Chuuya, Atsushi, Dazai, Kunikida y Akutagawa
A petición de: HEARTFILIA926
Advertencia: ninguna
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Mucho o poco, hay valor emocional en todo.
Era tu cumpleaños número veintiuno. Todo marchaba perfectamente bien porque nadie se había molestado en sorprenderte y estabas más que conforme con ello. Regresabas a tu hogar a pie ya que los taxis habían dejado de pasar para cuando tú saliste de trabajar.
Akutagawa y Chuuya habían llegado a tu apartamento poco después de que Atsushi los citara, ahora estaban: Kunikida, Dazai, Atsushi, Akutagawa y Chuuya. Tenían planeado hacerte una especie de fiesta y deseaban cocinarte un pastel por manos propias.
—¿Si están conscientes de que debemos hacer esto bien porque es la casa de ____ y no nos podemos dar el lujo de ensuciarla? —aclaró Kunikida de brazos cruzados, el resto de los presentes asintieron—. Bien, comencemos.
Todo estaba en la mesa, la harina, los huevos, la levadura, los moldes, el cronometro y una botella de vino. Chuuya lo primero que hizo fue bajar una copa de la alacena con ayuda de su habilidad y servirse vino, Dazai se puso el mandil al que previamente le había pintado la palabra "SEXY" con plumón, junto al mandil un gorro de chef, Kunikida y Chuuya lo miraban con los ojos entrecerrados y mentalmente repitiéndose que Dazai era un idiota.
Las cosas iban bien, demasiado bien para ser reales.
Atsushi había terminado el primer pastel y lo había metido al horno, eran dos pasteles.
—¿Por qué el enano no está ayudando? —dijo Dazai con obvias intenciones, Chuuya levantó la cabeza de la mesa con expresión de odio.
—¿A quién llamas enano, maldita momia? —Dazai rio al ver la expresión embriagada de su ex compañero. Chuuya soltó un gruñido cual perro, en la mesa había un cuchillo de carnicero el cual Chuuya tomo y con el apunto a Dazai.
Dazai levantó las manos a sus lados, con una sonrisa se hizo a un lado y vio de reojo como el cuchillo que Chuuya había lanzado con perfecta puntería se ensartaba en la pared. Dazai rio a grandes carcajadas, provocando que un muy furioso pelirrojo se levantara y se subiera a la mesa.
—Eh chibi ¿Tanto esfuerzo para alcanzarme? ¡Siéntete alto! —Chuuya refunfuño caminando a grandes pisotones al frente de Dazai, en una de esas sin querer pateo a Atsushi y a un saco de harina que quedo oscilando en la orilla de la mesa mientras derramaba harina por el suelo.
Al lado del saco Atsushi se dejó caer al suelo con las manos en el rostro llorando del dolor que la patada le provoco. Akutagawa sin pensárselo dos veces lo volvió a patear antes de tomar a Chuuya con Rashomon y ponerlo en el asiento de antes, con una copa en mano y el sombrero a su lado.
Kunikida se pasó las manos por el rostro, sabía que había sido una mala pero muy mala idea.
Dazai rodeo la mesa y fue a ponerse frente al refrigerador solo para observar su reflejo vanidosamente ignorando las quejas de Kunikida. Akutagawa dio un paso para tomar la mezcla y en eso, al pisar los llantos de Atsushi resbaló junto con la mezcla que termino esparcida por el suelo cerca de Atsushi con el tazón volteado y un furioso Akutagawa. El pelinegro se levantó y procedió a hacer otra mezcla entre maldiciones.
—¡Dazai ven a barrer todo esto! —Kunikida traía una mezcla entre manos junto con el cronometro que sin haberse fijado ya había sonado y ahora el pastel se estaba quemando sin que nadie se diera cuenta.
De la furia de Akutagawa se rompieron dos huevos que cayeron con todo y cascaron en la mezcla, Akutagawa más que enfurecido estaba decepcionado de sus propias habilidades para cocinar y solo miraba el huevo con hastió, Rashomon sujetaba un aspa para batir a la espera de que Akutagawa terminara.
Llegaste a tu hogar lista para dormir sin preocupaciones. Justo cuando abriste la puerta oliste a quemado y oíste ruido en la cocina, por precaución sacaste tu arma y apuntaste a todas direcciones antes de dirigirte a la cocina. Con el arma en alto y de una patada abriste la puerta encontrándote con semejante imagen.
Pegaste un grito de horror en el que todos o casi todos voltearon a verte, en seguida el ambiente se apagó llenando de tensión la cocina.
—Recojan. Mi. Cocina. Ahora —murmuraste entre dientes, apretaste los puños y contuviste las ganas de soltarle un puñetazo a todos—. ¡MUEVANSE!
Y en un dos por tres todo estaba limpio, nada de cuchillos en las paredes, nada de mezclas o llantos en el suelo, ni un solo horno quemándose, todos los tazones limpios, ni siquiera un Chuuya muy ebrio o un Dazai juguetón.
Suspiras.
—En serio... agradezco la intención, pero ¿A quién mierda se le ocurrió que juntarse era una buena idea? —todos estaban en fila cuales soldados, pero ninguno respondió—. Chuuya, tú hiciste más que suficiente con mandarme un mensaje de voz a las doce de la madrugada deseándome feliz cumpleaños; Kunikida, el hecho de que estos días hayas estado enviando mi papeleo resuelto me hizo feliz; Dazai, no recibí quejas tuyas en todo el día de haber intentado suicidarte, gracias por eso; Atsushi, de ti recibí un café hoy en la mañana y Akutagawa, me enviaste un enorme ramo de rosas negras con una tarjeta.
—Pero...
—Pero nada Atsushi, no necesito fiestas o sorpresas. Me hacen feliz con el solo hecho de estar en mi vida y no causarme problemas —la última indirecta iba dirigida a Dazai—. Se los digo de corazón.
Ellos asintieron, en una sincronización casi perfecta se inclinaron.
—¡Feliz cumpleaños y lo sentimos!
Al final, el plan no resulto. Todos terminaron haciendo una pijamada y se quedaron dormidos en la sexta película de Rápidos y Furiosos.
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