ley del hielo
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El auto cruzó raudo las rejas de palacio y se detuvo brusco en el patio. Aome suspiró profundo antes de
salir. Zenobia acudió a saludarla como si la hubiera estado esperando.
-Es tarde, lellah , jadeó-. Estuvo fuera tanto tiempo y el príncipe Sesshomaru regresó poco después de que usted se marchó.
Aome lo había planeado así, pero tuvo la decencia de ruborizarse. Zenobia tomó el único paquete
que era todo lo que su ama compró después de pasar la mañana entera en Jumani. Durante tres semanas, se
hizo una guerra fría silenciosa entre Aome y Sesshomaru. Este se ausentó cinco días para asistir a una reunión
de la OPEP en Ginebra; eso fue un alivio para los alterados nervios de la chica. Pero ahora estaba de vuelta.
Si podía, lo evitaba. Si no, se refugiaba en una conducta indiferente y fría. Ninguna de las dos opciones lo
complacía. Para un señor feudal que daba por sentado que era el centro del universo de su esposa, cualquier
cosa menos que eso era un insulto. Aunque Sesshomaru parecía desapegado, era muy absorbente.
Pero Aome no tenía intenciones de jugar a ser el tapete de la entrada. Después de todo, ¿qué no sólo hacía tiempo en Dhareid? ¿Qué no fue él quien estableció las reglas? Si ahora Sesshomaru descubría que filosofía y acción tenían muy poco en común, ese era su problema, no de ella.
-Creo que el príncipe Sesshomaru se preocupó porque usted no estuviera en casa, lellah -Zenobia parecía
afligida-.
- Qué lástima -murmuró.
Los ojos de Aome brillaron. Sesshomaru no le mostraría que estaba molesto. Estaría distante y cortés como
antes de que se fuera de viaje. ¿Por qué no? Pero su satisfacción duró poco. Cuando el sol se ocultaba, pagó
muy caro cada palabra fría, cada alejamiento deliberado. La castigó por su desafío con exquisita finura y
pericia durante la noche.
Aome se ruborizó, triste. Mientras su corazón se acelerara con el calor de sus besos, no podía felicitarse de
nada. Su obstinada distancia del día y sus amargos intentos por no ser seducida por la noche no lo alejaban
de su lado.
Aome regaba su jardín del interior cuando Sesshomaru se apareció.
-Ah, hola .
saludó apenas al observarlo con brevedad. Pero el ver su silueta alta y fuerte siempre hacía que
su cuerpo se tensara de emoción.
No lo oyó pisar la alfombra. Lo supo cuando le quitó la regadera y cuando la levantó del suelo. Sesshomaru la
besó con pasión y su lengua mandó por el interior de la chica una intensa descarga eléctrica.
-Hola. . . Aome -se burló.
-¡Bájame ahora mismo! -exclamó.
-¿Así como me colgaste el teléfono ayer?
se enojó. Aome no esperaba ver la furia que transformó su hermoso rostro en una fría máscara.
- No te colgué. Estaba a punto de meterme a bañar y te lo dije.
Discutió. Abrió mucho los ojos cuando
Sesshomaru abrió la puerta del dormitorio de un puntapié.
-Y eso, ¿tiene prioridad sobre mí?
-Todo viene antes que tú.
-Te enseñaré a tener buenos modales aunque sea lo último que haga en la vida.
Juró y la dejó caer en la
cama. Aome lo miró con furia.
-Si me tocas ahora, nunca te lo perdonaré.
-Te oigo y tiemblo . La próxima vez que regrese, me estarás esperando.
Se burló después de cerrar la puerta.
-Sí, detrás de la puerta, con un ladrillo en la mano -replicó.
-Y tendrás algo más que decirme que tan sólo
"Ah, hola" -imitó y se quitó el agal de oro-. Ya has estado enfurruñada demasiado tiempo. No soportaré ni
un día más de tu mal humor.
-No me enfurruño.
Sesshomaru empezó a quitarse la ropa y se acostó a su lado, desnudo. La atrajo con decisión hacia él y la miró
con intensidad salvaje.
-¡No me puedes hacer esto!
exclamó Aome, desconcertada por el súbito cambio de táctica.
-Si esto te complace. . . te extrañé por las noches -le indicó-. Extrañé sentir tu cuerpo junto al mío. Tu
cuerpo es como un bálsamo y eso es lo que tendré ahora. Creo que tú también me extrañaste.
-¿Acaso las vacas saltan entre los cuernos de la luna?
Sesshomaru empezó a reír y provocó que Aome se percatara de su potente masculinidad.
-Aome , eres muy talentosa para hacerme reír cuando estoy enojado. Hace largo rato que debí perder la
paciencia contigo.
Aome tenía lágrimas en los ojos y se esforzaba por no reaccionar ante él.
-No .
Llegó a un punto en que ya no le importaba suplicarle.
-Me deseas .
Murmuró Raschid sobre sus labios.
-Y no tienes por qué avergonzarte de ello. Sólo he pensado en este momento y en el placer que compartiremos, desde hace cinco días.
Y mañana sería otro día. Con esa insidiosa filosofía, Aome suprimió su desesperación y se rindió, como
temió durante todo el día. Cinco días de horas de soledad y de noches de añoranza podían ser toda una
eternidad.
Y con un beso profundo y sensual, comenzó a desvestirla. En cuanto dejo sus senos al descubierto,comenzó a besarlos y acariciar sus brazos, mientras Aome jadeaba con desesperación, y lo tomaba del pelo para acercarlo más , esto era todo lo que había estado extrañando,y no lo quería aceptar. Al descubrir sus pechos lamia sus pezones rosados y erectos ,su mano buscaba su centro y pronto masajeaba su lugar más sensible, Aome dejo escapar un grito ahogado y se arqueaba más hacia el ,una explosión se desató en su vientre que la hizo ver las estrellas, Sesshomaru entonces la beso y poco a poco se fue introduciendo en ella, de forma delicada, Aome volvía a entrar en el éxtasis con renovadas olas del placer más exquisito que su marido le proporcionaba con cada embestida lenta y sensual, haciéndola llegar a un estado de placer indescriptible. Mientras Sesshomaru la embestía le susurraba palabras en su idioma, ella solo se entregaba en cuerpo y alma a las demandantes caricias de su esposo, los cuerpos sudorosos se mesian en el Vaivén del arte más antigüo de los amantes. Al llegar a la cúspide, ambos, jadeantes ,solo se escucharon murmullo de placer , Sesshomaru le dió un beso profundo antes de separarse y volver a abrazarla , relajado.
--Creo que las vacas sí saltan sobre la luna .
Sesshomaru la miró con diversión, después de compartir momentos
apasionados.
No, entran en órbita. Aome se alejó de él para no compartir los momentos de cercanía amorosa y murmuró
con veneno:
-Cuando sea libre, haré una fortuna al vender mi historia a un diario amarillista. ¡Tengo el título! Fui una
esclava sexual de un árabe.
Sesshomaru rió y le besó la mejilla ruborizada.
-Creo que harás eso tanto como caminar desnuda por la calle.
-Maldita sea, ¿qué nunca me puedes tomar en serio?
-Ayuda un poco él sentido del humor.
la acercó y la hizo volverse a verlo.
-- ¿Tengo que repetir lo que dije
antes? A partir de ahora, te comportarás .
Pronunció con énfasis en cada sílaba.
-No soy una chiquilla.
-Sólo los niños juegan a las escondidas.
Descansó la cabeza sobre la almohada y la miró de frente.
-Porque quieren que los encuentren.
Replicó Aome con voz temblorosa.
- Bueno, me temo que no actué con
esa intención al querer pasar poco tiempo contigo. Ahora, si ya terminaste. . . me voy a levantar.
-No irás a ninguna parte y me escucharás -la tomó de los delgados antebrazos-. ¿No crees que los ridículos extremos a los que has llegado para evadirme han suscitado comentarios?
Miró con enojo el pálido rostro
de Aome.
Esta se ruborizó. Ni una sola vez pensó que su conducta pudiera incomodarlo frente a otros. Entabló lo que a su parecer era una lucha por sobrevivir y olvidó los ojos y oídos que los rodeaban.
-Quizá creas que me gusta que mi padre me pregunte si no puedo controlar a mi esposa -se irritó-. Se
divierte mucho con todo esto. Yo no. Presióname y descubrirás de lo que soy capaz.
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