Parte 28

_Eres una maldita bruja, dijo Anaís mientras se acercaba a Ary. Había visto con toda claridad a los hombres y mujeres con los que Ary había estado hablando. Nada más verlos supo que no eran humanos, sino vampiros.

_ ¿no vas a decir nada? preguntó Anaís una vez que estuvo a solo un par de pasos de ella.

_Tu realmente no tienes vergüenza, respondió Ary, levantó el mentón y sonrió con incredulidad mientras negaba con la cabeza. No tenía por qué darle explicaciones a Anaís, ella era la menos indicada para exigirle algo, pasó por su lado en dirección a la casa sin importarle lo que la nórdica estuviera pensando de ella. No estaba de humor para discutir con Anaís o caer en su juego. Llevaba más de un mes buscando excusas para pelear, insultarla, hacerla sentir mal, o simplemente para demostrarle su desconformidad con la vida que llevaba, y la culpaba a ella y a Elías por no ser feliz, ni tener todo lo que quería. Ary ya la había corrido decenas de veces, y solo en esos momentos su bravuconería parecía terminar. Hasta que cualquier cosa desataba su ira y todo empezaba de nuevo. Elías estaba harto de ella, y solo permanecía en casa, porque quería proteger al bebe en el vientre de su mujer. Solo por el aún estaba en la casa, ya le había avisado a Ary que cuando el niño naciera dejaría a Anaís. Si ella se marchaba después de dar a luz, él se quedaría en Grebanu, pero si Anaís se quedaba allí en la granja, él se llevaría al recién nacido muy lejos de allí. No permitiría que su hijo creciera cerca de una madre que jamás lo iba a querer, así, como tampoco era justo que ella terminara haciéndose cargo de otro de sus hijos. Ary guardaba silencio ante estas palabras, pero no permitiría que el niño se quedara con un hombre que estaba borracho la mayor parte del día y cuando no, estaba en malas compañías. Y si por algún milagro Anaís quería hacerse cargo de su hijo, tampoco se lo iba a permitir, aquello sería incluso peor que poner al niño en las manos de su padre. Ambos nórdicos la iban a odiar por lo que iba a hacer, pero llegados a este punto, realmente no le interesaba lo que dijera ninguno de los dos, ya que ni la madre, ni el padre eran aptos para hacerse cargo de alguno de sus dos hijos. Ella había dejado de intentar razonar con ellos, ahora solo los escuchaba y los dejaba creer que las cosas se harían como cada uno de ellos estaba planeando. Sabía que amargarse no la conduciría a nada bueno, tampoco angustiarse antes de que las cosas sucedieran. Lo mejor era ocupar su tiempo en cosas productivas y esperar porque pronto llegara el momento del nacimiento de niño. Una vez que aquello sucediera, todo cambiaría en aquella casa.

Termino de bañar a los niños y llevó a los más pequeños al corral que había en el comedor, dejo a los niños dentro y sentó a Argos a la mesa para seguir enseñándole a leer. Interrumpió la lección al oír a alguien arreando unos caballos. La voz le resulto desconocida, se paró inmediatamente y salió a ver quién era, una vez más, uno de los amigos de Elías lo traía a casa, y como ya era costumbre, estaba completamente borracho. Ary se quedó de pie en el mismo lugar, mirando como el otro hombre trataba de bajar a Elías, y por sus torpes movimientos, estaba claro que tampoco estaba del todo bien. Cuando los hombres estuvieron a solo pasos de ella, Ary bajo del corredor y fue a recibir a Elías, ese hombre le causaba desconfianza, y más de una vez se había mostrado bastante insistente para entrar a la casa, afortunadamente ella siempre se las había arreglado para que aquello no sucediera.

Ary recibió a Elías y lo sentó en uno de los asientos del corredor, la puerta de la casa estaba cerrada con llave desde adentro. Argos sabía que no debía abrirle a nadie que no fuera ella y tampoco debía salir o asomarse por alguna de las ventanas. Además de todo aquello, sabía que debía permanecer en silencio. Era solo un niño, pero era muy perceptivo, sabia al igual que Ary cuando algo andaba mal, o que debía actuar con cuidado.

El hombre se acercó a ellos una vez que Ary dejo sentado a Elías, se puso tensa enseguida. Se dijo que si había podido darle una paliza a un vampiro, seguramente también podría arreglárselas con un simple humano, que además estaba medio borracho. Recordó a Luka diciéndole que siguiera entrenando para defenderse de los abusivos, y agradeció haberle hecho caso. Aquello también había servido para que Anaís se diera cuenta de que no tenía posibilidad alguna si la enfrentaba. La nórdica le temía cuando la veía con una espada en la mano, y si Ary la miraba duramente, su miedo era peor.

_ ¿Señora no cree que es mejor que lo llevemos a la cama? Preguntó el hombre, y se acercó más a ella, demasiado le pareció a Ary. Se volvió hacia él enseguida y el aliento a alcohol y a transpiración la golpeo con fuerza, hizo un gran esfuerzo por no demostrar lo asqueada que estaba y tragó con fuerza. Dio un paso atrás y le dijo al hombre que no entraría a Elías así de borracho a la casa, prefería que vomitara en el patio y no en la habitación, o mientras subían las escaleras, además los niños estaban durmiendo, no los quería despertar y Anaís también estaba descansando, no quería que se alterara al ver el estado de su marido. El hombre asintió con la cabeza sin dejar de mirar fijamente a Ary. Había algo en la mirada del hombre que le daba miedo. quiso retroceder disimuladamente otro paso, pero la mano del hombre tomó bruscamente su brazo y la acercó a él. Su primer pensamiento fue darle un rodillazo, pero la voz en su cabeza que le dijo que lo asesinara la dejo inmóvil. Era la misma voz que le preguntaba su nombre en el fuego.

_ Quémalo, dijo esta vez la voz y Ary pudo ver al hombre entre las llamas gritando mientras estas lo devoraban. Jadeo de horror al ver aquello y cuando se vio a sí misma en medio del fuego quiso gritar, pero alguien la sacudió bruscamente y la imagen desapareció, estaba sentada en el asiento que había estado ocupando Elías, y este estaba parado delante de ella. cuando por fin pudo poner atención a lo que estaba pasando, se dio cuenta que los hombres estaban discutiendo. El hombre le dio un empujón a Elías y este a pesar de sus esfuerzos fue incapaz de mantener el equilibrio, cayó cerca de donde estaba Ary, y por más que intentó ponerse de pie, no lo consiguió. Ary fue en su ayuda, pero antes de acercarse lo suficiente, se encontró siendo tomada bruscamente del cabello y alejada de Elías. El hombre la arrojó al suelo y se abalanzó sobre ella, Ary le dio un par de patadas que impidieron su avance, pero él no se rendía, Ary se puso de pie rápidamente y esquivo una de sus manos, le dio una fuerte cachetada y después lo pateo como había hecho con Deimos. el hombre dio un horrible alarido y cayó al suelo enseguida, llevo ambas manos a su entrepierna mientras se retorcía de dolor, y la maldecía una y otra vez.

_ ¿Qué está pasando aquí? Preguntó una voz y Ary la reconoció enseguida, miró hacia atrás y vio a Deimos y a dos hombres más a su lado. Abrió mucho los ojos, y se volvió hacia el hombre tirado en el suelo. Lo va a asesinar pensó Ary, y la verdad es que no estaba del todo en contra de aquello, había perversidad en ese hombre, sabía que no era bueno. Sintió pasos acercándose a ella, y cerró los ojos. Esto va a terminar muy mal se dijo Ary. Una mano tomó la suya y Ary se estremeció, apenas sintió el contacto de Deimos una sensación de alivio y seguridad la invadió, apretó la mano del vampiro y lo miró, al ver su rostro supo que él había sentido lo mismo que ella. Apretó aún más la mano del vampiro y se apegó a él. Rogó que Luka no se enojara si sabía lo que estaba haciendo, pero de verdad necesitaba que en esos momentos alguien la hiciera sentir segura, y el borracho de Elías no era una opción, a pesar de haberla defendido del hombre, o al menos haberlo intentado.

_ ¿Qué ha sucedido aquí? Preguntó Deimos y Ary se estremeció con el molesto tono de voz del vampiro.

Antes de que Ary pensara que decir, uno de los hombres que acompañaba a Deimos paso delante de ellos.

Ary quiso mirar hacia otro lado, pero fue incapaz de hacerlo, el hombre era tan alto como Deimos, su cabello era muy negro, brillante y un poco rizado, le llegaba hasta los hombros.
Le dio una patada en los pies al hombre y le ordenó ponerse de pie, este se rió y lo mandó irse al infierno. Tuvo la brillante idea de lanzarle un escupo, pero solo llegó a las piernas del vampiro. Ary jadeo ante aquello y miró alarmada a Deimos. Este la miró con una media sonrisa, y Ary supo que el hombre estaba muerto.

El vampiro paró al hombre con un rápido movimiento, y lo alejo de él enseguida he hizo un gesto de asco, maldijo en otro idioma, luego le preguntó qué había pasado. El hombre intentó alejarse, pero el vampiro lo zarandeó como si fuera un muñeco y le volvió a repetir la pregunta. Dime que ha pasado preguntó en el vampiro y en su voz Ary notó algo extraño. Segundos después el hombre empezó a hablar y dijo todo incluso cuales eran sus intenciones con ella. Ary jadeo de horror al oír lo que él decía y se alejó de allí enseguida, entró a la casa temblando de miedo. Cerró la puerta con cuidado e intentó calmarse, vio a Argos mirándola con preocupación, y fue hacia él enseguida. Tomó a su hermanito en brazos y lo abrazó fuertemente. Cerró los ojos y rogó poder borrar de su mente las palabras del hombre. Deseaba no haberlas oído nunca. Eran sucias, repugnantes, y que ella fuera el centro de sus asquerosos deseos, la hacía sentir asqueada. La puerta se abrió y un tambaleante Elías entró y fue a hacia ella. Ary lo miró con rabia por haber llevado a aquel hombre a su casa, pero no pudo evitar sentir agradecimiento, por tratar de ayudarla.

_ ¿Estás bien?, preguntó Elías y se inclinó como pudo para quedar a su altura. Le pidió perdón, por no haber podido ayudarla, y una vez más le prometió que no volvería a beber, Ary sonrió con pena, pues ya había escuchado aquello una infinidad de veces. Tomó su mano y la estrechó, no sintió nada al hacerlo, Elías los abrazó y ella dejó que lo hiciera. Correspondió a su abrazo y así se quedaron unos segundos.

_ ¿Qué tiernos, acaso interrumpo algo? preguntó Anaís

Elías gruño algo y se alejó un poco.

Ary no quiso soltar su mano. Dos veces había tenido que intervenir para que no se agredieran físicamente, Anaís parecía gozar haciendo que ellos perdieran la paciencia. Elías miró a su mujer con molestia, pero no le dijo nada. Miró a Ary y le dijo que iría a darse un baño. Después subiría a dormir un poco.

_ Ve, y cierra con seguro la puerta para que puedas disfrutar de tu baño. si después te sientes mejor, ven a comer algo, tienes el resto del día para dormir.

El nórdico asintió en silencio y se retiró, no miró ni una sola vez a su mujer. Anaís había dejado de importarle el día que le dijo que quería deshacerse de su hijo. Y todo empeoró cuando en una de sus peleas dio a entender que quizás él no era el padre de Darío. Después de esa pelea se emborracho por primera vez, lamentablemente, no había podido parar desde entonces, y con cada día que pasaba, le era más difícil dejar el trago. Era lo único que le dejaba olvidar lo miserable y patética que se había vuelto su vida. Pensó que haría de Anaís la mujer más feliz del mundo, pero jamás pensó que su mujer necesitaría de tantos lujos y de tantas atenciones para sentirse feliz. Ary había crecido entre lujos y riqueza, y sin embargo era sencilla y feliz con la vida que tenían, se notaba que no extrañaba para nada su vida anterior, siempre se preguntaba porque su mujer no podía parecerse un poco a ella. Amaba tanto a Anaís, pero ya había perdido toda esperanza de ser el causante de su felicidad. Cerró la puerta con seguro como le aconsejó Ary y disfrutó del baño y la tranquilidad. Haber visto a Deimos, le alegró, púes sabía que él hombre estaba interesado en Ary y estaba seguro que ella también sentía algo por él. había visto el alivio en su rostro mientras estaban tomados de las manos. Sabía que él sería bueno para ella, se notaba en la manera en que la miraba. Era como si ella fuera única para él.
Durante la celebración del matrimonio de Joshua ambos se habían visto felices, y la gran mayoría de las personas del pueblo estaban de acuerdo en que eran una hermosa pareja.

Él la hará feliz se dijo Elías y se sintió aliviado, pues al menos uno de ellos lograría ser feliz. Sintió un ligero dolor de cabeza, y supo que era solo el inicio de la horrible resaca que tendría. Cerró los ojos y se sumergió en la tina.

*****

_ ¿Que estará pasando? Se preguntó Ary. Ya habían pasado varias horas desde que había visto a los vampiros. Estaba oscureciendo, se preguntó si los vampiros decidirían aparecer en su casa al anochecer. En un fugaz pensamiento, se preguntó cómo les caería a los hermanos de Deimos. no se habían visto muy felices cuando los vio, pero aquello también pudo haber sido por lo que estaba pasando en ese momento. A caso vendrán más, pensó Ary. Rogó que no.

_ Sí que estás distraída el día de hoy, dijo Anaís en su habitual tono de burla.

Ary se volvió hacia ella para contestarle, pero al verla tan pálida y con la mano en su vientre se detuvo. Le preguntó si estaba bien o necesitaba algo, Anaís respondió con un bufido y negó con la cabeza. Odiaba la amabilidad y gentileza de Ary, siempre se había dicho que su manera de ser era fingida, pero en el fondo sabía que no era cierto, y esto la enfurecía, se negaba a aceptar que hubiera alguien tan buena como ella. El dolor vino nuevamente y sujetó su vientre mientras trataba de no demostrar cuanto dolor estaba sintiendo. Necesitaba sacar a Ary de la casa para que pudiera dar a luz a su hijo tranquilamente y luego deshacerse de él. Elías ya no sería un problema, estaba tan borracho que probablemente dormiría toda la noche y para el día siguiente todo estaría hecho. Apenas se recupera se marcharía de Grebanu e iría en busca de Markkus Leppala, ese santo hombre debía saber que su hija era una bruja, y que además tenía tratos con demonios. Si pudiera, la quemaría ella misma, pero sabía que estaba fuera de sus posibilidades. Sintió otra contracción y tragó duró para que Ary no se diera cuenta de lo que estaba pasando. Aclaró su garganta y fue a sentarse a una silla cerca de la ventana de la cocina. Aquello fue una mala idea, pues el dolor fue peor. Cerró los ojos unos instantes y se dijo que debía aguantar un rato más.

_ ¿Anaís estas bien?, preguntó Ary

_ Sí, no hay problema, creo que en unos días me sentiré mucho mejor. Contestó Anaís y le dedicó una pequeña sonrisa.

Ary desvió la mirada al oír aquello, pues sabía que es lo que haría una vez que el niño naciera, por un instante rogó que aquel momento no llegara jamás, pero sabía que era imposible, de una u otra manera llegaría el momento en que ese niño llegaría al mundo.

_ Iré a ver a los niños dijo Ary, y salió de la cocina, no podía estar cerca de Anaís. Se sentía terrible por lo que iba a hacer.

Anaís cerró los ojos y apretó su vientre una vez que Ary salió de la cocina. Llevaba horas con contracciones, pero sabía que aún no era el momento del nacimiento, debía esperar hasta cuando faltara muy poco para sacar a Ary de la casa, en lo que ella iba hacia el pueblo y volvía, el niño ya debía estar fuera de ella.

Durante la siguiente hora aguantó lo que más pudo hasta que supo que en cualquier momento nacería el bebé. Sucedió tal como esperaba. Una vez más Ary mostraba lo buena persona que era. Sin dudarlo, dejó lo que estaba haciendo para ir al pueblo por Laura. Antes de que saliera le sugirió a Ary llevarse a los niños donde Laura así no tenían que estar oyendo lo que pasaría en la casa en unas horas más. Las mujeres que estaban ayudando a Laura en la pensión los podían cuidar hasta que Laura llegara de vuelta.

Los nervios de Ary no le permitieron razonar ante las palabras de Anaís, e hizo exactamente lo que ella le dijo. No fue hasta cuando se vio entrando a la pensión con los niños que se detuvo a pensar en lo que estaba haciendo y en el comportamiento de Anaís. Se llevó una mano al pecho enseguida, y el miedo se apoderó de ella. entró rápidamente a la casona y buscó a Laura entre las personas que andaban por el lugar. Una vez que llegó a ella, la llevó a un lado y le dijo lo que estaba pasando. Laura se mostró igual de alarmada que ella, le sugirió quedarse en la pensión y dejar que ella fuera a atender a Anaís, Ary se negó enseguida, sabía que debía ser ella la que estuviera en la granja con ella . Le encargó los niños y le pidió uno de los caballos que tenía en el establo. Dejaron a los niños con una de las mujeres del servicio y fueron a las caballerizas enseguida. Mientras Ary ensillaba el caballo, Laura le daba indicaciones para asistir el parto, una vez que estuvo lista montó enseguida y salió al galope. Laura la observó hasta que la perdió de vista, entró a la casa preocupada, y fue incapaz de quitarse la mala sensación que tenía.

Ary galopó hasta que llegó al corredor de la casa, desmontó rápidamente y apenas entró llamó A Anaís. Oyó ruidos en el segundo piso, pero nadie le contestó. subió de dos en dos los escalones y fue hacia la pieza enseguida. Abrió la puerta sin llamar y se quedó inmóvil. Anaís estaba encorvada cerca del velador y había sangre en sus ropas y en la cama, además de unas cuantas sabanas ensangrentadas en el suelo.

_ ¿Dónde está? Preguntó Ary y entró lentamente a la pieza mirando a su alrededor.

_ A ti que te importa, contestó Anaís, sin moverse del lugar.

_ ¿Dónde está?, volvió a preguntar Ary, ¿Qué has hecho con el bebé?

Anaís levantó el rostro airadamente y le sonrió con odio y regocijo.

_ Está muerto, contestó sin más, y se sentó lentamente en la otra cama.

Ary tragó el nudo en su garganta y miró las ropas de la cama, las del suelo, buscando un bulto envuelto en ellas, pero no había nada. Se acercó a las ropas y Anaís reaccionó violentamente. Le dijo que saliera de la pieza y la dejara en paz. Ary la ignoró completamente, revisó las ropas y no había rastro alguno de un bebe. Se volvió furiosa hacia Anaís, pero un débil llanto la detuvo de ir a exigirle respuestas. Anaís empezó a levantar la voz y Ary la hizo callar, sin embargo, esta no se detuvo, levantó más la voz y Ary perdió la paciencia, fue hacia ella y le tapó la boca. Anaís forcejeó lo mejor que pudo, pero jamás había sido rival para Ary. En solo unos instantes Ary descubrió donde había ocultado el bebé. Fue enseguida hacía la cómoda a los pies de la cama, y en el tercer cajón encontró envuelto al recién nacido. Tenía la cara cubierta con un grueso trozo de tela, y el cuerpo entero envuelto en gruesas mantas y muy apretadas.

Ary se arrodillo con el niño y lo empezó a desenvolver enseguida. Le temblaba las manos y las lágrimas casi no le permitían ver. Una vez que liberó al niño de las ropas fue incapaz de acallar su llanto, el bebé era un varón, muy pequeñito, demasiado delgado y su pecho apenas se movía cuando respiraba. Ary lo envolvió con cuidado y se puso de pie con el niño en sus temblorosos brazos. Se volvió hacia Anaís y le dijo que arreglara sus cosas y saliera de la casa enseguida, ella iría a ver a alguien para que le dijera si todo estaba bien con el niño. Sin decir más, fue hacia la puerta, pero antes de salir se volvió una vez más hacia Anaís y le dijo que si se llevaba algo que no le perteneciera lo iba a lamentar, y si seguía allí para cuando ella volviera lo iba a lamentar de maneras que ni siquiera podía imaginar. Salió sin más demora y fue en dirección a la casa de Eugenio enseguida. Sabía que los sentidos sobrenaturales de Deimos podían ayudarla a saber si el corazón del bebe estaba bien. A su juicio, la respiración del niño era demasiado débil y muy pausada. Además, su delgadez era preocupante, y pensar en lo que Anaís había hecho para tratar de deshacerse de él, la angustiaba aún más.

****

_ Maldita cazadora, murmuro Anaís mientras oía a Ary bajar las escaleras. si no hubiera llegado tan rápido a la casa hubiera conseguido asfixiar al bebe. Apretó los puños con ira y miró a su alrededor. Deseaba más que nada irse de allí, y ciertamente lo haría, pero se dijo que no se iría con las manos vacías, Ary tenía tres cofres llenos de joyas, y sabía que eran muy valiosas. No se marcharía sin llevarse esos objetos, con ellos en su poder, podía vivir cómodamente el resto de su vida. Se quitó la ropa ensangrentada e hizo un montón con ellas y las arrojó a un lado, se envolvió con una manta y bajo al cuarto donde se bañaban. Se limpió rápidamente y subió a vestirse, debía registrar la pieza de Ary antes de que llegara de vuelta. La ida al pueblo demoraba casi una hora, y conociendo a Ary, era seguro que no se iría al galope con el bebé en sus brazos.

Ary cruzó rápidamente el bosque y suspiro de alivio al ver la casa de Eugenio, y al acercarse más y ver que había luz al interior se sintió aún mejor. Subió rápidamente los escalones y llamó a la puerta. Acuno al bebe en sus brazos y esperó impaciente a Deimos. cuando oyó los pasos acercándose su corazón se aceleró, y no supo si era por ver a Deimos o de preocupación. Al abrirse la puerta y ver a Deimos dio un paso hacia él, pero se detuvo al darse cuenta que no era él, sino su hermano. El vampiro levantó sus cejas, pues era raro que ella se hubiera dado cuenta tan rápido que no era quien esperaba. Le sonrió amablemente y avanzó un paso en su dirección, Ary dio un paso atrás, y aseguró al bebé en sus brazos.

_ Necesito hablar con Deimos, ¿está adentro? Preguntó Ary

El vampiro vio lo que estaba pensando y miró al recién nacido en sus brazos. Su corazón apenas latía, su respiración era casi imperceptible, y si todo lo que Deimos les había dicho acerca de la madre del niño era cierto, probablemente ella era la responsable de la pronta muerte del pequeño.

_ Creo que no es necesario molestar a mi hermano, el niño en tus brazos morirá en cualquier momento, su corazón, sin duda alguna se detendrá, no vivirá más allá del amanecer.

Ary lo miró con horror, luego miro al niño en sus brazos y movió negativamente la cabeza. Él no podía morir.

_ Quiero hablar con Deimos, dijo Ary y miró al vampiro con determinación.

El vampiro dio otro paso hacia ella y esta vez Ary no retrocedió.

_ Llama a tu hermano, o sal de mi camino para que pueda entrar por él.

El vampiro la miró con incredulidad, luego reemplazó su sorpresa por rabia, como se atrevía esa insignificante humana a hablarle como si él fuera un criado en su camino. Dio un paso hacia ella, pero el otro hombre que los acompañaba le dijo que se detuviera y la dejara entrar a la casa. Fobos sonrió con malicia y le hizo un gesto con la mano, invitándola a entrar. Ary no se hizo de esperar, ni siquiera la furia con que la miraba el gemelo de Deimos la iba a detener. Necesitaba que Deimos viera al niño, si había algo que hacer para salvarlo, él debía ayudarla.

Apenas entró en la casa supo en qué dirección estaba Deimos. fue hacia las escaleras, pero nuevamente el hermano de Deimos se interpuso en su camino, y el otro hombre se paró a su lado para cortarle el paso. Ary llamó a Deimos en voz alta y esperó, suspiro de alivio al ver al vampiro aparecer en lo alto de la escalera. Sonrió apenas lo vio. Muy a su pesar, el vampiro respondió de la misma manera, pero al ver el molesto rostro de su hermano, cambio la expresión de idiota que probablemente tenía en el rostro y aclaró su garganta. Llegó al lado de Gael, y le preguntó en tono cortante que era lo que quería, Ary miró al bebe en sus brazos y luego lo miró de vuelta. Deimos tragó duro pues no soportaba la idea de verla sufrir, y sabía que ella lo pasaría muy mal en las siguientes horas. El corazón del niño latía muy lento, había escuchado lo que su hermano le había dicho fuera de la casa y era cierto. El niño no viviría mucho más.

_ Lo que mi hermano te dijo es cierto, el niño no está bien. Su corazón es muy débil, no hay nada que puedas hacer por él.

_ Lo sé dijo Ary, y dejo que la frase calara en la mente del vampiro.

Este frunció el ceño ante sus pensamientos y los otros dos vampiros gruñeron. Lo que ella estaba sugiriendo no sucedería.

_ Vete a casa humana y acepta el destino de ese niño, le dijo Fobos.

_ Castiga a su madre por lo que hizo y corre de tu casa al borracho que vive contigo, le dijo Gael.

Ary tragó duró y siguió mirando a Deimos. él podía ayudar al niño, si le daba unas gotas de su sangre, sabía que el niño no moriría. De Anaís y Elías se iba a encargar llegado el momento, pero la vida del pequeño era su principal preocupación.

_ ¿Deimos?, dijo Ary en apenas un susurro.

_ Ya oíste, le dijo el vampiro.

_ Por favor, rogó Ary y estiró los brazos con él bebe en dirección a Deimos.

Este se puso rígido, pues estaba a punto de hacer exactamente lo que ella quería con tal de no ver más el sufrimiento en sus ojos. Sentir sus emociones como si fueran las propias era una mierda. Agachó la cabeza para aclarar su mente y por un instante se preguntó que tanto daño podía hacer darle solo unas cuantas gotas. Quiso dar un paso en su dirección, pero Fobos se interpuso en su camino.
El cambio que tenía su hermano frente a la cazadora lo tenía realmente preocupado.

_ Vete, dijo Gael.

Ary miró una vez más a Deimos, y supo que el no ayudaría al niño. Asintió con la cabeza y miró al pequeño en sus brazos, y cubrió su carita para protegerlo del aire helado fuera de la casa. Todo estará bien, le dijo en voz baja y lo acunó contra su pecho. Asintió con la cabeza y se dio la media vuelta para irse.

_ Ary, la llamó Deimos, pero ella no le contestó. la llamó más fuerte y Ary se detuvo, pero no se volvió hacia él. Le dijo que no quería verlo nunca más, ni en su casa, ni en su propiedad, ni en Grebanu. ni en ningún lugar donde ella pudiera estar. Retomó su camino hacia la puerta y antes de salir se volvió hacia los vampiros y miró directamente a Deimos.

_ Él, hubiera dado hasta su última gota de sangre, y sin dudarlo ni un instante. Jamás serás como él. Jamás te voy a preferir antes que a él.

sin decir más, salió de la casa de Eugenio en dirección a su granja. Oyó el feroz gruñido proveniente de la casa de Eugenio y después los golpes y el sonido de las cosas rompiéndose. No le podía importar menos lo que hiciera ese vampiro, o sus hermanos. Jamás será como Luka, dijo Ary en voz baja, y trato de no seguir llorando. Llegó a la salida del bosque y trató de calmarse. Durante todo el camino le había rogado a Dios para que salvara al pequeño, pero al igual que tantas otras veces a lo largo de su joven vida, no había señales del todo poderoso. Se preguntó si solo a ella la ignoraba, o también sería igual con el resto de los seres humanos.

Estaba a menos de veinte metros de la casa cuando vio salir a Anaís arrastrando sus cosas. En ese momento su rabia por la nórdica nublo su mente y su juicio, miró al niño moribundo en sus brazos y luego a la mujer que le había dado la vida. Sintió como la ira se apoderaba de cada parte de ella, y al oír en su cabeza esa voz, diciéndole que la asesinara, no vio ningún motivo para no hacerle caso, miró al niño y luego miró en dirección hacia el establo.
__ Allí esta lo que necesitas, le dijo la voz, y Ary pudo ver en su mente la espada de plata que estaba oculta detrás de unas mantas. Casi pudo sentirla en sus manos. Ary cerró los ojos y al abrirlos estaba de pie en medio del granero con la espada en una mano y el niño en su otro brazo. Todo estaba oscuro, pero ella no tenía problemas para distinguir todo a su alrededor.

_ Hazlo, dijo la voz, y Ary asintió.

En solo unos instantes estuvo fuera del granero. Vio a Anaís recuperando el aliento apoyada en uno de los pilares del corredor y su mente quedó en blanco.

Lo único que sabía era que debía asesinarla.

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