La odalisca

Portada : eliset

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Aome se percato de haber estado mirando a Sesshomaru y teniendo pensamientos tan íntimos, el rubor tiño sus mejillas y mirando a otro lado le preguntó.

- ¿De qué discutían tú y tu padre?

Apretando la boca le contestó.

- Es algo privado. Basta decir que mi padre y yo no compartimos siempre el mismo sentido del humor.

Aome se molesto por la brusquedad con que contestó.

- Creo que no me quiero casar contigo otra vez...¡ Bastó con una vez!

- Pero a mí jamás se me ocurriría privarte de las emociones de una boda islámica-  Sonrió a medias- Negar eso a alguien quien, hace apenas dos semanas, expresó su disposición a vivir como yo, sería algo cruel.

Murmuro con voz sedosa.
Aome tembló de indignación. Sesshomaru subió por una escalera de mármol y se detuvo para que lo alcanzara. De nuevo pensaba en Sara. Era sorprendente que no se hubiera lanzado a la tumba con ella. Aome fruncio el ceño, atónita por sus pensamientos tan malvados. Sara murió de forma trágica. ¿ Qué clase de hombre sería Sesshomaru si no la recordara?

- Debo dejarte aquí. Hallarás en ese curto a la izquierda- extendió una mano - pero primero...esto.
La acercó con lentitud y le pasó la mano bajo el cabello... Y a la sombra del muro la besó, capturando sus labios con urgencia.

- Abre tu boca.

Exigió; su aliento la quemaba y su lengua invadió la intimidad que Aome le negó al principio. Fue como si le hubieran quitado el suelo de sus pies. Se aferró a sus hombros para no caer.
No tuvo control sobre la llamarada que encendió en el centro de su cuerpo, como lava hirviendo que se deslizaba desde su boca al centro mismo de su femineidad.
Eso la controlaba. Sesshomaru la controlaba. Pasmada, Aome echó la cabeza hacia atrás, acalorada y sorprendida por tener una respuesta tan inmediata ante ese hombre.

- Tienes razón, lo olvidé. Éste no es el sitio apropiado.

Sesshomaru la miraba con ojos insondables.

- Creó que ningún sitio lo es. Si es un matrimonio de conveniencia, ¿ por qué? ...sabes a que me refiero.

Aome tragó saliva y vio sus ojos , dorados cómo el sol.

- No necesito justificarme, Aome. Recuerdalo esta noche. La paciencia no es una de mis virtudes. Tú lo escogiste.

Mirándola , levanto una ceja diciéndole con énfasis despiadado.
Aome sólo se alejo y entró por la puerta indicada. Una chica alta y robusta la miró; se parecía mucho a Miroku y Aome se ruborizó.

- Debes ser Lin. Aome sonrió.

Lin ignoró la mano extendida de Aome. Su cara tuvo una expresión de dureza y una mirada de frialdad.

- Te llevaré con tus sirvientas. Zenobia habla inglés, Gada no. Pero dudo que estés aquí el tiempo necesario para que puedas mejorar el vocabulario de nadie.

- Espero que tengas razón.

Tan pronto como lo afirmó, Aome se arrepintió. Pero estaba física y mentalmente agotada. La hostilidad de Lin , después de la insistencia implacable de Sesshomaru por que compartieran el lecho matrimonial, fue la gota que derramó el vaso.

- Escucha, estoy muy cansada.                 ¿ Podemos empezar de nuevo?

- Sesshomaru no quería casarse contigo.

Replico la chica ruborizada.

- Lin, por favor...

Le suplico Aome, pero no logró callarla.

- Por qué habría de quererlo? Su amante está en París, es dos veces más bonita que tú... Alta y rubia. Entiendo que los hombres que la ven pasar se vuelven a contemplarla. No importa lo que crea nuestro padre, no la suplantarás.

Aome perdió todo el color del rostro y se tambaleó, la adolescente callo.

- Fue una mentira mala. No debes repetirla a Sesshomaru.
Murmuro Lin, frenética.

- No tengo intensión de repetirla a nadie.

Los ojos de Aome se llenaron de lágrimas y la joven fijó la vista en la alfombra.

- Debo pedirte que me perdones por la brusquedad de mi bienvenida.

Lin se aclaro la garganta después de un momento de tenso silencio.
Pálida, era obvio que estaba asustada. Aome habría sentido lástima de ella a no ser por que sentía más lástima de sí misma.

- Ya está olvidado.

La última pieza del rompecabezas cayó en su lugar, el único elemento que Aome desconocía. Por lo menos ahora tenía una explicación más verosímil que justificara los pocos deseos de Sesshomaru de volver a casarse. No la sorprendía que estuviera contento como estaba y que su padre más puritano, lo presionara para que volviera a enderezar su camino. Aome se irritó. El rey Toga le dio a su hijo otra mujer,  una que se quedaría en casa, cómo si fueran intercambiables... Y parecía que así eran para Sesshomaru. No tenía intensiones de negarse el placer de hacerle el amor a su nueva esposa. La revelación de Lin sacudió a Aome hasta la médula.
La adolescente la llevó a un dormitorio muy elegante. Un par de chicas se acercaron con una sonrisa. En el diván, había telas preciosas. ¿ el vestido de novia? Aome apartó la mirada con amargura.
Se sentía como un peón en un juego de ajedrez, en Dharein. Y pensar que se avergonzó de si al pensar en su poca habilidad para contraer ese matrimonio con dignidad y aceptación. Sus dudas tenían ahora una prueba concreta. Sesshomaru planeaba usarla cómo una fachada respetable para ocultar su aventura. Era algo sucio y poco honorable. Koga no le hubiera hecho eso nunca a una mujer. Koga era honesto y decente.
Permitió que Zenobia la ayudara a desvestirse. Se envolvió en un fresco manto de algodón y fue llevada al baño. Gada ya ya perfumaba el agua que la esperaba.

- No necesito un baño. Se tenso Aome.

Las manos de Zenobia hicieron una señal de súplica.

-Será algo refrescante, se lo prometo. Debemos cuidarla , lellah. ¿ Acaso la hemos ofendido?

Fue mas fácil aceptar que discutir. Frente a Sesshomaru, todo importaba muy poco. Le lavaron el cabello 5 veces hasta dejarle la textura de la seda. Salio del baño y fue envuelta en toallas esponjosas.
Se colocó boca abajo en un diván y Zenobia le dio un suave masaje con aceite con perfume de rosas. Aome empezó a dormitar. Despertó sin tener idea de donde se hallaba. Gada empleaba un fino pincel para pintar decoraciones de alheña en manos y pies. Aome trató de objetar, pero accedió cuándo Zenobia le aclaro que era lo acostumbrado para la novia.
Había en el dormitorio un grupo de mujeres que charlaban. Lin se apartó del grupo. Aome comprendió que todo era un ritual; horas de un ritual de siglos para preparar a la novia para la boda, desde que entró en el baño. Tres mujeres ancianas empezaron a cantar en un rincón lo que Aome le pareció era un canto fúnebre. La joven apartó  la vista.

- ¿Alguna de ellas habla inglés?

- Son beduinas, lellah. Son las mujeres de la tribu de la reina Kimi. Muy pocas vienen a la ciudad, pero es una tradición muy vieja el que vistan a la novia del príncipe Sesshomaru. Es un honor para ellas que sean aceptadas como tus ayudantes.

En otras circunstancias, a Aome le habría agradado el ambiente amistoso; pero era algo tan extraño, que fue como un suplicio adicional. No supo lo que hicieron en su rostro; no tenia un espejo a su alcance. La ayudaron a ponerse un suntuoso caftán de color azul y plata. Un velo de seda blanca cubrió su pelo como un turbante y le ataron una cinta con monedas de plata a media frente. Solo entonces le permitieron acercarse a un espejo.
Se encontró con una enjoyada odalisca, Aome Barrington había desparecido.
La escoltaron a los aposentos de la reina Kimi. Las mujeres permanecieron afuera. La madre de Sesshomaru estaba reclinada en un diván y tenia el extraño color de pelo de su hijo, de aspecto frágil y enfermizo.

- Siento no poder levantarme para saludarte, mi doctor insiste en que me mantenga lejos de los festejos. Estoy muy decepcionada. Lin, la fajilla está en la cama. Debes hacerlo en mi nombre.

Lin se arrodillo y coloco un cinturón de plata en torno a las caderas de Aome y cerro el broche de zafiro al frente. Las mujeres de afuera alargaron los dedos reverentes para tocar el cinto. Lin aparto la mirada.

- Es un símbolo de fertilidad.

Explico curiosamente avergonzada.
Zenobia cubrió el rostro de Aome con el velo y la procesión continuó. En un cuarto poco iluminado, Sesshomaru la esperaba. Estaba magnífico en una túnica de color azul oscuro. Sus ojos dorados la recorrieron de pies a cabeza con una mirada intensa. No sonrió. Si le parecía gracioso o no el que Aome pareciera una muñeca árabe, no lo demostró.
La ceremonia fue corta y el rey Toga y varios hombres fungieron como testigos. Mortificada, Aome repitió con torpeza lo que tenía que decir en árabe. Su mano fue atada por medio de un lazo verde a la muñeca de Sesshomaru y luego fue soltada. Después, la sacaron de la habitación y Aome fue muy consiente de que la mirada encendida de Sesshomaru la seguía.
En una sala de recepción llena de mujeres, una joven hermosa con ojos de forma almendrada se acerco a saludarla.

Se inclino y beso la mejilla de Aome

- Soy Sango, espero que seamos amigas. No te preocupes por los nombres, pero debes conocerlas a todas.

Después de infinitas presentaciones, le llevaron una serie de coloridos platillos y las celebraciones empezaron . las voses el ruido
Después de infinitas presentaciones,le llevaron  una serie de coloridos platillos y las celebraciones empezaron. Las voses,el ruido de los platos y la musica reverberaba de forma dolorosa en los oídos de aome y le provocaron jaqueca. No pudo ingerir bocado. Sango se sentó  a  su lado. Como fue un pensionado inglés, empezó a relata su vida haya. Aome trató de reprimir el cansancio que la hacia sentir que Sango le hablaba a través de un muro de vidrio. En algún momento de la interminable velada, Zenobia le toco el hombro para indicar que debía marcharse. Sango le sonrió, pícara, y Aome sintió que su animo desaparecía. El estomago se le undia y la invadió  la náusea. Fue acompañada de matronas  por obscuros pasadizos.  Y una larga escalera. La metieron en un cuarto enorme en donde había una cama igualmente enorme, con cuatro postes labrados.   Aome sintió un Fuerte mareo cuando sus acompañantes  se marcharon y la puerta se cerro  con estrépito.
Aome  respiro con alivio al ver que no tendría lugar  una ceremonia medieval   para meterla en la cama. Por la ventana,  especie de friso labrado , se podía ver la luna llena y el cielo color morado obscuro. Aome no apreció  la belleza de la noche, sino que se estremeció . tenia la piel muy sudorosa y muy fría . Dentro de esos muros,  el siglo veinte era solo una ilusión. Ella era  como un regalo para que su nuevo esposo lo desenvolviera.

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Holaa!!!!! Pido disculpas por faltas de ortografía. Estoy con mucho trabajo pero aquí esta otro capitulo. Denme un comentario y un voto .para saber si les gusta .mañana los compensaré con otro capitulo. Muchas gracias a quienes siguen la historia. Se los agradezco mucho.

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