48. Nunca te haría daño
*Este capítulo es nuevo y no está en la obra original.
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Alina Potter
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Aquella mañana, Alina se despertó a su hora habitual pero en lugar de acompañar a sus amigas al Comedor, fingió darse una ducha más larga de lo habitual. Cuando la sala común se encontraba vacía y los elfos atareados en disponer todo para el desayuno, caminó hacia el pasillo de la Torre Oeste.
Alina aún tenía pendiente una conversación con su hermano y sus amigos. Habían preferido dejar el mapa del merodeador en la Oficina de Filch que cedérselo a ella durante los dos últimos años que le quedaban en Hogwarts. Así que la primera semana de Hogwarts entró en la oficina para recuperarlo.
Hasta aquel entonces, lo había tenido guardado en el fondo del baúl y lo había utilizado en ciertas ocasiones, como cuando salía de noche para volar y quería regresar sin ser vista.
Apenas quedaban unas semanas para terminar el curso y prefería aprovechar hoy que sabía que Filch estaría ocupado dictando órdenes a los alumnos de quinto y séptimo, que se encontraban haciendo sus exámenes TIMO y EXTASIS, para devolver el mapa a la oficina y recuperarlo a inicios del curso siguiente.
Vigiló que nadie se encontrase en el pasillo y abrió la puerta con un simple "Alohomora".
El despacho era un cuarto pequeño con una sola lámpara de aceite colgando del techo. En él hay cajones que contienen los archivos de las infracciones de los alumnos y sus expedientes. En las paredes hay cadenas y esposas, por suerte llevaban sin ser usadas mucho tiempo.
Uno de los muebles contiene con los artículos confiscados a los estudiantes, marcados como "Confiscados y altamente peligrosos. Ahí fue donde Alina encontró el mapa a principios de curso.
Lo desplegó en la mesa para asegurarse al lanzar el hechizo de que Flint solo viera un viejo pergamino. Sin embargo, antes de hacerlo, le dio un vistazo Sus amigas se encontraban en el Gran Comedor, como casi todos los estudiantes de Hogwarts. Había un par de gryffindors en sus dormitorios durmiendo, un Ravenclaw en la Biblioteca y dos alumnos en una sala en desuso. Alina negó con la cabeza intentando no reírse en voz alta hasta que percibió una pequeña mota, solitaria, en la sala común de Slytherin, que avanzaba lentamente de un lado a otro. Al leer su nombre, Alina sintió una punzada.
No hablaron mucho desde que Regulus se convirtió en un Mortífago y Sirius le prohibió hablar con él. Esto ultimo, Alina se negaba a cumplirlo y no le importaba que su novio se pusiera de mal humor si intercambiaba unas palabras con Regulus.
Desde su ultima conversación, en la que Alina le suplicó que se fuera para alejarlo de un cabreado Sirius, no lo había visto en el Gran Comedor para las comidas ni en el intercambio de algunas clases. Primero pensó en los EXTASIS, pues estaría muy ocupado preparándolos, pero hoy que era el último día de los exámenes y sabia por un cometario de Barty Crouch Jr, que Regulus no tenía ninguno, no pudo evitar preocuparse por verlo solo.
Una vez Regulus le había confiado que no le gustaba permanecer demasiado tiempo en la sala común de Slytherin, normalmente buscaba otro lugar en la escuela para estar. Por eso, su presencia allí, le hacia preocuparse y sentirse intrigada al mismo tiempo.
Cerró el mapa, lo escondió en el mueble y salió de la oficina. Si se daba prisa, tal vez podría colarse en la sala de Slytherin y hablar con Regulus antes de que las clases empezaran. No había caminado ni tres pasos cuando chocó contra algo. Casi se cae hacia atrás si no fuera por la mano que la sujetó.
Al alzar la vista se encontró con Dumbledore, que la miraba intrigado.
- Pro-fe-sor
- Estaba dando un paseo antes de desayunar. Dicen que es bueno para la circulación – dice guiñándole un ojo - ¿Qué hace por aquí, joven Potter?
- Yo...
- ¿Hay algo que le preocupe?
- Muchas cosas, como a todos.
- Es normal estar preocupado, sabiendo lo que ocurre ahí fuera. Pero me temo que esa no es la razón del porqué está aquí.
- Tiene razón - era muy difícil mentirle a Dumbledore
- Acompáñame
Alina entró en la oficina de Dumbledore. El ave Fénix alzó la cabeza para mirar a Alina. Dumbledore hizo llamar a un elfo de las cocinas para que le trajera dos desayunos a su despacho. Alina se sentó, disgustada porque ahora no podría hablar con Regulus y no podía utilizar nuevamente el mapa.
El Fénix voló hacia ella y se posó sobre sus piernas, flexionando as suyas para dormir sobre su regazo. Alina le acarició las plumas mientras Dumbledore los miraba a ambos.
- Hace unos días, observando el sombrero, recordé algo que ocurrió hace unos siete años. Un joven, de una familia noble, llegó a Hogwarts con la convención de que solo una casa representaría todo lo que sentía. Tenia seguro de que no quería ser una decepción como su hermano mayor: haría que su familia se sintiera orgullosa. Compartía la inteligencia y el valor de su hermano, pero en mente eran muy diferentes. Creía lo que sus padres le decían sobre los sangre sucia y los traidores de sangre. Cuando uno es joven e inexperto, la opinión de sus padres lo es todo y con el tiempo, te vas dando cuenta de que uno también puede elegir su propio camino.
- ¿Cómo sabe que estaba preocupada por Regulus?
- Yo también veo cosas. Como director no puedo intervenir en las disputas familiares de mis alumnos. Pero como amigo, te diré que deberías tomar tus propias decisiones, tanto en lo que respeta al joven Regulus como en otras.
- Recuerdo la mente de ese joven como si estuviese aquí mismo – comenzó a hablar el sombrero desde su estantería.- Yo lo habría puesto en Ravenclaw pero estaba tan empeñado en ser un Slytherin como su hermano de ser un Gryffindor.
- ¿Y qué piensa de mí? ¿Cree que soy una Gryffindor?
- La casa no define al mago, Alina. Es uno mismo el que aporta un poquito de él a la casa. - intervino Dumbledore al ver sus dudas
- Si fuese solo decisión mía, serías una Slytherin perfecta – dijo el Sombrero de forma contundente
Alina rodó los ojos ante tal afirmación. Para alguien de Gryffindor era un insulto decir que podría ser una buena Slytherin.
- Los amigos son algo que uno escoge. A veces también hay que saber cuándo estar ahí – dijo Dumbledore y, a pesar de la decepción que Alina sentía por todo en general, asintió.
- Ese nieto mío. – Alina reconoció la voz de Phineas al instante - Gryffindor solo significa humillación y deshonra en la Noble y Ancestral Casa de los Black.
- No negarás, Phineas, que Sirius Black era un alumno brillante.
- Si, su inteligencia la malgastaba en hacer bromas y perder el tiempo entre bragas
- ¡Phineas! – Gritó Dumbledore con un tono tan enfadado que todos los cuadros se escondieron.
Phineas permaneció quieto en el suyo, aunque estaba claro que el grito de Dumbledore le había afectado. Alina se mostraba cabizbaja ante tal comentario por parte de un familiar de Sirius. No hacia falta que nadie le recordarse el pasado tan liberal de su novio.
De repente, uno de los cuadros, decidió que era un buen momento para intervenir.
- Le recuerdo, Phineas, que en sus primeros veinte minutos en Hogwarts, se las arregló para ser castigado dos veces y perder treinta y cinco puntos para Slytherin. Todo por ser incapaz mantenerse quieto y saltarse la regla sobre el uso de varitas en los pasillos.
Phineas permaneció callado y Dumbledore un poco más tranquilo.
- Siento mis modales – dijo Phineas al fin. – Siento pena por ese pobre chico. Siento que mi nieta ha sido más fiel a la causa que a los sentimientos de sus propios hijos.
- ¿A la causa? – explota Alina. - Su casa es la que más mortifagos tiene, ¿eso no le dice algo? Si tanto aprecio le tiene a su nieto Regulus, al menos debería tener el coraje de enfrentarse a su familia o de no haber puesto unos ideales tan extremistas a sus descendientes.
Phineas se rio secamente. Era una risa llena de tristeza y pesar.
- ¿Enfrentarme a mi familia? ¿Y qué haré yo, un simple retrato, ante una ideología tan cerrada como la pureza de la sangre? Pero tú joven, tienes el valor para enfrentarte a ello y al menos conseguir que uno de mis nietos no acabe en el mal camino.
Los últimos días del curso pasaron volando y las notas fueron llegando a los estudiantes. Alina había sacado magnificas notas pero, en el fondo, eso le daba un poco igual. Nunca se preocupó por sus cualificaciones pero, por suerte, siempre sacaba buenas notas.
Alina caminaba por los desiertos pasillos de Hogwarts. En aquel momento, la mayoría de los estudiantes se encontraban descansando en sus habitaciones, en sus respectivas salas comunes o en los jardines de Hogwarts pero a ella le apetecía pasear tranquilamente por los inmensos pasillos. Iba tatareando canciones en voz baja pero el eco hacia que sonara como si estuviera cantando a todo pulmón.
- Te veo alegre– comentó Nick Casi Decapitado mientras atravesaba una de las paredes.
- Supongo
- Helena me comentó el otro día que te escuchó cantar cerca del Lago
- ¿Helena Ravenclaw? – preguntó
- Claro, quien si no – dijo dando una vuelta en el aire
Alina pensaba que Helena no era un fantasma muy hablador.
- Yo también la escuché – dijo el Fraile Gordo atravesando una pared y poniéndose al lado de Nick – Era un poco triste
Alina negó con la cabeza. Había recibido una carta bastante extraña de sus padres y le había escrito a James preocupada. Ese día había recibido la respuesta de James diciendo que todo iba bien y que no se preocupara. Aun así, había seguido intranquila.
Helena Ravenclaw apareció en el ya no desierto pasillo. Era muy guapa y el vestido que llevaba la hacía estar aún más.
Alina caminó al pequeño balcón que se situaba al final del pasillo. Le gustaba mucho estar allí ya que se veía gran parte de los terrenos de Hogwarts y el Lago donde muchas veces observaba a las criaturas que habitaban allí.
Los cuatro fantasmas de las cuatro casas de Hogwarts se encontraban allí para hacer compañía a la joven hada. Allí permanecieron durante una hora, contemplando el atardecer, hasta que los estudiantes volvieron a llenar los pasillos y los fantasmas se dispersaron.
Alina se levantó temprano para meter todo en su baúl ya que el Expreso de Hogwarts partiría esa misma tarde.
Bajó con sus amigas al Gran Comedor para desayunar algo. En la mesa de Slytherin, Regulus Black y Avery estaban hablando entre dientes muy concentrados, pero Alina intentó no prestarles demasiada atención.
Después de desayunar, las chicas decidieron que bajarían al Gran Lago a pasar el resto de la mañana. Cuando estuvieron fuera en las escaleras de piedra de las puertas principales, hacia el lago, Alina notó como la calidez del sol acariciaba su cara mientras seguía a las chicas hacia el lago. Era el más precioso de los días de verano.
Un extraordinario surtido de gente ya había cubierto la mitad del terreno situado al lado del lago así que, a las chicas, les costó bastante encontrar un hueco libre. Un rato después, Luke y Brian se unieron a ellas.
Cuando se dieron cuenta, ya era la hora de volver al castillo para comer. Sin embargo, este año no se había celebrado la típica fiesta de fin de curso lo cual había sorprendido a la mayoría de los estudiantes de Hogwarts. Dumbledore comunicó, en la cena anterior, que la entrega de la copa de las casas se haría el último día del curso, el mismo día que los alumnos partirían hacia sus casas. Luke y Brian se dirigieron hacia su mesa y las chicas buscaron algún asiento libre en la mesa de Gryffindor. Muchos estudiantes esperaban a que desvelaran quien era el ganador de la copa de las casas.
Se deslizó en una silla entre Angelina y Yasmine.
- Creo que ganaremos nosotros este año – dijo Stephany emocionada
- Esperemos que sí – dijo Yasmine
Dumbledore llegó unos cinco minutos después y las conversaciones cesaron.
— ¡Otro año se va! —dijo alegremente Dumbledore - Antes de que podáis empezar con los deliciosos manjares quiero pediros disculpas por no haber celebrado la fiesta de fin de curso como es habitual en Hogwarts. Se avecinan años llenos de incontables desafíos pero también marcado por grandes logros. Logros conseguidos por el trabajo constante, perseverancia y colaboración. Y para aquellos que comenzaran su séptimo año en Hogwarts, prepárense para el año más desafiante y emocionante que enfrentaran. Bien, dejando ese tema a parte, tengo entendido que hay que entregar la copa de la casa y los puntos ganados son: en cuarto lugar, Slytherin, con trescientos diez puntos; en tercer lugar, Ravenclaw, con trescientos veinte; Hufflepuff con cuatrocientos veinte, y Gryffindor, cuatrocientos treinta.
Una tormenta de vivas y aplausos estalló en la mesa de Gryffindor. En un instante, los adornos se volvieron escarlata. Desde la mesa de los profesores. Slughorn estrechaba la mano de la profesora McGonagall, con una sonrisa forzada en su cara. Gryffindor volvía a ganar la copa de las casas.
Alina se dirigía con sus amigas hacia la sala común de Gryffindor para festejar hasta altas horas de la noche su victoria. Antes de subir el primer escalón, una extraña sensación la embargó y cuando se giró, descubrió a Regulus observándola al pie de las escaleras que conducían al sótano. Sus amigas se dieron cuenta y se detuvieron a su lado.
- Id subiendo
- Pero Alina... - comenzó a protestar Yasmine
- Estaré bien – dijo y se alejó de sus amigas, hacia Regulus. En lugar de detenerse, siguió caminando hasta que llegó al Patio. Regulus la seguía de cerca, en silencio.
Alina esperó pacientemente a que Regulus hablase.
- No sé me dan tan bien las palabras como a mi hermano
Echándose hacia atrás, Alina miró al cielo Una leve sonrisa se formó en las comisuras de la boca de Regulus.
- Cada uno ha tomado su camino – dijo Alina
En el Patio vacío de Hogwarts, el águila se inclinó hacia la serpiente hasta que estuvieron a sólo unos centímetros distancia.
- No sabes lo que duele - murmuró Regulus acortando la distancia entre sus labios. Ambas respiraciones estaban entrecortadas. Alina cerró los ojos. No quería cometer un error del que se arrepentiría toda su vida
- Tenía la esperanza de que cambiases de idea, pero está claro que te han lavado el cerebro – dijo Alina poniendo, finalmente, distancia entre ellos
- Es más difícil que eso – contestó Regulus devastado
- Si es todo lo que tienes que decir... - Alina se marchaba hasta que Regulus la agarró por el brazo. Alina temió lo peor hasta que se vio envuelta en los brazos de Regulus.
Regulus la abrazó durante unos segundos. Antes de soltarla y alejarse, le dijo:
- Nunca te haría daño pero no puedo decir lo mismo de otros.
Alina se quedó allí, en el Patio, pensativa. ¿A qué otros se referiría Regulus?
- ¿Cuál crees que es la época del año favorita de cada Merodeador? (Navidad, Halloween, verano,...)
RA: De Peter y Remus, Navidad (por los dulces), de Sirius y James Halloween (por las bromas)
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