4. Nuevas reglas
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Alina Potter
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Salí del Comedor enfadada y avergonzada de haber quedado mal delante de mis compañeras con respecto a mi hermano. Desde que James entró en Hogwarts no paraba de hablar de lo maravillosos que era el lugar y sus amigos pero a mí no me había contado nada concreto sobre sus tres amigos. Daba la sensación de que la relación con mi hermano era malísima (aunque reconozco que a veces era así). Delante de las chicas parecí una estúpida cuando me contaron cosas que supuestamente debería saber y de las que en realidad no tengo ni la menor idea.
Era mi segundo día en Hogwarts. Era un día bastante caluroso para tener la primera clase de vuelo con los de Slytherin.
Cuando Angelina y yo llegamos, los de Slytherin ya estaban allí. Llevaba tres días en Hogwarts y con la persona que más apego estaba teniendo era con Angelina.
Cinco minutos después de nuestra llegada apareció la profesora Crouch. Era una mujer baja, con el pelo negro y sus ojos eran de color verde.
- Buenos días – saludó – Colocaros cada uno al lado de una escoba. Vamos
La escoba que tenía a mi lado era muy vieja, no se parecía en nada a la escoba que mis padres le compraron a James.
- Extended la mano derecha sobre la escoba y decid "arriba" – dijo la señora Crouch
- ¡¡ARRIBA!! – gritaron todos
Mi escoba subió de inmediato, al igual que la de algunos. Pero no todos lo habían conseguido como, por ejemplo, Angelina, que por mucho que le gritara "arriba" a la escoba, esta no se movía.
- Muy bien, señorita Potter – me dijo la señora Crouch cuando se detuvo a mi lado– He de imaginar que piensa presentarse el año que viene a las pruebas de quidditch
- Porque sea hermana de James Potter no tengo que jugar al quidditch – respondí ligeramente molesta
- Por supuesto que no – se disculpó rápidamente aunque por su voz y su cara parecía que estaba molesta y que la había ofendido con mi respuesta.
La señora Crouch nos enseñó cómo montarnos en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndonos la forma de sujetarla. Intentó ayudar a Angelina, que aún no había conseguido mover la escoba de su sitio. Yo, por mi parte, tras el comentario inoportuno de la profesora, intenté hacerlo a la perfección para que no se acercara a ayudarme.
—Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada —dijo la señora Crouch—. Mantened las escobas firmes, elevaros un metro o dos y luego bajad inclinándoos suavemente. Preparados... tres... dos...uno
Me monté en mi escoba, pegué una fuerte patada y subí. El aire agitaba mi pelo y mi túnica. Era fácil montar en escoba, y sin embargo, no me gustaba. Prefería volar con mis propias alas por el cielo y sentir la brisa en mi rostro. Incliné la escoba para volver al suelo. Cuando ya tenía mis pies en la tierra, vi como algunos se habían elevado unos metros más de lo que les había indicado la señora Crouch.
- Bajen ahora mismo – dijo mientras los demás estudiantes volvían a poner los pies en el suelo asustados con la idea de que les quitara algún punto por desobedecer. – Creo que por hoy es suficiente. Para la semana que viene, seguiremos practicando el vuelo.
- Odio las clases de vuelo – dijo Angelina malhumorada mientras volvíamos hacia el castillo, camino al Gran Comedor
- No ha estado mal – comenté
- Claro, lo dices porque a ti te salió bien, pero yo ni siquiera pude mover la escoba del sitio
En ese mismo momento, entraron varias lechuzas en el Gran Comedor.
- ¡¡Midnight!! – grité entusiasmada al ver a mi lechuza descender hacia el lugar donde me encontraba pero a la vez intrigada
- Es raro – dijo Yasmine – Las lechuzas solo suelen traer el correo por las mañanas y sino es que tiene que ser una mala noticia.
Yasmine me dejó preocupada así que cogí la carta que me había traído Midnight y leí en voz baja para que ninguna me escuchara.
Querida señorita Potter:
He creído apropiado que se presente usted a las siete, después de su clase de Astronomía, en mi despacho para tener una pequeña charla. La contraseña para acceder es "Huevo de dragón"
Muy cordialmente, Albus Dumbledore
- Y bien, ¿qué dice? – preguntó Angelina intrigada
- Nada – dije rápidamente. Debía mentirles a las chicas – Mis padres me escribieron para decirme que me había dejado olvidadas unas cosas en casa y que me las mandarían por correo.
Las chicas no le dieron más importancia a la carta y comieron relajadamente el gran banquete. Por mí parte, los nervios me habían cerrado el estomago y apenas comí nada.
Después de la comida, acudimos a otras 3 horas de clase de Historia de la magia y Astronomía.
A las siete, me encontraba enfrente del despacho de Dumbledore. Para acceder al despacho de Dumbledore debo pronunciar la contraseña para poder entrar.
- Huevo de dragón
Las gárgolas que se encontraban en la puerta se hicieron a un lado, dejando ver una escalera de mármol que se empezaba a mover. Me apresuré a subir a la escalera. Al llegar a la parte superior de esta, me encontré con una doble puerta de roble. Abrí la puerta y esta conducía a una gran sala que contenía un gran número de retratos de directores anteriores, muchas tablas delgadas con intrincados dispositivos de plata sobre ellos, y en una esquina, sobre un estante, se encontraba el Sombrero Seleccionador
- Me alegro de volverla a ver – dijo el Sombrero desde el estante
- Me alegro de que hayas podido venir Adalina – dijo una voz al final de la sala
- Es Alina - dije en automático. Odiaba que me llamasen Adalina.
Dirigí la mirada hacia donde había salido la voz y pude ver al profesor Dumbledore sentado en una silla muy grande y dos personas delante de él.
- ¿Mamá, Papá? ¿Qué hacéis aquí? – dije sorprendida acercándome a ellos
- Habíamos hablado en casa que teníamos que hablar con Dumbledore en persona – me recordó mi madre
Suspiré aliviada. Por un momento pensé que mi comentario en Quidditch me causaría graves problemas.
- ¿James sabe que estáis aquí? – pregunté
- No, no lo sabe – dijo Dumbledore – Y espero que esto se quede entre estas cuatro paredes. Siéntate Alina - dijo indicando una silla que había entre mi madre y mi padre.
Hice lo que me pidió Dumbledore, pero esto me daba muy mala espina.
- Bueno, he de suponer que ya sabes porque estás aquí – dijo Dumbledore mientras se levantaba de la silla
- Me lo imagino – respondí con cierta timidez aunque en realidad no tenía ni idea.
- Si estuviste atenta en la primera cena en Hogwarts sabrás que hay unas ciertas normas en Hogwarts que prohíben a los alumnos salir de noche por los terrenos de Hogwarts. Tras hablar con tus padres sobre tu condición, me han comentado tienes como costumbre salir a volar por la noche porque si no lo haces tú alas pueden llegar...
- ...a no funcionar – terminé su frase
- Por eso, he pensado que... - Dumbledore guardó silencio y prosiguió - has de ser responsable y cautelosa, pero creo que debo concederte el permiso, y solo a ti, - lo dijo a modo de advertencia - de que puedas salir a los terrenos de Hogwarts por la noche a volar pero solo, y exclusivamente, por la noche.
- ¿Lo dice en serio? – dije sorprendida, sin embargo, por la expresión de Dumbledore, no parecía muy contento.
- Has de saber que es muy peligroso andar por los terrenos del castillo por la noche y por eso está prohibido para los alumnos. Pero también sé que cumplirás tu palabra al asegurarme que solo volarás por las noches , ¿cierto? – dijo mirándome a lo que yo asentí – Por eso te doy permiso para que salgas por la noche, pero has de tener claro que queda totalmente prohibido que te acerques al bosque prohibido así como que procures que nadie te vea. Por eso, creo conveniente y, si a ti te parece bien o te resulta cómodo, que utilices la ventana de tu cuarto para salir. Ya sabes que no se puede andar por los pasillos por la noche y me resultaría difícil convencer a Filch y a la Señora Norris de que tienes permiso de caminar por los pasillos, así como a cierto fantasma – Dumbledore comenzó a caminar en círculos y detenerse a cada rato para ver si comprendía todo – También te pido, y creo que tus padres ya te lo han dicho, que debes guardar este secreto. Tal vez a muchos les resultaría "divertido" tener de amiga a un hada, pero a otros no les resultaría tanto y se lo contarían a sus padres y bueno, tengo la impresión de que eres una excelente alumna y no por tu condición deberías de dejar de estudiar, verdad?
- Sí – dije rápidamente
- Tal vez a veces tu condición te resulte muy difícil de convivir con ella o tal vez te sientas extraña y sola. Eres una especie muy poco entendida para los magos y eso suele generar dudas y miedo. Hay personas que tienen que convivir con condiciones peores que la tuya - dijo mirándome fijamente – Y no por eso han dejado de hacer amigos o estudiar. Si necesitases cualquier cosa, cualquier profesor de Hogwarts estará dispuesto a ayudarte. Algunos de ellos están al corriente de tu situación y han estado de acuerdo conmigo en lo que te he propuesto esta noche, pero aun así también me recalcan que debes respetar las normas que te he mencionado. Por lo que he escuchado, has tenido algún problema en tu primera clase de vuelo, ¿me equivoco?
- Yo no hice nada – dije con tono de sorpresa. No esperaba que se enterara tan rápido
- Lo sé y se lo he explicado a la profesora Crouch
- Todo el mundo cree que por ser hermana de James tengo que jugar al quiddich – dije molesta. Ha sido el comentario que más he oído en estos tres días.
- Alina... - me riñó mi madre por mi tono de voz
- Fue un error que cometió la profesora Crouch y te pide disculpas – dijo – Ahora entiende tu tono de molestia. Después de que hablasemos, al igual que yo, sabe que no ha de ser muy cómodo volar en escoba cuando uno puede hacerlo por sí mismo sin necesidad de magia – dijo guiñándome un ojo y mirando hacia el reloj de arena que tenía colocado en su mesa – Va a ser hora de cenar. Deberías de reunirte con tus amigos y ten muy presente lo que te dije esta noche
- Si, lo haré – dije levantándome de la silla – Muchas gracias
- Haz caso de lo que te diga Dumbledore – dijo mi padre – Y sé discreta, recuerda que nadie debe saber nada y tu no hagas nada que pueda hacer que la gente sospeche de ti.
- Adiós cariño – dijo mi madre dándome un beso en la frente – Te mandaremos cartas todas las semanas para ver que tal te va.
Después de despedirme de mis padres y de Dumbledore, me dirigí hacia el Gran Comedor con una gran sonrisa en el rostro. Mis compañeras me bombardearon con preguntas durante toda la cena y durante el camino hasta la sala común. Al parecer alguien les chivó que me vieron deambular por el castillo a solas.
- Fijo que ya se está viendo con alguien – le susurró Stephany a Yasmine cuando estábamos entrando por el retrato de la Dama Gorda
- No digas tonterías – dije rápidamente
- No me extrañaría. La belleza Potter parece contagiosa. James siempre tiene a un montón de chicas detrás suya- le dijo Yasmine a Stephany
- ¡Por Merlín! ¿Es qué solo pensáis en chicos? - les dije ligeramente molesta
- Sí - dijeron las dos al unísono y Angelina y yo rodamos los ojos
- ¿Cómo es que no vas a presentarte a las pruebas de quiddich? – dijo una voz detrás de mí
"Genial, lo que me faltaba" pensé mientras me giraba y pude ver a James cerca del sofá que se encontraba en la sala, en el cual estaban sus amigos sentados mirando la escena. Me sentí incomoda al ver a tres chicos mayores que yo y completamente desconocidos para mi mirándome sin ningún tipo de disimulo. Los tres estaban interesados en escuchar la conversación entre mi hermano y yo. Sirius , el menos disimulado de los tres, se había apoyado en el respaldo y nos miraba sin perder detalle.
Les pedí a las chicas que me dejaran sola y estas accedieron, caminando en dirección a nuestro dormitorio.
- ¿Ahora me hablas? – le dije fríamente – Pues ahora sooy yo la que no piensa contestar a tu absurda pregunta – dije dándome la vuelta y caminando en dirección a las escaleras
- Alina... Espera – James se levantó del sofá para seguirme
- ¿Qué quieres? – respondí enfadada – ¿Piensas que ahora puedes venir y exigirme que te hable cuando tu llevas casi un mes sin hacerlo?
- Referente a eso... - dijo James despeinándose el cabello- Alina, lo siento. Pero es que me cabreó mucho que mamá no me dejara ir a casa de Peter. Iba a ser la primera vez que la madre de Sirius le dejaba salir y me fastidió mucho que por tu culpa no me dejaran ir.
- Si me contases las cosas como hacen la mayoría de los hermanos, lo hubiera entendido – dije muy molesta – Pero parezco idiota cada vez que me hablan de vosotros cuatro y yo tengo que decir "No sabía nada por que el idiota de mi hermano no me cuenta nada" – dije pegándole en el brazo – Y ahora vienes exigiéndome que te diga por que no voy a presentarme a las pruebas. Pues porque no me da la gana. No porque sea tu hermana y por qué a ti te guste el quiddich tengo que ir yo detrás. Y sabes lo que te digo, que me importa una mierda tu estúpido quiddich. Nunca me ha gustado Y ESPERO QUE PIERDAS TODOS LOS PARTIDOS – dicho esto me fui corriendo a mi cuarto.
- Y después el que estaba enfadado era James – dijo Sirius mirando a su mejor amigo con una gran sonrisa en el rostro. Había disfrutado de la discusión entre hermanos.
- Me he comportado como un imbécil– se lamentó James – Tengo que hablar con ella – dijo dirigiéndose al cuarto de las chicas
- ¡¡JAMES, ESPERA!!! – gritaron Remus, Sirius y Peter al unísono
Pero James ya estaba en el suelo antes de que sus amigos lo pudieran avisar.
- Malditas escaleras – dijo tirado en el suelo. Sirius se acercó para ayudarle a levantarse.
- ¿Tengo que recordarte qué les ocurre a las escaleras de las chicas cuando un chico intenta subir? - le dijo Remus - Tendrás que esperar y hablar con ella mañana.
- Si, va a ser lo mejor – dijo finalmente James
- Venga, vamos a dormir – dijo Sirius empujando a James hacia su cuarto.
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