7. Un nuevo miembro.

—¿Qué fue lo que te dijo Levin? —pregunta Camile moviendo las prendas. La miro por encima de los colgadores de la tienda— Sobre Roxy —alzo una ceja.

—¿Por qué? —pregunto sabiendo la respuesta, pero debo admitir que me gusta molestarla con eso. Levanta una gorra, y niego dándole mi desaprobación.

—Ay, Luke. Lo sabes perfectamente —me mira con obviedad. Se aleja de la percha, y caminamos hacia otra— No lo entiendo. Desde siempre yo pensé que no le gustaba esa chica, y que si estaba con ella era porque lo tomaba en cuenta. Pero descarté eso, ya que Levin es un chico realmente interesante, guapo e intelectual. Cualquiera quisiera estar con él.

—Como por ejemplo tú.

—Pensé que este verano sería mi oportunidad.

—¿Se lo ibas a confesar? —pregunto, y esta me mira con asco.

—No, que te sucede. ¿Yo expresando mis sentimientos, que más encima son de amor? No querido —camina a otra percha sin encontrar nada en esta otra— Se lo iba a hacer saber de alguna otra forma. No lo sé. Ustedes realmente no entienden ninguna indirecta. Bueno, volviendo al tema del inicio. ¿Te dijo algo? Algo así como que estaba feliz y enamorado, o que volvieron porque estaban borrachos y ahora se arrepiente —suelto un suspiro pensando en la situación de Camile.

—Creo que me siento bastante identificado contigo. Aunque creo que tú tienes más oportunidades con Levin, que yo con Kyle.

—No creas. Levin me ve solo como una amiga. Ah, creo que tienes que ponerme al día con eso de Kyle y tú.

—Sabes, es difícil consolar tus sentimientos, ya que no puedo decir lo típico de "No te merece, es un imbécil, eres mejor" y cosas así, porque Levin al igual que tú es uno de mis mejores amigos y...

—Eres pésimo consolando.

—Lo sé. Por eso intento no hacerlo —me encojo de hombros con una sonrisa inocente.

—¿Podemos ir a otra tienda? —me pregunta Camile, ya rendida de esta.

—Como quieras. Yo solo te estoy acompañando —le respondo amablemente. Me pidió que la ayudara a escogerle un regalo a su primo, y aquí estamos.
No sé por qué las chicas creen que hacer regalos a hombres es más complicado. Según yo, las chicas lo son más. Comenzando porque la ropa es muy variada, algunas usan productos raros, y hay muchas cositas raras y pequeñas que se les puede regalar.

Vamos a la tienda de ropa, en el sector masculino, y la chica comienza a pasear entre los colgadores buscando el indicado.

—¿Te gusta este? —eleva un jeans con algunas partes rasgadas.

—Me parece perfecto —opino, al tiempo que saco mi móvil por una llamada que sonaba. Frunzo el ceño confundido al ver que era la mamá de Brett— ¿Hola?

—Luke, que bueno que contestas —se oye agitada— Fui a buscar a Roody al jardín infantil y no estaba. Llamé a tus padres y no me contestan.
La señora Harrison termina su trabajo al mismo tiempo que mi hermano sale del jardín, y como somos sus vecinos, se ha ofrecido a traerlo desde siempre.

—¿Qué? —me comienzo a desesperar recordando la amenaza de la caja. Camile nota mi preocupación y se acerca— ¿Buscó bien? ¿Está segura?

—Segura. Sus maestras me dijeron que ya se había ido —mi corazón se acelera.

—Okey, voy ¿Puede ir a casa y ver si ha llegado? —pido sabiendo que mis padres están trabajando.

—Sí, enseguida. Lo siento —corta.

—Camile...

—Ve. Se nota que es algo importante —asiento y salgo corriendo del centro comercial, empujando a algunas personas en mi camino.

Tomo un bus y, desesperado e impaciente, espero llegar al jardín de Roody. No me perdonaría si algo le pasara.

Camino lo más rápido que puedo al jardín y me encuentro con nada. Ya estaba cerrado, y no había ni un niño jugando por ahí.
Me quedo en blanco sin saber qué hacer. Comienzo a caminar consciente de que no sé dónde está.

Me detengo mirando en todas direcciones, y es en estos momentos cuando desearía más que nunca ser como mi padre y mi hermano, y poder buscar algún rastro.

—¡Roody! —Comienzo a gritar desesperado— ¡Roody! ¿Ha visto a este chico? —pregunto a una familia que caminaba por ahí, sacando mi celular y mostrándole mi fondo de pantalla, que era una foto de mi hermano sobre mis hombros, abrazando mi cabeza con una gran sonrisa en su rostro.

—No, lo siento —dice el padre y continúa su camino.
Siento mi corazón apretarse y el miedo se apodera de mí. Intento mantenerme firme y comienzo a caminar a una dirección al azar. Al no ver a nadie, comienzo a correr para ganar tiempo.

—¡Roody! —vuelvo a gritar más agitado por la carrera. Intento llamar nuevamente a mis padres y nada. Necesito a alguien más que me ayude.

—¿Abuelo? —digo con desesperación apenas contesta el otro lado de la línea.

—Buenas tardes, soy su secretaria. El señor Miller está ocupado en estos momentos con una reunión importantísima y...

—¿Puedo hablar con él? Es urgente.

—Me temo que no podrá ser así. Una pequeña interrupción podría afectar muchísimo a...

—¡Argh! ¡Le juro que si algo sale mal usted saldrá perjudicada por no haberle dicho a mi abuelo! —me apresuro a decir antes de cortar.

—Piensa Luke, piensa —me digo a mi mismo golpeando mi cabeza. Sigo corriendo mientras grito.

Una llamada me pone alerta. Es mamá.

Luke. Tengo como mil llamadas tuyas ¿qué pasa? —Dice esta con diversión, y puedo jurar que escuché el ladrido de un cachorro— No, pequeño, no me lengüetees —ríe.

—Mamá, Roody se perdió. No estaba en el jardín infantil cuando la señora Harrison fue a...

Hey, cálmate. Roody está aquí conmigo —dice y siento como un gran peso se libera de mi espalda, y noto todo el aire que tenía contenido por la tensión— ven a casa. Hay alguien que queremos presentarte.

Tomo un largo respiro para poder soltar el nudo que se me había formado en la garganta.
Ya calmado, tomo un bus y me voy a casa.

—Llegué —grito, y miro hacia abajo cuando siento que algo toca mi zapatilla— Hey, no hagas eso —me agacho para soltar el cordón de la boca del pequeño cachorro. Era una pequeña criatura completamente negra.

—Se llama Rosita —dice Roody con una sonrisa en el rostro, cuando me ve ingresar a la sala. Corro a sus brazos por el susto que me dio. Este me envuelve y me acaricia la espalda con sus pequeñas manitos.

—Hijo, ya te dije que era hombre —dice mamá.

—Entonces que se llame Rosito.

—¿Eres consciente de que es negro? —Digo admirando la ternura de mi hermano acariciando al cachorro— ¿De quién es? ¿De dónde salió?

—Es de nosotros —responde Roody apretando al animal excesivamente. Miro a mamá en busca de alguna respuesta real.

—Si. Es nuestro ahora —frunzo el ceño sin entender. Cuando era pequeño lo único que quería era una mascota, y nunca me la dieron. Hasta ahora—. Tu hermano efectivamente se había perdido.

—No me había perdido. Sabía perfectamente hacia donde iba. Estaba siguiendo a este hermoso cachorrito.

—Gracias al cielo supo llegar a casa, encontrándome con el justo en la entrada de la calle. Me rogó que le dejara quedarse con el perro, y me acordé de cuando tú siempre me pedías una mascota —una sonrisa se forma en mi rostro al saber que se acordaba— Y como estamos en una buena situación económica, acepté y dejé que tú hermano lo adoptara— me explica mamá— Tu padre aún no sabe —sonríe traviesa.

—Creo que si nos quedaremos con él, necesitamos un buen nombre.

—A mí me gusta Rosito —Roody frunce su pequeño ceño. Yo simplemente lo miro y mamá también. Está asiente dándome la razón, y como mi hermano nunca le falla a mamá, sede— Aunque quizás si me dan buenos nombres piense en cambiarlo.

—Quedándonos con tu Rosito... Podría ser Ros —opino.

—Ros —repite Roody seguido de una sonrisa— ¡Me gusta! Mamá, ¿puede llamarse Ros?

—Claro, hijo. Ros es un lindo nombre.

—Te llamas Ros —le habla el pequeño al cachorro, quien lo mira sentado, moviendo su cola— ¿Te quedó claro? Ros es tu nombre, y nosotros somos tu familia —el perro ladra contento, y mi hermano voltea feliz— ¿¡Vieron eso!? ¡Entendió lo que dije!

—Le acabo de mandar un mensaje a Tyler para que compre un plato y comida para cachorro. Está realmente confundido.

—Quiero que llegue papá para que Ros conozca a toda la familia —definitivamente nadie le quita la alegría a este pequeño humano.

—¿Vamos a prepararle una cama y un baño? —Ofrezco a mi hermano— hay que aprovechar que está pequeño para enseñarle cuáles son sus lugares.

—Está bien.

—En el jardín trasero hay algunas cajas que les pueden servir —nos avisa mamá cuando nos vamos.

Y así gastamos la tarde. Mientras Roody y yo cortábamos cajas, mamá se contactaba con su mejor amigo para recomendaciones y futuros servicios.
Tío Mathias es un gran veterinario, además de muy buen jugador de fútbol.

—Esto por aquí —ayudo al pequeño doblar la manta, para finalmente ponerla en la caja que Roody había decorado con marcadores y pegatinas.
Por otra parte, el baño del canino consistía en una caja del mismo tamaño, solo que en vez de una cómoda y cálida manta, habían antiguos papeles míos del instituto para que pudiera humedecer tranquilamente con sus necesidades.

Papá llegó y a diferencia de mí, el recibimiento fue más cálido.

Literal, ya que el cachorro se orinó en sus piernas cuando lo tomó. Con esto, no le pareció mucho la idea de adoptarlo, pero con nuestros ruegos, aceptó.

Acomodamos la cama y el plato en una esquina de la sala, y el baño se lo pusimos junto a la puerta de entrada de la casa.

Necesitaba algo tan lindo cómo lo es un perro en la vida. Estoy seguro que nos ayudará de vez en cuando a distraernos de los problemas que conllevan una vida como la nuestra.

(...)

—¿Quién es? —pregunto cuando tocan la puerta de mi habitación.

—Yo —oigo a Roody, y cierro el libro para dejarlo en mi mesita de noche.

—¿Y quién es yo? —digo para molestar.

—El vendedor de alfombras.

—Que pase entonces —mi hermano abre la puerta con una sonrisa divertida en el rostro, que se va desvaneciendo de a poco hasta quedar curvada hacia abajo. Frunzo el ceño y le doy golpecitos a la cama para indicarle que se siente. Este lo hace como indio, y me observa apenado.

—Perdón Luke —sorbe entrecortado. Está llorando— No fue mi intención hacer que te preocuparas tanto por mí.

—Tranquilo, Roody. Lo importante es que estás aquí, bien, y con un nuevo integrante.

—¿Te puedo abrazar? —pregunta sabiendo como soy con las demostraciones afectivas.

—Sabes que a ti te lo acepto todo —abro mis brazos y este se acerca para ponerse en medio.

—No quiero que tengas novia —dice. Me separo un poco y lo miro con confusión y diversión— Porque ahí no seré el único que le demostrarás tu cariño.

—Descuida, tú siempre tendrás la mayor parte de mi amor.

—Te quiero mucho, Luke.

—Yo también te quiero, Roody.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top