Unas vacaciones diferentes.
—¡Buenos días, Liv!
—Hola, Rafael.
Antes de que cualquier cosa sucediera, esa mañana tenía que hablar con él, y tenía que ser sin Noah cerca. Así que se había hecho unos minutos para prender Skype.
—No te ves muy animada. ¿Todo bien?
—Todo mal, Barba— Rollins entra al despacho y se sienta junto a Olivia—. ¿Sabes lo que es correr tras un desgraciado en verano con máscara puesta? ¡Y tienen más espacio para huir sin autos por las calles!
El antes fiscal ríe, algo que no era nada común de ver cuando trabajaban.
—¿Sabes cuántos colores de guantes de látex existen? Combinar mascarillas con mis corbatas ha sido relativamente sencillo, pero guantes hay solo blancos, negros, rosas y naranjas...
—El trabajo llegará en cualquier momento, ¿podemos no hablar de eso por cinco minutos?— pregunta Olivia acariciándose la sien.
—Sí, claro— Corrige él —. ¿Cuál es el tema?
—Que tenemos una oportunidad de ser las madres del año, y el mundo complotea en nuestra contra.
—Oh, no. — exclama él exagerando un tanto.
—Sí — complementa Amanda —. Abrieron Disneyland, pero con uso de mascarilla obligatorio, los niños no van a soportarlo con el calor y la humedad.
—Y los desfiles, fuegos artificiales y encuentros de personajes cancelados. Noah nunca me va a perdonar no poder abrazar a Buzz en Disney. Es hora de aceptar la derrota y pedir cancelación antes de que no puedan devolvernos el dinero.
—Claro, tal vez el próximo año. O incluso ésta Navidad, tal vez podría ser posible. — dice Rafael con su voz más tranquila, al ver la desolación en las caras de sus amigas.
Se quedaron en silencio algunos segundos, obviamente pensando en lo complicado que sería decirle a los chicos.
—Espero que no te parezca un abuso, pero Noah quiere ver a su Tío Rafael— rompe el silencio Olivia —. ¿Puedes venir esos días?
Él sonríe, contento.
—Claro, cambiaré el vuelo. También pasaré a ver a mamá.
—Podríamos al menos hacer un maratón de Disney— aventura Rollins —. Y ahogar nuestras penas por decepcionar a nuestros hijos en un mar de azúcar y carbohidratos.
—Puedes comprarle a Jesse su vestido de Cenicienta de todos modos— añade Olivia —. Aunque sea para sentarse en el sofá. Y ya que no necesitaremos que Billie se quede con su abuela, podemos vestirlo de ratón.
La cara de consternación de los adultos, de pronto cambia cuando Rafael sonríe y se le iluminan los ojos con perspicacia, y las otras entendieron que algo se le había ocurrido.
—¿Y porqué no hacemos Disneyland en casa?
—¿Y porqué sí?— pregunta Amanda desconfiada de que siguiera un plan descabellado.
—Podemos disfrazarnos y fingir que somos los personajes, decorar la casa, ver videos de los shows... comprar algunos fuegos artificiales.
—¡Podemos comprar unas tinajas en que los niños quepan sentados, agitarlos un poco y salpicarlos con un poco de agua como en Splash Mountain! — se une al entusiasmo Olivia.
—Y juntar sus muñecas y peluches, hacer que sostengan banderas del mundo por los pasillos, y cantar It's a Small World After All hasta que no la soportemos.— continúa Rafael.
—Noah querrá vestir de guardián espacial, puedo poner sus cubos en torres y que las tire con una pistola de dardos como si fueran rayos láser.
—Y cocinar todo con forma de Mickey Mouse — añade él pensando en helados y wafles.
—Claro, y no tendremos que hacer filas bajo el Sol, ni escuchar a otros niños ruidosos, ni acabarnos la piel por bañarnos con el higienizante de mano cada 15 minutos. Aunque no voy a librarme de que Jesse cante It's a Small World por semanas después de ese día — ríe irónica Amanda, no le entusiasmaba mucho la idea ni que a ellos les emocionara tanto.
—Vamos, nuestro plan es mejor que ahogarnos en azúcar y carbohidratos— sonríe Olivia, conciliadora —. Amortizaremos lo mayor posible que se cancela su primer visita a Disney.
—Un mar de azúcar y carbohidratos en forma de Mickey Mouse, y todos felices. — Concluye Rafael.
—Caso cerrado, señoras del jurado, tenemos trabajo— Carissi entra con algunos folders en mano y también se asoma a la pantalla —Hola, Barba, ¿también yo puedo ser parte de la diversión?
—Claro, con tu altura te vestimos de Dumbo y cargas un niño a la vez dándole vueltas en el aire.— responde con toda seriedad, antes de soltar una risa de lo más burlona.
—Muy gracioso, pero el mar de azúcares y carbohidratos es para tomarse totalmente en serio. Lo necesitaré si quieren que cargue niños.
—Finn puede ser Jack Sparrow...— ironiza Amanda.
—Amaría ver eso, pero por ahora tenemos que trabajar, ¿estamos en contacto?— sin mucho entusiasmo, Olivia empieza a ponerle el freno a la videollamada.
—Sí, claro— sonríe Rafael despidiéndose con la mano —. ¡Buen día!
Los demás se despiden con poco entusiasmo.
—Muy pequeño el mundo es...— canta Rafael en tonito burlón, con su acento cubano.
—¡Basta!— exclama Rollins cerrando la laptop de golpe.
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