Capítulo 25 "Odio las despedidas - El recuerdo de una amistad (parte 2)"


"Las siamesas, como les llamaban en la ciudad, un par de chicas dispuestas a cambiar un mundo lleno de peligros, dispuestas a arriesgar para salvar a quien lo necesite.

Diferentes por fuera, iguales por dentro, día y noche, mar y tierra, calidez y frio. Polos opuestos pero con un mismo corazón.

—Morgana la mala

—Morgana gala

Los niños cantaban al ritmo de las risas mientras una chica de brillantes ojos azules lloraba sin consuelo alguno.

—¡Ya basta por favor! —Se defendía ella.

—Morgana gana, Morgana la mala, Morgana ga...

—Ha dicho que se callen...

Una chica con ojos de gato se acercó dónde estaban los niños riendo.

—Ya llegó, vámonos...

—Que aburrido.

Por un motivo los niños le temían y respetaban a esa chica, se fueron sin decir palabra alguna.

—Toma —le dio un pañuelo a Morgana—, eres demasiado suave con ellos, con un buen golpe veras que ya no harán nada.

—No todos tenemos nervios de acero —suspiró—, por cierto, gracias...

—No hay de que, te he dicho que no te alejes de mí, conmigo nadie te podrá causar daño.

—Lo sé Roshbell, pero llegara un punto en el que no estaremos juntas.

—Espero que ese día nunca llegue —susurró tristemente.

—¿Qué dijiste? No escuché.

—Nada, solo que no vuelvas a dejarme sola, no aguanto tener a tanto soldado junto a mi ¿Cuándo me dejaran sola?

—Eres demasiado importante para dejarte sola.

—No hablemos de eso, por favor.

—Está bien.

Hace un mes que las cosas habían cambiado en la vida de Roshbell, una profecía se dio a conocer el día de su llamado, una profecía que augura paz o guerra, luz u oscuridad, bien o mal. Tenía que llegar a la edad de 21 años, esa era la misión de todos en Nirtarun.

Pero más seguridad para ella, era menos tiempo para su única amiga.

Las niñas siguieron creciendo, tan unidas como siempre y tan separadas como nunca, el castillo donde crecía Roshbell estaba resguardado en cada rincón, habían estado presentándose más intentos de asesinato hacia joven y nadie quería que eso llegara a pasar, sobretodo si la causa de muerte de la chica era por egoísmo.

—Ha pasado un año de la última vez que te vi —dijo una adolescente Morgana de dieciséis años.

—Y sigues siendo la misma penosa de siempre —se burló Roshbell sonando un poco forzosa.

Morgana había notado que su amiga había cambiado, no solo físicamente, sino dentro de ella, era cada vez más fría e insulsa, pero aun así, el amor que le tenía era imborrable. —Y tú la misma fría de siempre.

—Quizá —dijo mirando hacia dentro de la habitación y con un gesto de molestia miró fijamente a un punto—, escuchar a dos mujeres hablando es una falta de educación.

Morgana confundida volteo a ver de quien se trataba y se percató de un joven muy apuesto e cabello negro.

—Lo siento señorita Roshbell, pero no nos podemos dar el gusto de arriesgarla.

—Morgana es mi mejor amiga, es una hermana para mí, eso deberías ya de saberlo —se levantó molesta y la morena se sintió bastante incomoda—, ¿Eres nuevo verdad?

—Así es, señorita.

—¿Tu nombre?

—Stefano, señorita.

—Stefano, te pido que te salgas de inmediato si no quieres que este sea tu último día en el castillo, no quiero volverte a ver hasta que mis diez minutos de visita terminen, ni a ti, ni a ningún otro soldado.

—Pe-pero

—Sin pero alguno, ¡Salgase de inmediato!

Y el pelinegro fue directo hacia la puerta, Morgana no podía creer que se tratara de la misma chica que defendía al que le hacían daño, al que no podía defenderse.

—¿Qué esta pasando aquí? —Dijo la morena.

—Solo han incrementado la seguridad, nada del otro mundo —dijo fríamente Roshbell, sin saber realmente a lo que se refería su amiga.

—¿Por qué? —preguntó para desviar el tema, no quería reprocharle a su amiga su comportamiento, ya habría tiempo para eso.

—Ha habido más intentos de infiltración al castillo y por eso ya tengo guardias en todos lados a donde vaya.

—¿Y te molestas por eso?

—Me molesto por que no respetan mi intimidad, ya no tengo libertad en este lugar, ya no puedo vivir de este modo.

—Pero eres demasiado...

—¡No! No lo soy, no al punto de estar encerrada en este lugar durante las 24 horas del día, ¡No al punto de no poderte ver hasta dentro de un año!, ¡No al punto de ya no saber si vives o sobrevives!, ¡Estoy pasando a ser un mueble más en este castillo! Y eso, eso no lo puedo permitir.

—Todos te queremos salvar, te queremos cuidar.

—No a mí, sino que temen a que la profecía no se cumpla correctamente —dijo fríamente dura—, no me protegen a mí, sino al futuro de ellos mismos.

—Yo... —Morgana dudo un segundo, no quería decirle a su amiga los planes que había formulado—. Yo me aliste en el ejército de entrenamiento.

—¿Q-que? —La pelinegra se quedó muda.

—Fue hace dos días que llego la aceptación, de uno u otro modo dicen que puedo ser útil si entreno con dedicación.

—¿Pe-pero por qué? ¿Por qué demonios hiciste eso?

—¿No te alegra? —Dijo confundida.

—Definitivamente no, ¿Cómo me va alegrar el saber que mi hermana este apunto de entrenar como loca y poner en riesgo su vida en esta guerra sin sentido?

—No lo hago por la guerra, lo hago por ti.

Roshbell se quedó impactada por la dureza de las palabras de su amiga, ya no era la misma chica tímida que todos golpeaban ¿Cuándo fue que creció tanto?—. No lo entiendo.

Morgana soltó un suspiro y tomo las manos de su amiga mientras la miraba fijamente. —Tú siempre has cuidado por las dos, sobretodo de mí, cada vez que alguien me golpeaba u ofendía, siempre estabas tú para cuidarme, defenderme y protegerme; incluso desde antes de saber de la profecía, siempre has sido tú la que ha estado para mí.

>>Cuando comenzaste a vivir en el castillo me quede sola, pero encontrabas la manera de que no me faltara nada y que nadie me pudiera hacerme nada, y ahora que era tan importante todos te quieren resguardar, pero yo solamente te quiero proteger por todo lo que has hecho por ti, ahora que corres peligro quiero ser yo la que te proteja, la que te defienda. Quiero devolverte todo el bien que me has hecho. Ahora seré yo.

No sabían en qué punto ambas estaban llorando, solamente fue cuando terminó Morgana que se abrazaron mientras las lágrimas salían sin poderlas detener.

—Encontré tu otra mitad. —Morgana se limpió la última lagrima derramada con el dorso de su mano, y tomo su bolso—. Resulta que siempre estuvo en mi habitación, tan bien escondido que me llevo más de cuatro semanas en encontrarlo —del bolso saco un pañuelo bordado que cubría un objeto dividido en dos—, hasta tuve que mover todos mis muebles y objetos para poder encontrarlo.

La morena descubrió el pañuelo para dejar ver dos hermosas piedras partidas por la mitad, nacidas de la misma roca pero tan diferentes al mismo tiempo, como ellas. Una de las mitades era de un color oscuro con pequeñas piedras azules incrustadas dentro de sí, y la otra mitad era totalmente transparente con piedras tornasol que daban curiosamente los colores de los ojos de Roshbell; el día que las encontraron ambas rieron por lo parecida que era entre ellas, así que cada una tomo la mitad que correspondía de la otra para así nunca más olvidarse.

—Pensé que la había perdido —dijo aliviada Roshbell—, me odiaría si eso hubiera pasado.

—Por suerte la tenía yo, o algo así, no recuerdo haberla tomado.

—O quizá fue alguien más ¿No?

—¿Pero quién?

—No lo sé, por cierto Morgana, quiero hablarte sobre algo —dijo muy triste Roshbell haciendo que su amiga se preocupara—, es sobre... el día de la profecía.

—¿Sucede algo?

—Antes no sabía cómo iba a ayudar en ese ritual, pues los oráculos siempre decían las mismas frases frente a todos los del consejo, así que un día decidí ir sola y me dijeron algo más.

La sorpresa en Morgana no era para bien, sabía que su amiga había roto las reglas al hacer eso. —Pero Roshbell, nadie puede ingresar a las aguas del destino sin la ayuda de un mago del consejo, puedes ir al calabozo por eso.

—Lo sé, pero sabía que había algo que ellos no iban a decir frente a los demás, porque al fin de cuentas es algo que yo decidiré.

—¿Algo que decidirás?

Roshbell asintió mirando por todos lados tratando de ver si no había nadie que pudiera escuchar. —En la profecía dice que el ritual de la luna mora, se iba a decidir el bien o el mal de Nirtarun, pero no decía el cómo, pero ahora ya lo sé.

—¿Y lo saben los del consejo?, ¿Lo saben los... sabios? —Morgana dijo con mucho cuidado esa palabra, muchos creían que tan solo al pronunciarla, los sabios sabían que hablaban de ellos y tratarían de descubrir para que fue utilizado su nombre.

—No, no lo saben, pero no tardaran en descubrirlo —soltó un suspiró—, pero eso no es lo preocupante, sino lo que me va a pasar a mi cuando llegue el día.

—¿Qué te va a pasar?

—Mi libertad se va a ver aún más reducida, literalmente no podré ser libre nuevamente.

—¿Por qué?

—Un sacrificio se hará pero habrá una posibilidad, la vida o la muerte te reclamará y entre ellas vas a estar... —susurro Roshbell—, no estaré viva ni muerta, no tendré alma ni un cuerpo, simplemente seré un algo que viva en Nirtarun, un algo que proteja a Nirtarun, pero ya no seré yo.

—No digas eso Roshbell, claro que estarás viva, es solo un ritual que harás.

—No Morgana, eso es solo el comienzo de mi profecía, otra parte es la que te acabo de decir, y sé que aún hay más.

—¿Entonces te tendrán que sacrificar?

—Ellos no, lo tengo que hacer yo.

Fue en ese momento que Morgana se hizo una promesa, "Cuidar a Roshbell como si su vida dependiera de ello" y en cierto modo era así, pues no podía vivir sin ella.

La morena de ojos azules llegó a ser una de las mejores defensoras de la academia, sus habilidades eran por arriba del promedio y todo para cumplir la promesa que se había hecho, "—Veras Roshbell, como los papeles e invierten y ahora seré yo la que te proteja"

—Morgana.

—Diga, comandante —un hombre más alto que ella y mucho más fuerte se le acerco con aire de superioridad, algo que realmente ya se había acostumbrado Morgana en los cinco años que tenía entrenando día y noche.

—Se le ha asignado un nuevo sector en las tierras bajas.

Morgana sintió como su alma caía a los suelos—. Pero señor, mi sector es el castillo, no puedo...

—Si puede, mañana mismo comenzará en su nuevo lugar de vigilancia y resguarde.

—Pero mañana es el día de la profecía, mi lugar es estar junto a Roshbell, asegurándome que no le pase nada.

—Exacto, mañana al ser el día de luna mora, va a ver más actividad en las zonas bajas, donde se concentra la mayoría de los clanes que están dispuestos a hacer lo imposible para que la profecía no se cumpla, por eso necesito la a los mejores resguardando los límites de Nitrato, para no que haya necesidad de que se trate de hacer un movimiento demasiado cerca del lugar del ritual y así no intervenir en ningún momento.

—Pe-pero yo le hice la promesa a Roshbell de que me encargaría de que no le pasaría nada.

—Y lo seguirá haciendo, en su sector que se le corresponda, los demás nos aseguraremos que todo vaya de maravilla.

—Es más que eso, es... mi amiga la que va a estar ahí.

—¿Dijo algo?

—Nada, con permiso.

Morgana sabía lo que Roshbell tenía que hacer para cumplir con la profecía, si es así, no la volvería a ver o al menos no en la forma que ella quería. Pero no podía desobedecer órdenes directas y si al hacer eso, significaba que cuidaría a Roshbell a distancia, daría lo mejor de ella.

El día de la luna mora era el más esperado por todos, Morgana se encontraba cubierta de hojas y lodo, un camuflaje muy común, sabía que la acción iba a comenzar al ver pasar a un Shurcko. "—Es momento de protegerte hermanita" y se lazo contra él.

Después de tres pesadas horas, Morgana estaba cansada de la gran actividad que había en los límites, el comandante no estaba equivocado, era uno de los días más difícil y pesados de su vida, pero así como los monstruos llegaron, se fueron. Y tristemente, Morgana dedujo que el ritual se había cumplido, al menos ahora sentiría el alma de su amiga en todo Nirtarun, al menos ahora su amiga seria libre; pero había algo que no cuadraba, el aire no olía a paz ni a tranquilidad, era como una simple noche, pero entonces ¿Por qué los monstruos se había ido?

La morena camino hasta la plaza central y vio a varias personas llorando y en un estado de terror, causando el mal sabor de boca en Morgana.

Se acercó hasta el comandante que trataba de mantener el orden en la plaza.

—¿Qué sucede?

El hombre la miró con lastima—. Lo siento Morgana, pero...

—¿El ritual ya acabo? ¿Roshbell esta... a salvo?

El comandante solo negó con la cabeza mientras se le helaba la sangre a Morgana—. Lo siento mucho, pero Roshbell fue asesinada antes de que terminara el ritual.

Y en ese instante todo dejo de existir para la morena, ahora si había perdido a su alma gemela para siempre.

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