Capítulo 6 "¿Solo una coincidencia?"

     El silencio se podía sentir en el consultorio, mi cuerpo temblaba de pánico, mi corazón bombeaba sangre hecha hielo por todo mi cuerpo y las marcas en mi tobillo amenazaban con quemarme. Mis ojos no abandonaban el teléfono del médico aun cuando la línea cortada daba a conocer que la llamada había terminado hace un tiempo. Y no era la única que podía palpar el pánico en este lugar; el doctor no se encontraba mejor que yo.

     —¿Qué pasó? —preguntaba asustado el doctor, dudo que él tenga más miedo de esa llamada que yo, pero aun así se encontraba muy mal.

     —Solo... —tenía que irme lo antes posible.

     —¿Qué pasó? —su voz tenía más firmeza en ella.

     —Me retiro... —logre encontrar la fuerza en mis piernas y pude moverme a pesar del miedo que me comía por dentro—. Hasta luego Doctor

     —Dime —me detuve en la puerta sin dejar de mirar la perilla, mi estómago no dejaba de vibrar del miedo—, ¿Por qué?... —me gire lentamente, la cara del médico expresaba pánico total, el sudor invadía su frente, sus pupilas estaban totalmente dilatas por el terror—. Dime por qué

     —N-no sé —dije asustada

      —Por qué —los ojos del médico me miraban fijamente—, señorita Delacour, ¿Por qué mi esposa le hablaría?

     ¿Su esposa?, ahora aparte del pánico la duda me invadía.

     —¿De qué está hablando? —dije totalmente confundida.

     —Mi esposa, mi esposa me hablo y me pidió hablar contigo —no entendía el pánico del médico—. ¿Por qué?, por qué

     —Yo no habl...

     —Por qué... si mi esposa está muerta

     Y las energías se fueron de mí, el miedo del doctor me golpeo dejándome totalmente débil pero tenía que salir de este lugar, me aferre a la perilla y corrí lo más rápido posible.

     Por eso no visito los malditos hospitales.

     Fui directamente a mi auto, no era el lugar más seguro pero al menos me sentía menos expuesta. Comencé a respirar profundamente tratando de serenarme pero fue cuando la realidad me golpeó con un bote de agua helada, había un acosador que no dejaba de molestarme, una herida que no sabía cómo había aparecido en mi vientre y muchas infinidades de cosas. Mis manos cubrían mi rostro mientras todo mi cuerpo no dejaba de temblar, el miedo era parte de mi sangre la cual no dejaba de bombear porque mi corazón latía rápidamente presa del terror.

      ¿Quién sabía que estaba en el medico?

     Y del pánico paso al llanto, no podía estar aquí, no me permitiría derrumbarme en este lugar en donde cualquiera puede verme. Arranque el coche y salí despavoridamente del estacionamiento, me adentré a las carreteras sin estar totalmente segura de por donde iba, los árboles no dejaban de pasar a mi lado y las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos.

     Cuando me di cuenta que estaba lo suficientemente lejos de algún rastro de humanidad, detuve el auto, ya dentro lo solté todo; las pesadillas, la visión, la herida, el acosador y posible asesino de mis padres, la escuela, mi nueva vida, la cabaña, las llamadas y la muerte de mis papás. Pataleé, moví mis manos, golpeé la bocina del volante, lloré y grité hasta que sentí que lo había soltado todo, hasta que el pánico se fue dejándome pensar con claridad, hasta que ya no tenía fuerzas y hasta que derrame todas las lágrimas que no había soltado desde la muerte de mis padres.

     Mis ojos estaban tan hinchados que apenas lograba ver y sabía que los gritos habían dañado mis cuerdas vocales; mis manos estaban heridas por los múltiples golpes y mis rodillas y espinillas eran víctimas de moretones que me impedían moverme sin dolor.

     Al llegar a casa solo quería descansar de todo, dejé el trabajo de la empresa de papá para ir directamente a mi cama, mi mente no estaba bien, como para pensar nuevamente sobre las cosas que sucedieron hoy.

* * *

      "Todo estaba oscuro, mi vista era como cuando recién te despiertas, todo es confuso y no tan nítido sino borroso; mi corazón latía de felicidad, de alegría y no de miedo como últimamente ha estado ocurriendo. Era una niña con un hermoso vestido de color marfil de estilo victoriano; estaba corriendo por un sendero en medio de un bosque, un bosque que recordaba pero no sabía por qué; llegué hasta una cabaña diferente a la mía y me mire en el reflejo de un pequeño espejo de media luna. En él me veía de diez años, totalmente diferente; mi cabello era corto de un color negro azabache, mis ojos de dos tonos distintos, uno de color avellana y el otro de un claro tono de lila. Sabía que era yo, con la diferencia de que aquí estaba sonriendo, que era feliz y detrás de mí, un hombre encapuchado."

     Desperté asustada al escuchar algo similar a un estruendo pero lo único que se escuchaba eran los latidos de mi acelerado corazón, el sudor escurría por mi espalda ¿Qué fue ese sonido? ¿Qué fue lo que pasó? El sueño era totalmente diferente a los que he tenido en los últimos doce años. Me levanté de la cama, mire por la ventana y vi que no llovía como creí al momento en el que desperté.

     Baje por las escaleras para llegar a mi cocina. Abrí el refrigerador y vi que estaba mi comida y almuerzo del día de ayer, eran las dos de la mañana y no había comido durante todo el día, tome la pasta fría y comencé a degustarla.

     Desde pequeña tengo ese mal hábito, cada vez que me levanto en la madrugada voy al refrigerador o a la alacena y como lo que encuentre; además así es más fácil saber cuándo me he levantado o tuve una pesadilla.

     De pequeña los sueños como el que tuve, eran más seguidos, pero no recordaba cada cuanto los tenia, entonces tuve la idea de tener comida en mi habitación y cada vez que tuviera una pesadilla o un sueño, tomaba un poco del plato y a la mañana contaba cuantos alimentos faltaban y así conocía las veces que tenía cada uno de esos espejismos.

     Terminé de comer mi aperitivo nocturno y subí a mi habitación, en el transcurso de las escaleras vi por el rabillo del ojo que algo estaba brillando en la sala, al girar para apreciar lo que era, vi que en el asiento de mi sofá había una pluma como las de la mañana del día de ayer; después una ráfaga de viento se la llevo volando, la mire mientras flotaba por la sala; tan plena, tan frágil, tan libre, era una pluma de luz de luna a merced del viento, y al final se fue por la ventana más cercana.

     Subí confundida pensando en la pluma y en el sueño, sé que había algo que estaba olvidando, algo que me carcomía, algo que estaba dejando de lado. Al acostarme en mi cama respire y rogué al cielo que mis padres me acompañaran y soñara con ellos para volver a estar entre sus brazos.

* * *

     "Los relámpagos iluminaban la habitación haciendo brillar la sangre derramada en la alfombra, los rostros de dos personas me miraban suplicantes y en sus ojos podía ver el pánico. Unos pasos se acercaban cada vez resonando por sobre el sonido de la lluvia que golpeaba la ventana, las figuras en el suelo lloraban implorando por su vida, y sentía como las lágrimas se derraban por mis mejillas al darme cuenta que las personas tiradas eran mis padres, pero deje de ver, porque ya sabía lo que venía, porque ya sabía cómo iba a terminar, porque ya sabía de memoria el asesinato de mis padres"

     Abrí los ojos, me levanté totalmente tranquila, sin ninguna gota de lágrima.

     Esa pesadilla ya la conocía de memoria pero aun así dolía cada vez más, solamente que ya no podía hacer nada; me senté abrasándome y respiré profundamente para volver a dormir, al final irónicamente si soñé con mis padres.

     Mientras miraba a la oscuridad comencé a analizar ambos sueños con un ligero dolor de cabeza y mi mano sobre mi frente.

     Soñé con la muerte de mis padres, con ésa noche, con su asesino; me dolía la cabeza por esforzarme tanto al tratar de recordar lo que olvidaba del primer sueño; yo era una niña, era diferente, yo corría, había una cabaña e igual estaba... un hombre encapuchado, ¡eso era! Era obvio, algo muy obvio; fue entonces que mi mente me dejo en claro que era lo que estaba pasando, me reveló la causa de las llamadas.

     El asesino de mis padres viene por mí.

* * *

     A la mañana siguiente me levante convenciéndome en hablar con Gael para detener todo esto, para que investigara y para ponerme a salvo; necesitaba olvidar lo que ocurría y concentrarme en los estudios y en la empresa de papá, no iba a permitir que el maldito asesino de mis padres me vea débil, que vea que las cosas me están afectando. Seré una dama fuerte tal como mi madre.

     En la cocina recordé lo que había pasado en la madrugada e hice una nota mental de que después tendría que hacer el supermercado, a falta de comida, tomé un par de frutas y las corte combinándola con yogurt y granola; no era lo que mi madre hubiera querido que comiese pero ya no hay tiempo, aún tenía que verificar el uniforme de la escuela.

* * *

     Y de nuevo me encontraba allí, frente a esos muros de color gris, guarde mis llaves en mi bolsa de mano y puse la alarma del auto, caminé con paso firme mientras alisaba el uniforme de color vino, y recogía mi cabello en una coleta. Cuando llegué a las puertas vi mi reflejo en los cristales, al final el uniforme no estuvo tan mal; era un vestido del color de tu grado, como yo estaba en segundo me correspondía el color vino, mis calcetas a las rodillas, mis zapatos negros y por último el saco de mi madre. El saco era opcional, pero yo quería que ella me acompañara en cada paso que daba, así que decidí llevar puesto esa elegante prenda de color azul.

      Clase de matemáticas, no era un comienzo tan malo, conque no me desmaye nuevamente todo saldrá bien; ingresé al aula buscando el lugar más apartado del salón esperando no llamar la atención de mis compañeros, no es que tuviera miedo, sino que no estaba preparada de hablar con alguien que no sea un inversionista, un abogado o un profesionista, me senté sabiendo que tarde o temprano tenía que socializar con la gente de mi edad; y viendo al chico que se acercaba a mí me dije que este no era mi día de suerte.

     —Hoy cumplí tu sueño nena

     El chico de cabello rubio y lacio como el mío, ojos azules como el mar y sonrisa altanera y arrogante; se colocaba frente a mi mesa invadiendo mi espacio personal.

     Me cruce de brazos.

     —¿Y tú qué sabes de mis sueños? —mi voz emanaba molestia, no soportaba este tipo de comportamiento.

     —Es el mismo que todas las chicas de aquí —sonrió de lado y yo solo pude poner mis ojos en blanco internamente—, conocerme

     Solté una risa sarcástica y burlona, él solo me miró fijamente mientras me levantaba del asiendo.

     —¿Por qué pediría un deseo tan estúpido como ese?

     Mi molestia superaba los miedos que me envolvían hablar con adolescentes, él chico sonrió nuevamente de lado

     —Más respeto para tu salvador ¿Qué acaso no querías conocerme?

     —¿Salvador?

     —Fui yo quien te cargo para llevare a la enfermería el día de ayer

     Mis ojos se abrieron al momento que un recuerdo brillaba en mi memoria— ¿Leo verdad?

      —Veo que hasta recordaste mi nombre —de nuevo esa torpe sonrisa—, pero si, ese soy yo

      —Pues te agradezco sinceramente por presentar esa acción tan generosa... —él comenzó a reír disimuladamente al momento que yo seguía hablando—. No comprendo la gracia

      —Si se nota

     —¿Disculpa? —mis brazos se cruzaron nuevamente.

     —No, nada, no tienes por qué agradecer, al final de cuentas yo era el único que podía cargar contigo

     Este chico comenzaba a sacarme de mis casillas. —¿Qué es lo que tratas de decir con esas expresiones tan maleducadas?

     —No eres de por aquí ¿verdad? —él chico seguía burlándose de mí en mi cara, con esa estúpida sonrisa suya—, o es que siempre hablas como una mal follada cuarentona millonaria

     Mi boca se abrió mientras Leo seguía con esa maldita sonrisa, mis manos bajaron a la mesa con la tentación de darle una bofetada, pero no podía perder los estribos con una persona de tan baja moral.

     —No encuentro el beneficio seguir hablando con una persona de tan mala educación como tú, así que te aconsejo que te retires de inmediato de mi vista —no deje de mirarlo mientras decía mis palabras, tratando de intimidarlo; pero no funciono, él siguió sonriendo de esa manera tan estúpida.

     —Calmada gatita —se cruzó de brazos—, que aún no quiero irme de aquí

     —Más te vale que lo hagas sino quieres sufrir las consecuencias de tus palabras tan obscenas

     —¿Me estas amenazando? —levantó una de sus cejas.

     Me recargue en la mesa con ambas manos cortando el espacio entre nosotros. –Tómalo como te convenga, pero te digo que no estoy tan indefensa como piensas-.

     —Vale, me rindo no te alteres... —levantó ambas manos en son de derrota, pero luego su mirada cambio, se volvió más penetrante y seria—. No querrás lastimar tu herida ¿Verdad?    

* * *

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