Capitulo "Treinta dos"
Gracias al taxi llegamos casi en un abrir y cerrar de ojos, el aire que daba en mi cara apoyada en la ventanilla hizo que el mareo pasará. Ya me sentía un poco mejor o al menos eso creía.
Cuando me baje del taxi todo volvió a dar vueltas.
¡Qué asco de borrachera!
—Necesitamos entrar en silencio.—este me comenta a lo que yo asiento haciendo una mueca con mi cara.
—¿Así?—digo en un susurro mientras mis pies se movían suavemente sobre el piso dejando atrás la puerta principal de la casa.
—Perfecto.—se que sonrío al ver mis gestos pero era preferible que no nos pillaran.
Dios mío si mi madre me encontraba en estás condiciones, las cosas se pondrán realmente feas. Miro hacia todos los rincones percatándome de que no estuviera esperando como en las películas.
Y justo ahí choco con una de las paredes, el ruido fue seco y gracias a dios no hizo mucho escándalo.
—¿Estás bien?—el castaño se apresura un poco y se coloca a mi lado.
—Estoy bien. —confirmo y seguimos avanzando.
No sabía que tanto extrañaba mi cama hasta que cai en ella, dejo salir un suspiro y paso mis manos por mi rostro. Estaba realmente agotada.
—¿Necesitas que te ayude con algo?—negué.—Bien entonces me iré a dormir, pórtate bien y no hagas que nos descubran. —asiento. Parecía niña pequeña siendo regañada.
Veo que cierra la puerta al salir y me pongo de pie frente al espejo.
—Qué ridícula.—hablo conmigo misma.
Estaba decepcionada de la chica del espejo, como podría ser que llegara a esto por un hombre. El amor duele, si, pero no vale la pena hundirme en este amor no correspondido. No puedo seguir esperando por alguien que no llegará.
Dejo salir un suspiro y me dirijo a la ducha, ni en sueños podría quedarme dormida así, necesitaba darme un baño. Quito mi ropa con algo de trabajo y dejó caer el agua fría sobre mi cabeza.
—¡Mier...¡—tape mi boca antes de terminar el chillido.
Está demasiado fría. Sentía como si estuviera callendo nieve sobre mi. Tal vez y me dirán masoquista pero después de unos minutos ya no sentí ese frío cortante, de hecho me gustaba. Tal vez la piel ya se me había adormecido por eso no sentía.
Ahora sí, después de esta ducha podré dormir bien. Ni siquiera me coloqué el pijama, así mismo desnuda me acosté.
(…)
—Buenos días dormilona.—oigo la voz de mi madre demasiado cerca para mí gusto.—A despertar vamos vamos.
Abro un solo ojo y puedo verla abriendo las cortinas.
—¡Mamá!—chillo, sabía cuánto odiaba que me despertarán así.
—Vamos belleza, de pie. —insiste.
—¿Por qué tanto alboroto?—pregunto ya molesta.
—¿Viniste a dormir o a vacacionar?—dejo salir un gruñido, no podía creer que me hubiera despertado por nada.
Miro de reojo el reloj y marcaba las nueve de la mañana. Estas son las mejores horas para dormir, me vuelvo a acomodar cierro nuevamente los ojos.
—O no, de eso nada. —jala mi colcha dejando mi cuerpo al descubierto. —¡Estás desnuda!—grita.—¿Acaso no trajiste pijama?
—Si traje solo no tenía ganas de usarlo, tampoco contaba con que vendrías y me hostigarias de esta forma. —vuelvo a taparme con las colchas.
—Lo siento.—dice llevándose la mano al pecho y haciendo un gesto raro.—¿Me perdonas tomando un café?
Una pequeña sonrisa sale de mis labios. Ella sabía que no le diría que no, adoraba pasar tiempo juntas.
—Tomaré eso como un si, anda no tardes mucho. —deja un beso en mi mejilla.—Te espero abajo.
Tenía ganas de volver a la cama pero ella tenía razón, vine a vacacionar. Suspiro y busco con la vista mi celular. Veo mi cartera a en una de las mesitas de noche y busco dentro.
¡Ahí está!
Lo prendo y tengo varias notificación.
Mensaje de mi madre que no llegará tan tarde.
Y...
Un número desconocido:
Buenas noches ojitos tristes, hasta borracha te ves bonita. La noche fue bonita mientras estuviste cerca de mi.
Sabía que era él, tenía que serlo.
El chico misterioso.
¿Estaba anoche en el bar? Dios.
Hundo mi cabeza en la almohada y intento comprender un poco todo. Recuerdo a Andreu, a Dan al trigueño de los tatuajes que servía tragos, a mi haciendo el ridículo, pero nadie más, nada fuera de lo normal.
El dolor de cabeza se empezó a intensificar hasta que tuve la necesidad de dejar de sobrepensar tanto, me di una ducha y me alisté. Necesitaba ese café...
Al bajar estaban todos ahí.
—Soy la última en llegar a la reunión. —sonrío al ver que todos fijan su vista en mi.
—Dormilona.—comenta Dorian.
—Salio a su padre. —mi madre resalta.
—Pero bella como su madre.—Alexa da un punto final.
—Todos estamos de acuerdo en eso.—admito.
Veo a los chicos quienes han estado muy callados. Dan con su móvil y Andreu solo inexistente, buena resaca tendrá.
—Bien mamá ¿nos vamos? —esta asiente.
—Nos vemos en la tarde, que tengan buena mañana.—susurra antes de salir y no se a que se refería.
Al llegar a su auto pregunté, sentía que iba a explotar si no lo hacía.
—Fue ideas mías o había un ambiente rara aya adentro...
—Lo resolverán.
—Mamá... —ruedo los ojos al ver que no aparta la vista del frente. —Cuentame que ha pasado.
—Al parecer después que regresarán de la película Andreu volvió a salir en el coche y llegué hoy en la mañana muy tomado. —trago saliva y ahora soy yo quien no quiere mirarla.—¿No sabías nada de este evento?—niego.
El silencio se hace extenso por unos largos minutos, estarán dándole un buen regaño en este momento a crespitos.
No tardamos mucho y llegamos a una cafetería que hacía esquina, está demasiado bonita. Tomamos asiento en una de las mesitas que estaban en la parte de afuera, la vista era increíble, se podía ver la playa desde aquí, las personas, la arena y todos los colores que adornaban y hacían más vivas estás vacaciones.
Una muchacha vino y nos tomó pedido.
—Bueno supongo que me trajiste para que no estuviera presente en el regaño que le darán a Andreu.
—Se sentirá un poco mejor si no estamos nosotras presentes—comenta dejando de lado la plantilla con los precios que tenía en la mano.
—¿Qué hay de tí?—pregunto al ver sus ojeras. —¿Cómo vas con las vacaciones?
—No son las mejores.—admite. —Pero te tengo a tí que más podría pedir.
—Te amo mamá y lo sabes. —la chica trae nuestros cafés y junto a ellos un ramo de flores rojas.
—Para usted señorita. —agradezco y quedó nuevamente en shock, es la segunda vez que me regalan flores en mi vida.
Busco locamente una nota y no la hay, solamente un pequeño cacahuete en una de las rosas.
Sabía que era él. Mi chico misterioso, miro hacia todos lados y no veo a nadie con el que haya cruzado palabra nunca antes.
—Señorita. —llamo a la camarera y mi madre me mira atontada con toda la situación.
—Tienes que contarme que está pasando.—asiento pero no respondo al ver a la mesera acercarse.
—¿Si?—dice la chica joven con delantal. —¿Algo más?
—No, gracias. Solo una pregunta —levanto las rosas.—¿Quién le ha entregado esto?
—Hicieron el envío de la florería y venía adjuntada a una pequeña descripción de usted y la ropa que trae puesta. —dice la chica con mucha tranquilidad. —Puedo entregarle la nota si desea.
Asentí rápidamente. ¿Quizás había algo más en esa nota?
Para mí tristeza solo estaba la descripción para quien debería ser entregada las rosas. Tenía ganas de saber quién se encontraba detrás de estás flores. Quería conocer al chico misterioso. Tal vez debería centrar mi atención en encontrarlo y tal vez así pueda ir olvidando un poco a Andreu.
Estaba decidida, a partir de ahora. Encontrar al chivo misterioso era mi prioridad.
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