5. Rechazado.
Despierto con un gran ruido, y me siento en la cama alerta.
—¿Roody? —pregunto con la esperanza de que sea otro de sus intentos en sacar dulces en la madrugada. Al no oír respuestas, me pongo mis zapatos de dormir y me dirijo al pasillo de la casa. Veo las puertas de las habitaciones de mi familia y estaban todas cerradas. Quizá fue una ilusión. Aun así, aprovecho para bajar a la cocina por algo de beber.
Bajo con cuidado las escaleras de no hacer ruido alguno y despertarlos, y me dirijo a la cocina. Saco un vaso, y me detengo en seco cuando vuelvo a oír el ruido, pero esta vez más fuerte. Eso fue definitivamente dentro de la casa.
Dejo el vaso a un lado y camino lentamente y con precaución al garaje, donde están la moto, algunas herramientas, y dónde supuse venía el ruido.
Antes de abrir la puerta, tomo una llave inglesa que papá había usado en la tarde de ayer para revisar la moto.
La abro con rapidez, pero no había nada. Doy un paso dentro y algo me empuja con fuerza hasta caer y chocar mi cabeza con una estantería. Intento enfocar la vista, y me encuentro con un hombre desconocido, con una palanca en su mano.
Me pongo de pie y me lanzo a él para forcejearlo y poder hacer algo. Mis manos se dirigen a las suyas para impedir que haga algo con el objeto en sus manos, pero me patea fuertemente en el entrepierna debilitándome, y me vuelve a empujar seguido de un golpe en la cabeza con la herramienta, para que caiga al suelo.
—¡Papá! —Comienzo a gritar, con la esperanza de que me escuche— ¡Papá, ayuda!
—Eres muy débil, Luke. Hasta tu pequeño hermano supo luchar más que tu —el hombre comienza a hacerse con paso lento a mí, sujetando la palanca con sangre entre sus manos— pero siéntete bien por algo, fuiste el último en morir —apunta sobre mí, y levanto la vista para encontrarme las cabezas de toda mi familia incrustadas en una fila de estacas.
Suelto un grito ahogado y mi corazón se estruja hasta doler, incluso más que todas las heridas abiertas que tengo. Las lágrimas no tardan en inundar mis ojos y cuando me volteo al hombre, este levanta la palanca y la golpea contra mí, una y otra vez. Una y otra vez.
—¡No! ¡Basta, por favor! ¡No! —cierro los ojos con fuerza, y los abro cuando siento unos pequeños brazos envolverme, que reconozco enseguida. Me siento alterado y me cuesta darme cuenta que estaba en mi cama, empapado de sudor, con el corazón a mil por hora. Intento controlar la respiración, fijando mis ojos en Roody.
—Luke... —hace una mueca triste, no por él, sino por mí— Estabas gritando y moviéndote mucho —se acerca y me abraza. Se lo devuelvo con gusto luego de haberlo visto con la cabeza clavada en el palo— Fue solo una pesadilla, todo estará bien —me acaricia la espalda con su pequeña mano.
—Gracias Roody. Creo que me iré a dar un baño —digo despegándome el pijama del cuerpo que estaba empapado en sudor.
—Sí, creo que sería buena idea —dice limpiándose la mano con la que me estaba acariciando.
Salgo de mi habitación con ropa limpia y una toalla.
El agua caliente pasa por mi cuerpo relajándome un poco. Necesito de alguna forma, sentir que mi familia está a salvo. Lástima que no puedo sabiendo lo que está tras ella.
—Luke —papá me detiene antes de que pueda entrar a mi habitación. Me volteo y lo encuentro con una expresión triste— Te oí gritar.
—Fue solo una pesadilla —intento restarle importancia.
—Estás triste —afirma. Entro a mi habitación tratando de ignorar el hecho de que aún puede sentir mis emociones a través de la puerta. Entra detrás de mí— Luke, sé que estás así por lo de ayer.
—¿Y qué quieres que haga, papá? Estar triste es lo único que puedo hacer, ya que no soy uno de ustedes y no puedo defenderlos de ninguna manera. Soy débil, papá. Soy un inútil bueno para nada.
—No vuelvas a decir eso. —dice molesto— Tú no eres nada de eso. Tú lo eres todo.
—No soy nada. A veces creo que mi único propósito en esta vida es sufrir y estorbar a las personas —me siento en mi cama y este hace lo mismo a mi lado— Vete —pido cuando siento que lloraré.
—No. No te dejaré así, mucho menos sabiendo cómo te sientes.
—Tú no lo sabes, pa. Tu vida siempre fue feliz —niega, pero deja pasar mis palabras— por favor vete —mi voz comienza a quebrarse.
—¿Sabes cuándo fue la última vez que pude cumplir el rol de padre contigo? ¿Sabes cuándo fue la última vez que pude consolar tu llanto? —pregunta, y ruego por que se valla pronto. El nudo de mi garganta está cada vez más grande— cuando tenías 10 años, Luke. Te convertiste en un hombre más cerrado e independiente. Y no de la forma en la que todos los jóvenes lo hacen, sino que de una forma más... No lo sé. Y nos preocupas, Luke —pone una mano en mi hombro, desatando por completo el nudo, que comienza a deslizarse por mis ojos como lágrimas— Regularmente siento en ti este sentimiento de insuficiencia, de inutilidad. Pero es solo un sentimiento que tú pones en tu cabeza, porque en tu corazón y alma no están.
—Lo dices solo porque eres mi papá.
—¿Qué? Estás realmente ciego y sordo. Todas las personas que te conocen opinan que eres una persona increíble.
—Mientes. Todos los que me conocen dicen que soy una persona irrespetuosa, negativa, seria y aburrida.
—Porque solo conocen lo que demuestras, no lo que realmente eres.
—¿Puedes irte, por favor? —vuelvo a insistir.
—No quiero que estés solo, hijo.
—Iré donde Kyle —me mira preocupado unos segundos y asiente.
—¿Llevarás la motocicleta? —asiento tomando una chaqueta de mi guardarropa.
Bajo y me tomo un desayuno rápido, ya que era bastante tarde. Reposo un poco y salgo a tomar la motocicleta de mi padre, la que agradezco que estuviese fuera. Apenas vi la puerta del garaje algo recorrió mi espalda, que intento ignorar subiéndome al vehículo y comenzando a manejar con la mente en todas partes menos en la carretera.
A veces me gustaría decirles mi familia lo mucho que los quiero, sobre todo sabiendo el riesgo que corremos por no ser una familia como las comunes, pero no puedo. No me sale porque no lo sienta, sino que por miedo. Por alguna razón mi cabeza asimiló el demostrar los sentimientos con el ser dañado.
Llego al pueblo y estaciono la moto junto a un poste de luz, lo suficientemente cerca de la casa de Kyle.
Toco el pequeño timbre junto a la puerta, y espero un poco.
—Buenas tardes señor Aguilar —saludo amablemente al padre de Kyle, apenas me abre.
—No me tutees —dice con la expresión más seria que podría tener.
—No lo estoy tuteando, solo lo saludaba y...
—No me importa —hace el movimiento de cerrar la puerta, pero pongo mi mano en medio de esta para evitar que lo haga.
—No entiendo por qué no le agrado, señor. Yo no le he hecho nada.
—No quiero que mi hija este con alguien como tú —dice con desagrado.
—¿Como yo? ¿Así cómo? —pregunto confundido por su malhumor. Ya me había acostumbrado a su usual personalidad, pero esta vez se nota que es algo contra mí.
—Un ser tan común y ordinario —se forma un nudo en mi garganta al escuchar eso. No sé cómo sentirme al respecto, ni mucho menos cómo reaccionar— Y tan llorón —escupe lo último cuando siente mis emociones. Odio esa habilidad que tienen los hombres lobo. Respiro hondo para quitar todo rastro de tristeza en mí.
—¿Está Kyle? —su padre me mira con cansancio, y agradezco que la chica aparezca por su lado, haciendo que la expresión le cambie enseguida— Hola —le saludo.
—Hola Luke. Pasa —empuja la puerta y paso junto a su padre para entrar y seguirla hasta su habitación.
—¿Qué tal? —pregunto mientras cierro la puerta detrás.
—Excelente —dice con su característica alegría— ¿Y tú?
—Aquí, respirando para sobrevivir a toda esa mierda que le llaman vida —rueda los ojos ante mi respuesta.
—¿Dónde quedó eso de intentar ser más positivo? —hace una seña para que me siente en el poof que tenía junto a su cama.
—Yo soy una persona positiva, solo que la vida no me ha dado razones para sacarlo a la luz. Es como que una persona sepa nadar, pero no tiene dónde, por lo que pierde esa habilidad.
—Hay muchas cosas con las que puedes sacar tu lado positivo. Como por ejemplo, mi amistad —sonríe mostrando todos sus dientes, y me es imposible no hacerlo.
Lamentablemente de su amistad, lo único que puedo pensar es la friendzone. Soy tan cobarde que no puedo ni confesar mis sentimientos.
—Creo que es lo único bueno que tengo para ver algo positi...
—¿Ismael? —Kyle me interrumpe hablando por encima de mi hombro. Me volteo y me encuentro con un joven de más menos veintidós años. Tenía el pelo casi tan oscuro como el negro, y los ojos de un café claro, con una pizca de verde. Era alto y estaba en buena forma, y su rostro no dejaba de estar adornada de una sonrisa arrogante. Su vestimenta, la del típico badboy— ¿Mi padre te dejó entrar?
—Si. Estuvimos charlando antes de subir. Sabes que le agrado bastante. Adivina qué. Quiere que en un futuro me case contigo —dice con diversión, y la impotencia me invade. Kyle lo miraba con una sonrisa completamente radiante, haciendo desaparecer un poco sus ojos al tomar una forma curva.
—Mi padre y sus locuras —rueda los ojos y se acerca para darle un beso en la mejilla. El chico la toma del mentón para obligar a que lo mire. Su sonrisa arrogante me daba asco. Quería pararme y golpearle el rostro hasta hacerla desaparecer.
Se quedaron mirando por unos cortos pero a la vez eternos segundos. Los celos comenzaban a agrandarse y sentía que en cualquier momento iba a gritar. No puedo creer lo débil que estaba siendo en estos momentos. El señor Aguilar tenía razón, soy un llorón.
Carraspeo incómodo y Kyle se separa sonrojada. El chico alza una ceja y me mira como si recién hubiese notado mi presencia. Le doy una sonrisa forzada de boca cerrada y este frunce el ceño.
—¿Y tú eres...? —pregunta con autoridad.
—Es solo un amigo —se apresura a decir la chica, causándome una pequeña punzada en el pecho. Bueno, quizás no tan pequeña.
—Sí, solo un amigo —repito más decepcionado, y con dificultad debido al nudo— Ya... Ya me voy. Adiós —me paro con la poca dignidad que me quedaba, y salgo de ahí.
Camino hasta mi motocicleta a paso lento. No tengo ganas de moverme con rapidez. Se veía que a Kyle le llamaba la atención ese chico. No entiendo por qué siempre prefieren a los chicos malos que les romperán el corazón, antes que a los que le pueden dar un sentimiento tan verdadero y puro.
No tengo ganas de ir a casa aún, así que aprovecho mi visita en el pueblo para ir a visitar a mi abuela en el cementerio. Pienso que a la vuelta sería bueno ir a ver a mi abuelo en su mini-reino, pero lo conozco y sé que si me ve de esta manera, no me dejará.
Termino por ir al parque de la ciudad solo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top