38. TIMOS


*Este capítulo tiene pequeños cambios con respecto al original 


Alina Potter

A la mañana siguiente, las chicas se vistieron a toda velocidad ya que se habían quedado dormidas en su primer día de clases.

— ¿Qué os ha pasado? —les preguntó Luke a las chicas cinco minutos más tarde, cuando se reunieron todos en el vestíbulo, como habían acordado el día anterior —. ¿Os habéis quedado dormidas el primer día de clase?

— Algo así – se intentó excusar Yasmine

— ¿Qué le pasa a Alina? La encuentro rara —continuó Luke mientras bajaban un tramo de escalera cuya pared estaba cubierta de retratos de viejos magos y brujas que no les hicieron ni caso, pues se hallaban enfrascados en sus propias conversaciones.

— No tengo ni idea - contestó Angelina encogiéndose de hombros.

Siguieron a los de Ravenclaw al interior del Gran Comedor, y al entrar miraron instintivamente hacia la mesa del profesorado. La profesora Cassandra Vablatsky hablaba con el profesor Slughorn y Hagrid hablaba animadamente con McGonagall. El techo encantado del recinto reflejaba el estado anímico de Alina: tenía un triste color gris, como el de las nubes de lluvia.

— Faltan bastantes profesores, ¿no creéis? —comentó Yasmine mientras los seis se dirigían hacia la mesa de Gryffindor.

— Tienes razón — dijo Brian pensativo

— Las pruebas de quidditch serán el viernes a las cinco y quiero ir a verlas. ¿Os apetece acompañarme? – preguntó Luke emocionado sentándose con las chicas

— Claro – contestaron Angelina y Stephany a la vez

De repente se oyó como un rugido, y cientos de lechuzas entraron volando por las ventanas más altas. Bajaron hacia las mesas del comedor y llevaron cartas y paquetes a sus destinatarios, a quienes rociaron con gotas de agua; evidentemente, fuera estaba lloviendo. Alina no vio a Midnight, pero no la sorprendió.

Yasmine, en cambio, tuvo que apartar con rapidez su zumo de naranja para dejar sitio a una enorme y chorreante lechuza que llevaba un empapado ejemplar de El Profeta en el pico.

— ¿Todavía recibes El Profeta? —le preguntó Brian mientras Yasmine ponía un knut en la bolsita de piel que la lechuza llevaba atada a la pata y el ave volvía a emprender el vuelo—. Yo ya no me molesto en leerlo. Sólo cuentan tonterías.

— Conviene saber lo que dicen el enemigo —respondió ella

Yasmine desplegó el periódico y desapareció tras él, y no volvieron a verla hasta que los chicos terminaron de desayunar.

— Nada —se limitó a decir; enrolló el periódico y lo dejó junto a su plato—. No hace ningún comentario sobre nada.

— ¿Y que te esperabas? – preguntó Alina irónicamente

En ese momento, la profesora McGonagall pasó por la mesa repartiendo horarios.

— ¡Mirad lo que tenemos hoy! —gruñó Angelina—. Historia de la Magia, clase doble de Pociones, Adivinación y otra sesión doble de Defensa Contra las Artes Oscuras... Es el peor lunes que he visto en mi vida.

— Tienes razón —le dijo Luke leyendo la lista—. Si quieres, te lo cambio por mi horario.

— Ja, muy gracioso – le dijo Angelina a Luke

— Quinto es el año de los TIMOS — dijo de repente Stephany

— No me lo recuerdes... - protestó Angelina llevándose las manos a la cabeza

— La mitad de los de nuestro curso sufrieron pequeñas crisis nerviosas cuando se acercaban los exámenes del TIMO — dijo Evan Rosier metiéndose en la conversación. Él ya iba en séptimo curso, junto a James y sus amigos, y pertenecía a la casa Hufflepuff, al igual que Luke y Brian. —En fin, quinto es un curso de pesadilla —concluyó Evan

— ¿Qué sacaste?

— 7 TIMOS —dijo Evan. – Bueno, debo irme. Que paséis un buen día – dijo levantándose y dejándolos de nuevo solos

— ¿Creéis que es cierto que los exámenes de este año serán muy duros? – preguntó Angelina con miedo

— ¡Oh, ya lo creo! —exclamó Stephany—. Los TIMOS son muy importantes, y del resultado dependerá el tipo de ofertas de empleo a las que puedas presentarte más adelante.

— Además, este año podemos pedir consejo sobre las diferentes carreras. Me lo ha dicho Severus – Añadió Angelina - Así puedes elegir qué ÉXTASIS quieres hacer el año que viene.

— ¿Vosotros ya sabéis qué os gustaría hacer cuando salgáis de Hogwarts? —preguntó Luke a sus amigos poco después, cuando salían del Gran Comedor y se dirigían hacia el aula de Historia de la Magia.

— Pues no —contestó Yasmine - ¿Y tú Luke?

— No lo sé. Creo que me gustaría hacer algo que valga la pena.

— A mi me gustaría ser Auror – dijo Brian

— A mi también, pero es muy duro según me han comentado – añadió Stephany – Y tú que opinas, Alina? ¿Te gustaría ser auror?

— No me gusta la idea – dijo recordando que su hermano quería convertirse en auror.

Todos los alumnos de Hogwarts estaban de acuerdo en que Historia de la Magia era la asignatura más aburrida que jamás había existido en el mundo de los magos. El profesor Binns tenía una voz jadeante y monótona que casi garantizaba una terrible somnolencia al cabo de diez minutos (cinco si hacía calor).Hasta entonces, Alina y Stephany habían conseguido unos aprobados justos en esa asignatura.

Aquel día tuvieron que soportar tres cuartos de hora de una inalterable perorata sobre las guerras de los gigantes. Alina desconectó y pasó los treinta y cinco minutos restantes jugando con Angelina al ahorcado, utilizando una esquina del pergamino.

- Por cierto - le susurró Angelina a su amiga mientras se dirigían hacia su clase de pociones – Este verano escuché a mi hermano hablar con Wilkes sobre un tema que me dejó muy preocupada

- ¿Wilkes? – preguntó desconcertada

- Sí. Es el rubio que a veces va con mi hermano a todos lados junto a Avery, recuerdas? – le dijo Angelina

- Sí – contestó Alina al darse cuenta - ¿Y de qué tema hablaron que te ha dejado intrigada?

- No pude escuchar mucho pero hablaban sobre... no recuerdo exactamente la palabra...

- Pues si tu no te acuerdas... - le dijo 

- ¡Mortifagos! Esa era la palabra – gritó Angelina al recordarlo

- Chisss... ¿O quieres que nos escuchen? – le dijo muy nerviosa

- Recordé que McGonagall, en la cena de fin de curso, habló sobre ellos... ¿qué crees que significa? – preguntó Angelina

- Angelina.... – dijo  con tono bajo. Miró a todos lados por si alguien había escuchado la conversación y la miró de nuevo – ¿Quieres que nos saltemos la clase de Pociones?

Los Merodeadores

- ¿Te pongo nerviosa, Evans? – preguntó James Potter

- No, no me pones de los nervios. Pero eso era antes – dijo Lily con una sonrisa en el rostro

James se acercó a Lily y le dio un suave beso en la mejilla mientras Lily sonreía.

- Siento interrumpir el momento romántico de la pareja del año y Premio Anual – dijo Sirius imitando a Dumbledore cuando reveló quien era este año el Premio Anual a principio de curso.

- Déjate de tonterías Sirius – dijo James sonriendo por la ocurrencia de su amigo mientras Lily intentaba aguantar la risa por el ridículo que había echo Canuto intentando imitar a Dumbledore.

- Me ofendes Cornamenta – dijo Sirius – ¿Habéis visto a Alina?

- No, ¿por qué?

- Es que, al parecer, no ha ido a clases de Pociones

- ¿Cómo sabes eso? – preguntó James intrigado

- Regulus me lo ha dicho

- ¿No era que no te hablabas con él? – preguntó Lily intrigada también

- No lo hago pero o me hago el sordo o no me queda otra que escucharlo – dijo Sirius rodeando los ojos- La cuestión es que me dijo que tu hermana no había ido a clases, al igual que Angelina, y se había extrañado mucho, al igual que el profesor Slughort.

- Pues sí es raro... - dijo Lily - ¿Y como sabe eso Regulus si no va en el mismo curso que Alina?

- No tengo ni idea - contestó Sirius serio y pensativo

- ¿Le has preguntado a sus amigas? – le preguntó James

- Sí. Las vi por el camino y tampoco saben donde están

- Vamos a buscarla – indicó James

Alina Potter

El lugar donde Alina había llevado a Angelina era un sitio precioso que se encontraba entre el lago Negro y el bosque prohibido. Una roca enorme les servía de asiento a las chicas mientras hablaban calmadamente.

- Entonces... ¿crees que mi hermano es un mortifago?

- Casi segura... pero, ¿por qué no le preguntas? - sugirió

- ¿Y crees que me dirá algo? – preguntó

- Si no lo intentas no lo sabrás... - le dijo su amiga

Angelina y Alina llegaron justo a tiempo para la clase de adivinación con la profesora Cassandra Vablatsky.

—Abrid el libro por la introducción, por favor, y leed sobre la interpretación de los sueños. Luego sentaos en parejas y utilizad el libro para interpretar los sueños más recientes de vuestro compañero. Podéis empezar.

Lo único bueno que tenía aquella clase era que no duraría dos horas. Cuando todos terminaron de leer la introducción del libro, apenas les quedaban diez minutos para la interpretación de los sueños. En la mesa contigua a la de Angelina y Alina, Stephany y Yasmine habían formado pareja, y de inmediato emprendieron un denso relato de una pesadilla en la que aparecían unas tijeras gigantes que atacaban al gato de Yasmine.

—Yo nunca me acuerdo de lo que sueño —dijo Angelina con tristeza —. Cuéntame tú algún sueño que hayas tenido.

—Seguro que recuerdas alguno —replicó. A Alina no le gustaba hablar de sus sueños pues la mayoría de las veces eran pesadillas que ni ella comprendía.

Buscar fragmentos de sueños en el libro era un trabajo aburridísimo, y no le hizo ninguna gracia que la profesora Vablatsky les mandara escribir durante un mes un diario de los sueños que tenían. Cuando sonó la campana, Alina y Angelina fueron las primeras en salir del aula y bajar la escalera seguidas de Yasmine y Stephany.

- Tu hermano y Sirius te andan buscando – le dijo Yasmine 

- ¿Y eso? – preguntó

- Al parecer alguien les dijo que no habías ido a clase de Pociones

- ¿Y quien fue el idiota que se lo dijo? – preguntó mosqueada

- Regulus – dijo Stephany

Alina se sintió traicionada y enfadada sobre todo cuando le había dicho que no quería saber más sobre él.  Angelina intentó cambiar de tema al ver que su amiga estaba intentado contener las ganas de gritarle a todo el mundo.

— ¿Os dais cuenta de la cantidad de deberes que tenemos ya? Binns nos ha puesto una redacción de medio metro sobre las guerras de los gigantes; Vablatsky nos manda redactar un diario de sueños durante un mes...

Aquella noche, la cena en el Gran Comedor no fue una experiencia agradable para Alina. Tanto su hermano como Sirius no pararon de hacerle preguntas como: por qué no había ido a clase, qué había estado haciendo.... Mientras comía, sentada entre Yasmine y James, Alina oía a su hermano y a su Sirius reprocharle un montón de cosas.

- Sabes - le susurró Alina a Sirius - No eres quien para decirme lo que puedo hacer

- ¿Ah no? ¿Estoy de adorno?

- Eso parece - le contestó ella enfadada y Sirius se quedó atónito. Estaba claro que estaba enfadada y que tenia parte de razón. 

La lluvia golpeaba los cristales de las ventanas mientras ellas avanzaban por los desiertos pasillos hacia la torre de Gryffindor. Alina tenía la impresión de que su primer día había durado una semana, pero todavía debía hacer una montaña de deberes antes de acostarse. Cuando llegaron al retrato de la Señora Gorda, Alina miró por una de las mojadas ventanas y contempló los oscuros jardines.

- Carpe Retractum - dijo Stephany antes de que la Señora Gorda tuviera ocasión de pedirles la contraseña. El retrato se abrió, dejó ver la abertura que había detrás, y los tres se metieron por ella.

La sala común estaba casi vacía; la mayoría seguía abajo, cenando.

Las chicas se sentaron en las butacas que se encontraban junto al fuego. Alina, agotada, se quedó contemplando las llamas.

- Hagamos los deberes, a ver si nos los quitamos de encima... - sugirió Yasmine

Angelina contempló su trozo de pergamino en blanco durante unos segundos y luego dijo con voz tensa:

—Es inútil, ahora no puedo concentrarme. Me voy a la cama —dijo, y abrió su mochila, metió sus libros y se dirigió a su dormitorio.

Alina negó con la cabeza ante la actitud de Angelina, aunque la entendía perfectamente, y al hacerlo notó que el dolor que tenía en la sien derecha estaba empeorando. Se acordó de la larga redacción sobre las guerras de los gigantes y sintió una intensa punzada de dolor. Aun siendo consciente de que a la mañana siguiente lamentaría no haber terminado sus deberes por la noche, guardó sus libros en la mochila.

—Yo también voy a acostarme.

- ¿Tienes un minuto? - un cabizbajo Sirius se encontraba tras su butaca. 

- Sí 

Alina siguió a Sirius lejos de la sala común y de las miradas curiosas. Caminaron en silencio uno tras el otro hasta asegurarse de que nadie los molestaría. 

- ¿Ocurre algo? - pregunta ella

- Pues que tienes razón, no tengo derecho a decirte nada porque no me he atrevido a pedírtelo pensando que podrías rechazarme y no podría soportarlo - Sirius empieza a hablar muy deprisa y a hiperventilar 

- Espera, espera, calma... no te entiendo, ¿a qué te ref...?

- ¿Quieres ser mi novia?

Alina abre los ojos, sorprendida. La verdad, era lo último que se esperaba oír. Pero estamos hablando de Sirius. La persona más impredecible de todo Hogwarts y acaba de pedirle que sea su novia. 

Sirius lo mira paciente y impaciente a partes iguales. Alina abre la boca y la vuelve a cerrar. No pensó que su semana podría acabar así.

- Alina... - dice Sirius temeroso

- Sí 

- ¿Sí, qué...?

- Que sí quiero, Sirius. Has tardado bastante en pedírmelo. Casi tengo que hacerlo yo - bromea Alina y Sirius le agarra la cara con sus manos y la besa desesperado. Siriusla agarra por la cintura mientras profundizaba el beso. Ambos se separaron durante un instante para tomar una bocanada de aire pero poco después volvían a estar besándose frenéticamente.

-Ha sido una semana agotador, perdóname-dijo ella 

-Nunca te disculpes por eso - dijo antes de darle un dulce beso y ambos regresaron a la sala común 

El día siguiente amaneció tan plomizo y lluvioso como el anterior. Yasmine dio un gran bostezo y se sirvió una taza de café.

- Otro día aburrido en Hogwarts... ¿Cuándo pasará algo divertido? – se pregunto Yasmine a si misma.

Y Yasmine tenía razón. Después de una clase doble de Encantamientos tuvieron también dos horas de Transformaciones. El profesor Flitwick y la profesora McGonagall dedicaron el primer cuarto de hora de sus clases a sermonear a los alumnos sobre la importancia de los TIMOS.

—Pensad que no aprobaréis los TIMOS —les advirtió la profesora McGonagall con gravedad— sin unas buenas dosis de aplicación, práctica y estudio. No veo ningún motivo por el que algún alumno de esta clase no apruebe el TIMO de Transformaciones, siempre que os apliquéis en vuestros estudios. Hoy vamos a empezar con los hechizos desvanecedores. Aunque son más fáciles que los hechizos comparecedores, que no suelen abordarse hasta el año de los ÉXTASIS, se consideran uno de los aspectos más difíciles de la magia, cuyo dominio tendréis que demostrar en vuestros TIMOS.

La profesora McGonagall tenía razón, pues Alina encontró dificilísimos los hechizos desvanecedores.

- ¡Esto es desesperante! - exclamó Alina en medio de la clase

Tras una clase de dos horas, ni ella ni Angelina habían conseguido hacer desaparecer los caracoles con los que estaban practicando

Yasmine y Stephany, por su parte, consiguieron hacer desaparecer sus caracoles y la profesora McGonagall le dio veinte puntos extra a Gryffindor. Fueron a las únicas a las que la profesora no les puso deberes; a los demás les ordenó que practicaran el hechizo para el día siguiente, ya que por la tarde tendrían que volver a probarlo con sus caracoles.

Por la tarde, cuando llegaron a Cuidado de Criaturas Mágicas, a  Alina volvía a dolerle la cabeza.

El día se había puesto frío y ventoso, y mientras descendían por el empinado jardín , notaron que algunas gotas de lluvia les caían en la cara.

El profesor Silvanus Kettleburn esperaba de pie a los alumnos a unos diez metros del límite del Bosque prohibido, detrás de una larga mesa de caballete cubierta de ramitas.

—¿Ya estáis todos? —Gritó el profesor Silvanus Kettleburn cuando hubieron llegado los de Slytherin y los de Gryffindor—. Entonces manos a la obra. ¿Quién puede decirme cómo se llaman estas cosas?

Señaló el montón de ramitas que tenía delante y Yasmine levantó una mano. Las ramitas que había encima de la mesa brincaron y resultaron ser algo así como diminutos duendecillos hechos de madera, con huesudos brazos y piernas de color marrón, dos delgados dedos en los extremos de cada mano y una curiosa cara plana, que parecía de corteza de árbol, en la que relucían un par de ojos de color marrón oscuro.

— ¡Oooooh! —exclamaron dos alumnas de Slytherin

— ¡Haced el favor de bajar la voz, señoritas! —ordenó el profesor Silvanus Kettleburn con severidad, y luego esparció un puñado de algo que parecía arroz integral entre aquellos seres hechos de palitos, los cuales inmediatamente se abalanzaron sobre la comida—. A ver, ¿alguien sabe cómo se llaman estas criaturas? ¿Señorita Potter?

— Bowtruckles —dijo _____—. Son guardianes de los árboles; generalmente viven en los que sirven para hacer varitas.

— Cinco puntos para Gryffindor —replicó el profesor Silvanus Kettleburn —. Efectivamente, son bowtruckles, y como muy bien dice la señorita Potter, generalmente viven en árboles cuya madera se emplea para la fabricación de varitas. ¿Alguien sabría decirme de qué se alimentan?

— De cochinillas —contestó Yasmine de inmediato — Pero también de huevos de hada, si los encuentran.

— Huevos de pixies – corrigió Alina a Yasmine – Las hadas no ponen huevos

— Muy bien. En efecto, las hadas no ponen huevos. Bien, volviendo al tema de los bowtruckle, siempre que necesitéis hojas o madera de un árbol habitado por un bowtruckle, es recomendable tener a mano un puñado de cochinillas para distraerlo o apaciguarlo. Quizá no parezcan peligrosos, pero si los molestáis intentarán sacaros los ojos con los dedos, que, como podéis ver, son muy afilados; por lo tanto, no conviene que se acerquen a nuestros globos oculares. De modo que si queréis aproximaros un poco... Coged un puñado de cochinillas y un bowtruckle, hay uno para cada tres, y así podréis examinarlos mejor. Antes de que termine la clase quiero que cada uno de vosotros me entregue un dibujo con todas las partes del cuerpo señaladas.

Los alumnos se acercaron a la mesa de caballete. Alina la rodeó deliberadamente por detrás para colocarse al lado del profesor Silvanus Kettleburn.

Alina volvió a rodear la mesa y se dirigió hacia Stephany y Angelina, que estaban de cuclillas en la hierba, un poco alejados, intentando convencer a un bowtruckle de que se estuviera quieto el tiempo necesario para que ellos pudieran dibujarlo. Alina sacó pergamino y pluma y se agachó junto a sus amigas.

- Angelina. Toma, sujeta un momento al bowtruckle para que pueda dibujar su cara...

Angelina había sujetado tan fuerte al bowtruckle que éste casi se había partido, pero como represalia le había hecho un fuerte arañazo en la mano con los afilados dedos, dejándole dos largos y profundos cortes. Angelina lo soltó.

El bowtruckle salió corriendo a toda velocidad hacia el bosque y vieron cómo aquel pequeño individuo se perdía enseguida entre las raíces de los árboles.

Alina se levantó rápidamente y corrió detrás del pequeño bowtruckle sin escuchar los gritos del profesor que le indicaban que volviera inmediatamente. Se adentró en el bosque y pudo ver al pequeño bowtruckle escondido detrás de un inmenso árbol.

- Ven aquí. No tengas miedo... - dijo mientras acercaba su mano al pequeño. El bowtruckle, sin oponer resistencia alguna, se subió a la mano de  Alina con agilidad. En el camino de vuelta, Alina  se reía mientras el Bowtruckle criticaba a su amiga por ser tan poco considerada.

Alina escuchó la campana repicar por el jardín, así que corrió hacia el jardín y llegó cinco minutos tarde a clase de Herbología ya que el profesor le echó una reprimenda por escaparse de clase a buscar al bowtruckle aunque, finalmente, le agradeció que lo trajera de vuelta ya que son muy difíciles de encontrar y conseguir.

Siguió recorriendo los huertos mientras el cielo se mostraba incapaz de decidir si quería que lloviera o no.

La puerta del invernadero más cercano se abrió y por ella desfilaron unos cuantos alumnos de cuarto curso.

Unos segundos más tarde, salió Sybill Trelawney, un tanto rezagada del resto de la clase, con la nariz manchada de tierra y el cabello recogido en un moño en lo alto de la cabeza.

Muchos compañeros de Alina giraron la cabeza con curiosidad hacia Trelawney mientras se dirigía hacia el castillo.

La profesora Sprout empezó la clase sermoneando a sus alumnos sobre la importancia de los TIMOS, lo cual no sorprendió a nadie. Alina estaba deseando que los profesores dejaran de referirse a los exámenes; empezaba a notar una desagradable sensación en el estómago cada vez que recordaba la cantidad de deberes que tenía que hacer, una sensación que empeoró notablemente cuando, al finalizar la clase, la profesora Sprout les mandó otra redacción. Así pues, cansadas y apestando a estiércol de dragón, el tipo de fertilizante preferido de la profesora Sprout, los de Gryffindor regresaron al castillo. Nadie hablaba mucho ya que había sido un largo día.

Como Alina estaba muerta de hambre fue directamente al Gran Comedor sin dejar su mochila en la torre de Gryffindor, con la idea de comer algo cuanto antes.

— ¡Eh, Potter!

— ¿Qué pasa ahora? —murmuró él con tono cansino. Al darse la vuelta, vio a Evan Rosier.

— ¿Cómo que qué pasa? —replicó el dirigiéndose hacia él - ¿Cómo has permitido que te castiguen el viernes a las cinco?

— ¿Qué? ¡Ah, sí, las pruebas para elegir al nuevo guardián!

— ¡Ahora se acuerda! —rugió Evan Rosier—. ¿Acaso no te dije que la golpeadora de vuestro equipo quería hacer una prueba con todo el equipo y buscar a alguien que encajara con el resto de vuestros jugadores? ¿No te dije que había reservado el campo de quidditch con ese propósito? ¡Y ahora resulta que tú has decidido no ir!

— ¡Yo no he decidido nada! —protestó James — Ya sé que ha sido culpa mía...

— Deja de gastar bromas, Potter, y céntrate. —dijo Rosier con fiereza - ¡quiero verte el viernes en el campo! Si no apareces, los de Gryffindor me echarán la culpa a mí y los de Hufflepuff se enfadaran conmigo por ayudaros a vosotros.

Dicho eso, se alejó a grandes zancadas.

— ¿Crees que hay alguna posibilidad de que la profesora McGonagall te levante el castigo del viernes? — preguntó Peter con escepticismo mientras se sentaban a la mesa de Gryffindor.

— Ninguna —contestó James con desánimo; se sirvió unas costillas de cordero y empezó a comer—. Pero de todos modos será mejor que lo intente, ¿no? Le propondré cambiar el castigo del viernes por dos días más o algo así, no lo sé... —Tragó un bocado de patata y añadió—: Espero que no me entretenga demasiado esta tarde. Encima tenemos una pila de deberes...

Peter soltó un gemido y miró al techo.

— Y para colmo parece que va a llover

La tarde en la que iban a elegir al nuevo guardián, Alina le había prometido a los chicos que después de hacer los deberes se acercaría hasta el campo de Quidditch. Para su sorpresa y cuando se iba acercando a la cabaña de Hagrid vio a Sirius caminar hacia el castillo pero se detuvo al ver a su novia.

- ¿No deberías de estar en las pruebas? - le preguntó

- James está castigado y vine a ver a Hagrid pero no están ni él ni Fang.

- A Hagrid me lo crucé yo hace cinco minutos en el castillo - le contestó 

Sirius asintió y miró a su alrededor. Sonrió, agarró a Alina y la condujo detrás de las calabazas de Hagrid. A Hagrid le encantaba cultivar calabazas y esas, especialmente, eran enormes. Ocultándote detrás, era imposible que alguien te viese.

- Creo que esté será el único momento en toda la semana en el que James no nos interrumpa - dijo Sirius colocando a Alina entre él y las calabazas. La joven se rio y Sirius no esperó ni un segundo más.

Sirius tomó su cara entre sus manos y atrapó sus labios en un movimiento salvaje. Sirius la agarró por la cintura mientras profundizaba el beso. Le desabrochó la túnica sin dejar de besarla volviendo el beso más apasionado. No podían evitar sentirse desesperados el uno por el otro. Apenas tenían tiempo para estar solos.

Le acarició el cuello y ella tembló y gruñó en su boca. El beso se hizo más intenso aún cuando él le acarició un seno y ella se lo facilitó, separándose un poco, agradeciendo y buscando aquella deliciosa caricia. Pasó un dedo por un pezón por encima de la ropa y ella se arqueó.

De pronto, sin saber cómo habían llegado a ello, Sirius estaba entre las piernas de Alina con las caderas aprisionadas entre ellas.

—Alina...—susurró él, con la respiración entrecortada, besándola detrás de las orejas, deslizando la lengua por el cuello. Ella arqueó la espalda. A Sirius le temblaban las manos al desabrocharle la camisa.

- Sirius, no creo estar preparada... - susurró ella haciendo que Sirius detuviese sus manos pero no su boca y le dio el beso más dulce de los que jamás habían experimentado.

De repente, Alina dio un respingo. Una gota fría había caído sobre su pecho. Estaba comenzando a llover y parecía que iba a caer una diluvio. Sirius la ayudó  a colocarse la ropa y los dos corrieron hacia el castillo para resguardarse de la lluvia. Cuando llegaron al castillo descubrieron que el nuevo guardián del equipo de quidditch era Ian Jackson. 


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