Capítulo 14 "Es como cruzar por gelatina fría... literalmente (Parte 1)"
Es extraño saber que al estar entre los brazos de Leo, encontré la calma.
Nunca me imaginé que llegaría a estar con él de esta forma, sobre todo después de lo que ha pasado, los insultos, las burlas y sus sucios juegos. Pero aquí estábamos, con mi mejilla pegada a su pecho y escuchando su rítmico corazón, sintiéndome de lo más cómoda y protegida.
"—No, aléjate"
Un pensamiento se posó en mi mente, un pensamiento con la voz dulce del joven de ojos verdes, solo que esta vez no era nada dulce, sino agria y firme.
Me revolví un poco incomoda pero Leo siguió abrazándome.
—Espera un poco —mis mejillas enrojecieron al momento que el abrazo se tornaba nuevamente incómodo.
—Leo...
—Aun no...
"—Alejate de él"
Mordí el interior de mi mejilla y di un paso hacia atrás, alejándome de ese lugar tan cálido.
—Gra-gracias —dije casi sin voz.
Él me miró fijamente y luego a mi vestido, suspiro y cruzo sus manos.
—Es claro que te juzgue mal —solté el aire aliviada mientras sonreía, al final de cuenta si me importa lo que Leo piense de mí—, tú sí que te sabes divertir, para que no recuerdes nada y hayas terminado así, la fiesta debió de estar muy buena
Suspire molesta.
—No puedo creer que aun en este tipo de situaciones, sigas burlándote de mí...
—Debes relajarte...
—¿Relajarme?, espero sea una broma más, no estoy para relajarme.
—Solo, respira —la calma burlona de Leo hacia que mi ira creciera a pasos gigantescos—, qué no ves que estoy tratando de calmarte
—Lo único que haces es enfurecerme más, es lo único que puedes hacer —mis manos se levantaban de manera desesperada—, estoy en un vestido ensangrentado, sin saber cómo y por qué estoy aquí ¡Y lo único que me dices es que me calme! —En ese momento ya estaba caminando totalmente frustrada—. Que no tienes ni idea de cómo tratar a las mujeres...
—Créeme, sí que sé cómo tratar a las mujeres.
—¡No!, no lo sabes, porque lo único que has hecho desde que te conocí es enfurecerme, confundirme ¡y hervir mi sangre como nadie!
—De eso se trata gatita, de hacerte hervir la sangre.
—¿Sabes qué?, Jódete.
—Te recuerdo que ya lo estoy —mire a Leo fijamente incomoda—, pero ese no es el tema... —Leo se acercó un poco más a mí—. ¿Cómo llegaste aquí?, quiero la verdad.
Su mirada me decía que se refería a la verdad, a las visiones, a las voces, a las marcas...a mí.
—Ya te lo dije —hable lo más firme que podía—, no tengo la menor idea de cómo llegue a este lugar, ni si quiera sé en dónde estoy y por qué... —después lo mire severamente—. Más bien, ¿Cómo llegaste tú aquí?
—No tengo la obligación de contestarte
—Pero tú si me exiges respuesta cuando no te muestras educado, me ofendes y tampoco respondes mis preguntas.
—Así es —solté un bufido de ira al momento en el que Leo se reía—, ¿Pero qué formas son esas para una dama? —molesta me gire, no sé dónde estoy y ni cómo salir, pero no iba a quedarme con él por más tiempo—, espera, gati... Iridia, no ¿A dónde vas?
—Irme lo más lejos de ti.
—Yo que tu no iría por ese lado...
—Me vale lo que digas —camine sin voltear atrás—, entre más lejos este de ti, mejor será para mí.
—No —escuchaba a Leo caminar hacia mí—, no vallas por ese lado...
Sabía que no tardaría en llegar a mí, así que apresurarme mi paso. Iba en camino de un lago, pero estaba dispuesta incluso a mojarme con tal de no volver a estar junto a él; pero para mi suerte en el lago había un inusual puente rojo.
—Iré por donde yo quiera.
—No seas una gatita desobediente —eso hizo que me decidiera más rápido al cruzar el pequeño riachuelo—, oye, no, espera... ¡Hagas lo que hagas no cruces por el puente rojo!
Pero lo hice, al llegar al otro extremo del arroyo sentí por una fracción de segundo como me faltaba la respiración, igual a cuando sales del agua; tome una bocarada de aire al momento que lo ignoraba, había muchas otras cosas por las cuales preocuparse.
En este lado del riachuelo, los arboles eran más verdes y brillantes y el aire más liviano y dulce; raramente lo sentía familiar.
Aún estaba preocupada por lo que me estaba sucediendo, realmente temo a estarme volviendo loca; tener visiones, perder la memoria por lapsos de tiempo, no saber qué hago durante esos "ataques", mi falta de cordura y mí repentino mal carácter. Aunque eso tiene nombre y justificación, Leo.
—¿Sabes algo? —dije sin girarme pero con la fuerza como para que me escuchara claramente—, maldigo el día en el que te conocí. —Pero yo sabía que no era del todo cierto.
Esperaba escuchar una especia de insulto, un comentario sarcástico, una queja vanidosa u otra especie de expresión por parte del rubio; pero lo único que escuche fue el bufido del viento.
Me giré y al momento me arrepentí de mis palabras, era mentira que odiara a Leo, era mentira que aborrecía el día que lo conocí, pero no se lo podía decir.
Porque Leo... ya no estaba aquí.
Volteé a mí alrededor y suspire desesperada.
Maldita sea, me volví a perder.
* * *
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top