Chuuya V.I
La chica iba entrando al cuarto, Chuuya estaba
sentado, mirando algo.
Llevaban juntos cinco años juntos, desde los diecisiete, y habían tenido sus bajas y altas como toda pareja, pero seguían juntos.
Chuuya había sufrido algunos daños en una misión, todo porque no quería que ella lo acompañara, por lo que, cuando _____ se enteró de que se había lesionado una pierna, lo había dejado en abstinencia durante el tiempo que fuese necesario, y Chuuya no se la estaba poniendo fácil. Incluso con la pierna rota, seguía igual de caliente que como era.
Por eso, cuando entró a la habitación, no se fijó primero en su cuerpo medio desnudo. Sino en lo que el pelirrojo miraba, una pulsera azul.
—¿Cómo llevas eso? —preguntó, y aunque ambos entendieron que se refería a sus recuerdos, el pelirrojo hablo de su pierna.
—Mejor, creo —le dedico una sutil mirada a la chica y guardo la pulsera.
Entonces, la chica si se fijó en su cuerpo, y demonios, cuanto odiaba al pelirrojo. Por el calor de la primavera, ambos estaban siempre acostumbrados a dormir en ropa interior.
Por lo que el pelirrojo solo llevaba el bóxer, y su cabello rojo caía sobre su rostro y espalda, húmedo aún. ____ inspiró hondo, ignorándolo fue a tomar sus toallas y se metió al baño. Poco duró su baño cuando escuchó un golpe seco fuera de la habitación, la chica cerró la llave y se envolvió en la toalla. Aun con el cabello enjabonado salió.
La escena que encontró no fue la gran cosa, a Chuuya solo se le habían caído unas cajas del ropero.
—Maldita caja de mierda —murmuró el pelirrojo, antes de volver a la cama flotando y con su habilidad llevar las cajas a su lado. La chica soltó una risa, Chuuya volteó a verla y le sonrió—. Cuando termines, ¿Podrías ayudarme?
Ella asintió y volvió al baño antes de que el jabón llegara a sus ojos. Terminó su baño en perfecta paz y salió con su característica pijama desde que marzo había comenzado. Una simple y larga playera con dibujos de Steven Universe y sus calzones. La chica se sentó al lado de Chuuya y destapó aquella caja, extrayendo varias cintas de colores azul y negro.
—¿En que estuvo que decidiste ponerte un vendaje neuromuscular? —preguntó la fémina mientras despegaba las cintas y las colocaba en los hombros del chico, aplastándolas con el puño en un suave masaje. Chuuya pareció relajarse.
—Bueno, no sé, creó que me hace falta un ligero descanso —_____ asintió, tomo otras de las cintas y repitió el procedimiento.
Quedaron en silencio, durante tres cintas ninguno dijo nada. Temían que al abrir la boca la cagaran, y que de un modo u otro las cosas colapsaran y uno de ellos se fuera, pero no era así, solo no querían hablar, no sabían cómo pronunciarlo.
—¿Los... los extrañas?
El cuerpo de Chuuya se tensó, _____ aguantó la respiración, tratando de mantener su calma interior y no alterar más a Chuuya.
—Lo siento, no quise...
—Está bien —interrumpió, sereno y _____ sintió que sus hombros se relajaban—. Y si los extraño, pero creo, creo que ahora están mejor sin mí... fui un mal líder, fui un estúpido mocoso.
La chica lo giró hacía ella, y lo abrazó contra su pecho. Juntaron cuerpos, respiraciones y olores. _____ acarició su espalda, sintiendo la textura aterciopelada de su piel y recorriendo con la punta de sus dedos cada una de las líneas que sobresalían del resto de su piel. De diferentes largos y grosores. Ella depositó un delicado beso en el hombro del chico. Se separaron tan solo para unir frentes y respirar el aire del otro.
—No te reproches a ti mismo, ya hemos hablado de esto antes. No fuiste un mal líder, ni un mal compañero. Solo no sabías que hacer, estabas solo y ellos eran lo único que tenías, era de esperarse que quisieras asumir la responsabilidad —Chuuya solo se dedicó a enredar sus dedos con las hebras negras de la chica, deleitándose con el olor a coco y oyendo las dulces palabras que salían de su boca, en un intento de darle apoyó.
Cosa que él agradecía infinitamente.
El chico se recostó en la cama, y la chica le siguió. Ambos abrazados.
—Sé que fue estúpido intentar cambiar las cosas, y que rezongó un poco de las cosas...
La chica rio, y se reacomodo en la cama.
—¿Un poco?
—Bueno, mucho. Y nunca quiero que me ayudes, no quiero que te esfuerces por mí.
La chica largó un suspiro, mientras jugaba con la mano de Chuuya y se cuestionaba mentalmente que había hecho para merecer un hombre tan maravilloso. No necesitaba a nadie más, y aunque hubiese alguien mejor que él, para ella, el único e inigualable siempre iba a ser Chuuya.
—Me esfuerzo, porque tú te mereces todo, ¿Entiendes? Y trato de que muestres el menor trabajo, porque eres humano, te cansas y estas cosas pasan. Y no me gusta que te sobre pases con tu capacidad humana, entiendo porque lo haces. No quieres que salga nadie herido, quieres protegerlos a todos, ya que tú... ¿Me doy a entender?
Se escuchó un resoplido.
—Claro que lo entiendo y es lo mismo que yo opino de ti. Siempre estuviste para mí, incluso antes de entrar a la Mafia oficialmente y no me veo capaz de terminar de pagarte todo lo que has hecho, porque tú me cubrías en todo y me ayudabas con lo que el bastardo de Dazai no. Eres muy importante para mí, eres todo lo que me queda en la vida, y no permitiría que algo te pasase.
La muchacha se quedó callada unos instantes, antes de soltar una ligera risa.
—Dios, perdón. Recordé como por mi navaja llegué a conocerte. Quien diría que un objeto nos uniría así —la chica giró el rostro, y la punta de su nariz había quedado a centímetros de la mejilla de Chuuya.
—No creo que solo haya sido la navaja, quiero decir, la navaja hizo que nos encontráramos, pero... creo que Rimbau nos unió. Quería que nos protegiéramos el uno al otro, que nos respetáramos, y lo hicimos, no solo por el apreció a Rimbau, también por lo que significamos el uno al otro en el instante en que nos vimos —Chuuya también giró la cabeza, quedando sus narices pegadas.
Ambos cerraros los ojos, y se besaron.
El tacto fue simple y delicado, una ligera presión en los labios, un poco de suavidad aquí y allá, y luego una mordida por parte de Chuuya, _____ abrió la boca, y un roce de lenguas. El calor en la habitación aumentó, y pum. La chica se separó, con una sonrisa ladina.
—Estas castigado —Chuuya frunció el ceño y su boca formó un puchero—. Lo siento cariño.
La chica se recostó de nuevo, Chuuya pasó sus manos por debajo de ella y la atrajo contra sí.
—No importa, estamos aquí. Y sabes, que son de los pocos momentos privados que tenemos.
Bah. Terminaron follando.
LAS CLASES VIRTUALES ME VAN A MATAAAAAAR
¿En qué grado de educación van? Ahre
Yo en preparatoria, quiero morir antes de saber que será de mi en la universidad.
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