« Vivo. »
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Sintieron el calor en la boca del otro, y el sabor de sus salivas mezclándose.
La inocencia se desvaneció cuando Phuwin soltó un ruidito de su garganta que Pond recibió en su boca con mucho gusto. Era esa clase de ruidito suave que lo hacia sentir como el hombre que era. Demostrárselo a Phuwin estaba siendo todo un deleite que saboreaba en la lengua, y nada, fuera del chico y de sus deliciosas reacciones, le importó.
Pond delizó sus palmas de la curva en la espalda de Phuwin y le sujetó la cadera cuando esta instintivamente se ondeó contra la suya, aprovechando el movimiento para meter una rodilla entre sus piernas. Haberle arrancado un gemido de puro placer fue una verdadera recompensa. Sabía que lo estaba abrumando, pero Pond no podía detenerse, y tampoco quería, pues palpar como Phuwin se derretía entre sus brazos y aspirar su aroma con ligeros matices a perfume era una sensación satisfactoria como ninguna otra.
Las manos de Phuwin dejaron los hombros de Pond para cerrarse en su nuca, y las de Pond manejaron el cuerpo de Phuwin como a él le gustaba. Sus piernas se rozaban y la rugosa tela de sus pantalones. Algo entre ellos creció. No podía ser mas evidente que eran dos hombres los que se besaban.
Phuwin podía contar con los dedos de una mano, la cantidad de besos que había compartido durante toda su vida, y comprendió la diferencia entre besar y ser besado, pero no le importó; el señor Pond podía hacer con él lo que se le antojara.
El repentino pensamiento le hizo abrir los ojos. Separándose abruptamente del calor en el cuerpo contrario. Su respiración agitada lo sorprendió al igual que la brisa nocturna erizando la piel de sus brazos.
Pond lo miró, confundido. Phuwin se preguntó por la expresión que estaría haciendo.
- ¿Algo estuvo mal? - Preguntó Pond, asustado como nunca antes. Phuwin negó para luego asintir y negar nuevamente.
- No. - Solo que montamos un espectáculo en medio de la calle. Se dió la vuelta rápidamente, avergonzado por su reciente comportamiento atrevido y del estado de su cuerpo. Recogió su maleta y mochila del piso, se las colgó al hombro e intentó entrar a su casa, pero el señor Pond lo agarró del brazo antes de que pudiera abrir la puerta. Phuwin se estremeció, su corazón se detuvo por un segundo.
- Si hice algo mal... Yo... Discúlpame. No fue mi intención...
Phuwin negó, moviendo su cabeza enérgicamente.
- Yo quería... No. Yo quiero... - Phuwin apretó sus ojos. - Quiero entrar.
Pond respiró, y finalmente lo soltó.
Se quedó solo, parado frente a la puerta, iluminado por el foco exterior.
Respiró una última vez y estiró sus hombros hacia atrás, intentando relajar la tensión escondida dentro de su ropa y la ola de incertidumbre dentro suyo.
Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, indeciso sobre qué debería hacer a continuación.
Sacó su celular, le dejaría un mensaje a Phuwin; sin embargo, una llamada aterrizó. Una llamada que había estado esperando. Miró la puerta una vez más, parecía decirle adiós.
De todas formas, Phuwin no habría contestado su mensaje en el menor tiempo. Dentro de su baño, rodeado de los vapores del agua caliente saliendo de su regadera, Phuwin descubría nuevamente las maravillas internas de su cuerpo.
Había ignorado aquella fijación, desde la tercera vez que cedió ante el ardiente impulso cuando de adolescente, y le dió miedo saberse la magnitud con la que la deseó de vuelta. Y que fuera Pond quien le diera lo que su cuerpo anhelaba desde hace tiempo.
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Con los brazos apoyados en la barandilla de su balcón, Pond jugaba con su cigarrera, dándole vueltas con su mano. Casi pudo olvidar como lucía, de no ser porque siempre cargaba con ella.
- Nueva información, jefe. - Dijo la voz al otro lado que no se anduvo con rodeos. Pond quemó un cigarro. No recordaba cuándo fue que fumó por última vez. Fue agradablemente reconfortante. - Lo tenemos en video. Sabemos cómo identificarlo.
El humo del cigarro desapareció en el cielo oscuro con vibrantes estrellas mientras observaba las luces de la ciudad durante la noche. La vista era familiar, una constante en su vida, como el recuerdo de su padre.
- ¿Jefe?
Pond volvió a fumar. "Vivo" fue su única respuesta y la llamada terminó.
Ya estaba acostado intentando dormir cuando su celular emitió un nuevo sonido y una vibración contra el buró de su recámara. Phuwin le envío un mensaje con una petición corta y concisa.
"Tengamos una cita"
Genuino, Pond sonrió. Excelente. Sólo Phuwin podía hacerle sonreír así.
"Me encantaría"
A Phuwin pudo o no sorprenderle que el señor Pond respondiera inmediatamente. Leyó y se mordió el labio, feliz.
Ansió con tantas ganas el comienzo del siguiente día.
Durmió con una sonrisa, ignorante de lo que se avecinaba.
⚠️
Se suponía que esta historia sería corta
y terminaría antes que el año, pero bueno, ya estoy escribiendo las siguientes dos actus, peeerooooo quizás sean subidas hasta el año que entra pq pues es diciembre un mes muy ocupado para mi.
Además de que quiero subir un especial omegaverse de navidad del YinWar.
(。•̀ᴗ-)✧
Volveré.
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