Atsushi
A peticion de: -PercyMiAmor
Advertencia: Ninguna
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Llevabas días intentándolo, te atrevías a decir que semanas. ¡Y él no captaba de ninguna manera! Insinuaciones, piropos, indirectas. De todo y nada.
Comenzabas a pensar que tener un novio inocente no era tan bueno, te gustaba, sí. Lo amabas, sí. Pero ahg.
—Oye Atsushi —canturreaste. El peliblanco giro la silla de su escritorio para mirarte, una sensación de remordimiento te recorrió el cuerpo al ver sus inocentes ojos heterocromaticos. ¿De verdad te atreverías a corromperlo de tal manera? Asentiste para ti misma.
— ¿Qué pasa _____-chan? —te acomodaste el cabello detrás con un movimiento de lado, tronaste tus labios. Estaban solos, eras los últimos en la Agencia. Ambos se habían quedado para cerrar. Bajaste hasta la altura de su cuello y pegaste tus labios a su cuello.
—¿No te gustaría ir a jugar en tu casa, a tu cama específicamente? —el chico sonrió y fue allí cuando supiste que otra vez no había entendido. Te separaste e hiciste una mueca. Falla número treinta y seis del sistema.
—¿Cómo a qué? No tengo juegos ____ —soltaste una risa, negando con tu cabeza. Como diciendo "¿Qué remedio?".
—Olvídalo, vayamos a ver una película —oportunidad número treinta y siete. Él asintió, pensando con obviedad que película verían, cuando tú ni siquiera pensabas terminar la película. Atsushi se levantó de la silla, la acomodo en su respectivo lugar y saco las llaves del presidente de su pantalón. Estuvo jugando con ellas todo el camino a la salida, mientras tú lo observabas, con un deje de esperanza.
Si con esa no caía tu último recurso sería Dazai.
Tras cerrar las puertas ambos se encaminaron al departamento de la chica, pues sabias que Kyouka estaba en el otro. Aquello no suponía nada en su relación diaria, confiabas plenamente en Atsushi pero si te llegabas a enterar de algo no dudarías degollarlos a los dos. Estabas planeando como seducirlo en el camino. Después de unos veinte largos minutos caminando en medio de la oscuridad llegaron al conjunto de departamentos. Ingresaste la llave y dejaste pasar al chico. Atsushi encendió las luces.
Fuiste a tu habitación, dejaste tu bolso en la cama, te quitaste los tacones sustituyéndolos por unas cómodas pantuflas negras y un pijama abierto. Sin desmaquillarte saliste a la sala, Atsushi estaba en la cocina preparando quien sabe qué, seguro algo de botana. Tendiste el sofá cama y te echaste en él, con el control en mano. Encendiste la televisión y buscaste en Netflix la película más aburrida que encontraste, la pusiste en pausa y fuiste a ayudarle a tu novio. Regresaron con palomitas, helado y galletas. Ambos se tiraron sobre la cama y pusiste play a la película. Tu cabeza estaba sobre el pecho del chico y tu trasero sobre sus piernas, él estaba cruzado de piernas y tú las mantenías extendidas con el plato de palomitas en medio. El bote de helado se lo estaba terminando él.
Alrededor de una hora de rodaje basto para que ambos la mandaran a la mierda, además ya se habían acabado todos los chuches. Te re acomodaste en su cuerpo y le plantaste un beso, Atsushi reacciono al cabo de medio segundo, siguiéndote el beso. Quisiste profundizar el beso así que le mordiste el labio logrando que abriera la boca, introdujiste tu lengua. Se separaron, tú con una sonrisa de júbilo y el peliblanco con expresión tímida pero feliz. Ya era un inicio.
—_____-chan —susurró, abrazándote sobre el pecho. Si, si ¡Lo habías logrado! Al menos al ponerlo caliente harías un progreso. Enterró su cabeza en el espacio de tu cuello y aspiro tu aroma. Te removiste para darte la vuelta y volver a besarlo, una mano te detuvo y volvió a ponerte en tu lugar, se acomodó de nuevo.
Lo dejaste actuar por cuenta propia, esperando a ver que hacía. Cinco minutos de silencio y pronto su respiración comenzó a tranquilizarse y unos segundos después supiste que se había dormido. Apretaste los labios, al carajo el sexo, vamos a dormir entonces. Te separaste lentamente procurando no despertarlo, fuiste por una manta delgada y te volviste a poner encima de él echándote la manta de pies a cabeza, cuidando de tapar a Atsushi. Pusiste la alarma más temprano y dejaste tu celular al lado.
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Atsushi despertó de golpe al escuchar la música (una canción de metal) emanar de las bocinas de tu celular, pegaste un grito al caerte del sofá. El chico tigre también grito, te ayudo a levantarte y se miraron por largos segundos antes de echarse a reír. Dejaron sus risas y ambos se fueron a hacer sus respectivas actividades dentro de tu casa, mientras uno se bañaba el otro se arreglaba y así. Para suerte de ambos Atsushi se había quedado a dormir varias veces en tu casa y dejaba ropa para usar, al bañarte estuviste pensando seriamente si era necesario recurrir a Dazai o si deberías intentar de nuevo, o de plano rendirte.
Al salir, terminaste de arreglarte y ambos salieron de la casa a eso de las siete y media. A las ocho ya estaban allí, eran los primeros puesto que traían las llaves y debían abrir las puertas antes que el resto llegara. Entrando te tiraste directamente sobre el sillón de Dazai y volviste a meditarlo seriamente. A los cinco minutos llego Kunikida y en los siguientes minutos llego el resto, no fue hasta una hora después que llego Dazai, silbando. Evito a Kunikida y se adentró a la sala de espera donde tú estabas, sin hacer nada —debido a que habías terminado tu papeleo el día anterior—, esperando una orden o algo.
Dazai se sentó frente a ti, observándote.
—¿Cómo te fue anoche? ¿Conseguiste lo que querías? —Soltaste un bufido y negaste con la cabeza—. ¿Has decidido correr a mis brazos en busca de ayuda? —reíste.
—No, he decidido seguir intentándolo. Tiene que entenderlo por instinto —le susurraste, esperando que Atsushi no te oyera, aunque igual no lo entendería. Como el resto. Dazai se encogió de hombro al mismo tiempo que se levantaba del sillón dando por finalizada su conversación. Dejaste que se fuera y seguiste pensando en una forma de decírselo, quizá debieses ser un poquito más obvia.
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De nuevo la noche les había llegado, toda esa semana a Atsushi le tocaba quedarse a cerrar la Agencia y tú lo mejor que podías llegar a hacer era acompañarlo a cerrar, terminando de cerrar él te acompañaba a casa (aunque tú no quisieras) y al día siguiente sucedía lo mismo. Acomodaste tu cabello en la espalda por encima de la mochila que te acababas de poner. Estabas decidida a hacérselo obvio.
—_____-chan, he estado pensando en todo lo que me has dicho —murmuró, un destello se produjo en tus ojos, si bien ya no te emocionabas como antes porque Atsushi te salía con cada cosa, esperabas que finalmente lo hubiese entendido—. Y creo que puedes estar algo enferma ¿No te parece? No quiero decir que estás loca pero...
Un fuerte manotazo resonó en la sala, Atsushi abrió de más sus hermosos ojos al ver como habías estrellado la palma de tu mano en tu frente. Al bajar la mano pudo notar tu expresión de hastió. Agarraste aire y gritaste:
—¡Atsushi solo quiero que me des! —tu exasperación era tal que tenías los cabellos lacios totalmente revuelto.
—¿Qué te dé? ¿Qué te de qué? —preguntó, otra vez con expresión inocente. De repente su cabeza hizo rápidos cálculos de lo que sabía y entre ellos estabas varias referencias de películas, series o gente que veía, en su mente un foco rojo se ilumino, esclareciendo sus ideas—. ¡Ya entendí!
Su rostro era la combinación de una expresión entre inocente y sorpresiva. Reíste tapando tu boca con el dorso de tu mano. En su sorpresa dio un pequeño salto haciéndose para atrás, con un gran sonrojo en el rostro. Movía sus manos de manera nerviosa y giraba la cabeza a todas direcciones menos en la tuya, rodaste los ojos, divertida.
Lo tomaste por los hombros, obligándolo a que se tranquilizara.
—Oye ya, relájate. No es el fin del mundo —sonreíste al ver como poco a poco se calmaba.
Es un bebe, pensaste en tus adentros. Lo miraste de reojo y ambos salieron de la Agencia. Discutirían eso en la privacidad de tu hogar.
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