Capítulo "veinticuatro"

Es raro no a ver visto a crespitos en todo el día pero en parte agradezco no verlo, será muy difícil todo. Se que en algún momento tendremos que encontrarnos pero espero que no sea hoy.

Salgo de la cama en la que he estado todo el día, estiro mi cuerpo y me veo en el espejo, aún traigo el pillama. Me acerco un poco más y veo mis ojos inchados.

¿Tanto he llorado?

Necesito salir de aquí me estoy ahogando, es tarde ya así que no creo tropezarmelo en la casa. Agarro mis pantuflas y me coloco un abrigo la temperatura está fresca.

Abro suavemente mi puerta y miro al pasillo, salgo despacio y bajo las escaleras. Suelto un suspiro al ver que en la cocina tampoco hay nadie, así que me apresuro para salir al exterior. No tenía ganas de estar un minuto más dentro de esta casa así que me voy directo a la orilla de la playa.

Me quitó las pantuflas y me siento encima de ellas, ya que no quería llenarme tanto de arena. La noche está fría y oscura parace que va a llover, el aire fresco choca en mi rostro haciendo que las lágrimas queden secas en mis mejillas. Paso mi mano por mis ojos evitando que vuelva a comenzar a llorar, ha sido suficiente por hoy.

—Hola.

No digo nada pero el se sienta a mi lado.

—¿Cómo estás?—sigo con la vista al frente y sin contestarle, siento que si digo una sola palabra romperé en llanto nuevamente. —Enana, no puedes seguirme evitando.

—No lo hago.—miento y siento como el nudo en mi garganta cada vez es más grande.

—Aquí estoy y no pienso irme, necesitamos hablar.

—¿Qué quieres hablar? —entiendo que no escaparé de aquí sin confesar todo.—No podemos estar juntos, no hay nada más de que hablar.

—¿No me quieres? —trago en seco.—No se puede estar juntos cuando uno de los dos no quiere, porque mientras nos queramos siempre se podrá.

No podría decirle que no lo quiero, porque en realidad lo amo. No soporto estar lejos de él pero, es lo correcto.

—Si me dices que realmente no me quieres, me alejaré lo prometo, no soporto verte así.

—Es que no debería ser así. —miro por primera vez desde que llegó directamente sus ojos para luego mirar sus labios y volver la vista al frente. —El amor debería sentirse como un atardecer color rosita, no así de frío y oscuro como esta noche.

—Enana, el amor es mucho más que un atardecer color rosita, no sería amor realmente si no existiera sus momentos de oscuridad. Se que no es fácil para ti, pero siempre después de la tormenta viene la carma con un hermoso arcoíris.

Escucho atentamente sus palabras y realmente quisiera luchar por él, por nosotros pero el miedo al que dirán, todo me consume.

—Te quiero.—susurro mientras mis brazos rodean su cuerpo. Después de todo un día de mierda puedo decir que estoy bien, su compañía me calma, es mi lugar seguro.

—Voy a luchar por nosotros vale, todo va a estar bien. —mantengo mi silencio mientras el olor a su perfume se pega a mi cuerpo.

¿Por qué es tan perfecto?

—Siento que no es un buen momento para decirle a mi mamá, es mejor esperar más a delante y quizás..

Me calla con un beso. Siento ese cosquilleo en mi estómago mientras nuestros labios Se rozan.

—No hablemos más de esto por favor te he extrañado mucho.—susurra mientras va dejando pequeños besos en cuello.

Asiento y me dejó llevar, un beso llevó a otro y una caricia a otra y pues todo terminó en un.

—¿Puedo?—muerdo mi labio.

—Yo nunca e ...

—Pues en ese caso.—veo que se levanta y acomoda su pene dentro del pantalón.

—¿Qué pasa?—pregunto desconcertada.

—No quiero que tu primera vez sea así, te mereces lo mejor y vale la pena esperar para darte lo que te mereces. —sonrío ante sus palabras.

—Yo tenía ganas—digo poniéndome de pie y dejando un beso en sus labios y luego sacudiendo de mi cuerpo la arena.

—¿Crees que yo no?—menciona agarrando mi mano y llevándola al bulto que hay en su pantalón.

Paso mi mano y se siente la dureza de su pene, lo acarició y se pone más tenso.

—Ame.

—Cállate Andreu. —me mira sonriente y me pongo de rodillas mientras vuelvo a sacar su miembro. Comienzo a dejar pequeños besos al rededor del glande y este me obliga a mirarlo.

—Si sigues haciendo eso no me voy a poder controlar. —sonrío y vuelvo a colocarlo todo en su lugar.

—Solo te daba a probar de tu propia medicina.

—Eres mala sabes, y eso me encanta. —besa mi frente. —Eres una mezcla entre niña buena y traviesa, eres muy especial.

Fui a responder pero empezó a llover y tuvimos que correr a casa. Estando ya en la terraza nos acostamos uno al lado del otro en una de las tumbonas.

—¿Enserio te molestó que dejara para otro momento lo de hacer el amor?—pregunta después de estar unos segundos mirando al cielo.

—Por supuesto que no, a cualquier chica le encantaría estar en mi lugar. —sonrío y dejo un beso en su mejilla.

—A cualquier chico le encantaría estar en mi lugar, es un orgullo poder decir algún día que eres mía.

—Ya soy tuya. — nuestros ojos se encuentran y permanecemos así por un buen rato, en silencio. Pero no era algo incómodo, más bien estábamos muy a gusto.

—Deberíamos entrar está haciendo mucha frialdad no quiero que te enfermes.

Siempre ha sido muy protector conmigo  pero se siente tan bien saber que ahora es por un interés más aya de una simple cariño de hermandad.

—Si, mejor entremos. —respondo al ver que aún permanecía haciendo cosquillas en mi cabello.

Subimos silenciosamente las escaleras y al llegar a la puerta de mi cuarto nos detuvimos.

—¿Quieres quedarte a dormír?—susurro.

—¿Segura? —me mira coqueto y asiento.

—Pero te vas muy temprano en la mañana.

—Sii mandoncita.— susurra mientras me cargaba en sus brazos y me llevaba así hasta la cama.

Luego de eso nos acurrucamos y nos abarazamos tan fuerte que parecía que ninguno de los dos quería soltarnos jamás.

—Ya duérmete, mañana va a ser un gran día.

—¿Por qué lo dices?—pregunto.

—Es el baile enana, ¿lo olvidaste? —entonces comprendo a qué sé refería.

—No, solo que pensé que te referías a algo más.—admito.—Es cierto mañana es un largo día.

—Buenas noches enana.

—Buenas noches, crespitos.

(…)

Suena la alarma y agarró el celular media dormida y la apago.

—Vas a llegar tarde.

—¡Mierda que susto!—grito al notar la presencia de Andreu a mi lado. —¿Qué haces aún aquí?—pregunto al ver la hora. Mi madre o tus padres podrían...

—Ame, cógelo con calma.—deja un beso en mi mano.—Solo quería darte los buenos días.

—Perdón.—admito que ando algo histérica.—Buenos días.—digo dejando salir una sonrisa algo torpe.

—Buenos días hermosa. —comenta para luego alejarse. —Nos vemos más tarde.

—Un último beso.—chillo colocándome de pies en la cama.

—¿No que querías que me fuera?—dice regresando a dónde estoy. —Berrinchuda.

Deja un pequeño beso en mis labios. Y yo me quedo con ganas de más.

—Ahora si me voy.—dice para después desaparecer tras la puerta.

—Amelia hoy va a ser un día de mierda. —suspiro.

Hablo conmigo misma en el espejo, y recuerdo todo lo que me espera hoy. Bailar frente a todos, fingir que no quiero estar todo el tiempo pegada a Andreu como un chicle, ni imaginar que debo verlo bailar con Cristal y no junto a mi. Y pues enfrentar al final del día a mi madre y contarle todo.

Pues ni modo si va a ser un día de mierda al menos debo verme espectacular. Así que de una me fuí a duchar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top