chuuya
│││ 彡 ➥TW: fem reader! chuuya inseguro, fluff<3
leer con fondo negro.
A petición de: anónimo. (Me pidió no etiquetar bc le da pena, ya le avisé por mensaje^^)
the perfect man also has insecurities
Quería pensar que estaba bien, porque lo estaba, al menos antes de tocar la puerta y que toda su seguridad se fuera por el puto caño en el que vino. Castañeó los dientes por lo bajo, esperando a que abrieran la puerta y sintiendo la mirada de los vecinos sobre él, a la que ya estaba acostumbrado. Después de todo, ¿ver a un hombre como él salir de un Bugatti en un vecindario tan común como ese? Fruto de chismes por doquier, Chuuya no tenía de que enorgullecerse, simplemente se habría extrañado si no fuera el caso, pero por supuesto que lo era.
La puerta se abrió, revelando la enorme figura del padre de _______, quien tuvo que torcer el cuello para ver a Chuuya solo como una burla silenciosa a su estatura, lo que siempre provocaba cierto vacío estomacal en el pelirrojo que ignoraba todos los días. Es decir, ¿Cómo podría sentirse mal por algo así? No le permitiría a su ego bajarse por nada.
—Buenas tardes, señor Ishikawa —prorrumpió con la misma educación que el primer día pese a llevarse conociendo al menos un año.
Otra cabeza asomó, la esposa del hombre que le sacaba dieciocho centímetros a Chuuya. A veces solo quería enterrar la cabeza en el asfalto como los avestruces. La mujer le brindó una enorme sonrisa antes de gritarle a la chica que apurara el paso porque su novio estaba allí. Amaba a esa familia, quiero decir, como realmente sentir que era parte de una familia. Algo que nunca pudo permitirse sin el riesgo de pensar en el daño colateral del después.
Aquella muchacha que bien podría reconocer en una habitación repleta de mujeres se acercó a la entrada, apartando a su padre y su intensa mirada. Ella también era alta y si llevaba tacones todavía más, Chuuya jamás se lo reprochaba por muy acomplejado que lo hiciera sentir, no era nadie para permitirle o prohibirle que vestir. Tal vez solo haría una mueca oculta y fingiría demencia después.
—¡Chuus! —saltó a sus brazos, Nakahara la atrapó como siempre hacía.
Ella se despidió de sus padres, quienes les desearon suerte en su cita y velada nocturna, su padre iba a gritar alguna mierda vergonzosa respecto al sexo pero su esposa lo calló y metió a la casa a la fuerza. Chuuya siempre le daba las gracias por dentro.
—¿Cómo estas, umh? —preguntó. Abrió la puerta del copiloto dejándole paso libre, ________ le sonrió con calidez, una que le quemaba, de buena manera.
Estaba siempre siendo ella, y eso la hacía perfecta.
Por lo que Chuuya olvidaba constantemente sus complejos, emborronados por esa sonrisa perfecta de dientes ligeramente torcidos. Olvidaba lo que era sentirse inseguro por su altura. Nakahara Chuuya era inseguro por muchas cosas, sin embargo, su aspecto físico era de las pocas en las que el pecho se le hinchaba de orgullo. Esforzándose por tenerlo en forma así como también ocultando las pecas de su rostro que se esparcían de un lado a otro en sus hombros y espalda. Y con las que no estaba familiarizado. Su altura por otro lado, un tema complejo, al que no le daba demasiada importancia y dejo de enfocarse en eso cuando la única persona que lo molestaba con ello abandonó su trabajo a su lado. Él solo se encogió de hombros y siguió con lo que había que seguir, porque así era la vida.
Y creyó que estaba bien hasta que la conoció.
Radiante como desastrosa, espontanea como ansiosa. Y perfecta a su manera. Nunca tuvo un tipo, si se lo pedían mostraría una foto de ella y le restregaría en la cara la maravilla de chica que le dio la oportunidad de acompañarla a su lado. Todos esperarían lo contrario o lo que se esperaba. Ves a un hombre elegante, rico, guapo y poderoso, y piensas, debe tener una mujer igual al lado. No exactamente, Chuuya tenía lo que lo hacía feliz. Con eso sobrepasaba la palabra suficiente.
Así que cuando la vida le puso en frente a la chica, se obligó a ignorar su altura, ¿Cómo iba a dejar pasar una oportunidad como esa? Pisoteó su estúpido ego de hombre y se convenció de que tener una novia alta no iba a hacerlo menos hombre. Se lo creyó hasta que fue real, pero real no significó la desaparición. Todavía deseaba —de vez en cuando—, medir más que ella.
Poder brindarle sus chaquetas, alcanzarle cosas de estantes altos, rodearla por los hombros. No podía permitirse eso, lo sabía, y aun así se lanzó con ella, porque no iba a dejarse ganar por sus inseguridades. No se arrepentía, nunca lo haría porque hacerlo también arrinconaría a su mente a arrepentirse de ella. Y Chuuya prefería costear toda su mierda antes de siquiera tener ese pensamiento tan estúpido. No se arrepentía, solo deseaba, por un instante, no sentir un vacío apremiante en el estómago cada vez que no podía hacer lo que deseaba hacer gracias a su altura.
—Chuus ¿Estas bien? —______ se acercó a su rostro, que lucía un ceño fruncido no propio de él (no en sus citas, ya saben como es en su trabajo). La preocupación pintaba su rostro al verlo—. ¿Estas enojado?
Nakahara borró su ceño, relajó la mandíbula y le regaló una sonrisa de labios cerrados. Solía volverse dócil como la mierda siempre que ella estaba preocupada, de la misma manera evitaba presentarse en su hogar cuando el trabajo le dejaba alguna herida. Sus ojos siempre se llenaban de lágrimas al verle algún moretón en la cara, por desgracia, Chuuya aun no estaba del todo listo para confesarle el monstruo que dormía dentro de él. Corrupción siempre sería un problema para él.
—Estoy bien princesa.
_______ hizo un mohín, no contenta con la respuesta, pero no insistió. No quería volverse pesada, en su lugar, intentó que la cita fuera amena y dulce para el pelirrojo, tal vez solo estaba estresado por el trabajo.
Abandonaron el restaurante donde habían compartido la cena tranquilamente, según ________ todo lo humanamente posible estaba hecho para que Chuuya se sintiera cómodo y relajado, se le notaba quizá un poco más tranquilo, aunque igual de ausente y cabreado. Lo notaba.
Lo notaba en las venas de su brazo al sujetar y girar el volante, su otra mano descansaba en su pierna calmosamente, daba leves caricias con el pulgar removiendo la tela del vestido. Estaba acostumbrada a eso, siempre curiosa por saber el motivo de los guantes en las manos del pelirrojo. Nunca intentó quitárselos, es decir, si los llevaba puestos era por algo, no quería ser una entrometida.
Nakahara la dejó pasar a aquel apartamento del lujo en la cima de un monte, donde no había ni otra casa, en otras ocasiones Chuuya se lo había ofrecido. Irse de su hogar, él pagaría todo, sus estudios universitarios y un departamento donde a ella se le cantara ya que no podía permitirse dejarla vivir en su hogar expuesta a tanto riesgo. La chica desistía siempre, por lo que no insistía.
—Ponte cómoda princesa —le susurró abrazándola por detrás, siempre tan afectivo en privado.
______ le sonrió, permitiéndole soltarla y que él se escabullera al baño un segundo. La chica se acercó a la enorme pantalla buscando el mando solo para recordar que todo era con comando de voz, por lo que la prendió de esta manera y mandó a buscar alguna película de terror psicológico que la dejara con el culo tieso. A fin de cuentas, el mafioso estaría con sus brazos sobre ella para brindarle calor y una sensación de pura protección. ¿Quién tiene miedo de los asesinos cuando se duerme al lado de uno? La muchacha estaba plenamente consciente de que Chuuya daría su vida por ella y sostendría su mano con delicadeza de la misma manera que mataría a mil hombres por estrés.
Por otro lado, Chuuya le pegó a la pared.
Fruto de su frustración y fuerza sobre humana —no uso su habilidad—, la pared crujió antes de partirse en una línea que golpeo el techo e hizo temblar el foco. Soltó un bufido llevándose las manos a la cara, arrojó los guantes contra el lavabo y se plantó frente al espejo, ciñendo los dedos con fuerza sobre el mármol negro. Observó su figura en el espejo, odiándose tan solo unos segundos antes de apartar la vista de golpe.
Poco hombre. Sintiéndote como mierda por esto...
Sí deseaba pasar una buena velada, necesitaba descargar esa inseguridad en el espejo, por mucho que lo rompiera. Es decir, no se permitía ponerse a pensar en ello por el propio miedo de salir más lastimado por sus palabras que por las de alguien más, y se odiaba porque sabía cuan insistente era con _______ acerca de la confianza y comunicación pero él se estaba comiendo los labios por no soltar su orgullo masculino y hablar. Es que era imbécil. Muy imbécil.
—Chuus ¿Todo bien? —hubo un toqueteó en la puerta del baño. Nakahara Chuuya dejó de apretar los dientes como si su vida dependiera de ello y relajó la mandíbula de nuevo, frotó su ceño y cuello para hacer desaparecer las venas marcadas en este. Inhaló y se puso los guantes.
Bastaba de estupideces.
Abrió la puerta, encontrándose con la figura alta de su novia, quien le sacaba centímetros, no eran la gran cosa en realidad, solo que a ojos de un inseguro como él podía verse como su perdición perfectamente. ________ inclinó el rostro al verlo tan tenso de nuevo, pues no importaba cuanto se esmerase en ocultarlo, no funcionaba con ella. La muchacha finalmente se atrevió a acunar el rostro de marfil entre sus manos, llevando sus pulgares a remarcar la tensa línea de la mandíbula ajena y tratar de relajarse ese tenso semblante. Chuuya se derritió en su tacto, sintiendo que todo lo malo en su vida podría haber desaparecido si ella hubiera estado desde antes.
—Tú... ¿Qué piensas de mí? —siseó, hundiendo el rostro en el hueco de su hombro, aspirando el perfume que él mismo la había regalado porque combinaba con su esencia en una exquisita combinación.
_________ sonrió, las revoltosas hebras pelirrojas golpeaban su rostro y cuello causándole cosquillas, sin embargo, se concentró en el tono tan sumiso que había utilizado Nakahara para hablar, la sacaba por completo de contexto, su oído estaba acostumbrada a un tono seguro como tranquilo, imponente y autoritario en ocasiones, incluso lo había oído molestándose por algo. Chuuya no bajaba la voz, se hacía oír en la habitación en la que estuviese.
Rodeó el torso ajeno, atrapándolo en un abrazo que pronto Chuuya acogió del mismo modo, pasando sus brazos por la espalda baja hasta alta, descansando sus palmas sobre los omoplatos de la chica.
—Que eres el mejor novio —respondió segura.
Chuuya tragó.
—¿No piensas que...? —no soy suficiente.
¡El único que se siente insuficiente consigo mismo eres tú Nakahara!
—Puta madre —gruñó.
—Chuus, ¿qué pasa? Llevas toda la cita así, ¿Qué es? No voy a presionarte si es algo muy personal, solo quiero que sepas que puedes confiar en mí, o sí es algo del trabajo no me meteré —murmuró sobre su cabeza.
Lo rompió, lo hizo. Lo lograba en todas las ocasiones, tumbar la durísima pared de piedra que Chuuya se esforzaba por mantener de pie cada día para poder continuar, _______ la tumbaba de un soplido en cuestión de palabras. La amaba por eso, la amaba por mil cosas.
—Yo solo pienso que... no es- no soy lo que quisieras —farfulló sin atreverse a modificar la posición en la que se encontraban—. Ya sabes, como- alguien más alto.
__________ fue quien rompió el contacto, mirándolo con ojos llorosos, Chuuya se asustó de inmediato, en ese momento, carente de la compresión emocional que lo caracterizaba como para darse cuenta del porqué de las lágrimas. Su cerebro entró en pánico, se sacó el guante de golpe para limpiar las lágrimas acumuladas en las pestañas de la chica, iba a matarse si era la causa de su llanto. Ella se inclinó ante su tacto, no teniendo siempre la oportunidad de sentir la piel del chico.
—¿Por qué lloras? Mierda, perdón, no fue mi intención.
Ella negó con una sonrisa.
—Perdóname a mí por causarte inseguridad con mi estatura, sé que no soy una chica bajita como te gus-
Chuuya le aplastó las mejillas de golpe, evitando que terminara la oración. No, ella estaba muy equivocada.
—¡Claro que no! —bramó acercando de manera bruta el rostro de la chica al suyo—. No vuelvas a decir una estupidez así _________, no quiero una chica bajita. Te quiero a ti, me importa una mierda si mides más o menos que yo, carajo- le vendería mi puta alma al diablo por ti.
Besó la comisura de sus labios tragándose las saldas lagrimas que resbalaban.
—Solo- mierda. Solo estaba asustado de no ser suficiente para ti.
—Nakahara Chuuya, eres el hombre perfecto. No podría haber pedido un mejor novio.
Chuuya rio por el intentó de mohín enojado en su tierno y lloroso rostro, aplastó sus mejillas con la mano desenguantada. La besó, porque la quería y porque lo necesitaba.
Y se sentía como el jodido hombre más afortunado del mundo.
No podía pensar en otra persona que no fueras tú para pasar el resto de sus días.
uncanny | wuserpoe
hijodesupincheperramadre, un mes sin actualizar.
taba viendo fanarts pa inspirarme y me sorprende como dibujaban a chuuya tan pequeño y delgado al lado de dazai, cuando sabemos perfectamente que el ctm te puede matar de un putazo además de ser el hombre más fuerte de la port mafia, che x favor, chuuya tiene pelos en las patas y el pito, no es lampiño ni una morrilla sumisa. en fin.
sigo con el sueño donde chuuya se madre a todo bonten y se burla en sus caras, no sé, sale one shot¿
btw, ¡gracias por la espera! espero haber cumplido las expectativas, loviuso<3.
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