Ango
A petición de: Lunari- 132
Advertencia: ninguna
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Siempre serás la razón de mis desvelos.
Bostezaste. No solo por el cansancio y la desvelada sino también porque ver a Ango trabajar era demasiado aburrido. Solo estaba sentado en su silla frente a una computadora, y con papeles regados tecleando sin cesar. Recargaste tu mejilla en tu brazo y observaste a Ango. Este al escucharte volteo fugazmente antes de volver la mirada a la pantalla.
—____ ya te dije que no es necesario estar aquí. Ve a tu casa a descansar —indico. Negaste con la cabeza echándote otro trago de café —. Te digo que sí, no es bueno que estés en vela tanto tiempo.
—¿Ah? ¿Me lo dices tú? Llevamos dos días y tres noches en vela y solo nos estamos abasteciendo de comida rápida y café. Es la primera vez que hago esto pero ¿Tu? Desde que trabajas aquí haces lo mismo —Ango subió sus lentes a la cabeza y se sobo el puente de la nariz.
—Solo vete a descansar, en un rato acabo y mañana te visito —soltaste una queja. Te levantaste de la silla y agarraste tus cosas.
—Bien... pero si mañana no apareces a primera hora voy a venir hasta aquí y te voy a sacar de las orejas —reclamaste señalándolo acusadoramente con el dedo. Él asintió. Te diste la vuelta y caminaste a la salida. No alcanzaste a ver como Ango te sonreía.
Lo querías más que como un amigo, él no lo sabía ni mucho menos se daba cuenta. Poco a poco te ibas resignando a que nunca te vería más allá de una amiga. Por lo que solo te dedicabas a prestarle tu atención en cuerpo y alma sin esperar nada a cambio.
Sin embargo no saliste del edificio donde ambos trabajaban, fuiste a una bodega. Era como una caja fuerte. Allí guardaban todo los historiales de todos los trabajadores de la División sobrenatural del Ministerio de Asuntos Internos (DMAI), incluyendo el tuyo. Ingresaste la contraseña que descifraste en cuestión de segundos gracias a tu habilidad, la cual te permitía tener algo un ojo súper desarrollado, podías ver diez veces mejor que un humano. Había más marcas de dedos en ciertos números, la cosa no acababa allí también debías ingresar con una decodificación de mano y el análisis de tu ojos. Si no estabas en el sistema una alarma se activaba y dos armas salían por los costados del techo para dispararte. Por suerte tú tenías derecho a entrar al ser la de mayor cargo en tu especialidad.
Entraste y caminaste hasta la sección de la S. Ango era de los primeros por su letra del nombre. Agarraste la caja y te tiraste al piso con ella. Había una duda carcomiéndote desde dentro hace ya unos tres días, estabas tentada a preguntarle por ello pero te abstenías porque seguramente él evadiría la pregunta con una de sus tácticas. Si bien sabias muchas cosas acerca de él, las sabias porque el confiaba en ti y en ciertos momentos decidía compartirte su vida. Es un hombre que realmente nadie conoce... escuchabas decir a los hombres y mujeres que trabajaban con él. Tú podías afirmar lo contrario, lo conocías, sabias como pensaba y lo que sentía. ¿Dónde había estado en realidad tres años atrás? A todos les dijeron que en el extranjero y no era cierto. Lo sabias.
Te cruzaste de piernas y sacaste el archivo correspondiente a esos tres años.
La primera hoja llevaba dos única palabras.
"Ango Sakaguchi"
Pasaste la hoja a la parte de atrás y leíste las siguientes páginas. Era una redacción de Ango, donde narraba su infiltración en la Port Mafia, su relación con Dazai y Oda, la muerte de este último, la muerte de aquellos niños inocentes, la traición de Dazai, el Permiso para dejar a la Mafia actuar. Todo eso. Un escalofrió recorrió tu espalda. Conocías a Dazai por culpa de tu trabajo, tú te encargabas de dirigir un equipo completo que se encargaba de cubrir toda prueba que pudiese involucrar a los usuarios de habilidad, un día la Agencia tuvo un conflicto y tuviste que ir a limpiar su desastre.
A Oda no tuviste la dicha de conocerlo, Ango solo te hablaba de él cuando estaban en mucha confianza. Escuchabas el dolor en su voz, los ojos siempre le brillaban al hablar de él. Lo recordaba con cariño. Te hablaba de él diciéndote que lo conoció en el extranjero y que ya no estaba en este mundo. A veces también podías escuchar la culpa en su voz. Solo que él nunca tendría la culpa, tú lo sabias pero él no.
Estabas tan choqueada que no oíste los pasos de tu pretendiente amoroso acercarse. Y cuando él se paró enfrente de ti soltaste los papeles y entre ellos salio volando una fotografía. Ango, Oda y Dazai en un bar —la copia de una foto que Dazai tenía—. Ango te miro desde arriba, los ojos le brillaban de nuevo y no de tristeza.
¿Era enojo? ¿Quizá desilusión? No lo sabias, lo que si sabias es que aquello le había dolido y aunque nunca demostrara mucho sentimientos profundos tú lo sabias. Porque lo conocías, porque eran amigos. O quizá ya no.
Recogiste todo a la velocidad de la luz, guardaste todo en su lugar. Para ese momento Ango te esperaba afuera, le diste una última mirada a aquella bonita fotografía. Saliste con la cabeza baja, las manos juntas en el regazo y tu maletín colgando en la espalda. Ango cerró todo, ambos salieron a la calle.
Te miro.
—¿Quieres que te lleve? —te sobresaltaste al escuchar su voz. Tragaste saliva.
—¿No estás enojado? —ignoro tu pregunta.
—¿Quieres que te lleve? —esta vez negaste. Ango asintió, subió a su auto y partió.
Tú fuiste a la estación de trenes, tomaste el que te llevaría hasta tu casa. Mientras tú recargabas tu cabeza en el vidrio del metro y te lamentabas internamente por lo que habías hecho Ango llegaba a su casa, se daba un buen baño y se iba a la cama. No durmió, por más que su cuerpo lo pedía no durmió. La imagen de tu persona revisando sus archivos personales no desaparecía. Estaba deshecho. La única persona en la que de verdad confiaba había roto todas sus posibilidades de estar con él. Ya no tenía con quien compartir sus más grandes penas, con quien sobrellevar las noches de desvelo. Ya no.
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Al día siguiente no se vieron, al menos no de frente. No cruzaron miradas, ni fueron por un café caliente por la mañana antes del trabajo. Seguramente eras una sensible porque deseabas llorar y pedirle perdón las veces que fueran necesarias, por supuesto eso no te serviría de nada. Al menos no con Ango.
—_____-san ha llegado una petición de la Agencia —suspiraste ¿Otra? Miraste a tu subordinado como diciendo ¿Es en serio?—. Hay un disturbio por un ataque de un pirómano, nos están pidiendo alejar a todos y curar a los heridos.
—Con un demonio... acéptala. ¡Atención todos! Dejen de hacer lo que sea que están haciendo y vámonos.
Partieron en camionetas y autos. Llegaron a la escena, dejaste que tus subordinados hacer el trabajo más pesado mientras tu ibas a ver a Dazai y el resto de le Agencia.
—Ah ____-chan ya estás aquí ¿Cómo te va? —te pregunto sin apartar la mirada del desastre que ocasiono aquel pirómano. No respondiste, en tu cabeza solo estaba aquella fotografía.
—Dazai ¿Puedo hacerte una pregunta muy personal? —el sonrió.
—Depende ¿Me vas a proponer suicidio doble?
—Es acerca de tu pasado en la mafia, específicamente de lo que te obligo a dejar la mafia —observaste de reojo como sus ojos se ensombrecían.
—Perdóname _____-chan pero no puedo hablar de ello. Por cierto ¿Te enteraste? Si lo has hecho te pido que te alejes de Ango —soltó un gruñido. Si supiera.
—Eso es innecesario, estoy segura de que no me hará nada —Dazai se encogió de hombros, giro su cuerpo hacia ti y con expresión relajada dijo:
—Desde hoy estaré yendo por ti a tu casa, iremos a comer algo en tus tiempos de descanso y pasare a recogerte —abriste la boca para protestar cuando uno de tus subordinados grito que todo estaba listo. Arrugaste la nariz y te giraste. ¿No podían tardarse un poquito más? —. Nos vemos al rato.
Te despediste con un simple gesto de mano y volviste a tu trabajo, Ango ya se encargaría de tomar nota acerca de todo, evadir a la prensa y mandarte los reportes para que los llenaras. Aparte tenías pendiente otro puño de papeleo con disputas. Esa noche aplicarías la de Ango.
Te dejaste caer en tu silla, sin ganas, empezaste a llenar todo lo que te mandaban. No me pagan lo suficiente... Al pasar las horas las hojas se acumulaban, tus manos volaban sobre el papel y el teclado, tu vista vagaba de computadora a computadora. Y finalmente terminaste antes de que se diera su turno para cenar. Dejaste salir a tus subordinados y te quedaste donde mismo, recargada en el respaldo, sobando tus sienes y dedos. Te levantaste, tronaste tu espalda y escuchaste la puerta abrirse.
—_____-san la busca un tal Dazai —te dijo tu subordinado. Rodaste los ojos y volviste a arrugar la nariz. Hiciste un ademan y lo viste irse. Suspiraste... hablaba en serio. Agarraste tu cartera y saliste. A las afueras estabas Dazai con su mismo carisma y ropa de trabajo. Al verte sonrió. En sus manos cargaba dos cafés.
—Toma —te extendió uno. Lo recibiste y miraste el contenido—. Expresso como te gusta.
—Que detalle, gracias —le diste un trago y sonreíste al probarlo. Estaba bueno. Empezaron a caminar pensando donde comprar la comida. Finalmente encontraron un buen restaurante. Dazai se metió por la comida y tú te quedaste afuera, disfrutando del aire libre después estar toda la tarde encerrada entre tecnología. Terminaste tu café y lo tiraste al tacho de basura más cercano. Dazai tardaba mucho.
—_____ —te llamo una voz, alzaste la cabeza y observaste a Ango con dos cafés. Te extendió uno, tus manos temblaron al recibirlo. Lo bebiste, estaba incluso más bueno que el de Dazai—. Quería ver si podíamos hablar de eso...
—Por su... —antes de que pudieras completar la frase unas manos se posaron en tus hombros, sentiste la barbilla de Dazai en tu cabeza.
—Por supuesto que no, de hecho ____-chan y yo estábamos a punto de buscar un buen lugar para comer. Si no te molesta nos vamos —Dazai opuso la fuerza de su cuerpo para arrastraste y con una mano te tapo la boca. No fue hasta que estuvieron alejados que te soltó solo para tomar tu café y tirarlo a la basura.
—¡Dazai! —gritaste soltándote de su agarre.
—Podía tener veneno —justificó.
—Ya le tome.
—Con suerte no te hará efecto —lo miraste mal, le arrebataste la comida y te sentaste a las afueras de un edificio. Sacaste la comida y te la metiste a la boca, masticabas con enojo. Dazai se sentó a tu lado y también empezó a comer.
—No puedo creer que estés haciendo esto —murmuraste con ira contenida—. ¡Es injusto! Él solo quería hablar. Tú no lo conoces...
—Eres tu quien no lo conoce, no sabes cómo fue.
—Si se cómo fue, lo leí desde su perspectiva, estaba Oda, los niños y tú. También estaba Ougai y creo firmemente que todo paso por culpa de tu ex jefe y no de Ango —no obtuviste respuesta, Dazai estaba muy concentrado en su comida que en prestaste atención. Lo miraste de reojo, molesta, te levantaste una vez que habías concluido tus alimentos. Sin esperar que te siguiera regresaste a tu edificio con la intención de hablar con Ango.
Sentiste unas manos en tu cintura al ir por la mitad del camino, te levantaron sin dejarte caminar. No tuviste que preguntar quién era.
—¡Bájame Dazai! ¡Quiero ir a hablar con él! —el castaño hizo caso a tu petición pero no te dejo ir. Te aprisiono contra su pecho.
—No —lo oíste susurrar—. Te dejara hablar con él hasta que las cosas mejoren.
—Dazai ¿Cómo van a mejorar si no puedo hablar con él? Probablemente está enojado, ya ni siquiera debe confiar en mí. ¿Y si quería decirme que ya no somos amigos? —preguntaste un tanto alterada. Él castaño sonrió pícaro.
—Así que ¿Solo amigos? —metió las manos a los bolsillos de su gabardina. Te sonrojaste.
—Si... bueno él solo me ve como una amiga —respondiste a secas. Por supuesto que esto no era cierto, solo que Ango era demasiado bueno ocultando sus sentimientos más grandes o demasiado malo demostrándolos. No lo sabias, ni mucho menos lo sospechabas.
—¿Ya lo has comprobado? Te veo muy segura —suspiraste, no sabías que contestarle. Por lo que para ganar tiempo de pensarlo amarraste tu cabello sin cuidado alguno.
—No, lo sé porque lo veo todos los días y nunca lo veo mirarme como lo miro yo a él. Siempre esta tan metido en su trabajo... a veces sale de copas con sus compañeros o con su subordinada Tsujimura y no se...
Escuchaste una risa, alzaste la vista y viste a Dazai tratando de no reírse.
—¡Idiota! ¡No te vuelvo a contar nada! —te diste la vuelta hecha una furia y echaste a caminar. Dazai te siguió el paso a trote, mirándote de vez en cuando.
—No te alteres... por cierto ¿A qué hora sales? Para recogerte.
—¿Sigues con eso? No tengo hora de salida, hoy me quedare a terminar el papeleo —alegaste sin detenerte.
—Bueno tendrás que llamarme para que pase por ti —dijo, no respondiste. Llegaron al edificio, se despidieron y volviste a tu infierno.
Se dieron las dos de la madrugada, llevabas dos cafés e ibas por el tercero. Tu subordinado llego con él, le diste las gracias y lo bebiste, media hora de trabajo más y terminaste. Tal y como Dazai te había dicho le llamaste. Llego con su misma ropa de trabajo, en vez de traer la gabardina de siempre llevaba un abrigo marrón y dos bufandas, una en su cuello y otra en su mano. Las noches en Yokohama siempre eran frías, por desgracia tu auto se encontraba en el taller tras un choque por lo que te tocaba andar en metro. Saludaste a Dazai y este te extendió una bufanda, siendo que tu solo traías tu traje de trabajo.
Ambos empezaron a caminar hasta la estación de metro, no tenías ganar de llegar a tu casa. No estabas de ánimo para nada, no habías notado la falta que te hacia Ango. Siempre estaban tan juntos que su ausencia se te hacía imposible de imaginar y mírate ahora.
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No dormiste, a pesar de tu cuerpo gritaba que necesitaba descansar en serio no podías. No con la ausencia de Ango en tu corazón, dejaba un hueco enorme no poder estar a su lado, presentías que dolía peor que saber que no gustaba de ti. A las cuatro de la mañana tu cuerpo seguía pidiendo dormir por lo que fuiste a tomarte unas pastillas para dormir.
De todos modos no ayudo mucho, dormiste solo unas tres horas.
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Los días pasaban, la distancia con Ango crecía, tu relación con Dazai prosperaba, el vacío de tu corazón no desaparecía.
Sin que lo notaras aquello te estaba afectando profundamente, todos lo notaban. Llevabas al trabajo con un humor horrible, las ojeras negras aumentaban con cada hora que no dormías, te costaba mantenerte despierta, ibas un poco menos arreglada al trabajo o igual era que tu aspecto de zombi opacaba todo. Dazai y Ango fueron los principales en notarlo. Dazai sobre todo porque te veía todos los días, en la mañana, tarde y noche y Ango porque —pese a que no se hablaban sobre todo por el resentimiento de este y porque tu creías que ya era un caso perdido intentar recuperarlo— te conocía muy bien físicamente, tras observarte día con día logro memorizar cada uno de los detalles de tu rostro. Tus ojos almendrados, tu cabello rubio, tus labios carnosos, todo.
Dazai ya no soportaba verte de tal manera, no le gustaba verte así por culpa de Ango. Sin embargo aún no terminaba de decidir si dejarte ir con él o mantenerte prisionera.
Estaban a las afueras de su restaurante favorito, era tu hora de comida.
—Oye _____-chan ¿Qué tan importante es para ti Ango? —soltaste un bostezo. Repitiendo tus acciones de la vez pasada amarraste tu cabello de forma descuidada dejando unos mechones fuera que ni notaste.
—No lo sé. Me duele no poder hablarle, no puedo ni mirarlo. Fue un error haber visto esos archivos, quisiera poder remediar mi error pero no creo que él me lo perdone. Es decir, no soy tan importante. Yo lo veo bien, guapo como siempre y veme a mí, parezco una vagabunda con traje.
—El traje te sienta bien —aclaro con una sonrisa, también sonreíste. Llevabas un pantalón ajustado, la camisa y el chaleco.
—No me refería a eso.
—Lo sé y creo que puedes lidiar con Ango sola. Solo necesitas ir con él, estoy seguro de que te perdonara.
—¿Ah? Si claro —comentaste apoyando la cabeza en tu mano, le diste un bocado a la comida—. ¿Por qué me perdonaría? Lo traicione.
—Ay ____-chan eres tan ciega —dijo soltando una carcajada. Alzaste una ceja, ¿Se estaba burlando de tu habilidad?
—Mentiroso, puedo ver diez veces mejor que tú.
—Y tan ingenua —ya no respondiste. Tan solo te dedicaste a terminar de comer.
En todo el resto del día no paraste de preguntarte a que se refería. Quizá tenía razón, igual y te perdonaba, de todos modos ya no tenías nada que perder. Solo ibas a cerciorarte de que su amistad había terminado y que tu posible ligue se había terminado. Dejaste pasar la tarde y la noche, te dedicaste únicamente a tu trabajo, y al final de día a pensar y ensayar lo que le dirías. En las oficinas ya no estaba nadie, los dejaste ir con el pretexto de tu cerrar, por lo que te movías de un lado a otro.
—Dios mío que estupidez —rendida ante tus pésimos intentos de pedir perdón te pusiste el saco, agarraste tu bolso y te encaminaste a la oficina de Ango, solo esperabas que no hubiera nadie.
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En el camino seguías ensayando, tratabas de darte ánimos a ti mismo, alentarte y llenarte de seguridad. Todo estaba funcionando hasta que entraste a su oficina y lo viste, toda tu seguridad y fortaleza se desmorono. Aun con eso trataste de mantenerte erguida, alisaste tu saco y entraste por completo a la oficina. Llevabas casi un mes sin hablarle ni mirarle, no sabías como reaccionaria, lo único que si sabias es que lucía tan guapo como siempre.
—Ango —lo llamaste. Inmediatamente giro la cabeza de los papeles hacia ti, no sonrió, solo te miro serio. Sin poder evitarlo las piernas se te hicieron gelatina.
—Adelante _____ ¿Qué necesitas? —dejo de mirarte. Pasaste entre los escritorios y llegaste frente al suyo, en medio de todos los demás.
—Hablar, eso —Ango volvió a levantar la vista. Torció la boca y se quitó los lentes.
—Que sea rápido —dijo recargándose en el respaldo de su silla. Te agarraste la coleta en un gesto nervioso.
—Perdóname —hiciste una reverencia. Pequeñas lágrimas se estaban acumulando en tus pestañas. No escuchaste respuesta alguna, tan solo el sonido de sus zapatos resonando por toda la sala. Sentiste como una mano en tu mentón alzaba tu rostro y progresivamente todo tu cuerpo. Miraste sus ojos color azul.
—Está bien _____ pero por favor, no quiero que se vuelva a repetir —asentiste eufórica.
Ango deposito un beso cerca de la comisura de tus labios y se separó de ti. Te sonrojaste a tope, después de reaccionar una sonrisa boba se te escapo. Ango te dio la espalda con intención de regresar a su silla y tú sin desaprovechar la oportunidad te le tiraste a abrazarlo.
e x t r a
Dazai te envió un mensaje que decía: "Eres libre ____-chan" y un emoticón de lentes, poco después de que ambos se hubieran declarado oficialmente pareja.
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