Una vuelta más
No paraba de dar vueltas y vueltas, pero lord Ralston no parecía cansarse de la repetitiva canción que tocaba la familia Hatheway. Con gran alivio, me separé del viudo que intentaba cazar a las más jóvenes del salón, pero no me retiré de la pista de baile. Aún podía soportar un par de sonatinas más, solo tenía que hacerla esperar otro poco. Acepté la invitación de lady Winship y continué girando y girando mientras pensaba en ella, la chica que ahora mismo estaba huyendo del duque y esperaba por bailar conmigo. Si mal no recuerdo, llegó tarde, igual que siempre. Entró con disimulo, pero pude saludarla, ya que llevaba unos minutos esperando su entrada. Tenía ese precioso vestido azul, sabía que me encantaba, igual que sabía que mi traje era únicamente para ella.
Dejé atrás a mi pareja para tomar la mano de Niguel d'Aubigne, un gran amigo de mi hermano que recién se planteaba casarse. La impaciencia recorría mi cuerpo, apenas podía centrarme en los círculos que hacía con mis pies o en la detallada descripción que me contaba Niguel sobre el maravilloso lord Rowe. Entonces, los acordes finales me sacaron de mis pensamientos, y no dudé en ir lo más rápido posible hasta la mesa de tentempiés. Ella estaba allí, bebiéndose un vaso de whisky que le habría robado a cualquiera que pasara por su lado. Se había cortado el cabello desde la última vez, lo tenía muy corto, apenas le rozaba los hombros. Me acerqué a ella con una sonrisa, ambas sabíamos que este era nuestro momento, una canción antes de terminar la velada, nuestro baile final.
—¿Se divirtió con el duque, lady Dickman? —le pregunté con un fuerte tono de sarcasmo. Apenas teníamos unos segundos de descanso antes del vals final, debíamos mantener hasta entonces una charla rápida, demasiado rápida para el tiempo que llevábamos esperándonos—. Parecían muy felices jugando al Tú la llevas.
—Por supuesto, lady Moore, estaba disfrutando tanto como usted bailando con todos esos solterones y escuchando las dulces melodías que nos conceden los Hatheway.
Siempre era así, cada noche, cada baile, disfrutábamos del sabor de nuestros nervios hasta el final de la velada. Entonces, nos uníamos en una charla sin sentido, reíamos, hasta que el último vals resonaba en las paredes. Salíamos a la pista, nos acariciábamos por encima de nuestros vestidos y sonreíamos, porque el resto del mundo dejaba de existir. Pero lo bueno venía después, cuando la banda estaba recogiendo y todos se despedían de los anfitriones, cuando salíamos al patio y nos internábamos entre los árboles, cuando los vestidos acababan tirados en el suelo y, por fin, podíamos tocarnos libremente.
Las primeras notas de un chirriante violín resonaron en las paredes, por lo que le tendí mi brazo y le propuse con mi mejor tono de galán:
—¿Me permite un baile?
—Cómo negarme.
De nuevo me encontré dando vueltas y vueltas, pero no importaba, porque estaba con ella, mi amor, mi prometida. El incoherente ritual que seguíamos cada noche hacía nuestros encuentros más pasionales, más desenfrenados. Y, sin embargo, nunca me imaginé que me diría:
—Estoy embarazada.
El sentimiento de calor azotó mi cuerpo, era una calidez completamente distinta a la que sentía junto a ella. Me notaba extraña, no sabía si estaba lista para ser madre. Reconocer que la había dejado embarazada significada admitir que yo nací siendo hombre. Sin embargo, la sensación de paz que me recorría no era desagradable.
—Tendremos que adelantar la boda —murmuré, abrazándola un poco más fuerte.
No importaba si al final la sociedad me recordaba como un hombre o una mujer, solo la necesitaba a ella, solo necesitaba dar una vuelta más entre sus brazos.
¡Hola, mis lindos arcoíris!
Hoy traje un one-shot de los cortos, que apenas llegó a las 600 palabras.
Sé que me quedó bastante dramático, pero quise tratar el tema de transgénero de una forma más diferente a lo normal.
Respecto al ambiente del siglo XVIII, es únicamente porque adoro la época, los trajes, el amor, etc. Solo faltaba este toque de libertad de expresión que he querido añadir. Sinceramente, no me gusta hablar de cómo mis personajes superan la homofobia, prefiero escribirlo de forma natural, igual que si escribiera sobre gente hetero. Cuando escribes sobre una pareja hetero, tu protagonista nunca dice Oh, menudo problemón, creo que me gusta alguien del género opuesto. Es verdad que la homofobia es una representación de la realidad, pero no me siento cómoda o dispuesta a que mis personajes sufran de esa forma.
Este relato se lo dedico a sunset4demon, ya que ella es la embarazada y una amiga suya es la narradora. Está todo inspirado en su tórrido romance y, en parte, sus personalidades.
Y eso es todo, ¡buen día a todos! <3/❤
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