chuuya
tw: fem reader! infidelidad (no a chuuya jeje).
Y QUE SUENE ROSA PASTEL VERSIÓN MASCULINA.
podría ser mejor novio que él
Bastante cansado ya por los últimos fatídicos días de trabajo, encontró buena idea fumarse un cigarro que aplacara un mínimo su estrés, aunque de acuerdo con los niveles de este, le harían falta dos cajetillas o más. Meneó la cabeza, con la espalda contra la fría pared del estacionamiento; en ese momento no se le antojaba entrar en su auto y conducir hasta casa, otro lugar horridamente solitario y silencioso. Si su vida no corriera tanto peligro a diario y tuviera más tiempo, tal vez y solo tal vez consideraría la opción de adoptar una mascota, con la única esperanza de que algo más que su propia soledad y tristeza lo recibieran en casa, pero en una vida como esa la posibilidad era nula.
Nakahara Chuuya cogió su celular para pedir un transporte, salió del estacionamiento y caminó las cuadras necesarias.
La niebla se arremolinaba sobre sus tobillos, enredándose entre sus piernas hasta desaparecer en nudos invisibles; era invierno. Lívido e igual hermoso, nada de lo que uno pudiera sorprenderse si vivía en Yokohama pero para Chuuya cada invierno significaba un analgésico a la terrible vida mundana que le confería a toda Yokohama reunida, y también, no iba a negar la emoción infantil que le traían las fiestas navideñas y la enorme cena con toda la Port Mafia. Solo en esos instantes podía considerarse un humano.
Sin embargo, ese invierno de mierda no estaba siendo para nada como él habría querido.
y/n se casaría el primero de enero.
Y el corazón de Chuuya moriría el mismo día.
—¡Chuus! —saludó una vocecita a su lado, el pelirrojo volvió la mirada encontrándose con la pequeña figura de la chica que arrebata sus pensamientos por la noche, y detrás de ella el pedazo de mierda que tenía por novio. Nakahara ni siquiera se molestó en verlo, le dolería la cabeza de solo hacerlo.
La muchacha se le tiró en un abrazo, Chuuya tiró el cigarro y lo apagó con la punta del zapato. Abrió los brazos, recibiendo a la otra, pese a que su peso impactó en su pecho no logro turbarlo. El ejecutivo enredó su brazo alrededor de la cintura de la otra bajó la atenta mirada de su novio, finalmente levantó la vista al hombre.
No había nada realmente destacable en él, salvo que su presencia combinaba bastante con la noche misma. Alto, de cabellos petróleo y ojos grises, un traje y una gabardina y un inconfundible olor a tabaco. Nakahara entornó los ojos ante la mirada de superioridad que le tiraba aquel hombre, se preguntó entonces si el idiota ese tendría una mínima idea de a quien tenía en frente. Para estarlo mirando de ese modo.
—¿Qué haces? —preguntó entonces su mejor amiga, quien le arrebató el sombrero y se lo puso.
—Vine a fumar —respondió, al mismo tiempo que cogía su celular y cancelaba el viaje, tocaría manejar.
—Has estado muy ocupado estas semanas —murmuró y/n—, debe ser duro.
Antes de lograr responder, la pareja de y/n se aventuró a preguntar:
—¿En que trabaja? —Chuuya alzó la vista, con desinterés respondió.
—Ejecutivo de la Port Mafia —declaró, y de reojo pudo observar la más pura reacción de miedo que solo él provocaba, la postura de sus hombros se encogió y el rostro de superioridad decayó hasta la nada. Chuuya solo estaba orgulloso hasta cierto punto. Si un título era suficiente para causarle miedo, no podía esperar a ver lo demás.
―Ah, vaya ―sonrió incomodo. Nakahara asintió, como quien resta importancia a las cosas.
―Es muy bueno en su trabajo, ¿a que sí Chuus?
No caviló en vergüenza, sino que asintió de nuevo alzando la barbilla. A fin de cuentas, era verdad, no tenía por qué mostrarse tímido ante ella. y/n decía que la modestia no era algo que le quedara bien, quizá tuviera razón.
―Ya veo... ―carraspeó el hombre―. ¿Y de donde se conocen?
―Chuus conoce a mi papá, el señor Mori y él son grandes amigos ¡así que a veces lo veía por la casa! ―alzó las manos con felicidad, luego volvió a cubrirse del frío. Nakahara asintió de nuevo sin despegarle la mirada a aquel ser.
―Que bien ―él apuró una mano sobre la espalda de la chica―, pero ya es tarde, y ya nos vamos.
―¿Eh? ―giró el rostro bruscamente―. Casi nunca tengo tiempo de ver a Chuus, él me puede llevar, ¿no?
―Siempre puedo hacer todo por ti ―replicó subiendo la vista.
Rintaro ―que así se llamaba el imbécil, ahora que lo recordaba― curvó el labio con molestia y subió la mano al hombro de y/n, Chuuya frunció el ceño ante el agarre. La chica, sin embargo, se zafó de golpe con el rostro contorsionado de molestia.
―Te dije que me apretabas muy fuerte, y no me gusta ―siseó la muchacha cruzándose de brazos y retrocediendo―. No tiene nada de malo que cene con Chuuya, somos mejores amigos.
El hombre soltó un resoplo de exasperación, levantó las manos rendidas.
―Haz lo que quieras ―escupió, dio media vuelta y alzó un control de auto.
Chuuya bufó, rodeó por los hombros a su amiga y el amor de su vida e hizo que diera la media vuelta. y/n se arrellanó contra su hombro con los ojos apachurrados. No fue hasta que se alejaron que y/n abrió la boca.
―No entiendo porque es así ―se lamentó―, entiendo que no se quiera casar conmigo, yo tampoco me quiero casar con él. ¡Yo ni siquiera me quiero casar! Pero es por el bien de la familia.
La chica refunfuñó por lo bajo, Chuuya, como cada vez que ella se quejaba de Rintaro, le daba la razón. Llevaban tres meses comprometidos y pronto serían esposos, Chuuya sería nada, de nuevo.
Se acercaron hasta el estacionamiento, donde pidió que le llevaran el auto. No quería dejar a la chica afuera, la volteó a ver.
―Te dije que no había otra que hacer más que darle por su lado ―refutó el hombre―, no tiene sentido que pelees con alguien así. Mejor dime, ¿cómo te ha ido?
―Me puso el cuerno ―suspiró.
Eso hizo que Chuuya detuviera el hilo de sus pensamientos tan de golpe como un auto al chocar. Alzó el rostro, visiblemente incrédulo, tanto que se le desencajaba la mandíbula. Se quitó el sombrero y parpadeó, como quien no cree la cosa, carraspeó al ver el rostro de la chica.
―Sí, sí, ya se. ¿Cómo puede hacer eso? ―y/n alzaba las manos con exasperación. Desde que la conocía había sido así de melodramática―. ¡Pero no todos son así de buenos como tú Chuus!
―En eso tienes razón ―resopló, se adelantó a recibir las llaves y el auto, agradeció y dio las buenas noches―. De verdad, no puedo creer que te hayan comprometido con un idiota así.
Negó con la cabeza, le abrió la puerta a la chica y luego condujo hasta un café cálido, pues sabía que probablemente quisiera chismosear sobre lo idiota y mierda que era Rintaro.
Y aquella sería la ultima vez que la vería antes de su boda.
Pareciera que un fantasma el hubiese chupado la vida, Nakahara no tenía ninguna verdadera gana de ir a esa boda, no tenía ganas ni de vivir aquello. Le hubiera gustado tener la posibilidad de morir lo que fuese necesario y despertar cuando todo el duelo hubiera pasado sobre él, para no tener que soportar el dolor de que su mejor amiga, el amor de su vida, el amor para su vida, la dueña de su corazón y todas sus posesiones se fuera a casar con un imbécil que ni siquiera era capaz de besar bien.
y/n se lo había dicho aquella noche entre risas, Chuuya también se rio y se retorció de ira al imaginarlo sobre ella. Sobre los labios que él debería haber besado si no hubiera sido tan cobarde cuando era más chico. Suspiró pasándose las manos por el rostro.
―¿No han pensando que la vida no vale la pena? ―inquirió girando el volante.
Tachihara se puso pálido.
―Chuuya-san, vamos, no es buen momento para estrellar el auto ―sonrió con nerviosismo el otro pelirrojo a bordo del lujoso auto del ejecutivo.
―Sí, tienes razón ―tamborileó los dedos enguantados contra el volante―. Lo hare más tarde.
La boda era en una hermosa montaña, rodeaba de maravillosos y gigantescos árboles y con una decoración que, por evidencia, y/n había escogido en su totalidad. Algunas personas ya estaban sentadas, Mori llegó a la par de ellos.
Saludaron a los presentes, acostumbrados a la atmosfera cargada de tensión y, a veces, miedo, que imponían con su sola presencia. El padre de y/n los saludó efusivamente con la sonrisa más maravillosa en el rostro que podría haber.
―y/n se está preparando Nakahara-san ―anunció la madre de esta. Chuuya asintió.
―Gracias, iré a verla ahora.
Cruzó el altar, sin atreverse a darle una sola mirada pues no quería cruzarse con nada de eso mientras tuviera la oportunidad de fingir que estaba bien. Se acercó a la cabaña de madera, abrió la puerta emparejada y se introdujo.
y/n no estaba muy lejos, apenas entrar y mirar por la primera puerta, estaba allí. Lucía un elegante vestido blanco, pomposo y bañado en brillos y diamantes. Tenía mangas bombachas bajo los hombros y holanes preciosos cubriendo el vestido. Aun no llevaba el velo, que estaba recostado junto al ramo.
Chuuya quedó maravillado por lo hermosa que se veía, aunque él mismo le había ayudado a escoger el vestido. Sin embargo, pronto su embelesamiento quedó sepultado por el amargo sabor en su boca.
La chica se miraba al espejo con expresión desahuciada. Le resultaba insoportable la idea de verla perder la vida que había planeado por un matrimonio, no importaba lo positiva y fuerte que quisiera parecerle al mundo, Chuuya era capaz de ver tras bambalinas, y era tan doloroso como encantador.
―Hola Chuus ―sonrió débilmente―. Estás muy guapo.
Y era cierto ―por supuesto que lo era―. Llevaba un traje entallado a la medida, saco y chaleco, abrochados a la perfección, y no era lo más escandaloso del traje. De último momento, cual le preguntaron por la corbata y el pañuelo solo pudo pensar en esa tradición occidental donde la amante del novio va de rojo, sonrió con descaro y no resistió a la tención de combinarse con el ramo de y/n y la preciosa decoración.
Él no era un amante, incluso se hubiera conformado con serlo, pero no lo era. No era más que su mejor amigo, él hombre que siempre estaba a su lado cuando otros la hacían llorar o despotricar hasta por las narices.
―Mírate a ti, luces preciosa ―extendió los brazos.
y/n sonrió con desgana, se giró y abrazó al hombre como si ese fuese el último abrazo que podría darle en toda su vida. Chuuya la rodeó con fuertes brazos, dejo que recargara su mejilla en su hombro y acarició por encima del ostentoso peinado, su cabello.
―Chuus ―masculló―, no me quiero casar, Chuus.
Oía la inflexión en su voz, la forma en que las letras resbalaban entre aguantar el llanto y dejarlo ir.
Nakahara Chuuya recordaba el día en que se juro a si mismo no interrumpir ese matrimonio como una herida que nunca sanaría y a la que podía echarle sal de vez en cuando. Y también recordaba el día en rompió dicho juramento, el único que se permitió romper.
La tarde anterior estaba con Mori, el jefe de la Port Mafia se había estirado los cabellos hacía atrás con expresión exacerbada. Chuuya había inclinado la cabeza sin romper su formación, Mori había batido la mano y con indiferencia le mostró los papeles.
Era un documento del departamento de estadística respecto a los negocios que el padre de y/n tenía con Mori, las cifras habían aumentado dos ceros, aquello le hizo fruncir el ceño, alzar el rostro a Mori y conseguir un asentimiento de su parte. Aquel negocio ya no estaba surgiéndole frutos a la Port Mafia.
Y era lo que Nakahara Chuuya necesitaba para tirar por la borda su banal juramento.
Apretó los dientes, ciñó su mano a la cintura de la chica y le susurró.
―No tienes que hacerlo hermosa, escapa conmigo.
La chica se incorporó, tenía los ojos cristalinos, las lágrimas se arremolinaban en sus pestañas pero ninguna escapaba. Miró a Chuuya, y la mirada que le envió casi lo hizo revolotear ante la esperanza de que aceptara, nadie lo miraría con aquellos ojos de ciervo perdido.
Entonces, y/n bajó el rostro y negó.
―No puedo Chuus, de verdad no puedo ―cerró los ojos, se inclinó por el velo―. Ayúdame a ponerlo.
Aquel precioso pelirrojo se quedó hecho una piedra, tragó con fuerza y asintió. Alzó las manos al tocado de la chica y le acomodó el velo con amable delicadeza. No la dejo girarse.
―Podría ser mejor novio que él, y/n.
La chica se mordió las mejillas, apretó los puños sobre su regazo y se tragó el nudo en la garganta que de repente era más grande que la cabaña misma. Resistió sus ganas de quebrar en llanto y aceptar, carraspeó la garganta.
―Gracias Chuus, nos vemos en un rato.
Chuuya asintió, bajo la cabeza y se quedó estatico un momento como si fuera a soltar otra cosa. Para fortuna o para su maldita desgraciada y pútrida desgracia, su padre entró en la cabaña.
―¡Qué preciosa te ves ángel! ―sonreía de oreja a oreja, Chuuya se despidió con un ademán y nada más.
No creía que fuese capaz de soportar la fiesta, buscaría algo para excusarse, irse a casa y beberse el vino más caro que tuviera hasta vomitar y sentirse miserable por el resto de la noche, y de su vida.
Apareció al lado de Mori quien le dirigió una mirada de soslayo pero se abstuvo de las palabras, lo que le agradeció en el fondo.
Cuando la ceremonia dio inicio no fue capaz de alzar el rostro, intentaba relajar los puños y sellarse los pies contra la tierra para evitar salir corriendo tan lejos, tan rápido, tan fuerte como pudiera. Chuuya reconoció la canción que sonaba en el piano, era su favorita. La de los dos, la que una vez habían bailados borrachos.
Aquello le rompió el corazón en mil trocitos.
Sus oídos se ensordecieron durante la ceremonia, no quería saber, no quería sentir, no quería ver, y, sobre todo, no quería que ella viera la expresión de puro devastamiento en su rostro, quería que al menos pensara que a él no le parecía una puritita mierda su matrimonio. Si por él fuera la tomaría en brazos y huiría, pero no era él quien ya había tomado la decisión.
―Si alguien se opone a este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre.
Entró en su cerebro de golpe, levantó el rostro como resorte solo para encontrarse con los ojos cafés de su preciosa mejor amiga lacerándole el alma. Chuuya no apartó la mirada de ella, ni siquiera cuando el pastor los declaró marido y mujer, ni cuando se dieron el beso más incomodo del mundo.
Al final, tenía razón. No iba a aguantar estar en la boda. No fue difícil excusarse, todos pensaban que su vida de ejecutivo era demasiado ocupada como para entretenerse en una boda banal. y/n no se creyó.
―¿Te vas?
―Sí, ya sabes... ―ni él mismo lo sabía.
―Chuus... ―ella dio un paso adelante, Chuuya negó.
Sus orbes salidos del mar atravesaron en cuerpo y alma a la chica, tal y como lo habían hecho desde el primer día, el primer momento. y/n sonrió con tristeza, bajó el rostro y lo alzó tras limpiarse una lagrima silenciosa.
―Te qui-
Sus manos enguantadas atraparon bruscamente sus mejillas, la atrajeron a él. y/n se quedó de piedra cuando los labios sedosos y delgados chocaron con los suyos, no tuvo tiempo de reaccionar pues el pelirrojo se separó y dio dos pasos atrás.
Sonreía con derrota, mostrando sus dientes. En sus rasgos se dibujaba la sombra de una tristeza inconmensurable, algo que ni sus ojos eran capaces de contener en su totalidad.
―Te amo y/n.
Sus zafiros menguaron un poco.
Y nunca volverían a encenderse.
uncanny | wuserpoe
lloren. no habra segunda parte, CHUUYA SE QUEDO ASÍ, SUFRAN Y LLOREN.
btw, ¿prefieren los one-shots largos o cortos?
SE ACUERDAN Q LES DIJE Q TENÍA Q DECIRLES ALGO PERO NO ME ACORDABA AJJSJDSJDSJ, bueno, gracias a unx de ustedes me volví a acordar. so, la cosa es q mi novio me ha estado insistiendo en que vea jujutsu kaisen, y yo pienso, y quizá si, pero también tengo la mala sensación de que si lo veo me van a dar ganas de hacerle un fanfic o algo así, y no sé... ¿ven jujutsu kaisen? si es el caso, ¿lo leerían?
otra cosa es que ultimamente me siento bloqueado, no me gusta mi estilo de narración y nada se me ocurre para escribirles. pipipipi.
también he de decir que agradezco mucho los comentarios y mensajes de ustedes, hay mucho usuarios que reconozco de inmediato porque siempre comentan o cosas así y me pone muy feliz, lxs quiero mucho<3.
p.d. el siguiente one shot tiene protagonista masculino, yipi.
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