un maldito imbécil —y/n lo empujó, Dazai retrocedió—. Un puto imbécil.

Ni siquiera fue por la fuerza de y/n, lo hizo porque sabía lo que había hecho, pero tenía que saber si ella lloraba por eso.

—Flor, no entiendo que te hice, pero discúlpame —y/n crespó una sonrisa sardónica.

—¿No sabes? Claro que no sabes una mierda —escupió—. Como si no hubiera olido el maldito perfume en ti cuando llegaste. Eres un idiota ¡tan siquiera te hubieras molestado en revisar tu camisa!

Lo barrió con la mirada, llena de asco, de enojo pero más de dolor. Algo en el fondo le removía la consciencia, que quizá no estaba bien enojarse con él, Dazai no tenía la culpa de que no fuera una mujer de verdad.

Pero eso tenía que parar, Dazai se lo había dicho, se lo habían dicho todos. ¡Todos le habían dicho que no importaba! ¡Que la iban a querer del mismo modo! Podía enojarse, podía enojarse por sus mentiras, por sus malditas falsedades.

—Ya veo... —murmuró Dazai. Lo hizo con tal calma que y/n tuvo de ganas de golpearlo—. No tiene caso que te lo oculte entonces, flor. Fue solo un beso, tienes que saber eso.

Y pese a la rabia que la consumía, las lagrimas seguían bajando por sus mejillas. Aun sentía ese vacío en el estomago y un nuevo dolor en el pecho, no nuevo, solo más intenso.

—¿¡Y a mi de que carajo me sirve saber eso!? ¿¡Crees que cambia algo de que hiciste!? —le golpeó el pecho, Dazai siguió sin cambiar su expresión.

—Calmate un poco ¿sí? Podemos dialogar esto.

—¡NO ME PIDAS QUE ME CALME! —gritó, y está vez lo golpeó con más fuerza.

Dazai trastabilló un paso, y/n le dio otra cachetada.

—¡No podemos dialogar una puta mierda! ¿¡Y sabes por qué!? ¡Por qué me acabas de poner el cuerno! ¿¡Qué quieres dialogar imbécil!? ¿¡Quieres que te perdone esta mierda!?

El hombre alzó los brazos, con intención de ponérselos en los hombros, y/n se alejó con asco, como si él fuera capaz de contagiarle algo. Un atisbo de dolor cruzó el rostro de Dazai, pero no se inmutó.

—y/n, escúchame. No voy a pedirte perdón porque no arregla nada. Pero solo fue un impulso ¿sí? Te amo a ti, no estaba pensando bien y... bueno, fue mi error.

La chica dejo caer la cabeza y los brazos, ya sin fuerza. Sollozó de nuevo, no tenía interés en pelear, no valía la pena.

—No entiendo como eres capaz de hacer esto —se le quebró la voz, no se molestó en ocultar su dolor. Negó con la cabeza—. No lo entiendo Osamu. Te deje entrar en mi vida, te mostré todo de mí, te deje estar a mi lado. ¿Cómo eres capaz de traicionarme así? ¿Qué se supone que significo para ti?

—Flor, lo eres todo, eres el amor de mi vida. Fue un desliz, de verdad.

y/n se rio, lo escuchaba, lo veía y, aun así, estaba viendo a otra persona. Dazai estaba muy lejos de su alcance, con un rostro y un alma que no conocía. Un rostro impasible que le provoca ira, antes le provocaba paz.

Dazai le puso una mano en el hombro, ella se la quitó con una mueca.

—No Dazai, no soy el amor de tu vida, ni me amas. ¿Por qué te mientes? Yo sé que no lo soy y aun así, sigues aferrado a esa estúpida idea —lo miró.

Dazai parecía confundido.

—¿Mentirme? Flor, no me estoy mintiendo, sé que lo eres.

—No Dazai —ella retrocedió un paso—. Tú no amas a nadie, porque a todos eres capaz de traicionarlos.

—Flor...

—No me digas así —tomó la pestaña de su puerta—. Terminamos Dazai. Recojo mis cosas y me voy.

Cerró la puerta. Por un segundo esperó que él la detuviera, que intentara meterse en su habitación y seguir hablando. No lo hizo, lo cual fue mejor.

y/n arrastró sus maletas de detrás del closet. Empacó cosa por cosa con una calma delirante. Recogió todo lo que quería y dejo atrás lo que ya no necesitaba.

Ese abrigo verde oscuro que le había dado en diciembre del año pasado.

Esa figurita de un personaje que tanto le gustaba y que había visto en una tienda.

Ese cuadro de ellos que les habían pintando en su tercera cita.

Suspiró, casi con resignación, con tristeza, con dolor.

Cerró sus maletas, se puso el suéter y recogió las llaves de su auto. Cuando salió a la cocina, él no estaba. La puerta de habitación estaba cerrada. y/n no lo miró.

Sacó su vajilla de la alacena, recogió sus libros del librero de la entrada, los metió a una caja. Cargó con ellos hasta su auto, luego su maleta.

Le dio una ultima mirada a la puerta caoba de la habitación de Dazai, luego repaso la casa, agarró su vajilla y se fue.


Dazai no volvió a la cafetería en su turno, no volvió a verlo. No le mandó ningún mensaje, no le dejo ninguna llamada. Dejo de seguirla en redes, también la borró de sus contactos porque sus historias y su foto de perfil ya no estaban.

Ella lo hizo también.

Y y/n siguió trabajando de barista, siguió estudiando hasta que se graduó. Consiguió trabajo, hizo más amigos, conoció más personas.

Pero Dazai se quedó. Se quedó trabajando donde trabajaba, se quedó con los mismos compañeros. No hizo amigos, no cambio nada. El mundo siguió moviéndose, ella también. Y él merecía estar donde estaba.

Después de todo, si había besado a aquella mujer esa noche, era porque ansiaba el suspiro de una verdadera mujer esa noche. Aunque se negaba a admitirlo.

uncanny | wuserpoe




weeeeeeeeeeeeeell, no todo pueder ser de color rosa.

de principio había pensando en que fuera mori, pero pobre hombre, de por si ya está tan mal parado en el fandom por un error de traducción, que yo no lo iba a dejar peor. a quien si puedo, es a dazai. 

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