PARTE 21

_ ¿Cuánto rato más debo esperarlo? murmuró Ary mientras seguía paseándose de un lado a otro. Habían pasado varias horas desde que el vampiro se fuera a la casa de Eugenio, se estaba congelando con la ropa mojada pegada al cuerpo. Que estará haciendo se dijo, luego recordó a los nórdicos y se preguntó que estarían pensando de ella, o si estarían en casa cuando llegara. No le extrañaría que hubieran tomado sus cosas y se hubieran marchado lo más lejos de ella que pudieran. Su corazón se agitó ante ese pensamiento, pues aquello significaría no ver más a sus hermanitos, o a Darío, y ella sabía que Anaís no se preocuparía en lo más mínimo por él o los otros dos niños, y Joshua no estaría mucho tiempo más con ellos ya que después de casarse con Libia se mudarían del pueblo al otro lado del país, y se harían cargo de las tierras de la madre de Laura. La anciana estaba viviendo sus últimos años de vida y Laura quería que su hija y su marido fueran los nuevos dueños de esas tierras. Ary sonrió al pensar en esto, pues su amigo era un hombre bueno, honesto y correcto. Él y Libia serían muy felices.

_ Eres obediente, me alegra, dijo Deimos, y saltó del árbol al que se había subido hace poco más de una hora, ella ni cuenta se había dado de su presencia a solo unos metros de donde estaba. Durante todo ese tiempo, el vampiro había visto sus pensamientos y también la había oído hablar para sí misma. La vio restregar con esmero las prendas ensangrentadas y como se las ponía con asco. Se sintió ofendido ante su repugnancia, pero al ponerse a favor del viento, no pudo evitar arrugar la nariz. Lavar la ropa había sido una mala idea, la sangre no había salido del todo y el olor con el que había quedado era realmente desagradable.

Cuando recién llegó al lugar, pensó en saltar del árbol y asustarla, pero después de considerarlo mientras la miraba, decidió que lo mejor era observarla, pues a pesar de las palabras del anciano, ella era su enemigo y no uno cualquiera, necesitaba conocerla bien antes de saber cómo proceder con ella. Tenía por costumbre ser impulsivo y llevado a su idea, y las cosas no siempre habían salido como esperaba por culpa de sus arrebatos. Su hermano siempre había tenido mejor juicio que él, y gracias a eso es que aún estaban con vida.

Cuando decidió observarla, pensó que vería la mente de una humana cínica, malintencionada y despiadada, pero los únicos pensamientos que daban vueltas sin cesar en su cabeza, eran los hechos ocurridos durante el día, y los días anteriores. La observó por más de una hora, y en ningún momento vio en sus pensamientos algo que tuviera relación con asesinarlo, torturarlo, o causarle cualquier tipo de daño. Terminó resultándole bastante aburrido ver lo que había en su mente.

Se puso de pie con cuidado para que no lo escuchara y saltó, cayó repentinamente frente a ella y Ary dio un ahogado grito, saltó como un gato asustado al ver al vampiro aparecer frente a ella y retrocedió enseguida. Cuando él le habló, ella apenas pudo entender algo de lo que le dijo, pues aún seguía asustada por su repentina aparición. Cuando por fin pudo reaccionar, cruzó los brazos sobre su pecho y miró hacia otro lado para que él no viera sus pensamientos, pero él ya había visto más que suficiente, y no solo del caos en su mente.

El vampiro empezó a andar hacia ella, pero se detuvo al oler la sangre en la ropa, sintió rabia al recordar que era su sangre la que manchaba esa camisa y parte del pantalón que ella tenía puesto. Negó levemente con la cabeza e inspiró el aire en su dirección, arrugó la nariz apenas el intenso olor llegó a él, dio inmediatamente un paso atrás e hizo un gesto de asco. Sentir el olor fresco de la sangre mientras la bebía era una cosa, pero oler sangre de varios días o en otras circunstancias era otro asunto, a la mayoría de los vampiros les daba lo mismo, pero a él y a otros cuantos no. El olor de la sangre solo era aceptable si era fresca. Se arrepintió de no haberle llevado ropa para que se cambiara, había tenido las prendas en las manos, pero antes de salir de la propiedad las arrojó a la fogata en medio del patio. Apretó los dientes al recordar que en la nota que el anciano había dejado para ella, en la última línea decía: "lavar esa ropa con sangre es mala idea, a él no le gustara y asustarás al resto, no puedes ir así a casa". Si, pues que se aguanten pensó Deimos al pensar en los nórdicos viéndola llegar en esas fachas. Sin duda se escandalizarían, pues la camisa se había pegado con esmero a cada una de sus curvas, y se estaba formando bastante bien según su experta opinión. Lamentablemente, las hembras humanas solo le servían para ser su alimento, jamás había permitido que fueran algo más, eso se lo dejaba a otros vampiros que no tenían problemas en relacionarse íntimamente con las mortales.

Inspiró inconscientemente el aire en su dirección e hizo un gesto de desagrado, ella realmente apestaba, sin embargo, no podía evitar las ganas de acercarse a ella. Sin duda alguna, aquello era culpa del intercambio de sangre. El nórdico realmente había conseguido burlarse de él. aun no lo podía creer, así como tampoco terminaba de convencerse de lo que Leland había hecho milenios atrás. miró en dirección a la casa de Ary, y se dijo que si en las próximas dos semanas, se cumplían las visiones del anciano, entonces creería lo que le había mostrado de Leland y haría lo que había dejado escrito en los cuadernillos.

Miró a la cazadora de pies a cabeza y le pareció el ser más insignificante que había visto en mucho tiempo, una vez más se preguntó que podía pasarle para que se convirtiera en el ser más poderoso sobre la tierra.

Al verla fruncir el ceño mientras miraba en su dirección, recordó a la esposa que tuvo cuando era humano. Sus padres lo habían obligado a casarse con una muchacha de familia poderosa, que no había sido más que una chiquilla que aún adornaba su pieza con muñecas y andaba pegada a las polleras de su madre todo el día. En cuanto a él, en ese entonces no había sido más que un mocoso malcriado acostumbrado a salirse siempre con la suya, hasta el día que sus padres decidieron que era un buen negocio casar a uno de los gemelos con la hija del gobernador. Dos niños obligados a casarse y a formar una familia sin tener idea de cómo hacerlo, de un día para otro se vieron siendo los dueños y señores de una enorme casa y con sirvientes para lo que quisieran. Aún recordaba lo aterrado que había estado al llegar a aquel lugar y con una esposa a su lado, sobre todo porque los empleados los quedaban mirando, esperando que los patrones les dieran las órdenes.

Poco a poco fueron dándose cuenta del poder que tenían sobre otros, y conforme pasó el tiempo tomaron las riendas del lugar, tal como sus padres manejaban sus hogares y sus bienes. Ambos terminaron de crecer juntos y descubrieron todos los aspectos de la vida de marido y mujer.

Miró nuevamente a Ary, y se preguntó si ella ya sabría cómo complacer a un hombre. Probablemente es una desvergonzada, pensó Deimos y sonrió con malicia. Aun a pesar de este pensamiento, se preguntó cómo sería tener una vida al lado de ella. Pertenece a otro, se recordó a sí mismo en ese instante, pero se dijo que ese otro no estaba en ese lugar y de él dependía que siguiera siendo así, debía asegurarse de mantenerlo lejos de Grebanu y de Ary. Se dijo que, si Luka la había reclamado como suya, solo por haber intercambiado sangre, entonces él podía hacer lo mismo, y si pudiera reclamarla de otras maneras, sin duda sería aún mejor, pues su derecho sobre ella sería muy superior que el de Luka o el de cualquier otro.

La vio temblar de frío, y por un instante quiso abrazarla, frunció el ceño ante esto, y negó con la cabeza. Si su hermano estuviera allí en esos momentos, estaría riendo a carcajadas, y una vez que hubiera terminado de burlarse de él, le restregaría en la cara todas las veces que él dijo estar avergonzado de tener un hermano enamorado de una campesina. Yo no la amo, se dijo Deimos, ella no se parecía en nada a su difunta esposa. Elena siempre destaco de las demás mujeres por sus impecables modales y la elegancia que la hacía sobresalir entre todas las damas con las que se encontraban. Alev, sin embargo, no había sido más que una campesina que no se parecía en nada a su mujer, pero el día que la vio del brazo de su hermano, se quedó mudo ante su belleza, y la simpleza de sus ropas fue en lo último que se fijó cuando la vio.

Ella siempre fue fiel a su hermano y ambos se amaron hasta el día en que murieron a manos de los cazadores.

Deimos se enamoró de ella el día que la conoció, y la amó en silencio durante décadas, siempre la respetó, y jamás dijo nada a nadie, pues era la mujer de su hermano, y sabía lo felices que ellos eran.

Se obligó a dejar de pensar en ella y en el dolor que sintió al verla muerta al lado de su hermano. Se concentró en la humana frente a él, y su odio por ella y toda su familia volvió, ella era su enemigo, por sus venas corría la misma sangre que aquellos que asesinaron a todos los que conocía. Ella jamás podría ser algo más para él.

Camino a su alrededor en silencio, mientras pensaba en qué hacer con ella. No podía asesinarla, tampoco la podía llevar a la ciudad subterránea, o al castillo de su clan. No quería darle la oportunidad de huir, pero tampoco quería estar vigilándola todo el tiempo, además no podía. Debía volver a la ciudad subterránea para informar a Leland y a los otros que había pasado en Grebanu el día que huyeron de allí. No tenía idea que iba a decir, ni siquiera había pensado en ello. Apenas empezara a hablar, su hermano sabría enseguida que estaba mintiendo, y Gael lo descubriría solo minutos después, era demasiado perspicaz, y lo conocía tan bien como su hermano. A los dos tendría que decirles la verdad en algún momento. En cuanto a los demás, esperaba que creyeran lo que les diría y se olvidaran del asunto.

Una vez más Leland llegó a su mente, se detuvo frente a Ary de nuevo y la observó en silencio, miró a su alrededor y dio con una roca donde sentarse, pensó que la cazadora lo seguiría, pero ella se quedó en el mismo lugar mirando hacia el suelo. Ni siquiera había tenido que decirle que lo hiciera, le gustó ese gesto de sumisión.

Una vez que se sentó en la roca, miró a su alrededor y luego detuvo su mirada en Ary, parecía incapaz de dejar de mirarla y aquello lo molestaba cada vez más. Negó con la cabeza y se obligó a mirar hacia otro lado. Pensó en Leland nuevamente, y con cada segundo que pasaba, estaba más seguro de que el anciano no le había mentido, todo lo que le había mostrado y dicho de Leland era cierto. Sabía que si llegaba a comprobar que era verdad lo que había visto, debía decírselo a Fobos y a Gael enseguida, y entre los tres tendrían que ver en quien confiar para contarles lo que habían descubierto. Y lo que era más importante, tendrían que encontrar el modo de eliminar a Leland. Miró nuevamente a Ary, pues el anciano le dijo que solo ella tendría el poder para derrotar a Leland y a otros vampiros. Se puso de pie y camino hacia ella, por más que la miraba, no entendía como podría ella asesinar a un vampiro como Leland. Se detuvo frente a ella, la tomó de la barbilla y la obligó a levantar el rostro para mirarlo, se veía tan corriente como el resto, no era nada para él, no valía nada. El anciano le dejó escrito con detalles como debía comportarse ante los humanos, se preguntó si ella y él serían capaces de fingir frente al resto de los humanos del pueblo, Eugenio dijo que era imperativo que ambos llegaran a un entendimiento para que todo saliera bien, pero no tenía idea de cómo vivir entre seres humanos, además tampoco quería hacerlo. Ella sabía que él era un vampiro, y probablemente no se tomaría bien que una vez a la semana desapareciera un habitante del pueblo para convertirse en su cena. y también estaba el hecho de que él sabía que ella era una cazadora, y además una bruja, esto último no podía ser pasado por alto, ellas eran más peligrosas que cualquier otro ser humano.

Se acercó aún más a pesar del mal olor y no refrenó el sorpresivo el impulso de tocar su mejilla, percibió el repentino aumento de la temperatura en su cara, y supo que había enrojecido. Las mujeres tímidas y virginales no era lo suyo, pero pensó que ella podía llegar a ser un buen juguete mientras duraba la farsa. Estaba seguro que después de unas semanas, ella perdería esa timidez. No había mujer que se resistiera a sus encantos, o a sus besos y a sus palabras. Estaba seguro que ella no sería la excepción. En aquel lugar no era más que una campesina como cualquier otra y era tan pobre como el resto de la gente que vivía en ese pueblo, las atenciones y regalos que él pensaba darle, deberían ser más que suficientes para que ella fuera feliz y por voluntad propia a sus brazos y aceptara sus besos y todo lo que quisiera hacer con ella.

Miró al mismo tiempo que ella como los primeros rayos del sol iluminaban todo a su alrededor, y sintió algo extraño, pero se repuso rápidamente. Al encontrarse con su mirada vio sus pensamientos y se rio, parecía ser tan buena, tan dócil y cándida. Eugenio se la había descrito como si fuera una santa, pero él sabía que no lo era, ella se hacía ver ante los demás de esa manera, pero se dijo que a él no lo podría engañar jamás. Milenios atrás se juró que ninguna mujer volvería a burlarse de él, y conforme a ese pensamiento había vivido desde que fuera convertido en inmortal. Sin duda con la cazadora no sería diferente.

Se acercó más a Ary y la tomó bruscamente del cabello y la atrajo hacia él en un segundo, al siguiente puso sus labios sobre los suyos y trató de obligarla a corresponder a su beso, ella trataba de rechazarlo y esto aumentaba su determinación para dominarla y hacer con ella lo que quisiera.

El corazón de Ary latía como loco y ella no sabía qué hacer, por más que trataba de rechazarlo le era imposible, el vampiro tenía demasiada fuerza. Anaís le había hablado de lo que se sentía el primer beso entre un hombre y una mujer, pero ella no estaba experimentando ninguna de las maravillosas cosas que le describió Anaís. No se sentía correcto lo que estaba sucediendo, no lo conocía, él no significaba nada para ella, ni ella para él. no se sentía feliz, nerviosa o ansiosa, sino furiosa, y con cada segundo que pasaba y él trataba de profundizar más al beso a pesar de sus forcejeos, se enfurecía más y más, hasta que se dijo que era suficiente, le dio un fuerte rodillazo donde Joshua le dijo que ningún hombre era inmune al dolor, y comprobó con alivio que era cierto. El vampiro la soltó enseguida y llevo ambas manos a su entre pierna, un segundo después cayó de rodillas. Ary aprovechó la oportunidad y tomó al vampiro del cabello y le estrelló la cabeza contra la rodilla que levantó para darle el brutal golpe. Oyó el ruido que hizo su nariz al recibir el golpe, pero estaba tan enojada que ni caso le hizo al horrible sonido, y una vez que alejó su rodilla de su cara, le dio una fuerte bofetada y sujeto su cabello con la misma rudeza que él sujetó su cabeza antes de besarla a la fuerza. Acercó su rostro al del golpeado vampiro, y le dijo que, si volvía a tomarse esas libertades con ella, no lo iba a golpear, lo iba a asesinar y después lo iba a arrojar al fuego como si fuera basura. Lo soltó bruscamente y se enderezó, dio un paso atrás y le dijo que no lo quería ver llegar a su casa por ningún motivo, si iba a permanecer en Grebanu por más tiempo, entonces debía quedarse en la casa de Eugenio. Ella pensaría en algo que decir por su muerte o desaparición, todo dependía de que hubiera hecho con su cadáver. Pero no lo quería ver llegar a su casa.

Deimos quiso ponerse de pie y asesinarla, pero el rodillazo lo había dejado realmente mal, jamás lo habían golpeado en aquella parte especifica de su cuerpo, y daba gracias por ello, pues ese dolor en particular era una verdadera tortura, ni su nariz dolía tanto como su entrepierna. Miró a Ary con furia, pero se abstuvo de decir algo que la pudiera provocar, en esos precisos momentos, no era capaz ni siquiera de ponerse de pie. Maldijo una vez más al nórdico, pues Aryela Leppala, no tenía nada de dócil o tierna. Era una maldita cazadora, una asesina de vampiros, y él la iba a cazar y le iba a desgarrar la garganta mientras se bebía hasta la última gota de su sangre. Los vampiros que estaban en la ciudad subterránea podían quedarse con sus presas, él iba a tener su propia casería e iba a disfrutar oyendo como sus huesos se quebraban uno a uno. La iba a asesinar, de eso no tenía dudas. La vio darle la espalda y alejarse del lugar, y su humillación fue peor, pues ella ni siquiera se preocupaba de que él pudiera atacarla. La maldijo una vez más y luego comprobó que tan mal estaba su nariz. El dolor algo había disminuido y mejoró mucho más, instantes después de haber sido arreglada. Bajó la vista a su ropa y vio lo manchada de sangre que estaba. Se quitó bruscamente sus elegantes ropas y se metió a la laguna para limpiarse. Una vez que estuvo listo miró las ropas ensangrentadas y maldijo nuevamente a Ary, se juró una vez más que la asesinaría, y salió de la laguna. Se fue a la casa de Eugenio sin importarle ir desnudo por el bosque. La timidez no era lo suyo, pero si alguien se le atravesaba en esos momentos y lo veía de esa manera, lo iba a asesinar sin importar nada. Pensó en Ary una vez más y estuvo tentado a abofetearse al preguntarse si estaría bien o no.

_ Debo asesinarla para liberarme de esta maldita unión, luego debo ir a la ciudad subterránea, dijo en voz baja mientras caminaba hacia la casa de Eugenio, ahora suya, al igual que el resto de las posesiones del anciano, ya que él lo había dejado como su único heredero y su nieto.

Ary vio el humo saliendo de la chimenea de la casa y suspiro de alivio, pues Joshua y los demás no se habían marchado después de todo. Ellos estaban ahí, su familia no la había abandonado. Camino más de prisa hacia la casa, pero antes de abrir la puerta, Joshua le sujetó la mano y le tapó la boca. La alejó de allí enseguida y la llevó hasta la parte de atrás de la casa. Allí le mostró un par de baldes con agua y unos metros más allá, una muda de ropa sobre un tronco. Ary se lo agradeció inmediatamente, pues había estado aterrada de que alguno de los niños la viera en el estado que estaba en esos momentos. Se vació rápidamente los baldes con agua, luego Joshua se dio la vuelta para que ella se cambiara rápidamente y una vez que estuvo lista, se encaminaron enseguida hacia la casa. Necesitaba ver a los niños, sentirlos cerca de ella, solo estando con ellos algo del horror de las últimas horas se iría. Aún no podía creer que le hubiera dado una paliza al vampiro, ni siquiera sabía cómo lo había hecho. Lo que si sabía con total seguridad era que el inmortal debía estar furioso, y temía las represalias que pudiera tomar contra ella por lo que había hecho.

Antes de entrar a casa sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sabía que el vampiro la estaba observando. Miró por sobre su hombro y vio al inmortal parado a la entrada del bosque. Negó con la cabeza sabiendo que él lo vería y entró a la casa después de Joshua. Rogó que los dejara en paz, pero sabía que no sería así. Cuando sintió los golpes en la puerta minutos después de haber entrado, sus piernas temblaron y estuvo a punto de soltar a Darío. Los tres nórdicos la miraron a ella y Ary tragó duro, pues sabía que ellos no debían saber que había un vampiro en el pueblo. Le entregó el pequeño a Elías y fue hacia la puerta rogando que no fuera el inmortal. Al abrir la puerta su corazón estuvo a punto de salir de su pecho, pero al ver a Laura y Libia quiso llorar de felicidad. Las hizo entrar enseguida y al mirar hacia el bosque vio al vampiro en el mismo lugar que minutos atrás. No me va a dejar en paz se dijo Ary y cerró la puerta.

_ por supuesto que no te voy a dejar en paz, dijo Deimos, y se alejó de allí y se fue nuevamente en dirección a la casa de Eugenio. Si iba a vivir allí, tendría quehacer ciertos cambios, el primero de todos, sería deshacerse de todas las cosas de plata que había en esa casa. Luego buscaría la manera de hacer que los tres nórdicos se alejaran definitivamente de Aryela Leppala y luego se desharía de los mocosos. Le quitaría a todos los que la rodeaban, se quedaría sola y sin nadie a quien recurrir ya fuera por ayuda o por consuelo. Él sería todo lo que tendría, la iba a hacer arrastrarse a sus pies.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top