4. Nuevas reglas
No entiendo porque mi hermano nunca me había hablado sobre los Merodeadores. Y yo que pensaba que me lo contaba todo. Parezco estúpida cuando me cuentan cosas que supuestamente debería saber y de las que en realidad no tengo ni la menor idea.
Ya era mi segundo día en Hogwarts. Era un día bastante caluroso para tener la primera clase de vuelo, y además con los de Slytherin.
Cuando Angelina y yo llegamos, los de Slytherin ya estaban allí.
5 minutos después llego la profesora Crouch . Era una mujer baja, con el pelo negro y sus ojos eran de color amarillo.
- Buenos días – saludó – Colocaros cada uno al lado de una escoba. Vamos
La escoba que tenía a mi lado era muy vieja, no se parecía en nada a la escoba que tenía James.
- Extended la mano derecha sobre la escoba y decid "arriba" – dijo la señora Crouch
- ¡¡ARRIBA!! – gritaron todos
Mi escoba subió de inmediato, al igual que la de algunos. Pero no todos lo habían conseguido como, por ejemplo, Angelina, que por mucho que le gritara "arriba" a la escoba, esta no se movía.
- Muy bien, señorita Potter – me dijo la señora Crouch cuando se detuvo a mí lado– He de imaginar que piensa presentarse el año que viene a las pruebas de quidditch
- No porque sea hermana de James Potter tengo que jugar al quidditch – dije molesta
- Por supuesto que no – dijo rápidamente aunque por su voz y su cara parecía que estaba molesta y que la había ofendido con mi respuesta.
La señora Crouch nos enseñó cómo montarnos en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndonos la forma de sujetarla. Intentó ayudar a Angelina, que aún no había conseguido mover la escoba de su sitio. Yo, por mi parte, tras el comentaro inoportuno de la profesora, intenté hacerlo a la perfección para que no se acercara a ayudarme.
—Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada —dijo la señora Crouch—. Mantened las escobas firmes, elevaros un metro o dos y luego bajad inclinándoos suavemente. Preparados... tres... dos...uno
Me monté en mi escoba, pegué una fuerte patada y subí. El aire agitaba mi pelo y mi túnica. Era fácil montar en escoba, sin embargo, no me gustaba. Prefería volar con mis propias alas por el cielo y sentir la brisa en mi rostro. Incliné la escoba para volver al suelo. Cuando ya tenía mis pies en la tierra, vi como algunos se habían elevado unos metros más de lo que les había indicado la señora Crouch.
- Bajen ahora mismo – dijo mientras los demás estudiantes volvían a poner los pies en el suelo asustados con la idea de que les quitara algún punto por desobedecer. – Creo que por hoy es suficiente. Para la semana que viene, seguiremos practicando el vuelo.
- Odio las clases de vuelo – dijo Angelina malhumorada mientras volviamos hacia el castillo, camino al Gran Comedor
- No ha estado tan mal – comenté
- Claro, lo dices porque a ti te salió bien, pero yo ni siquiera pude mover la escoba del sitio
En ese mismo momento, entraron varias lechuzas en el Gran Comedor.
- ¡¡Midnight!! – grité entusiasmada al ver a mi lechuza descender hacia el lugar donde me encontraba pero a la vez intrigada
- Es raro – dijo Yasmine – Las lechuzas solo suelen traer el correo por las mañanas y sino es que tiene que ser una mala noticia.
Yasmine me dejó preocupada así que cogí la carta que me había traído Midnight y leí en voz baja para que ninguna me escuchara.
Querida señorita Potter:
He creído apropiado que se presente usted a las siete , después de su clase de Astronomía, en mi despacho para tener una pequeña charla. La contraseña para acceder es "Huevo de dragón"
Muy cordialmente, Albus Dumbledore
- Y bien, ¿qué dice? – preguntó Angelina
- Nada – dije rápidamente. Debía mentirles a las chicas – Mis padres me escribieron diciéndome que me había dejado olvidadas unas cosas en casa y que me las mandarían por correo.
Las chicas no le dieron importancia a la carta y comimos relajadamente el gran banquete aunque, por mí parte, los nervios me habían cerrado el estomago y apenas comí.
Después de la comida, acudimos a otras 3 horas de clase de Historia de la magia y Astronomía.
A las siete, me encontraba enfrente del despacho de Dumbledore. Por lo que se ve, para acceder al despacho de Dumbledore debo decir la contraseña y me dejaran entrar, o eso espero.
- Huevo de dragón
Las gárgolas que se encontraban en la puerta se hicieron a un lado, dejando ver una escalera de mármol que se empezaba a mover. Me apresuré a subir a la escalera. Al llegar a la parte superior de esta, me encontré con una doble puerta de roble. Abrí la puerta y esta conducía a una gran sala que contenía un gran número de retratos de directores anteriores, muchas tablas delgadas con intrincados dispositivos de plata sobre ellos, y en una esquina, sobre un estante, se encontraba el Sombrero Seleccionador
- Me alegro de volverla a ver – dijo el Sombrero desde el estante
- Me alegro de que hayas podido venir _____ – dijo una voz al final de la sala
Dirigí la mirada hacia donde había salido la voz y pude ver al profesor Dumbledore sentado en una silla muy grande y dos personas delante de él.
- ¿Mamá, Papá? Que hacéis aquí? – dije sorprendida
- Ya te habíamos comentado que teníamos que venir a hablar con Dumbledore en persona – dijo mi madre
- ¿James sabe que estáis aquí? – pregunté
- No, no lo sabe – dijo Dumbledore – Y espero que esto se quede entre estas cuatro paredes. Siéntate _____ - dijo indicando una silla que había entre mis madre y mi padre.
Hice lo que me pidió Dumbledore, pero esto me daba muy mala espina.
- Bueno, he de suponer que ya sabes porque estás aquí – dijo Dumbledore mientras se levantaba de la silla
- Me lo imagino – dije aunque en realidad no tenía ni idea.
- Ya sabes que hay unas ciertas normas en Hogwarts que prohíben a los alumnos salir de noche por los terrenos de Hogwarts, pero también sé que tú tienes como costumbre salir a volar por la noche y, también sé, que si no lo haces tú alas pueden llegar...
- ...a no funcionar – dije irónicamente y terminando su frase
- Por eso, he pensado que... - Dumbledore guardó silencio y prosiguió - has de ser responsable y cautelosa, pero creo que debo concederte el permiso, y solo a ti, - lo dijo a modo de advertencia - de que puedas salir a los terrenos de Hogwarts por la noche a volar pero solo, y exclusivamente, por la noche.
- ¿Lo dice en serio? – dije sorprendida, sin embargo, por la expresión de Dumbledore, no parecía muy contento
- Has de saber, que es muy peligroso andar por los terrenos del castillo por la noche, sobre todo ciertos días, y por eso está prohibido para los alumnos. Pero también sé que cumplirás tu palabra al asegurarme que solo volarás por las noches , cierto? – dijo mirándome a lo que yo asentí – Por eso te doy permiso para que salgas por la noche, pero has de tener claro que queda totalmente prohibido que te acerques al bosque prohibido así como que procures que nadie te vea. Por eso, creo conveniente y, si a ti te parece bien o te resulta cómodo, que utilices la ventana de tu cuarto para salir. Ya sabes que no se puede andar por los pasillos por la noche y me resultaría difícil convencer a Filch y a la Señora Norris de que tienes permiso de caminar por los pasillos, así como a cierto fantasma – Dumbledore comenzó a caminar en círculos y detenerse a cada rato para ver si comprendía todo – También te pido, y creo que tus padres ya te lo han dicho, que debes guardar este secreto. Tal vez a muchos les resultaría "divertido" tener de amiga a un hada, pero a otros no les resultaría tanto y por lo tanto se lo contarían a sus padres y bueno, eres una excelente alumna y no por tu condición deberías de dejar de estudiar, verdad?
- Sí – dije rápidamente
- Tal vez, a veces tu condición te resulte muy difícil de asimilar o tal vez te sientas extraña y sola porque hay muy pocos como tú, además de que sois seres muy poco entendidos, has de saber que hay gente mucho peor que tu _____ - dijo mirándome fijamente – Y que no por eso, han dejado de hacer amigos o estudiar. Si necesitaras cualquier cosa, cualquiera profesor de Hogwarts estará dispuesto a ayudarte. Todos están al corriente de tu situación y han estado de acuerdo conmigo en lo que te he propuesto esta noche, pero aun así también me recalcan que debes respetar las normas que te he dicho. Por lo que he escuchado, has tenido algún problema en tu primera clase de vuelo, me equivoco?
- Yo no hice nada – dije con tono de sorpresa. No esperaba que se enterara tan rápido
- Lo sé y se lo he explicado a la profesora Crouch
- Se creen que por ser hermana de James tengo que jugar al quiddich – dije molesta
- ______... - me riñó mi madre por mi tono de voz
- Fue un error que cometió la profesora Crouch y te pide disculpas – dijo – Ahora entiende tu tono de molestia. Después de que se lo contara, al igual que yo, sabe que no ha de ser muy cómodo volar en escoba cuando uno puede hacerlo por sí mismo sin necesidad de magia – dijo guiñándome un ojo y mirando hacia el reloj de arena que tenía colocado en su mesa – Creo que ya va a ser hora de cenar. Deberías de reunirte con tus amigos y recuerda lo que te dije esta noche
- Si, lo haré – dije levantándome de la silla – Muchas gracias
- Haz caso de lo que te diga Dumbledore – dijo mi padre – Y sé discreta, recuerda que nadie debe saber nada y tu no hagas nada que pueda hacer que la gente sospeche de ti.
- Adiós cariño – dijo mi madre dándome un beso en la frente – Te mandaremos cartas todas las semanas para ver que tal te va.
Después de despedirme de mis padres y de Dumbledore, me dirigí hacia el Gran Comedor y mis amigas me bombardearon con preguntas durante toda la cena y durante el camino hasta la sala común.
- Fijo que ya se está viendo con alguien – dijo Stephany cuando estábamos entrando por el retrato de la Dama Gorda
- No digas tonterías – dije rápidamente
- No me extrañaría. La belleza Potter parece contagiosa. ¿Crees que no nos separamos de ella en todo el año, los chicos nos seguirán? - le dijo Yasmine a Stephany
- ¡Por Merlín! ¿Es qué solo pensáis en chicos? - les dije ligeramente molesta
- Sí - dijeron las dos al unísono y Angelina y yo rodamos los ojos
- ¿Cómo es que no piensas presentarte a las pruebas de quiddich? – dijo una voz detrás de mí
"Genial, lo que me faltaba" pensé mientras me giraba y pude ver a James cerca del sofá que se encontraba en la sala, en el cual estaban sus amigos sentados mirando la escena. Ninguno de los tres disimulaba que estaba interesado en escuchar la conversación entre mi hermano y yo y, el que menos, era Sirius que se había apoyado en el respaldo y nos miraba sin perder detalle.
Les pedí a las chicas que me dejaran sola y estas accedieron, caminando en dirección a nuestro dormitorio.
- ¿Ahora me hablas? – dije fríamente – Pues ahora yo no pienso contestar a tu absurda pregunta – dije dándome la vuelta y caminando en dirección a las escaleras
- _____... Espera – dijo James siguiéndome
- ¿Qué quieres? – dije enfadada – ¿Piensas que ahora puedes venir y exigirme que te hable cuando tu llevas casi un mes sin hacerlo?
- Referente a eso... - dijo James despeinándose el cabello- ____, lo siento. Pero es que me cabreó mucho que mamá no me dejara ir a casa de Peter. Iba a ser la primera vez que la madre de Sirius le dejaba salir y me fastidió mucho que por tu culpa no me dejaran ir.
- Si me contases las cosas como hacen la mayoría de los hermanos, lo hubiera entendido – dije muy molesta – Pero parezco idiota cada vez que me hablan de vosotros cuatro y yo tengo que decir "No sabía nada· por que el idiota de mi hermano no me cuenta nada" – dije irónicamente y pegándole en el brazo – Y ahora vienes exigiéndome que te diga por que no voy a presentarme a las pruebas? Pues porque no me da la gana. No porque sea tu hermana y por qué a ti te guste el quiddich tengo que ir yo detrás como un perrito faldero. Pues sabes que te digo, que me importa una mierda tu estúpido quiddich, Y ESPERO QUE PIERDAS TODOS LOS PARTIDOS – dicho esto me fui corriendo a mi cuarto
- Y después el que estaba enfadado era James – dijo Sirius mirando a su mejor amigo
- Me he comportado como un imbécil– se lamentó James – Tengo que hablar con ella – dijo dirigiéndose al cuarto de las chicas
- ¡¡JAMES, ESPERA!!! – gritaron Remus, Sirius y Peter
Pero James ya estaba en el suelo antes de que sus amigos lo pudieran avisar.
- Malditas escaleras – dijo mientras Sirius le ayudaba a levantarse
- ¿Tengo que recordarte qué les ocurre a las escaleras de las chicas cuando un chico intenta subir? - le recordó Remus - Tendrás que hablar mañana con ella
- Si, va a ser lo mejor – dijo finalmente James
- Venga, vamos a dormir – dijo Sirius empujando a James hacia su cuarto.
Actualización: 10/07/19
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