Epílogo: manejando los hilos

"Así es como se acaba el mundo.

Así es como se acaba el mundo.

Así es como se acaba el mundo.

No con un estallido, sino con un quejido." T.S. Eliot.


Los titulares del día siguiente, no se hicieron esperar y fueron terribles y bastante amarillistas en muchos aspectos y niveles. Noticias con información exagerada o inventada, lo típico que siempre suele suceder con este tipo de episodios, ya se lo imaginará cualquiera que quiera ver un noticiero para distraerse y se encontrara con algo tan escalofriante como eso. Lo típico como para hacerle creer a la gente algo que, en gran medida, no sucedió jamás.

Hace unas horas, durante la noche del viernes dieciséis, el horror atacó a unos jóvenes que se reunieron en una fiesta, en la casa de uno de los chicos. Armado con un machete, Gonzalo Sacarías (20), habría asesinado a sangre fría a Lucas Bustamante (15), atravesándole el corazón, en un momento de furia extrema. Si bien ambos habrían tenido un altercado con anterioridad en la escuela a la que ambos asistían, el hecho aún resulta muy confuso y todavía queda mucho por esclarecer. Según algunas evidencias que se hallaron en la escena del crimen, la novia del fallecido, Natalia Cáceres (15), en un aparente acceso de ira ante lo sucedido, habría apuñalado al atacante más de medio centenar de veces, provocando heridas en todo el cuerpo. Además, algunos testigos creen que, en un acto de salvajismo extremo, la joven cometió un acto de canibalismo y devoró un ojo y una oreja del cuerpo de Gonzalo, pues no pudieron hallarlos por ninguna parte y su rostro estaba empapado de sangre que no era la propia. La víctima del ataque se encuentra hospitalizada por un golpe que recibió en el rostro. Su interrogatorio se encuentra a la espera y se aguarda una pronta investigación.

Los medios tildaron a Gonzalo como "El loco del machete", como era merecido. Sin embargo, como suele suceder en todos estos casos, al querer sacar las notas como primicias, la mayoría de estos trataron a Natalia como una psicótica, sin tener la más mínima idea de lo que ello significa. Algunos, incluso, pusieron en duda que Gonzalo haya hecho tal cosa y que las declaraciones de Damián eran pura basura para que su prima no fuera condenada socialmente. Cómo me da bronca esta gente que opina sin tener la más puta idea de nada, pero supongo que no los puedo culpar, en parte porque yo sé muchísimo más que ellos y, por otro lado, porque jamás se hubieran imaginado lo que en realidad había sucedido. Me encantaría poder verlos enfrentarse a un demonio salido de vaya a saber uno qué rincón perdido del infierno; dudo mucho que hubieran podido mantener la cordura de la que tanto hicieron alarde en notas periodísticas y en los programas vespertinos, donde siempre salen todos los "expertos" que nunca saben nada, que solo teorizan como delirantes y que solo fingen tener un vasto conocimiento sobre temas psicológicos y sociales. Me cansé de contar la cantidad de idiotas que dijeron que Natalia estaba metida en las drogas. Si tan solo supieran que fue todo lo contrario...

En fin, si todo hubiera resultado como preví antes, quizá no hubiera actuado de esta manera; tampoco lo hubiera hecho si todo hubiese seguido su curso de manera normal. Sin embargo, eso no fue lo que sucedió, por supuesto.

Hace no más de dos semanas que estuve teniendo pesadillas recurrentes al respecto y no se deben a lo sucedido —al menos la mayoría de ellas— de una manera directa. Fue este mismo hecho el que me llevó a decidirme por contar la historia, pues quizá nunca más hubiera podido hacerlo, ya que tengo la certeza de que hubiera sido demasiado tarde como para hacerlo.

Verán, a menudo, los que tenemos el talento innato de manejar los hilos del tiempo, solemos tener sueños o pesadillas que funcionan a modo de premoniciones, sobre lo que le va a suceder a una persona, aunque no sepamos dónde va a suceder el desenlace, claro está. Es por esa simple razón, que tuve que esperar a que todo se llevara a cabo con el normal transcurrir del tiempo. Si bien no siempre sucede lo que estas nos ofrecen, hay una gran posibilidad de que eso sí se lleve a cabo. Por lo cual tuve que esperar, literalmente, comiéndome las uñas todo el tiempo.

Pese a que no me han otorgado el permiso, tengo la posibilidad de cambiar todo lo sucedido; supongo que, de alguna manera, El Jefe pudo apreciar mis intenciones a través del reflejo de mis grises ojos, pues a veces nos cuesta ser capaces de ocultar nuestros más profundos anhelos. Creo que teme que pueda hacer un cambio irreparable que terminase destruyendo la integridad del espacio y del tiempo. Sé que es algo arriesgado, pero estaría de acuerdo conmigo si supiera lo sombrío y desolado que es el destino que nos aguarda.

Cualquiera de nosotros que cambie el tiempo por un motivo personal —sin tener la correspondiente autorización para hacerlo—, dejará de existir de inmediato, sin poder evitarlo. Sin embargo, al tratarse de una buena acción, ni siquiera él tiene el poder de hacer algo en contra de ello para corregir la línea que se va a crear y que va a reemplazar la que todos conocemos. Ventajas del oficio, supongo.

Por mucho tiempo he estudiado la idea de regresar años al pasado y hacer algo para evitar que el demonio utilice a su padre. Si bien eso crearía un cambio enorme y favorable a su modo, no me atrevería a reescribir la historia y privarla de conocer a su gran amor; si bien sigo enamorado de ella como el primer día en que Damián me la presentó, solo quiero que ella sea feliz y sé que solo se puede hacer de esta manera, no puedo intervenir en ningún suceso anterior, por lo menos, hasta el momento en que conoció a Lucas y luego, no es que haya habido alguna situación para cambiar, excepto aquel empalamiento horripilante que sufrió el muchacho. Si lo analizamos desde un punto de vista lógico, lo cierto es que no podría regresar muchos años atrás, pues si hiciera esos cambios, pondría al universo en peligro; si evitara que sucedieran los ataques del padre o el suicidio de la madre, Natalia jamás me llegaría a conocer y este viaje que estoy a punto de hacer, no tendría razón de ser. Las paradojas temporales son tan peligrosas como la misma humanidad que se volvió tan tecnológica en los últimos siglos. Viajar en el tiempo, no es tan sencillo como uno supone, antes hay que analizar todas las posibles consecuencias de manera minuciosa, si es que no queremos lamentarlo y rendir cuentas a los superiores, que nos ordenan todo, para la seguridad de la raza humana y su correcta supervivencia.

Lo loco es que, más allá de toda la tecnología de la que disponemos, no somos capaces de hacer viajes al futuro si este aún no ha sido escrito, sí podemos hacerlos al pasado y regresar al mismo tiempo desde donde partimos, haciendo uso de la muñequera de la que disponemos. A veces, no sabemos qué cosas terminaron cambiando y si fueron para bien o para mal y debemos volver a replantear todo para hacerlo de manera correcta. No es un trabajo sencillo y solo somos capaces de hacerlo un puñado de nosotros, que somos no más de quince o veinte personas.

Esto de no poder hacer esos viajes hacia aquello que vendrá, nos lleva a las pesadillas de nuevo. Si bien ya imaginaba que algo malo iba a suceder —desconociendo la fecha exacta y dentro de cuánto sucedería, porque a veces es dentro de semanas, meses o años—, la cosa no quedaba ahí. En la pesadilla vi cómo Natalia se sumía cada vez más y más en la oscuridad y de cómo permitía que esta terminara corrompiéndola y logrando que se le pudriera el corazón. La muchacha era el ser más puro e inocente que jamás hubiera admirado en mi vida y aquel ser abominable, también sabía eso a la perfección. Si era capaz de usar aquel cuerpo como contenedor de su esencia, sería capaz de levantarse sobre nuestro mundo para que así llegara el momento del Armagedón y, junto con ello, la aniquilación de toda la vida sobre el planeta.

Admiré, horrorizado como nadie puede imaginarse, cómo aquella criatura rasgaba por completo el frágil cuerpo de su anfitriona y surgía triunfal, otra vez, habiendo ganado una batalla de dimensiones descomunales. Pude ser capaz de ver cómo, los pocos humanos que quedaban, trabajaban como esclavos, alzando una enorme pirámide para deificarlo, como si aquel maldito ente de las tinieblas fuera algo sagrado. Entonces, mientras estaba sentado en el trono —que presentaba unos pinches a sus costados, en donde había empaladas personas mutiladas— bebía sangre de niños asesinados de una copa y se regocijaba, mientras admiraba —con aquellos tres ojos perpicaces, que todo parecían verlo y no se les escapaba ni un solo detalle— el fondo del lago de los muertos, bautizado de aquella manera tras la desdicha de los pocos sobrevivientes que, ahora, servían a su señor. Su victoria era total y aplastante, nadie podía darse el lujo de desafiarlo.

"Así es como se acaba el mundo.

Así es como se acaba el mundo.

Así es como se acaba el mundo.

No con un estallido, sino con un quejido."

Si bien eso llegará dentro de muy poco, yo soy el único que puede hacer todo lo que sea necesario para evitarlo, la única esperanza que queda para poner fin a aquella terrible ambición. Es por eso que ya he ingresado todos los datos necesarios en la máquina y, mientras aguardo que la energía se recargue, estoy terminando de escribir estos últimos detalles. A mi lado, tengo mi amada escopeta de cañón doble, esa que está clasificada para cazar elefantes; y esa es otra ventaja de la tecnología y es que somos capaces de viajar a través de los hilos del tiempo con toda clase de objetos metálicos, nada de viajes en pelotas sin nada con lo que seamos capaces de hacer pedazos a nuestros enemigos. Con esta potente arma, no va a quedar ni rastro del culo de ese malnacido, y voy a ser capaz de poner fin a ese macabro plan de conquista.

No me importa si luego alguien me quiere aniquilar o si termino en cárcel por destrozarlo, porque eso no va a suceder, ni siquiera lo temo. Mucho antes de que eso suceda, desde el momento en que jale el gatillo y la munición destroce la cabeza de Gonzalo Sacarías, voy a dejar de existir. Si bien sé que él —al igual que el padre de Natalia— nunca tuvieron la culpa, el muchacho ya no tiene salvación, pues toda su esencia fue consumida por completo y aquello se llevó a cabo durante años enteros en los que fue huésped y se alimentó de sus temores, de sus inseguridades y, de alguna manera, le ofreció el vasto y terrible mundo de los vicios, para terminar de poseerlo de la manera en que, desde hacía tanto tiempo, había previsto. Llevó un buen tiempo, pero al final todos sus esfuerzos dieron los frutos que esperaba.

Tal vez el día del juicio final sea inevitable, de la misma manera en que nos lo han dado a entender por varios medios. Pero no va a suceder ahora y, si soy capaz de hacerlo, vale la pena intentarlo, aunque esté desafiando las mismas leyes de la naturaleza y del universo. Ya no hay nada en este mundo de locuras y crueldades que sea capaz de hacerme cambiar de opinión. 

Es entonces, en este mismo momento, que escucho la cuenta regresiva para que la energía esté al cien por ciento. Ingreso en la cabina, con el arma y el escrito, que nunca va a desaparecer y sigo la típica secuencia, como si este fuera un viaje de rutina, aunque va a ser el último que hago en mi vida. Examino el arma, pues de alguna manera la voy a extrañar mucho, desplego el extenso cañón y coloco los enormes casquillos con cautela, uno seguido del otro, en el hueco contiguo; una vez que termino, la regreso a su posición original y le pongo el seguro para que no se dispare por accidente. Mientras escucho los típicos sonidos eléctricos que indican que el viaje está a punto de comenzar, es cuando soy más consciente de lo que estoy a punto de hacer. No me arrepiento de nada, lo haría si me quedara de brazos cruzados, sin siquiera intentarlo. Quiero que sea feliz, que sea una chica amada, como desde siempre se lo ha merecido. Sé que esta es la única manera de lograrlo y no me arrepiento de nada. Estoy bastante nervioso, me tiembla el cuerpo y estoy sudando a sobremanera, eso sí, pero no me arrepiento de nada. No me arrepiento de nada...   

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