Intenté acabar con mi vida cuando oí esa noticia, lo intenté y tenía la certeza de que lo había logrado. Solo hasta cuándo desperté y el agua oprimiendo mi pecho me aturdió.

Entonces, nadé hasta la orilla e intenté recuperarme. 

No quería pensar en los errores que había cometido, no quería recordar. Fue por eso que caminé a casa cuando no hallé mi auto.

La plaza estaba llena de gente caminando de un lado a otro, pero aquello no logró pertubarme más que el observar aquel rostro fino y cabellos castaños claros, tan claros como sus ojos.

Ni siquiera lo pensé dos veces y lo seguí sin que él notara mi presencia.

Mi ropa estaba mojada y no traía zapatos, incluso así, no me detuve.

Taehyung estaba con ella en el accidente, pero ahora estaba frente a mí, caminando, ileso y sonriente.

— ¡Abuela Kim! — gritó agitando sus brazos en dirección a una mujer de cabellos blancos, de contextura delgada y pequeña estatura.

«Pero Taeyeon nunca habló de ella.»

— Llegas muy temprano, de nuevo — rió acariciando sus cabellos cuando él se hincó a sus pies.

No llegué a oír lo demás, solo observé cómo él le ayudó a colocar un gorro de lana con dos pompones a los lados.

— ¡¡Santo Cielo, está sangrando!!

No podía ser un sueño.

Mis pies sentían dolor.