« Con las estrellas como compañía »

Cenaron hot pot⁵, en uno de los puestos ambulantes que había por la zona y, luego de pagar cada uno sus porciones, decidieron ir a beber unos tragos a un bar cercano, sugerencia del señor Pond. Aún era temprano, por lo que Phuwin no tuvo problemas en aceptar, además de que al día siguiente no tenía exámenes y le tocaba trabajar por la noche.

No más al entrar, Phuwin se sintió cómodo, y eso hablaba bien del lugar que transmitía una vibra tranquila y deliciosa. Star's Corner Bar era un lugar limpio, agradable, y con buena música en vivo: en el escenario circular, una banda tributo tocaba Happier Than Ever de ASTN.

- ¿Qué te parece? - Le preguntó el señor Pond, mirando a su alrededor junto con él.

- Me gusta. - Respondió Phuwin. - ¿Nos sentamos?

Pond dejó que Phuwin decidiera dónde. Escogió una mesa para dos, cerca del escenario, y tomaron asiento. Un mesero delgado, pero no escuálido, llamado Yin, identificó al señor Pond, y le ofreció a este lo de siempre (una botella de sato, pero no del que solía comprar en la tienda). Pond asintió; luego, el mesero preguntó a Phuwin lo que él quería, y él pidió una cerveza clara. - En seguida.


- Cierto, - dijo Phuwin - no bebe otra cosa.

Pond sonrió. - Recuerdas bien.

Phuwin sonrió también. El mesero regresó rápidamente. Dejó la botella de sato en la mesa, un vaso, y una cubetita con hielo, y la cerveza de Phuwin.

- Esta botella es una edición especial, fabricada especialmente para venderse en este tipo de lugares. Su proceso es un poco más minucioso, y es más grande; por ende, cara. - Pond explicó, mientras llevaba hielo a su vaso.

Phuwin detalló la botella; la etiqueta era diferente, tanto como su forma. Pond se sirvió del sato y lo bebió.

- ¿Le confieso algo? - Pond respondió: sí, bebiendo otro trago del vaso. - Busqué su familia en Google. - Pond sonrió, hubo algo extraño en su sonrisa. - No encontré mucho, por no decir nada.

- Somos discretos.

- Misteriosos. - Dijo Phuwin.

- Eso también.

Nadie sabía cómo eran los rostros de la familia Lertratkosum, al menos no de las últimas generaciones. Y no es como si a Phuwin le hubiera interesado alguna vez.

Hasta ahora.

La música terminó, y una voz al micrófono llamó su atención. - Y ahora, con ustedes, damas y caballeros, nuestra propia estrella: ¡War Wanarat! - El público aplaudió y el personal del bar también. Un mesero, sonriente (con un rostro que te haría voltear más de dos veces), subió al escenario, se colocó tras el piano y comenzó a tocar. Wow. Die With A Smile de Bruno Mars y Lady Gaga, fue interpretada por aquel mesero que cantaba hermosamente.

Miraba un punto en específico: a Yin, el mesero que los atendió. Yin le sonrió enormemente, hasta que fue interceptado por una chica con un vestido rojo y rabón. Parecían conocerse, pues se saludaron muy amigables. Entonces, la estrella del bar clavó su mirada en el piano.

Phuwin alzó las cejas, casi distraído; uno podía darse cuenta de muchas cosas con suficiente atención.

- Y de pronto pensé, - dijo Pond de repente - que podría presentarme. - Alzó la mano frente a Phuwin. - Soy Pond Naravit Lertratkosum. Es un placer conocerte.

Phuwin entendió de inmediato y sonrió con todos sus dientes simétricos. - Phuwin Tangsakyuen. El placer es todo mío.

Un buen rato después, salieron del bar (al que Phuwin estaba seguro de que volvería a visitar), y caminaron juntos de regreso, con las estrellas como compañía. No estaban cansados; quizás solo un poquito.

Pond acompañó a Phuwin hasta su casa y, durante el camino, tuvieron intervalos de silencio ameno.

Y expectante.

- No hacía falta. Pero se lo agradezco. Umm, ¿Quiere pasar?

Pond negó, entregándole su maleta deportiva. - Descansa, Phuwin. Te veré mañana.

- Hasta... entonces.

Se miraron, pero a diferencia de todas las demás veces, una desesperada sensación magnética cargó sus cuerpos. No querían dejarse ir todavía.

Sus pulmones se saturaron, se llenaron de tanto aire que fue difícil respirar con normalidad y fingir que no estaba pasando nada entre ellos y que la poca distancia que los separaba no era una tortura.

Equivocadamente o no, ambos se dejaron controlar por los impulsos, la maleta y la mochila de Phuwin tardaron más tiempo en caer que en lo que se aferraron el uno al otro.

- Dime que quieres esto. - Exigió Pond, recorriendo la espalda de Phuwin con las manos, manteniendo su cuerpo firme contra el suyo. - Porque no creo poder soltarte aún si me dices que no.

Los ojos de Phuwin brillaron, falsamente inocentes, húmedos de ansiedad y deseo.

- No quiero que lo haga.

Eliminaron la distancia que restaba; un déjà vu tergiversado rodó en sus mentes, y Pond clavó el último clavo de su ataúd. Su abuela seguramente lo repudiará, pero Phuwin era Phuwin y ese era el detalle.

Pond presionó sus manos alrededor del cuerpo de Phuwin; sus labios esponjosos le supieron a Pond como el maná, un manjar del cielo.


⁵ Variante de olla caliente tailandesa.

Y bueno, ¿Qué tal quedó?
Ay, no sé.

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