Capítulo 13 "Perdida y Encontrada"
Oficialmente estoy perdida.
Asustada me abrazo sintiendo como el frio se hacía presente en el lugar, los árboles estaban totalmente secos, tal como si hubiera habido un incendio hace mucho tiempo, las hojas en el suelo eran grises sin vida alguna, el aire simplemente me golpeaba causando tristeza dentro de mí.
Esto no está nada bien, no sé si esto al menos es real o ya estoy volviéndome loca.
Camino tratando de pensar lógicamente, esto no es posible, puede ser que aún este en el pueblo y que solo haya caído a una zona en donde antes hubo un incendio, escuché que esta zona era muy posible que eso pasara, pues aun había muchos paisajes llenos de bosque y la gente va a acampar aquí. Debe de ser esto, pues es imposible cualquier otra suposición.
La locura quizás
Alejé de nuevo ese pensamiento de mi cabeza y me dispuse a caminar, pero al dar un paso sentí como las ramas rotas y las hojas secas lastimaban mis pies...
Me detuve en seco, sin apartar la vista del horizonte bajé mis manos y pude notar la piel de mis brazos cuando antes tenía el saco puesto, podía sentir el suelo a mis pies cuando se supone tenia zapatos, mi respiración se volvió más rítmica y mis latidos retumbaban en mis oídos. Bajé la cabeza y caí de rodillas; ya no tenía mi uniforme sino que fue suplantado por un vestido verde musgo, mi piel perdió su color, ahora estaba más pálida que nunca, mi cabello se tornó negro como la noche y sin verme podía jugar que mis ojos ya no eran azules. Mis pesadillas se volvieron realidad, ya no soy yo, ahora era Roshbell.
Con la cara en mis manos sentía como las lágrimas salían despavoridamente, la desesperación me golpeó como nunca antes. Rendida me dejé caer en la hierba seca pero al llegar a ella estaba húmeda, asustada abrí los ojos y vi que ya no estaba en el mismo lugar que antes, sino que el paisaje era totalmente verde y luminoso.
"—Respira, no pierdas la cordura."
Pero eso era lo que ya no tenía.
Miré por todos lados tratando de serenarme pero sin poder dejar de llorar.
"—Lindura..."
Una voz me hizo voltear a todos lados, pero no encontré de dónde provenía, al levantarme sentí como todo giraba y me tuve que sostener de un árbol para no caer nuevamente.
El lugar tenía ese ambiente irreal, como si estuviera aquí, pero a la vez no, las cosas dejaban una estela al moverse, los sonidos no se escuchaban nítidamente; como cuando estas soñando un recuerdo.
"—O viviendo un recuerdo"
La dulce y aterciopelada voz del chico hizo que mi respiración se relajara, no era la primera vez que lo escuchaba, siempre aparece cuando estoy a punto de perder el control y por ahora confiaré en ella.
Decidí caminar un poco pero fui consiente que durante todo este momento no me podía mover a voluntad, maldije internamente sabiendo que esta no era la primera vez que sucedía, nuevamente no era dueña de mis movimientos. Dándome por vencida sabía que no podía disipar nada de esto, solo podía hacer la función de espectador.
Y fue cuando me di cuenta.
Por algo estoy viendo todo esto, por algo no puedo interferir en este tipo de visiones, por algo solo puedo confiar en esa dulce voz.
Así que me dispuse a lo único que podía hacer.
Observar.
Una luz dentro de mi visión me cubrió completamente hasta dudar de mi existencia, mi cuerpo ya no era mío, ahora le pertenecía a alguien más. A mí contraparte Roshbell.
* * *
El día era como el de siempre, la luz se filtraba entre las hojas de los verdes árboles de Nirtarun. Una joven chica de no más de 25 años se disponía a caminar rápidamente temerosa de que la encontraran, sabiendo que lo que había hecho era muy arriesgado, decidió no dar marcha atrás.
Sabía que tarde o temprano la mandarán a buscar, él la buscaría por todos lados hasta llegar con ella, sabía que no podía huir de él. Se había acostumbrado a su presencia, a su caballero de armadura de dragón, pero no podía dejar que sus sentimientos se involucraran, no en esta vida. Él la quería, pero para ella no había nadie más que ella misma, un yo en una lista sin fin.
Giró al escuchar los cascos de un caballo a la distancia, maldecía por dentro aún no poder controlar todo el poder que ella sabía que había en su interior, los ancianos claramente le dijeron que no le pertenecían, que eran de alguien más. Molesta solo flotó en el aire a la altura de los árboles dispuesta a no ceder ante sus guardianes.
¿A quién habrían enviado ahora?
Vigilando sin respiración en las copas del árbol, lo vio.
Montando sobre su caballo negro y su largo cabello al viento le parecía realmente atractivo, pero lo que ella sentía por él era simple curiosidad, lo veía como un objetivo fácil de manipular y usar, alguien que podría salvarla.
Agitado bajo sus pies la buscaba frenéticamente, ella soltó un bufido y saltó, tarde o temprano este juego de persecuciones terminaría.
Flotó frente a él hasta llegar al suelo, él pelinegro la observaba aliviado y bajó de su corcel rápidamente.
—No vuelvas a desaparecer de esa forma Roshbell.
Iridia que solo veía la escena como un mero espectador, sentía como algo dentro de ella dolía, al ver a quien le pertenecía esa voz que siempre la calmaba, esa voz que ella quería llegar a pensar que era solo de ella, esa voz que deseaba que fuera su ángel guardián; lo miró fijamente y lo reconoció de otra de sus visiones, solo que esta vez sus ojos no eran negros como el abismo, sino que eran verdes como la esperanza.
Solo al mirarlo podía sentir el cariño que sentía por Roshbell y de pronto la comenzó a despreciar, sabía lo que la pelinegra con ojos de gato sentía por él; sin poder hacer nada más que observar decidió guardar esos sentimientos muy dentro de ella.
Roshbell por otra parte miraba a Stefano con indiferencia a pesar de notar su preocupación.
—No importa cuántas veces lo haga, siempre terminan encontrándome.
—Pero siempre vivo con el miedo de que esta sea la última vez, que esta vez sí desaparezcas para siempre —el joven la miraba como su tesoro, a pesar que no podía existir nada entre ellos, el no pudo evitar enamorase de esa chica con ojos de gato, de esa chica que la vigilaba todo el tiempo, era imposible no sentir algo por ella, por la chica que tenía que proteger.
—No te preocupes Stefano, era solo un juego.
Algo en el chico causo que se acercara a la pálida chica causando una presión en el estómago de Iridia. Stefano la tomó por los hombros y la miró a los ojos fijamente e Iridia que se encontraba en el mismo lugar que Roshbell podía verlos, unos hermosos ojos verdes que recordaba vagamente.
—No lo vuelvas a hacer —la dulce y aterciopelada voz del joven se tiñó de dolor y tristeza—, prométeme que no volverás a huir de mí.
Iridia quería hacer lo imposible para que Stefano no volviera a poner esa expresión de dolor, quería decirle que nunca se iría de él, que siempre estará para él... pero no podía, su cuerpo ahora no era suyo.
Roshbell solo lo miró con curiosidad y planes para el futuro, quería saber cuan fuerte era el sentimiento del chico, quería saber cuánto la quería.
—Ya te dije que solo era un juego, nada más -su voz no podía ser más fría.
—¡Escapaste! ¿Cómo eso puede ser un juego?
—No me dejan opción ¡No sabes cuán grande es mi condena! Estar en ese lugar todo el día, con la vigilancia diaria, con los guardias, con...
—Conmigo —Stefano soltó a Roshbell, Iridia dejó de sentir la calidez de las manos del chico en sus hombros y quiso derrumbarse en sus brazos—, tu condena es esta conmigo, dime. —Los ojos verdes del pelinegro se cubrieron de tristeza—. A tu corazón le pesa estar conmigo.
—No —Iridia podía sentir la hipocresía que brotaba de Roshbell, pero sabía que Stefano la quería tanto como para notarlo—, pero no puedo estar junto a ti sin sentir algo que no es debido
Roshbell bajo la cabeza, al momento que unas lágrimas salían de sus ojos, lágrimas mezcladas con verdad y mentira.
—¿Y por eso prefieres alejarte de mí?
—Prefiero escapar en vez de saber que no se va a poder hacer realidad —Roshbell guardo silencio por un momento—, por eso es mejor odiarte que otra cosa
—¿Odiarme? —el miedo en la voz de Stefano fracturó el alma de Iridia.
—Sí, odiarte por no poderme dar más de lo que tienes, por no darme una vida sin preocupaciones o muertes a mí alrededor, por no hacer algo...
—Hago lo que puedo, sabes que está prohibido desobedecer las aguas del destino, por algo ellas dictan nuestros actos.
—¿Y aun así preguntas por qué te odio?
Stefano contuvo el aliento, el ambiente se estaba llenando de tensión, la tristeza del joven era perceptible para Iridia, ¿Cómo era posible que a un chico tan dulce le causaran tan fuerte dolor? Por eso y más Iridia odiaba a Roshbell.
Roshbell sabía que se había pasado, pero quería saber cuánto él podía perdonar. Ella calló para dar énfasis en su desesperación, y comenzó a sollozar silenciosamente, sus lágrimas se derraban por sus mejillas, Iridia si lloraba, le lastimaba ver al joven pelinegro tan destrozado y no sabía por qué.
Stefano miró a Roshbell y sonrío, él sabía que lo que sentía por ella era verdadero y el corazón le decía que ella también lo amaba, sus ojos de gato le demostraban en silencio lo que el tanto deseaba, ser correspondido. Él se comenzó a acercarse hasta estar frente a ella, Roshbell e Iridia podían ver la camisa de algodón de estilo victoriano de Stefano y cómo se elevaba por su respiración. Una de las manos del chico le tocó la barbilla haciéndola voltear a verlo.
Sus ojos verdes brillaban hermosamente, su sonrisa brillante la llenaba por dentro, pero Roshbell no podía sentir eso; por su parte ella era capaz de ver que sus planes si se arán, que al final, podrá ser libre. Mientras que Iridia, al estar bajo la piel de Roshbell sin su propia voluntad, podía sentir todo, su cálido tacto, sus inmensos sentimientos desbordándose y por un segundo se atrevió a soñar que eran para ella, que todo lo que él sentía era por ella, pero en el fondo sabía que no era así.
—¿Me odias? —la voz dulce y suave de Stefano salió como una súplica.
—S-sí —una lágrima rodo por su mejilla mientras que el pelinegro la atrapada con uno de sus dedos.
—No me sabes mentir —los labios de Stefano acariciaron los de Roshbell, sumiéndose en un profundo beso, un bello tan cálido que Iridia podía sentir como su cuerpo se calentaba desde dentro, tan suave que le causaba cosquillas y tan íntimo que la debilitaba.
Pero aun así no podía contener sus propias lágrimas al saber que ese beso no era para ella.
Las hojas de los robles cayeron en un baile de promesas, dando paso a las desgracias que el futuro les tenía planeado para ellos dos, maldiciones y muertes, corazones rotos y desapariciones, planes y desilusiones.
Pero esas eran las consecuencias de no escuchar a las aguas del destino. O los resultados de la envidia en los corazones.
* * *
El beso que le dio Stefano a Roshbell fue lo último que sentí, aún no podía dejar de pensar en ello y en cómo me sentía al saber que no era para mí, que era para una chica que comienzo a aborrecer como nadie, salvo el asesino de mis padres.
La oscuridad vino a mí y con ella el control de mi cuerpo.
—Vamos, despierta —un susurro preocupado, hizo olvidarme de lo que acababa de pasar.
Al abrir los ojos me topé con una mirada que en otras circunstancias sería diversión que la embargara y no preocupación, algo muy raro en ese rostro.
—Leo, ¿Qué haces aquí? —¿Él también vio todo lo que estaba pasando?
—¿Qué no es obvio? Estoy salvando tu vida —pero no había rastro de gracia en su voz.
—¿Tu? Por favor —comencé a reírme, pero al ver la expresión seria de Leo, callé y aclaré mi garganta—, con esta sería la segunda vez.
—¿Cómo llegaste aquí?...-. Dijo Leo totalmente concentrado, esta faceta de Leo no me gusta nada.
—Bueno —no podía decir todo lo que ocurría, era obvio que él no entendería y se burlaría de mí—, es algo... —no sabía ni que decir, no podía confiar en Leo, sobretodo porque es el principal sospechoso de mis acosos—. Realmente no...
—Ya habla de una vez —la desesperación en su voz igualaba a la seriedad de sus ojos—, recuerda que yo no hablo gatuno, habla claro
—Pues, no sé realmente como estoy aquí, simplemente me desmaye y desperté en este lu...
Miré a mi alrededor y por primera vez fui consiente que estaba recostada en una cama de flores, algo muy raro, a mí al rededor había un pasto muy hermoso, estaba claro que me encontraba en una especie de claro cubierto por montañas ya que las había a todo a rededor.
—Mírame cuando me hablas, prestame atención —la vanidad en la voz de Leo me tranquilizo un poco, eso que interpretara un papel demasiado serio me aterraba. Pero también me hizo darme cuenta de un par de cosas, Leo es el único que está aquí, no hay señal de alguien más a kilómetros de distancia y no se realmente como llegué a este lugar—, ¿me vas a decir de una buena vez, como carajo llegaste aquí?
—Será mejor que te calles maldito acosador —me levanté demasiado rápido perdiendo un poco el equilibrio, los ojos de Leo se abrieron como platos llenos de confusión.
—Espera gatita ¿Ahora de que estás hablando? —dijo al momento en que se levantaba.
—Te voy a llevar directo a prisión, secuestrar es un delito que se paga con muchos años de cárcel
—¡Secuestrarte! —Era claro que Leo era un chico con mucho temperamento y esta vez su ira le ganó a la preocupación—. ¡¿Estás hablando enserio?! Niña, tengo mucho mejores gustos y mejores cosas que hacer en vez de andar secuestrando a pequeñas mocosas anormales con aires de grandeza
—Retráctate de lo que dijiste, a mí no me faltas al respeto.
—Te lo he faltado desde que te conocí y una pequeña queja no será motivo de que lo deje de hacer
Molesta levanté mis brazos a punto de golpearlo pero me detuve en seco.
No podía creer lo que estaba viendo, mis manos comenzaron a temblar el momento de ponerlas frente a mí.
Estaban cubiertas de sangre.
—Pe-pero.
—Te encontré aquí tirada, así como estas —la voz de Leo parecía lejana—, por eso te pregunto, cómo llegaste aquí.
—E-esto —mi respiración se volvía pesada y llena de miedo—, no, no, no... —después baje mi mirada a mi cuerpo y caí nuevamente totalmente aterrada, seguía teniendo el mismo vestido verde pasto, solo que esta vez, lleno de sangre y roto en partes—. Esto no es real, nada fue real.
—¿Qué estás diciendo?
Comencé a bajar al suelo con mis manos en mi cabello.
—So-solo fue una visión, no pu-puede ser re-real...
—Háblame claro, así no te puedo ayudar.
—Ella, el viento, la visión, el vestido, nada, nada, nada de eso realmente paso, so-solo está en mi mente, esto no-no está bien.
—Respira tranquilamente —ahora no estaba la voz suave que tan acostumbrada estaba, esa voz que nunca fue para mí pero siempre estaba presente, en cambio ahora estaba la profunda voz de Leo—, todo está bien, solo respira y pasara —él si era real, su voz era real y la sentía a mi lado—, vamos, no pierdas la cordura, eres una gatita muy inteligente para caer en eso.
Sonreí al momento en el miedo me poseía, lo miré fijamente a sus ojos que estaban a unos centímetros de distancia.
—Leo... —sus ojos mostraron preocupación pero no los separo de los míos—. Te-tengo miedo, ya no sé qué es real y que es solo ilusión, estoy perdiendo la cabeza, me estoy convirtiendo en mi peor pesadilla —comencé a llorar en su hombro al momento en que me abrazaba fuertemente—, es-estoy totalmente perdida. —Solté un jadeo lleno de dolor y tristeza.
Él me apretó más fuertemente causando que mis lágrimas salieran a más de prisa.
—Shhh —me acarició el cabello—, yo ya te encontré.
* * *
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